Ancelotti descubre el nuevo 'soldado Valverde': piernas y pulmones para mimar a Kroos
Ancelotti ya tiene solución para las ausencias de Tchouameni y Camavinga: el uruguayo jugará de mediocentro defensivo al servicio del alemán.

La confianza de Ancelotti en Fede Valverde comienza a ser máxima, suprema, colosal. Ya lo demostró la temporada pasada, cuando le retó en público a potenciar su capacidad goleadora y ponerle el listón de los diez tantos, como mínimo, y lo está repitiendo esta temporada, aunque, curiosamente, su petición de presente no tenga que ver nada con la del curso anterior. Todo lo contrario. Después de las lesiones de Tchouameni y Camavinga, lo que que el técnico ha requerido del uruguayo es que se olvide momentáneamente del gol, del área contraria e intente defender al máximo la suya.
En concreto, que eche una mano al equipo a la hora de la recuperación y de los apoyos defensivos y, sobre todo, que no pierda de vista a Kroos. Que se convierta en sus piernas y en sus pulmones. Que corra por él y por su compañero. Que intente llegar allá donde el germano no alcanza físicamente y al mismo tiempo deje que sea Toni quien se ocupe de la salida del balón, tanto en corto como en largo. Ante el Nápoles, la crítica especializada ensalzó el partido del germano en su faceta de canalizador del juego. El trabajo sucio de Valverde tuvo mucho que ver en el asunto. Sin duda.
Desde que Camavinga cayera lesionado en un entrenamiento con la selección francesa (15 de noviembre), Ancelotti comenzó a darle vueltas a su cabeza para encontrar una solución al doble entuerto. Eduardo, como le llama Carlo, iba a ser el teórico recambio natural de Tchouameni, caído en combate en Montjuic en el partido contra el Barcelona (28 de octubre). En 13 días el Real Madrid perdió sus dos mediocentros defensivos. Tocaba inventar. Quedaba una tercera variante, más o menos natural y ya utilizada como recurso con anterioridad, la de Kroos en el eje por delante de los centrales, bien con un acompañante para entonces jugar con dos volantes centrales, o volver al 1-4-3-3 y escoltar al alemán con dos interiores. Optó el técnico por la primera variante y ya en el primer partido sin Camavinga, en Cádiz, colocó a Valverde al lado de Kroos. Mantenía el 1-4-4-2, con Modric escorado a la derecha y Bellingham a la izquierda, aunque ambos con libertad de movimientos para intercambiar 'carriles' o incluso meterse por dentro para dar un poco de aire ofensivo al uruguayo.
Como en el Nuevo Mirandilla salió medianamente bien la operación, Ancelotti repitió contra el Nápoles con el tándem Valverde-Kroos en el eje central. En la pizarra ambos deben repartirse el ancho del campo con Fede más volcado a la derecha y Toni a la izquierda. Con su nuevo reto por delante, Valverde demostró su sentido colectivo y su capacidad de sacrificio. Hasta nueva orden táctica debe resetear. Y de su obsesión por los goles y el ida y vuelta de área a área, debe pasar a los apoyos defensivos, las coberturas y las vigilancias. Es obvio que el equipo se va a resentir en el faceta ofensiva. Salvo escapadas fugaces, pierde al centrocampista con mayor sentido de la profundidad y, por ende, su remate de media distancia cerca del área contraria.
Con Bielsa, también mediocentro
En el partido contra el Nápoles se dio una jugada muy curiosa que no pasó inadvertida para mucho aficionados y periodistas y mucho menos para el entrenador. En el minuto 52, por esos gajes del juego, Valverde siguió una salida del equipo en contraataque y apareció cerca del área contraria por el perfil izquierdo. Ceballos, el poseedor del balón, lo perdió por querer tirar un arabesco de más en una posición comprometida con el bloque saliendo... y Valverde se tuvo que lanzar a un sprint de 50 metros para recuperar su posición y llegar al punto de penalti de su área y salvar el último pase del delantero napolitano y, de paso, medio gol. Al final del partido, sobre el mismo césped, Ancelotti fue a buscar a Valverde y le abrazó con efusividad... por su máximo esfuerzo en la jugada comentado y por el sacrificio realizado durante todo el partido.
Su nueva ubicación no debe ser un problema para Valverde. Ya ha jugado en esa posición anteriormente. Tanto en Peñarol y en la selección uruguaya, como en el Real Madrid. Es más, desde la llegada de Marcelo Bielsa a la Celeste, allá por el mes de junio -no fue convocado en los dos primeros amistosos- Fede ha experimentado en esa demarcación. El técnico argentino ya le ha dado varias charlas orientadoras, de esas típicas de Marcelo que se sabe cuándo comienzan, pero nunca cuándo terminan, al respecto de su nuevo rol dentro de la organización táctica del equipo.
Contra Argentina y Brasil, Valverde jugó de doble mediocentro con Ugarte, fichado esta temporada por el PSG. Entre lo que Bielsa demanda de él y lo que ahora quiere Ancelotti hay ciertos matices diferenciadores. Con Uruguay se puede descolgar más en ataque y con el Real Madrid, lo podrá hacer -siempre tendrá a Kroos por detrás- pero con el retrovisor puesto para que al alemán no le lleguen los contrarios a campo abierto, donde su velocidad puede quedar en evidencia.
Hasta que vuelva Tchouameni, que debe que regresar antes que Camavinga, los aficionados tendrán que olvidarse del Valverde pegado a la banda derecha y del Valverde interior adelantado que arrancaba desde el campo contrario. El propio jugador tendrá que aparcar la experiencia de la temporada pasada en la que un buen día de principio de curso, Ancelotti le llamó con la mano y le susurró al oído lo que después hizo público en una conferencia de Prensa.
"Si no marcas 10 goles esta temporada, rompo el carné y me retiro". Con esas palabras, el técnico intentaba motivar a Fede Valverde para que, desde sus condiciones innatas, se acercara más al gol. Pocos entienden tanto de centrocampistas como Ancelotti. Él lo fue y sus equipos siempre han estado bien trabajados en esa zona donde dicen los que entienden que se deciden un alto porcentaje de los partidos, aunque luego las áreas dicten sentencia.
La capacidad para el despliegue en profundidad de Valverde y su rotundo remate de media distancia con la derecha eran dos invitaciones claras para que aumentara su capacidad realizadora. En febrero, el uruguayo ya había salvado la 'vida' profesional de su entrenador y con la decena de goles en su haber se acercó al técnico ufano y feliz. Mientras le estrechaba la mano, el entrenador le dejó petrificado: "Ahora habrá que llegar a los 20". Evidentemente no llegó. Apenas marcó dos más después de saltar el listón marcado por el entrenador. De hecho, su segunda vuelta, al regreso del Mundial de Catar, no fue buena. Ni en goles, ni en juego.
Esta temporada, un tanto eclipsado por la exuberancia ofensiva de Bellingham, 'solo' ha marcado dos tantos y con el nuevo plan táctico su capacidad goleadora debe verse reducida. Ahora, para Ancelotti y para el equipo es más importante en otras latitudes posicionales y en otra tareas tácticas. Lo normal es que aunque brille menos, el 'soldado' Valverde no defraude a su técnico. No hay otro en el equipo que, desde el punto de vista físico, puede ejercer de francés. Es decir de Tchouameni y Camavinga.