¡Ay! Vicente (Del Bosque) cuánto me acuerdo de ti...
No lo puedo remediar. Cada vez que un equipo abusa (hacer uso inadecuado de una cosa en perjuicio propio o ajeno) de la moda de jugar con el portero para salir, o intentar salir, desde su área con el balón jugado, me acuerdo de Vicente del Bosque. En los dos últimos años he tenido el placer y el orgullo de pasar muchas horas con el seleccionador en largos viajes por carretera, también los hubo de tren. Desplazamientos en los que él ejercía de Fernando Alonso y un servidor de humilde copiloto que vigilaba el gps y daba conversación, mucha conversación.
Nos dio tiempo para hablar de casi todo, pero tengo que reconocer que el fútbol nos ocupaba un alto porcentaje de tiempo. Hablábamos del pasado, de sus tiempos de jugador y entrenador y conversábamos sobre el presente y las nuevas tendencias balompédicas, vocabulario mediático incluido, que dan para mucho por la complejidad que algunas engendran. Eran diálogos más teóricos que prácticos. Don Vicente, en sus explicaciones, siempre huía de los nombres propios. Su prudente talante no le permite meterse en camisa de once varas y si algo hay que odia por encima de todo es que alguna de sus opiniones pueda ser malinterpretada o alguien se pueda sentir aludido y ofendido.
Uno de nuestros asuntos preferidos era la nueva tendencia de sacar el balón desde atrás con el portero, como si el dueño de los guantes fuera Maradona. Como casi todas las semanas había una jugada hija de esta nueva preferencia, como la que le costó el primer gol a España contra Japón, Vicente se cargaba de razones. A él, por concepto, no le gusta la maniobra en cuestión. Y eso que es amante y defensor del juego asociativo y de pases. Sin embargo, cree que no es el área propia la zona ideal para que un equipo de fútbol, se llame como se llame, comience a sentar las raíces de su estilo de juego.
Cuando Del Bosque habla del juego es un libro abierto. Acepta todas las ideas y todos los estilos. Es más, le molesta el absolutismo de hablar de una única forma como panacea. Según sus principios, al fútbol se puede jugar de muchas maneras y todas son buenas. Y, además, todas te pueden llevar a la victoria. También tiene presente que en el fútbol conviene siempre reducir los riesgos. "Me parece muy bien que se quiera utilizar al portero como un jugador de campo para atraer al contrario y crear superioridades en la salida del balón desde tu propia área, pero me gustaría saber cuántos goles se marcan y se puedan achacar directamente a la primera acción del juego en la que intervino tu portero y cuántos goles te marcan porque no se ejecuta bien la combinación de pases en tu propia área".
Tal cual. Eso fue lo que le pasó a España en el primer gol japonés. En la obsesión por salir con el balón jugado desde su área pequeña, Rodri, abierto a la derecha, jugó en horizontal con Unai Simón. Éste se encontró con varias opciones de pase: Busquets por dentro y Balde, a su izquierda. Incluso a Olmo por delante más alejado. En ningún momento contempló la posibilidad de quitarse el balón de encima en largo. ¿Por qué? Porque su entrenador le insiste en que juegue SIEMPRE con los compañeros en corto. Optó por el pase a Balde, que no controló con precisión, bien porque el balón le llegó un poco alto, bien porque un rival se le echó encima... Consecuencia inmediata: pérdida de balón y Dohan, que había acompañado en la presión, controló el esférico, se lo perfiló con dos toques y soltó un zapatazo que acabó en la puerta de un Unai que pudo haber tomado una mejor elección en su despeje.
¿Estaba todavía Simón pensando que su pase a Balde había comprometido la jugada? No es una opción descartable. En tu área, los riesgos no hay que alimentarlos, hay que minimizarlos. Y, a lo mejor, un balón en largo no te crea ninguna superioridad, pero te ayuda a evitar un gol. El debate está abierto.