Tras tres positivos por dopaje y una década de sueños rotos, Rowbury gana una medalla y recupera la fe: "Empecé a temblar, liberé 12 años de dolor"
Shannon Rowbury va a ser bronce del 1.500 en Londres tras la sanción por dopaje de tres atletas que quedaron por delante.
Shannon Rowbury ha vuelto a nacer doce años después. En realidad, el premio es solo simbólico: una medalla olímpica. Pero detrás se esconde un calvario, muchos sueños rotos, falta de patrocinadores, de sustento económico y decepciones por no haber estado a la altura de las expectativas. Tanto tiempo después, la justicia deportiva le ha dado la razón. En Londres 2012 quedó sexta en la final de 1.500 metros y ahora por fin recibirá una medalla de bronce que se ganó desde la limpieza, pero que los tribunales han tardado más de una década en reconocer.
La Athletic Integrity Unit ha anunciado oficialmente que la rusa Tatyana Tomashova ha sido descalificada de la prueba y ahora corresponde al Comité Olímpico Internacional reasignar las nuevas medallas en consecuencia. Tal y como marca el protocolo de siempre, el comité reasignará la medalla de plata para la hasta ahora tercera clasificada Abeba Arewgawi, mientras que el bronce pasará para la cuarta en discordia, la mencionada Shannon Rowbury.
Un acto que da pie a liberar emociones y a sentir que por fin había llegado su momento. En declaraciones a CNN Sport, la atleta estadounidense explicó en sociedad lo que significa para ella lo ocurrido: "Tras leer el veredicto empecé a temblar de inmediato, sentí que había liberado 12 años de dolor. Era un sueño hecho realidad. Los deportistas en nuestra situación no saben nada...".
Sin embargo, ya existían sospechas de las participantes de que varias de las atletas de aquella prueba no iban limpias: "Es muy emotivo porque tienes la esperanza de que, después de que hayas sospechado esto durante tanto tiempo, pueda llegar el momento de justicia. Después de doce años, yo ya había perdido la esperanza de que alguna vez sucediera".
Sin embargo, los tribunales se toman su tiempo en estudiar al detalle cada informe y que un positivo acabe acarreando una sanción. Tatyana Tomashova, por supuesto, se sometió a controles en verano de 2012, antes, durante y después de la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres. Y todas ellas acabaron dando positivo en la prueba de esteroides anabólicos. Ella lo negó, pero el TAS le acabó imponiendo una sanción a la altura.
No ha sido hasta noviembre de 2024 cuando ha llegado la resolución definitiva, a la que la rusa tenía la posibilidad de apelar hasta el pasado 3 de octubre, pero ya sin esperanza de que fructiferase. Aquella final de 1.500 metros femenina ha pasado a la historia como una de las más sucias de todos los tiempos. Cinco de las 13 finalistas han resultado eliminadas por temas de dopaje, la lacra del dopaje ha tardado años y años en ser realmente extinguida.
Pese a todo, las marcas y el nivel mostrado por las aspirantes ya hizo sospechar a las atletas limpias que había algo detrás. "Ha sido la parte más desgarradora, fue lo que me rompió. El dopaje en el deporte... En estas carreras ya no es solo algo físico, es como si diéramos, al menos para mí, lo más profundo de mi ser, de mi alma. Estaba tratando de dar todo lo que puedo para traer a casa ese resultado que hará que todos se sientan orgullosos", revela.
Otra forma de ver una realidad común. Los atletas dedican su vida a dar el máximo a la hora de la verdad, a conseguir la medalla por la que tanto habían luchado. Y ya no es solo la gloria deportiva, es todo lo que va de su mano: recibir una subvención pública, los patrocinadores que a todo líder le llegan tras el éxito olímpico... Todo eso ya no lo tendrá Rowbury, que tanto ha sufrido en silencio. Ahora le tocará disfrutar del metal en la intimidad de su casa, con sus seres queridos, alejados de los focos, la campana y la ceremonia que nunca jamás se le hubiera olvidado.
En Los Ángeles 2028 la organización tendrá la oportunidad de homenajear a todos aquellos que no vencieron por competir desde la limpieza. Aunque no sea lo mismo. Mientras, Rowbury por fin respira: "Sentí que había liberado 12 años de dolor".