Vinicius, 'resucita', el Real Madrid te necesita

Este Real Madrid, con Bellingham en modo Cristiano Ronaldo, vive en un arrebato continuo. Le da lo mismo la Liga que la Champions. Cuenta sus partidos por victorias porque se las trabaja todas, absolutamente todas, hasta la extenuación y porque cree y confía en el triunfo como si en sus partidos no pudiera o pudiese darse otro resultado. Escrito lo cual, este Real Madrid de Bellingham, que aprende a sacar centros desde todos los ángulos para que Joselu pueda hacer lo que mejor sabe, rematar de cabeza... echa de menos a Vinicius. Cada vez más.
Las seis victorias consecutivas no deberían oscurecer la realidad. Al Madrid siempre le costará más llegar al triunfo final mientras no esté el brasileño sobre el campo. Cierto es que, contra el ordenadísimo Unión Berlín, remató 32 veces a portería, siete de ellas entre los tres palos y que debió sumar los tres puntos mucho antes del minuto 94, porque ocasiones y claras tuvo para ello. Pero también es verdad que sin Vini, el equipo se muestra muy previsible en ataque. Falta su velocidad, su uno contra uno, sus regates, incluso esa pausa que estaba comenzando a alternar con las galopadas.
En los encuentros anteriores, Ancelotti intentó compensar su ausencia dando la mayor profundidad posible a sus laterales, Carvajal y Fran García. Prácticamente fueron casi extremos, posicionándose, incluso, por delante de los interiores. Contra los alemanes, sin Carvajal ni Fran García de salida, el equipo perdió esa cualidad. Sin amplitud ni perpendicularidad por fuera, se atascó por dentro ante una defensa acumulativa, como la del Unión. En este fútbol actual es muy difícil sobrevivir sin ser profundo y encontrar el desequilibrio entre líneas. Que, más o menos, es lo que le está sucediendo al Real Madrid en sus últimos duelos. Subsiste y gana sin el brasileño, que es el jugador de la plantilla que reúne y aporta todas esas condiciones vertiginosas que tanto se aprecian.
Sin él, el equipo tiene que abusar de los centros al área, preferentemente al palo más alejado al centro, que es donde Joselu se busca la vida como un ariete de toda la vida. Todos esos balones que viajan 'a la olla' tienen el mismo destinatario y los defensas rivales lo saben. Muchos se ejecutan ya casi sin mirar porque todos los centradores saben dónde llega Rodrygo, al palo más cercano al centro, y dónde, Joselu, casi siempre en la periferia del punto del penalti, alejándose siempre de los centrales. El resultado de tanto centro es la reiteración.
Además de a Vinicius, este Madrid que gana sufriendo también echa en falta un poco más de creación en el centro del campo. Más imaginación. Más visión periférica del juego. Tchouameni se posiciona bien, pero se atora. No participa de la salida del balón como debería hacerlo el mediocentro de turno y eso obliga a que uno de los interiores, preferentemente Kroos cuando juega, tenga que echarle una mano al respecto. Tampoco Camavinga es un prodigio en ese arte de la organización y canalización. Sus virtudes son otras. Y así, entre unos y otros, el campo sin barrer y el juego sin la fluidez y los recursos que se necesitan para abrir murallas.