Los sueños enterrados de una jugadora de hockey de Getxo en un volcán de Tanzania: "Ha sido un auténtico mazazo"
La joven se encontraba de vacaciones con su familia cuando el vehículo se precipitó por el cráter del volcán Ngorongoro.
"Este verano hemos programado un viajazo a Tanzania y toda la familia tenemos muchas ganas de hacerlo", solía contar Inés de Lomas a sus amigos y a las personas más allegadas de su equipo, el Club de Hockey Stick Getxo. Fue allí, en su localidad natal, donde a los nueve años empuñó por primera vez un palo de hockey entre sus manos. La ilusión de aquel regalo que iba a compartir junto a su padre, su madre y su hermano pequeño era lógica en una adolescente de 17 años llena de vida y con todos sus sueños pendientes de hacerse realidad algún día.
Acababa de ser convocada para jugar con la selección de Euskadi de hockey sobre hierba, y en septiembre iba a empezar la universidad después de haber concluido su etapa escolar en el Colegio Francés con muy buenas notas. La vida le sonreía. Era una chica responsable y feliz. Muy feliz. Una felicidad que demostraba cada vez que podía cuando regalaba su eterna sonrisa a cualquier persona que tuviera a su lado. En eso, coinciden todos los que la llegaron a conocer.
Aquel "viajazo" a más de 6.000 kilómetros de su casa se convirtió en una auténtica pesadilla. El pasado 3 de agosto, por motivos no del todo claros hasta la fecha, el todoterreno en el que viajaban los cuatro miembros de la familia Lomas, conducido por un guía local, se precipitó en el cráter del volcán Ngorongoro. El vehículo cayó más de 600 metros en vertical y tanto Inés como su madre, Elena Rentería, fallecieron en el acto. Su padre Iñigo, y su hermano Ignacio, dos años menor que ella, resultaron heridos de diversa consideración por lo que fueron trasladados a un hospital de Nairobi. De allí, viajaron a Bilbao el pasado martes en un vuelo medicalizado contratado por la empresa de seguros y ambos permanecen ingresados desde entonces en el hospital vizcaíno de Basurto, aunque "fuera de peligro".
El Club Hockey Stick Getxo recibió la inesperada noticia del fallecimiento de una de los suyos "como un auténtico mazazo". Pocos quieren exteriorizar ahora su dolor. Resulta complicado que algún dirigente del club o compañero quiera hablar de Inés. Y no por falta de argumentos. Aunque agradecen todas las muestras de solidaridad y de cariño recibidas estos últimos días, casi todos evitan las preguntas para huir de un protagonismo que entienden "no nos corresponde en estos momentos". De forma pública, tan solo un breve comunicado reflejaba el estado de ánimo del club. "Es un momento muy complicado en el que lo único que podemos hacer es agradecer a Inés por su ejemplo de superación, compañerismo y amor por este deporte y por el club".
Hay quien todavía traga saliva con cierta dificultad antes de hablar de una chica que aún no había cumplido la mayoría de edad y que, sin embargo, ya se había convertido en un "referente" dentro de la escuela del club en el que las jugadoras más jóvenes se podían ver reflejadas. "Siempre estaba dispuesta a ayudar en lo que hiciera falta", recuerda el padre de dos jugadores que militan en categorías inferiores. La joven se había convertido en una auténtica líder "a la que no le importaba tirar del carro las veces que hiciera falta" tanto dentro como fuera del campo, y eso es algo que comparten muchas personas del equipo getxotarra.
Lo mismo se encargaba de hacer ante sus compañeras la arenga en positivo previa al partido, que de animar sin desfallecer si el equipo iba por debajo en el marcador. "Es que no le recuerdo ni un solo partido que no tuviera una palabra de apoyo para cualquier jugadora", añade una de estas personas vinculada desde hace muchos años al Club Hockey Getxo. Y es que Inés amaba el hockey. Lo demostraba hasta en los entrenamientos. Nunca le dio pereza enfundarse la ropa de deporte y empuñar el stick. Además, era una auténtica esponja que se empapaba de todo lo que le enseñaban sus entrenadores. "Si le explicabas un ejercicio y no le gustaba, sacaba la parte positiva y animaba a hacerlo al resto del grupo". Nada de poner mala cara. No iba con su personalidad. Era de las que quería mejorar cada día, "y eso lo ponía en práctica con el hockey y luego lo trasladaba al colegio".
Son muchas las ocasiones en las que la joven dejó patente su pasión por el hockey. Unai Gárate, que entrenó a Inés hace dos años cuando jugaba en la categoría cadete, recuerda que en una ocasión el equipo se quedó sin porteras para disputar un partido. La titular se había lesionado y la suplente tenía que hacer un inaplazable viaje familiar. De repente, recibió en su teléfono un sorprendente Whatsapp privado. Era de Inés. Más o menos decía así: "Si no tenemos portera me ofrezco yo porque tengo algo de experiencia ya que he jugado en mi colegio a fútbol sala en ese puesto". A los pocos minutos un nuevo pitido en el móvil le alertó de otro mensaje. También era de ella. "Ni siquiera vas a notarlo", le advirtió.
Gárate no oculta su admiración por la chica que perdió su vida en Tanzania de una forma tan desafortunada y cruel. "Yo le llamaba Messi", afirma. Está convencido de que podría haber llegado a jugar en División de Honor. "Le decía que tenía que creérselo porque se inventaba cosas que cualquier otra chica de su edad ni siquiera soñaba con hacer". No es extraño que con esta carta de presentación la jugadora recibiera el pasado 7 de agosto un emotivo homenaje en el campo municipal de Fadura. A pesar de que no había empezado aun la temporada, ni desde el ayuntamiento ni desde Getxo Kirolak pusieron pega alguna.
Uno de los allí presentes recuerda que sus compañeras estaban "muy afectadas". Buscaban homenajear a Inés en la más estricta intimidad, y lo consiguieron. Lo querían hacer lejos del foco mediático, algo que solicitaron con exquisita educación a la prensa. Han sido, son y serán, como expresan sus propios dirigentes, un club "humilde" y "familiar" que siempre respeta a los suyos. A las seis de la tarde todos los jugadores y directivos del club que pudieron asistir al acto se situaron en el centro del campo y allí la directora deportiva, Saray García, pronunció unas emotivas palabras sobre Elena Rentería y su hija a la que empezó a entrenar cuando solo tenía nueve años y con quien posteriormente compartió vestuario con el equipo senior. A continuación, tomó la palabra el presidente del club Francisco Rincón y para finalizar el acto todas las jugadoras se juntaron en torno a una portería donde depositaron ramos de flores y varias rosas sueltas.
En la Federación Vasca de Hockey también están "abrumados" por todas las muestras de afecto recibidas. Su presidente, Agustín Rojo, no oculta su tristeza ante el repentino fallecimiento de una niña "que cada vez que salía al campo lo hacía con una sonrisa". Todos son elogios hacia una "chavala muy maja y muy querida por todos". Desde que tuvo conocimiento de la trágica noticia la Federación se puso en contacto con el club y otros organismos para buscar la forma de rendir tributo a una jugadora que a finales de octubre iba a empezar a competir con la selección sub 18 de Euskadi. "Es lo más bonito que ahora mismo podemos hacer por ella", enfatiza.
El hockey en el País Vasco es un deporte "minoritario" con gran aporte de las familias paras evitar la desaparición de los pocos clubes que hay. En el listado de la Federación tan solo aparecen 700 fichas en torno a doce equipos contando las modalidades de sala y hierba. Nada comparado con el tirón que tiene este mismo deporte en otros países europeos como Holanda, Alemania o Bélgica. También en Asia, donde, por ejemplo, "en la India es el deporte rey". La próxima temporada solo habrá un equipo masculino en la máxima categoría. Se trata del "casi centenario" Jolaseta, y otro de chicas, la Real Sociedad de San Sebastián. Por ello Rojo enfatiza su idea de potenciar el trabajo de cantera que permita elevar el nivel del hockey vasco. No importa que luego los jugadores se tengan que ir fuera para triunfar o ganar algún dinero. Lo que prima es crear una base que dé consistencia a medio y largo plazo a los clubes de cara a que puedan competir sin tantos agobios en División de Honor.
En ese modelo formativo se incluirían los casos de dos jugadores que han disputado la pasada edición de los Juegos Olímpicos en los que España rindió a un buen nivel venciendo a selecciones tan potentes como Bélgica, y perdiendo por un solo gol ante India en la lucha por la medalla de bronce. En ese grupo había dos jugadores a quienes Rojo vio formarse en las categorías inferiores de Jolaseta. Uno es José María Basterra, "para nosotros Txefo", que el año que viene va a disputar la liga belga. El otro es Rafael Villalonga, "a quien todos conocemos aquí como Rafita porque era de los más pequeños aunque hacía cosas mágicas con el stick y la bola dejando sentados a muchos rivales". Sus inicios en el hockey se asemejan mucho a los de Inés de Lomas. ¿Quién sabe? A lo mejor uno de sus sueños de adolescente era el de parecerse a sus paisanos Txefo y Rafita.