MUNDIAL DE CATAR

Valdano: "Es difícil encontrar a un argentino más argentino que Messi"

La gran disyuntiva Maradona-Messi, vista por Jorge Valdano: "Diego tenía un punto más de pasión. Leo es un punto más concreto".

Jorge Valdano, uno de los personajes imprescindibles en la historia moderna del fútbol./GETTY IMAGES
Jorge Valdano, uno de los personajes imprescindibles en la historia moderna del fútbol. GETTY IMAGES
Cristina Bea

Cristina Bea

Aseguró Eduardo Galeano que "el lenguaje que dice la verdad es el lenguaje sentipensante", aquél en el que no se separa la razón del corazón. Ese adjetivo se lo he atribuido siempre a Jorge Valdano, especialmente, desde que lo conocí en persona en el césped del Ámsterdam Arena en diciembre de 2019. Me reitero ahora, después de esta charla en la que hablamos de su Argentina y Maradona. Su Diego. Del Mundial y una FIFA con la que se muestra tremendamente crítico. De España, de los niños que crecen con balones pegados a los pies. De Messi, con quien se entrevistó recientemente en París para su 'Universo Valdano'.

Jorge está en Catar, donde va a vivir el Mundial que hoy arranca para la Televisión Azteca de México. Mundial, Azteca, México, un palíndromo que no es tal. Es fútbol. Es la vida. Es Jorge Valdano y su lenguaje único.

¿Qué tal, Jorge? Vi su entrevista con Messi en París. Mereció la pena que entrara por la puerta de atrás del hotel donde os citasteis. 

Digamos que un personaje de esa magnitud está ya acostumbrado a entrar a los hoteles por los márgenes. Va acompañado por alguien de seguridad, por la gente de prensa, por su gente de confianza… No debe ser fácil ser Messi. Mascherano dijo en alguna ocasión lo hermoso que sería ser Messi cinco minutos. Lo que habría que preguntarse es si es hermoso ser más de cinco minutos, porque te condiciona mucho la vida.

¿Cómo lo encontró?

Lo encontré muy relajado, muy maduro y muy feliz. En un momento de plenitud en donde parece llevarse muy bien consigo mismo y con el entorno, que antes en Argentina era muy agresivo y ahora, en Argentina, es muy amable, con él particularmente. Hay mucha gente que desea que gane Argentina para que gane Messi, y eso contrasta con lo que vivió durante mucho tiempo. Un país que no acababa de aceptarlo, que no acababa de quererlo. Me alegra mucho que al final de su carrera haya este acto de justicia, porque estamos hablando del mejor jugador del mundo, de un genio indiscutible. Para mí, el primer genio del siglo XXI. Y que en su propio país no sea reconocido como tal, debe ser muy doloroso.

¿Por qué le llovieron tantas críticas, hasta el punto de dejar la selección en 2016, después de la Copa América que Argentina pierde con Chile?

Hay muchas razones. En primer lugar, el espectáculo periodístico. Había gente que se hizo popular criticando a Messi y, además, alcanzaron una popularidad internacional, porque Messi es internacional. Eran ataques tan furibundos que se convertían en virales. Había un interés de algunos periodistas en sacarle partido a la polémica. Luego, el hecho de que no tenga equipo propio en Argentina. Como no jugó nunca ni en River ni en Boca ni en Newell's, no tenía una afición que lo protegiera. Y tenía también la desconfianza que sufren los que viven fuera y no participan de la vida cotidiana, a pesar de que es difícil encontrar a un argentino más argentino que Leo. Creo que fue Segurola el que dijo en alguna ocasión que "salía de Rosario, iba a entrenar con el Barcelona y volvía a Rosario todos los días". Y también pesaba el contraste con Maradona, que está santificado en Argentina y que, desde luego, le ha ganado la batalla sentimental a todos, en cualquier ámbito. Diego, desde ese punto de vista, es imbatible. Y llegó un momento en donde daba la sensación de que ser segundo era un deshonor, cuando fue segundo en dos Copas América, fue segundo en un Campeonato del Mundo. Parecía que ser segundo se llamaba fracaso, una de estas estupideces consagradas por la modernidad.

Leo Messi celebra un gol con la camiseta de Argentina. GETTY IMAGES
Leo Messi celebra un gol con la camiseta de Argentina. GETTY IMAGES

Y ahora, a sus 35 años, va a vivir su quinto Mundial con una Argentina entregada. ¿Cómo lo ve para afrontarlo? ¿Cómo cree que ha evolucionado su fútbol? Si ha evolucionado mucho, porque usted ha mantenido siempre que era un genio, que lo suyo es un don…

Sí, es un milagro genético. Nació con mucho puesto. Efectivamente, a nadie le ponen una alfombra roja para llegar a donde llegó Leo. Prácticamente, veinte años en la cima. Lo veo en un momento de gran madurez psicológica, porque la madurez futbolística la tuvo siempre. Empezó de extremo, un día lo puso Guardiola de falso nueve y ese mismo día, nada menos que en el Bernabéu, armó el taco. Quiero decir, lo pongan donde lo pongan, él parece haber nacido en ese lugar. Ahora está recorriendo por detrás de los delanteros ese espacio que le permite un número alto de intervenciones y él siempre se las arregla para darle continuidad al juego y, la mayor cantidad de veces, para agregarle peligro a cada pelota que toca. Digamos que todo lo que trajo desde la cuna, ahora está enriquecido por una gran experiencia. Aunque, lógicamente, con 35 años, ya el físico empieza a condicionar el juego, pero el juego es tan maravilloso que lo disimula muy bien.

Me encanta cómo le he escuchado definirlo varias veces: "Un genio predestinado que hace mejor que nadie aquello que hacen todos y que hace, además, lo que los demás es imposible que hagan".

Sí, y alguna vez hace mucho tiempo, cuando él empezaba, dije que hacíamos todo lo posible por no compararlo con Maradona, pero que Leo no ayudaba. No ayudaba en absoluto. Hasta hacía los mismos goles. (Ríe.)

"Para Diego el balón era un instrumento musical. Para Messi, una herramienta para hacer cosas muy muy prácticas"

Si lo de Messi es un don y un milagro, ¿qué era lo de Maradona?

Lo mismo, otro que nació con todo puesto y, además, tuvieron los dos la suerte de crecer en el lugar justo, que eso también es importante, muy importante. La cultura, el contexto en el que crecen. Y Argentina eso lo asegura prácticamente. Son dos genios, es muy difícil en dos genios encontrar demasiados puntos en común. El más evidente es que los dos son muy desequilibrantes. Ahora, Diego tenía un punto más de pasión, un punto más artístico. En cambio, Leo es un punto más concreto. Para Diego el balón era un instrumento musical y para Messi es como una herramienta, una herramienta que le permite hacer cosas muy eficientes, muy prácticas. Setecientos y tantos goles me sirven de testigo. No se puede ser más productivo.

Messi junto a Maradona en un entrenamiento de la selección argentina. GETTY IMAGES
Messi junto a Maradona en un entrenamiento de la selección argentina. GETTY IMAGES

Existe la constante continua por compararlos, por querer calibrar quién está por delante del otro. De hecho, se dice que si Argentina ganara este Mundial, Messi igualaría o, incluso, superaría a Maradona de alguna manera. ¿Usted lo ve así?

Una de las cuestiones por las cuales Leo llega en este estado de gracia es porque ha ganado la Copa América. Eso lo ha liberado muchísimo. La batalla con Maradona es muy difícil ganarla. Para eso, Argentina primero tiene que perder una guerra y luego ganarle en un Mundial al país que le ganó la guerra. Tienen que ocurrir cosas tan fantásticas como las que le tocaron vivir a Diego, que le dio la condición de prócer en Argentina. Pero Messi, sin necesidad de todo esto, ya se ha convertido en una debilidad para millones de argentinos, y eso me parece un acto de justicia.

"No podíamos comparar a Di Stéfano con Pelé, ni a Pelé con Cruyff, ni a Cruyff con Maradona, ni a Maradona con Messi"

En términos de justicia, ¿también lo más justo sería no compararles, darles a cada uno sitio?

Comparar tiempos distintos, situaciones vitales distintas, fútboles distintos, porque éste es un juego evolutivo, es imposible. Tampoco podíamos comparar a Di Stéfano con Pelé, ni a Pelé con Cruyff, ni a Cruyff con Maradona, ni a Maradona con Messi. Cada uno es hijo de su tiempo y lo que tienen es precisamente eso, que han marcado a fuego a su tiempo. Éste es un medio al que pretenden llegar cientos de millones de personas. Algunos miles terminamos cumpliendo nuestro sueño llegando al profesionalismo, pero hay uno que en veinte años es capaz de imponerse a todos los demás, y son estos auténticos monstruos. Decimos que son incomparables y luego nos ponemos a comparar, es una contradicción en sí mismo.

Es el primer Mundial desde la muerte de Maradona, quizá el último de Messi en el campo, Argentina viene de ganar la Copa América. Habrá visto la de gente que se congregó en el aeropuerto en la salida de Correa y Thiago Almada hacia Catar… ¿Qué le parece esta fiebre desatada en tu país?

Es un país afiebrado con el fútbol. Y está bien que se hayan generado todas estas expectativas que no son tan antiguas, que esto empezó en el 78. (Hace una pausa y ríe). Que bueno, que sí, ya son antiguas, pero como yo viví ese proceso, fui parte de la selección antes del 78 y después del 78, sé perfectamente cómo cambian las expectativas del país una vez que has sido campeón del Mundo. Le ha pasado también a España, que después de Sudáfrica ya no le alcanza con el segundo puesto. Ser campeón del mundo te convierte en una selección clásica y eso aumenta enormemente las expectativas. Y en un país que concentra tantas cosas en el fútbol como Argentina, cada vez que llaga el Mundial, se dispara la expectativa.

"Nunca he sido partidario de enfriar el fuego de la euforia"

¿Cree que esto beneficia o perjudica a los de Scaloni? ¿Cuánta presión tienen encima?

Scaloni es un especialista en desdramatización, y eso me parece que le puede hacer bien al grupo, que puede compensar la demanda popular que hay sobre la selección. Además, yo nunca he sido partidario de enfriar el fuego de la euforia. Me parece que es un factor motivamente y es un error, porque no hay manera de enfriar esa caldera. Es imposible, porque la fuerza popular es imbatible.

Cartel de 'Sean Eternos'. NETFLIX
Cartel de 'Sean Eternos'. NETFLIX

¿Usted nunca ha fantaseado con ser seleccionador de Argentina?

No, nunca. Soy una persona sana, equilibrada… (Ríe.) No, y además no lo he merecido. No he triunfado lo suficiente dentro del mundo de los entrenadores y no he tenido ninguna experiencia gloriosa en Argentina. Nunca tuve esa pretensión. He sido un entrenador fugaz, por decirlo de algún modo.

¿Dónde radica el éxito de Scaloni con este grupo? Un equipo en el que se lesionó Lo Celso, han caído Nico González y Correa, el Papu y Acuña están entre algodones… Hasta Messi.

El principal mérito es que ha creado un equipo antes que una selección. Ha generado entre los jugadores una complicidad, incluso entre aquellos que están muy separados en términos de edad. Está Leo, pero luego hay jugadores de veinte años. De hecho, va a haber algo así como diecisiete debutantes en Argentina. Pero bueno, en el 86 éramos diecinueve los debutantes, parece que no es motivo para bajar las expectativas. Ha sido capaz Scaloni de darle al equipo una entidad competitiva, además de crear un grupo feliz, y eso da ventaja.

Esa felicidad y unión se vio en el documental de Netflix 'Sean eternos: campeones de la Copa América', con la anécdota en torno al cinco de copas. Sólo faltaba una imagen de Maradona que circula también por internet de cara a este Mundial con otro cinco de copas boca arriba…

(Ríe). Sí, esas imágenes te remiten casi a la infancia. Cómo un grupo de gente adulta recupera la infancia en un juego inocente, en donde el resultado de cada carta descubierta genera un alboroto infantil. Qué bueno que sea en la selección donde prolonguen la infancia. Qué privilegio. Eso habla de la salud del grupo.

"Las supersticiones son perchas donde colgamos el miedo"

¿De qué vale la superstición en el fútbol, Jorge? ¿Usted era supersticioso?

Para esconder las inseguridades. Para apoyar las inseguridades que todos tenemos ante las grandes experiencias que se avecinan. Es difícil controlar el miedo, porque se llama miedo en realidad, y las supersticiones son como perchas donde colgamos el miedo. Yo no lo era, pero en los grupos te van arrastrando las supersticiones de los demás. Bilardo, que era un especialista en el tema, le daba mucha importancia a la repetición de cada cosa que hacíamos que había terminado en un triunfo de Argentina. Entonces, desde la mañana muy temprano, había que formar parte de esa coreografía. Por ejemplo, Maradona antes de los partidos se duchaba en el vestuario del campo de entrenamiento, y cuando salía de la ducha y se iba hacia el salón donde desayunábamos, yo tenía que estar esperando ese momento para salir, encontrarlo y llegar juntos a desayunar. Lo habíamos hecho la primera vez de casualidad, había salido bien, y entonces había que repetir el ritual, pero así hasta el comienzo del partido. Al final, para los que no somos supersticiosos, termina siendo una carga no buscada.

Diego Maradona con la camiseta albiceleste. Getty Images
Diego Maradona con la camiseta albiceleste. Getty Images

A Senegal no le ha valido con los brujos para que llegue Mané. Con ayuda externa o no, Leo daba como favoritos en este Mundial a Brasil, Francia e Inglaterra. ¿Cuál es su quiniela en este Mundial?

Hay siete u ocho selecciones que están en condiciones de pelear el Mundial. Hay mucha igualdad. Yo creo que puede aparecer otro Croacia, que difícilmente sea sudamericano, que es más probable que sea europeo, y le doy a Brasil y a Argentina muchas más posibilidades que en cualquier otro Mundial próximo. Va a estar muy, muy igualado. Vamos a ver a quién le sonríe la suerte, porque para ganar un Mundial también se tienen que alinear los astros.

No ve a ninguna selección entonces por encima de otra. 

No. Si uno mira a Francia, que viene de ser campeona del Mundo y que tiene nada menos que a Mbappé o a Griezmann para desequilibrar ahí arriba, no sobrevivió ningún centrocampista de los que ganaron el Mundial de Rusia. También tienen problemas defensivos, y los últimos resultados tampoco son esperanzadores. Sigue siendo una de las selecciones, candidatas, una de las siete u ocho. Y yo no creo tanto en Inglaterra, tiene un buen número de talento como para ilusionarse con un campeonato, pero todavía el entrenador no supo hacer homogéneo todo eso.

"España tiene un capital muy grande que se llama Luis Enrique"

¿Cómo ve a España?

Lo veo con un capital muy grande que se llama Luis Enrique, que transmite seguridad, transmite convicción en una manera de jugar que, además, me resulta atractiva. No tiene jugadores diferenciales, tiene un nivel medio notable y algunos jugadores que seguramente terminarán siendo referenciales, pero que para serlo ahora son muy jóvenes. Se me ocurre el nombre de Pedri. Maradona no fue capaz de imponerse con 22 años. Es muy difícil que un jugador con 19, en su primera experiencia mundial, sea capaz de marcar una diferencia que te lleve a ganar un campeonato. Lo bueno que tiene España es que tiene cuarenta jugadores seleccionables, no veintitantos. Y lo malo es que si tiene cuarenta, es porque no hay un once indiscutible.

¿España está entre esas siete u ocho selecciones? ¿Cuáles son?

Sí, sí está. Porque me gusta el estilo y porque creo que el entrenador lo defiende a ese estilo con una especie de fanatismo que le hace muy bien a un grupo joven. Son Argentina, Brasil, Francia, España, Portugal, Bélgica, Dinamarca como la Croacia de Rusia, y Alemania, por costumbre.

Luis Enrique felicita a Morata tras un gol. Getty Images
Luis Enrique felicita a Morata tras un gol. Getty Images

Messi habló con usted de él, de Luis Enrique, de Guardiola, de su paso por el Barça. ¿Usted cree que volverá?

Mi corazonada es que no, pero bueno, es eso, una corazonada. Lo vi muy cómodo ahora en París. Marcó claramente la diferencia entre la temporada pasada, en donde sufrió dificultades de adaptación, y esta temporada, en donde ya se siente mucho más integrado. Pero bueno, eso tampoco contesta a tu pregunta. La respuesta más sensata que yo debiera haber dado es "no tengo ni idea".

¿Y qué corazonada le da el debut de Argentina el martes contra Arabia Saudí? Porque también hablaron del temor al primer partido por aquel 1-1 contra Bolivia en el estreno de la Copa América 2011.

Sí, me sorprendió mucho, porque Argentina siempre suele aparecer en los Mundiales frente a rivales inferiores, pero claro, si te empata Islandia, ¿por qué no te va a sacar un empate útil Arabia Saudí?, que tiene buen juego, que es técnicamente muy dotada, que será local… Son algunos de los elementos que pueden pesar en la tensión del partido inaugural, que efectivamente, es grande. Pero me sorprendió, (ríe), sí, que a Leo le asustara especialmente. Dicen que cuando uno se quema con leche, ve una vaca y se pone a llorar, ¿no? Él ya tuvo jornadas inaugurales de ésas que te marcan el campeonato, además. Porque lo que sí es verdad es que el primer partido suele marcar el campeonato. No siempre, como demostró España en Sudáfrica, pero muchas veces sí que genera una tensión muy incómoda.

Usted que ha vivido dos Mundiales, el de España '82 y el de México '86, ¿qué imágenes se le pasan por la cabeza? ¿Qué siente uno? Éste también lo va a vivir in situ, en Catar.

Lo vengo a disfrutar como hincha, no como exjugador o como excampeón. Eso es algo que ha pasado, que a mí me hace más feliz cada día de mi vida, porque vivir una experiencia de ese nivel para alguien con tanta vocación por el juego, francamente, es un privilegio. Considero que el Mundial es lo máximo y vengo con la ilusión de ver buen fútbol, aunque empiezo a lamentar que el método está condicionando mucho el juego. Cada día es más importante el sentido colectivo que los individuos que nos han maravillado a lo largo de la historia. Es verdad que es un juego que compromete a un equipo, pero lo cierto es que el fútbol da saltos de calidad gracias a nombres propios.

"La academia hace mejores a los mediocres y mediocriza a los diferentes. Es una mala noticia"

Ya no se juega al fútbol en la calle como antes.

La calle tenía una gran virtud, que cuidaba al jugador diferente. En cambio, la academia, que tiene otra virtud, la de hacer mejores a los mediocres, tiene un defecto: que hace peores, mediocriza a los diferentes. Y eso me parece que es una mala noticia.

¿Y cómo de buena o mala noticia es este Mundial en estas fechas del año, que se celebre en Catar? Llega envuelto de muchas polémicas.

En primer lugar, es una decisión que se tomó hace doce años en medio de una FIFA muy, muy corrupta, como todos sabemos, de manera que hay un pecado original que es difícil de soslayar. Luego, la FIFA no encuentra el término medio: pasamos de Rusia a Doha y el próximo será en México, Estados Unidos y Canadá. O sea, o en una ciudad o en un continente. Parece que no tienen sentido de la medida. La fecha tiene la virtud de que los jugadores europeos, que son el 80% de la comunidad futbolística, por lo menos, de las selecciones que cuentan, llegan en muy buenas condiciones físicas. Aunque en el camino se han quedado bastantes lesionados porque se juega cada tres días, y eso ha dejado un tendal en el camino. Y luego, todas las situaciones que pondrán a prueba a Catar, en lo que será una gran confrontación cultural con las aficiones del mundo entero que vendrán a un país en donde algunas libertades están restringidas.

Jorge Valdano se abraza a Maradona tras un gol en México 86. Getty Images
Jorge Valdano se abraza a Maradona tras un gol en México 86. Getty Images

En 2026 el Mundial volverá a México, donde lograron el título en el 86. Marcó el 2-0 del 3-2 definitivo en aquella final contra Alemania. Antes decía que no era supersticioso, pero al repasar su carrera he leído que iba rezándole al balón en ese gol…

Sí, porque eso te marca la vida, sobre todo, en Argentina. Todavía ahora, cuando voy caminando por Buenos Aires, la gente que se cruza, en lugar de decirme "hola", me dice "cómo definiste", es increíble. Hay un elogio a ese momento preciso de mi vida. Hay otros jugadores que pasaron por ahí y no tuvieron mi suerte, y tienen que convivir con las consecuencias.

¿Cómo recuerda la jugada?

Fue una jugada muy larga. Yo tenía que hacerle hombre a hombre al lateral izquierdo de Alemania, que era campeón de pentatlón, se llamaba Briegel. Lo acompañé hasta mi área pequeña. El portero de Argentina descolgó el balón y me lo entregó en la misma área pequeña, totalmente sobre la banda derecha. Salí corriendo, eliminé un alemán, seguí conduciendo diez metros más. El mismo alemán al que había eliminado se comportó como un alemán, se me tiró a los pies y me rebañó la pelota, con tanta mala suerte para él que la pelota cayó en los pies de Maradona. Maradona, que tenía el vicio de la perfección, ve al Negro Enrique y se la pasa, y yo, a todo esto, había decidido hacer una larga diagonal. Y paso por delante del negro Enrique, ya sobre el callejón izquierdo, y él me la da en el momento justo para salvar el fuera de juego. Y desde ahí no tengo más que pensar, porque controlo la pelota y ya no la tengo que tocar más hasta el tiro final. Por eso digo que en ese trayecto iba entonando la oración a la pelota, que es muy simple: entrá, por favor. (Ríe.)

Y entró.

Sí. Ese día entendí que la felicidad tiene un límite. Y cuando uno lo supera el límite, es el clásico momento de "esto no me está pasando a mí", que fue lo que se me pasó a mí por la cabeza cuando vi que esa pelota entraba. Como que no podía ser que eso que había soñado toda mi vida estaba ocurriendo.

"En el colegio estaba la obligación; en mi casa, la seguridad, y en la calle, la libertad y el fútbol"

Una pelota que usted, como Messi, también tuvo pegado al pie desde su más tierna infancia. 

Sí, siempre. Era un mundo mucho más simple que esto. En el colegio estaba la obligación; en mi casa, la seguridad, y en la calle, la libertad y el fútbol. Era un pueblo (Las Parejas) de la provincia de Santa Fe, en aquel momento de unos 10.000 habitantes, y el fútbol era prácticamente el único deporte que se hacía en aquel momento. Ahora se hace baloncesto, ahora se hace hockey sobre patines, ahora hay fútbol masculino y femenino… Todo en el ámbito de los clubes. Pero no, en aquel momento, el fútbol era más silvestre, estaba en cualquier descampado, en donde jugábamos e íbamos ajustando el sistema de comunicación infantil mientras jugábamos, y los que destacábamos ya empezábamos a soñar con el profesionalismo.

Jorge Valdano en su etapa en el Madrid. Getty Images
Jorge Valdano en su etapa en el Madrid. Getty Images

Un salto al fútbol profesional que le llega en Rosario, en Newell´s, donde jugó Maradona después de salir del Sevilla, en cuya cantera estuvo Messi… Y usted ganó allí la primera liga en la historia del club, en el 74.

Sí, participé habiendo jugado menos de diez partidos, siete u ocho, pero me siento campeón. Me siento campeón de aquella experiencia con Newell´s que le dieron sentido a cuatro años de lucha para llegar al primer equipo. Hay que ir saltando de división en división, desde los 15 a los 18 años, y aunque todo fue bastante rápido, aquella travesía siempre parece imposible. Me cansé de encontrar gente que me dice: "No, pero se veía que tú ibas a llegar al primer equipo claramente". Y yo les digo: "Pues habérmelo dicho, porque yo no tenía ni idea, y me veía cada vez más lejos". Siempre me parecía que el que estaba delante mío era mucho mejor que yo. (Ríe)

¿Y qué ha supuesto para usted el Real Madrid, a todos los niveles, porque ha sido jugador, entrenador, director deportivo, director general…?

Le estoy muy agradecido porque, sencillamente, ha marcado la segunda parte de mi vida. Porque yo en el Madrid jugué tres años y, sin embargo, se me sigue identificando muchísimo con el club. En cada salto, como entrenador, director deportivo y director general, he ido fortaleciendo mi relación con el club. Si tuviera que elegir una palabra es gracias, porque el Madrid me enseñó mucho y me dio mucho.

"Pensé que superaría la hepatitis en dos o dos tres meses, pero no hubo manera de resolverla"

Estando en el Madrid colgó las botas, en 1987, a causa de una hepatitis B. ¿Qué pasó? 

Pensé que era algo pasajero. Yo me había desarrollado muy, muy tarde. Soy muy delgado, pero cuando llegué a España tenía diez kilos menos que ahora. Pesaba 72 kilos, una cosa así, tenía unas piernitas que eran dos palillos. Terminé mi carrera con diez kilos más, y fueron diez kilos de músculo, porque me desarrollé tarde muscularmente. Ese desarrollo tardío me hacía pensar que mi carrera se iba a prolongar muchísimo. Jamás imaginé con 31 años que estaba cerca del final, porque estaba en el mejor momento de mi vida, indiscutiblemente. La temporada anterior había ganado LaLiga, la UEFA y la Copa del Mundo. No había ningún caso en Europa de un jugador que hubiera ganado los tres torneos. Pensé que la hepatitis la superaría en dos o tres meses, pero no hubo manera de resolverla, y cuando habían pasado siete u ocho meses y se había cronificado el problema, tomé la decisión de dejarlo.

¿Fue duro?

Afortunadamente, ya había pisado el otro territorio, el de los medios de comunicación, y fue menos doloroso de lo que parece. Pero sí que fue muy abrupto el final y me hubiera gustado prolongar mi carrera futbolística mucho más allá. Me hubiera gustado tener una experiencia fuera de España. No en Inglaterra, porque en aquel momento estaba prohibido, pero sí en Francia o en Italia. Y hacia eso estaba encaminado, pero esto me resolvió la decisión a lo bruto. La lucha con la hepatitis duró diez años, porque se cronificó, y ya orienté mi vida para otro lado, para otros lados, en plural.

¿Hacía qué estaba encaminado exactamente?

Tenía una oferta sobre la mesa del Nantes, en donde estaba Burruchaga, que había sido compañero mío en el 86. Junto con Maradona, éramos los tres delanteros del equipo. Lo íbamos a replicar en el Nantes sin Maradona. Ésa era la oferta que tenía sobre la mesa, un contrato de tres años.

Dejó de jugar pero estuvo cerca de volver a hacerlo en el Mundial de Italia '90. Bilardo le recupera para la causa y a una semana de la lista, le deja fuera.

Yo ya estaba medio recuperado, pero como paciente, no como futbolista, porque hacía tres años que había dejado el fútbol y no había vuelto a hacer un solo entrenamiento. Pero pasó Bilardo por Madrid y empezó a decirme que le faltaba un Valdano para Italia. Y nada de lo que decía Bilardo era casual. A los pocos días de decirme que le faltaba un Valdano, me dijo que a cambio de seis meses de mi vida, me ofrecía el Mundial. Dejé todo lo que estaba haciendo y me fui a Argentina, y lo preparé durante seis meses. Y cuando faltaba una semana para el comienzo del Mundial, me dijo que no me veía, y pegué la vuelta. Tengo mi teoría al respecto, pero como no está contrastada científicamente, no la quiero contar… Tampoco sufrí demasiado.

¿Me va a dejar así? (Digo entre risas.)

Entendí que había desafiado los límites y que los límites me habían ganado. Digamos que en esos seis meses sufrí muchísimo físicamente para ponerme en onda. Así que, bueno, fui al Mundial, como comentarista de la Cadena SER y de otros medios. Así es esto. En el 82, fui suplente en el primer partido, entré los últimos treinta minutos, me gané la titularidad para el segundo partido, y a los dos minutos tengo una lesión que me dura un mes, lo que dura el Mundial. Ahí sí que estaba en el mejor momento de mi carrera, ahí volaba, volaba. Estaba en el Zaragoza y pensé que se me había presentado la oportunidad de mi vida y que la fatalidad me la había quitado. Claro, no sabía que me esperaba el 86, que me esperaba el Real Madrid siquiera. Fueron días muy difíciles los del Mundial del 82. La desilusión fue proporcional a la tremenda ilusión la que llegué al campeonato.

Imagen del helicóptero en el que Valdano se estrelló en México. Getty Images
Imagen del helicóptero en el que Valdano se estrelló en México. Getty Images

¿Qué le hizo sufrir más, eso o el accidente de helicóptero que tuvo en México en 2006?

Eso, eso, lo del Mundial del 82. Lo del helicóptero, me desperté en un hospital y no sabía ni lo que había ocurrido. (Ríe.) En cambio, aquí era muy consciente de lo que había pasado. La caída del helicóptero fue otro de esos momentos de "esto no me está pasando a mí". No sólo la felicidad tiene un límite, sino que los dramas también tienen un límite. (Ríe.) Fue una gran vivencia. Si uno la puede contar luego, la transforma en una anécdota.

Ahora que habla de anécdotas. Siempre que le escucho en alguna charla o en la televisión pienso que, a pesar de la cantidad de anécdotas que cuenta siempre, incluida esta charla, tiene que haber alguna, algo grande, por lo que no le hayamos preguntado, algo que no haya contado nunca… ¿La hay?

Puede ser, lo que pasa es que no me la sé, lo que pasa es que no me la sé. (Ríe.) Sencillamente, porque las anécdotas se te despiertan cuando te preguntan por algo, entonces por ahí se va deshilachando la memoria y aparecen cosas que parece mentira que hayan estado escondidas. He contado hace poco en una charla con Álvaro (Benito) en El País que, cuando metí el gol en México, ya te dije que yo tenía la obligación de hacerle hombre a hombre, marca personal a este tipo, y cuando estaba aplastado por todos mis compañeros, gritando el gol y físicamente muerto, Maradona me dijo al oído: "No te preocupés, que del jabalí me ocupo yo". El jabalí era Briegel. Es una anécdota hermosa, porque yo doy charlas de liderazgo y aquí estaba el genio diciéndome: "No te preocupes, que yo me encargo de la mano de obra, mientras tú te recuperas". Es una vivencia hermosa que, sin embargo, la tenía escondida y que salió veintitantos años después, la memoria me la trajo. Son vivencias que uno tiene por ahí escondidas.

"El fútbol no va a sobrevivir como entretenimiento. Va a sobrevivir como emoción, como sentimiento"

¿Qué tiene el fútbol que nos engancha y nos hace vivir y almacenar tantos recuerdos, Jorge?

Estaba mirando esta serie documental de Netflix sobre la FIFA y es una cosa tan vomitiva que uno se dice "mucha fuerza tiene que tener el fútbol para que pasemos por encima de esto y sigamos queriéndolo como juego". Es increíble. Tiene esa magia emocional, que está relacionado con la infancia, con el equipo de nuestra ciudad, con nuestros padres, con todo. El fútbol no va a sobrevivir como entretenimiento. En el mismo teléfono tenemos una competencia en entretenimiento absolutamente imbatible. Va a sobrevivir como emoción, como sentimiento. Sólo así puede seguir manteniendo el interés de la gente.

La última. Usted vive describiendo así el fútbol, las emociones, a los futbolistas, sus maniobras, pero, ¿cómo se define a sí mismo? ¿Quién es Jorge Valdano?

Ufff, ésa es la más difícil de todas. Defíneme tú ya al final de la entrevista (ríe a carcajadas), y yo me quedo pensando para la próxima.

Hecho, así habrá una próxima. 

Eso es, eso es.

En verdad, la despedida de nuestra charla, de 53:17 minutos, lo define por mí.

Ahora buen trabajo para deshacer todo esto, Cristina, ya me apiado de ti.

(Río.) Nada, un placer, Jorge. Voy a ello, que lo queremos publicar mañana.

Uy, te he llamado muy tarde para eso. Lo siento.

No, no te preocupes, que aquí son dos horas menos que allí, son las seis.

Ah, sí, es verdad. Un besito muy fuerte, Cristina.

Otro gigante para ti. Cuídate mucho y disfruta. Hablamos a tu vuelta.

Igualmente. Chao, chao, chao.

Un señor. Jorge Valdano es un señor.