JJOO | ATLETISMO

Los 107 minutos en los que Kenia peleó para que les devolviesen la plata de Kipyegon

La atleta keniana pisó fuera de la línea, pero la recalificaron al considerar que la había empujado Tsegay.

El momento del forcejeo con Tsegay. /EFE
El momento del forcejeo con Tsegay. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Los Juegos Olímpicos también tienen grandes lamentos. Faith Kipyegon es campeona del mundo de 5.000 y 1.500 y, lógicamente, era la principal favorita para ganar los cinco kilómetros en la pista de Saint-Denis. El problema en el deporte es que los planes y las realidades no siempre coinciden. El atletismo tiene carreras con nervios, con toques y problemas, especialmente en las grandes finales, carreras tácticas en las que tiene mucho de posicionamiento y táctica más que de pura resistencia y velocidad. Y en una de esas pruebas, la de los cinco kilómetros, llegó la polémica.

Kipyegon llegó segunda a la meta, superada por su compatriota Chebet, lo cual era ya de por sí un dolor para la keniana, cuyas aspiraciones eran máximas. Pero el susto no era suficiente, un rato después de cruzar la meta le comunicaron que estaba descalificada. Un drama máximo, porque al final una plata es una plata. Y la recuperaron, como adelantó Relevo.

El problema fue haber pisado por fuera del tartán. Es verdad que la acción fue cuanto menos dudosa, pues todo empezó en un pequeño forcejeo con Tsegay. Codazos, cuerpeos y Kipyegon fuera del recorrido. No parecía gran cosa cuando cruzó la meta segunda.

Kipyegon era subcampeona olímpica y pasó por todos los pasos que se dan en esos casos. Una bandera en la espalda, una pequeña sesión de fotos... Enfilaba ya las entrevistas con la prensa y en una de esas, cuando ya comentaba la jugada con los medios, se le acercó un oficial para comunicarle que estaba descalificada. Eran las 21.39, el drama se había desatado.

Y en cuanto eso ocurrió, empezó a moverse la delegación de Kenia. Consideraban que podían recuperar ese metal que un juez puntilloso en exceso les había arrebatado. Nadie deja de pelear cuando de lo que se trata es una medalla olímpica, aunque lo hicieron con un estilo tranquilo, sosegado. Pidiendo sin montar una escena.

La campeona del mundo se marchó donde estaba la jefa de prensa del equipo para preguntarle qué había pasado e interesarse por la devolución de la misma. No se podía creer lo ocurrido. Hay imágenes de ella en la zona mixta, llorando, con la bandera roja, negra y verde todavía puesta en la espalda, desconsolada. Pasaba el tiempo, pasaban los minutos y no quedaba más que esperar. Quería que le devolvieran su medalla, y no era la única en reclamarlo.

Chebet, la campeona, compatriota de Kipyegon, se lamentaba por lo ocurrido. "No ha hecho nada malo y espero que se haga justicia, estoy muy triste por ella", contestaba a pregunta de Relevo. Hassan, la holandesa que cruzó la meta tercera, iba más allá y culpaba, sin dudarlo, a Tsegay: "Siempre hay drama con ella, a mí me empujó el año pasado, siempre está tirando y empujando. Me siento mal por Kipyegon no me importaría si le devuelven la plata". Y eso que, si la reclamación no prosperaba, ella iba a ser la heredera del segundo lugar de la prueba.

Hassan, en todo caso, sabe lo que es ser historia en los Juegos, quizá por eso le importaba un poco menos el color de su presea. La holandesa es historia del atletismo gracias a los dos oros y un bronce consiguió en Tokio en 1.500, 5.000 y 10.000. A París ha llegado con una ambición distinta, una todavía más fuerte. Quiere hacer las dos pruebas largas del estadio y, además, terminar la última tarde compitiendo en el maratón. Es una paliza tremenda y conseguir medallas en todas ellas es casi una entelequia, una de esas cosas que quedan en los libros del atletismo. Ya no ganará los tres oros, eso sí, por lo que no podrá emular lo que consiguió en su momento Emil Zatopek en los Juegos de Helsinki en 1952.

Pedían, y pedían, pero no llegaba. Tenía que ser una reclamación rápida, en realidad no es más que mirar el vídeo y dirimir. Pero el tiempo pasaba, y pasaba y no se sabía qué iba a suceder. A las 23.26 llegó un mensaje. "La descalificación ha sido anulada, Faith recupera la plata". Era una victoria de una atleta sensacional y, también, de la diplomacia deportiva de Kenia. Aunque el proceso fuese lento y nervioso.