OPINIÓN

Sí, es verdad, "este pibe juega bárbaro"... ¡Qué bueno que viniste, Juliancito!

Julián Álvarez celebra un gol con el Atlético. /EFE
Julián Álvarez celebra un gol con el Atlético. EFE

Este Julián Álvarez que comienza a hacerse un hueco en el alma del Atlético, encierra una vivencia poco conocida de sus años de juvenil. Cuando probó en la Academia de Ríver y terminó firmando por el club de la 'raya roja' con 16 años, su valedor, quien le recomendó, Alfredo Alonso, no trabajaba en esos momentos para los "millonarios". Era ojeador de Argentinos Juniors, pero como vio que su club no tenía capacidad económica para tener al chaval un par de semanas a prueba en sus instalaciones, le insinuó el nombre a su anterior jefe en Ríver, Gabriel Rodríguez. "Este pibe juega bárbaro", le dijo. Su exjefe se fio tanto que ni siquiera le vio jugar antes de citarle en la Academia. Lo llamó y lo firmó.

Lo demás ya corrió a cuenta de los técnicos riverplatenses que creyeron en él hasta que en 2018 Marcelo Gallardo le dio unos minutos en la final de la Copa Libertadores que Ríver jugó y ganó contra Boca en el Santiago Bernabéu (3-1). Ese pibe que jugaba bárbaro con 16 años continúa jugando bárbaro en el Atleti con 24 'tacos' para 25. Fogonazos de la vida y del fútbol. Su bautizo internacional fue en el estadio del eterno rival con el '9' a la espalda, -entró en la prórroga por Exequiel Palacios-, ahora, con el '19', comienza a justificar por qué Simeone puso todos los huevos en su cesto.

Partidos como el del Slovan, por mucho que fuera de Champions, son los que permiten realizar un marcaje visual a un jugador determinado. Julián Álvarez tenía y tiene mucho que mostrar. Parece indudable que ya es pieza clave en el balance ofensivo del equipo. Pasada la cuarentena de Simeone, o lo que es lo mismo, después de pasar por el banquillo y por la banda izquierda, con notables deberes defensivos, la 'araña' ya juega donde tenía que haber jugado desde el primer día. Cuatro meses, 24 partidos y 12 goles después, ya hace destrozos por la zona central del ataque rojiblanco. Ahora como primera referencia. Ahora, como mediapunta o segundo delantero. Siempre buscando y encontrando los espacios. Su juego entre líneas y su juego sin balón son dos de sus grandes cualidades. También es notable su juego de espaldas al arco contrario y eso que de envergadura anda justo.

La lógica futbolística apunta a que este argentino solo puede ir a más, a mucho más, y eso que en el poco tiempo que lleva ya ha sembrado el Metropolitano de grandes detalles individuales. Su gol al Slovan fue uno más. Esa diagonal paralela al área para buscar el remate con su pierna buena, la derecha, ya es una marca registrada. Como su llegada desde la segunda línea o emboscarse entre los defensas contrarios en busca del desmarque de ruptura al espacio o el de apoyo al compañero que tiene el balón. Seguirle durante 73 minutos solo permite certificar que estamos ante un futbolista inteligente, un adjetivo que sobre un terreno de juego alcanza valores diferenciales. 

Seguiremos informando. Pero sí. "Este pibe juega bárbaro". Los estudios al respecto indican que en Argentina hay tres clases de arañas peligrosas: las viudas negras, las violinistas y las del banano. Julián ha abierto una especie particular: la araña rojiblanca.