OPINIÓN

Palos a Luis Enrique

Luis Enrique, contrariado, en el partido ante Japón./GETTY
Luis Enrique, contrariado, en el partido ante Japón. GETTY

¿Quién tiene la culpa de este accidente ante Japón y de esta angustia inesperada de jueves? Luis Enrique, dirán muchos. Unos se desahogan a mi lado como poseídos. Otros me lo recuerdan por Whatsapp. Por eso, como me temía las dudas y la acritud a la primera curva, dejé escritos los siguientes cuatro párrafos a las 18:31. Y no los pienso retocar.

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Lástima que este artículo no tenga hora vespertina de producción y sólo contenga la de actual de publicación. Salvo la posdata, está escrito en el periodo que va desde que se conoció la alineación de España ante Japón, hora y media antes del pitido inicial, y el inicio del encuentro. Hay análisis, que siendo honrados, no pueden depender de los resultados ni de las explicaciones a posteriori del seleccionador. La cuestión era tratar de entender las decisiones de Luis Enrique con su once. Iniciativas que, como cada paso que da en la vida, habrán reforzado los lazos con sus fieles y habrá levantado más ampollas entre sus detractores. Yo hay cosas que entiendo y alguna otra que no. Disiento, luego existo.

Lo del portero y los laterales no tiene mayor debate. Unai es su guardameta e irá con él hasta el fin del mundo. Conviene no frenar su estado de confianza. Azpilicueta y Balde son fiables. En el caso del defensa del Chelsea, incluso más que Carvajal. El culé, mucho menos que Alba. Arriba, Morata ya se ganó ante Alemania tener la fe popular y su foto tarareando el himno. Con Nico me da que la apuesta va más encaminada a que se deshaga, de una vez, de los nervios para ser el mismo rayo que hace surcos en los entrenamientos. Y con Olmo, a ver quién es el valiente que frena a ese toro. Aquí la chicha del debate está en el medio campo, con la apuesta continuista por Busquets, Pedri y Gavi, el triángulo barcelonista.

Los aficionados españoles opinan sobre la derrota ante Japón.RELEVO

Entiendo la idea. Lo primero, porque la clasificación debe ser matemática y no virtual (recuerden que tecleo esta línea sin que aún haya arrancado el partido). Hay que tener en cuenta el rival, al que llevas años estudiando y mediste en los Juegos, y sobre todo la inercia con la que llega tu plantilla. Jugadores como Busquets, aunque parezca lo contrario, necesitan competir cada tres o cuatro días y se acartonan si no lo hacen y se abrazan al descanso. Ellos mismos, al ser preguntados, piden por favor tirar del carro. Y qué quieren que les diga, un capitán se ha ganado el derecho a decidir. Con los chavales no debería haber tanta preocupación, alarma y prudencia. Con 18 años uno tiene siempre la batería llena. Hagan memoria. Pedri es determinante si estás llamado a tener la posesión y a Gavi, tal y como está, es mejor tenerlo en el verde que pegando bocados en el banquillo.

Lo único que no comprendo de toda la estrategia es que Rodri se vistiera de corto. Y no porque no me guste, que me encanta desde que lo vi por primera vez en el Villarreal. Es por lo que implica. Me temo que una decisión puntual, incluirlo como central, se puede convertir en un verdadero polvorón de hacerse fija para centrales de nacimiento como Eric o Guillamón a los que dentro de poco igual debes repescar. En este partido se podía (y debía) haber movido más la coctelera. Pero eso es lo de menos. Lo más peligroso es que, una vez que se arriesga con Busquets (tiene una tarjeta y la segunda acarrea suspensión), su sustituto natural también se exponga al riesgo a la vez. Al de las amarillas, por la inercia del juego rocoso que suelen proponer los adversarios. Y hasta el de las rojas, por el peligro que entraña ser durante tantos minutos el último hombre con el personal volcado en el área contraria. Supongo que Lucho querrá que Rodri haga el rodaje necesario antes de los cruces.

PD: ¿A quién dirigimos entonces nuestra ira? Allá cada uno. El que quiera, que mate al personal. Había ganas contenidas y es buena hora para atizar. Lo de hoy fue una ruina. Sin embargo, esto es fútbol y un Mundial. Casi ná. Me sigue gustando este míster y esta Selección. Asiento, luego confío. Más que nunca. Más que en nadie. Y no lo pienso retocar.