¿Recuerdas las tiras nasales? Así se popularizó una de las grandes mentiras del deporte de élite
El uso de tiras nasales, amoniaco o, de la última moda, Vicks VapoRub, puede suponer una mejora psicológica en los deportistas, pero no física como admiten los expertos.
En el deporte, como en la vida, ha habido muchas modas, manías y costumbres. Durante la década de los 90 y principios de los 2000, por ejemplo, imperaban las tiras nasales en campos de fútbol y pistas de atletismo. Ahora, tras su desaparición, es el Vicks VapoRub quien complementa la equipación de los deportistas. Y es que el ser humano vive obsesionado por aferrarse al éxito, por apurar todas sus posibilidades.
Esta es la historia de cómo, a pesar de la ciencia, nuestra mente siempre tiene hueco para una superstición más.
Tiras nasales, entre el mito y la superstición
Las famosas tiras nasales son piezas flexibles que dilatan las fosas en aras de aumentar el área valvular, o dicho en términos más coloquiales, permiten inhalar una mayor cantidad de aire al abrir más nuestras narices. Teóricamente, al hacer deporte necesitamos inhalar una dosis superior de oxígeno para satisfacer las exigencias de nuestros músculos, haciendo que estos respondan al esfuerzo. Por lo tanto, las tiras nasales podrían ser el atajo perfecto. Podrían.
Sin embargo, en la práctica, como aclara Claudio Frágola, doctor especialista en rinología del Hospital Ramón y Cajal así como corredor amateur de triatlón, "las tiras nasales no suponen ningún beneficio deportivo. En reposo pueden ser efectivas, pero al realizar esfuerzos no aumentarán el rendimiento físico".
¿Cómo se explica esta utilidad limitada? El culpable tiene nombre y apellidos: el switch point. "Al realizar esfuerzos, la cantidad de oxígeno que necesita el cuerpo para funcionar no se alcanza sólo con la nariz. Se necesita más aire, así que comenzamos a respirar por la boca", explica Frágola. Así, a medida que aumenta la intensidad del ejercicio, la importancia de la vía nasal comienza a reducirse en detrimento de la oral por lo que llegará un momento en el que, como sentencia Frágola, "no sirven para nada".
"No he recomendado nunca tiras nasales a ninguno de mis deportistas", confiesa Pablo Turrión, preparador físico de triatletas, secundado por los estudios científicos sobre las mismas. De hecho, en 1998 la Universidad de Buffalo sometió a 13 deportistas a un test de esfuerzo con dichas piezas concluyendo que no son recomendables ante intensidades moderadas o altas. "Cuando te falta el aire, no abres más la nariz, abres la boca", aclara Turrión sobre unas tiras nasales que son más mito que realidad.
Aun así, el uso generalizado de las tiras nasales no fue una simple moda inservible. Y es que las supersticiones pueden llegar a suponer beneficios. Al menos en el plano mental, pues cómo ejemplifica Turrión: "El efecto placebo puede suponer una mejora. Por el simple hecho de que el deportista piense que las tiras nasales le están ayudando, aliviará su nivel de estrés y podrá tener un mejor rendimiento".
Deportistas de élite como el maratoniano Galen Rupp o el futbolista de Boca Juniors Advíncula aún las utilizan. Mientras, otros como Alberto Contador, Valentino Rossi, Julio Rey o Chema Martínez las utilizaban con asiduidad. A modo de ejemplo, Abel Antón utilizó tiras nasales en sus históricos triunfos durante el maratón de Atenas (1997) y de Londres (1998), pero se deshizo de ellas para vencer en Sevilla solo un año después.
"En cada momento surge algo nuevo, en ese momento eran las tiras, y muchas veces lo que necesitamos los deportistas es una inyección de moral. Creernos que algo nos va bien y nos hace funcionar mucho mejor", confiesa Abel sobre su particular manía. El doctor Frágola va por un camino similar: "Es cierto que la psicología en el deporte es muy importante, pero desde el punto de vista físico, las tiras nasales no aportan nada".
Vicks VapoRub, la moda que decora camisetas
Durante la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey entre FC Barcelona y Real Madrid se hacía pública una moda que llevaba años dejando su propio rastro. Y es que, desde el Arsenal de 'Los Invencibles', se podían observar a veces unas manchas que impregnaban las camisetas de los deportistas en la parte del pecho. Patrick Vieira fue el primero, pero no el último.
La realización de El Clásico desenmascaró hace unas semanas una costumbre arraigada. Era la primera vez que se veía a un preparador físico, en este caso Pintus, repartir Vicks VapoRub entre sus pupilos, principalmente untándoselo en el pecho, espalda y en las camisetas que, durante el partido, jugadores como Alaba, Modric o Vinicius olerían.
Según el mito, respirar Vicks VapoRub implica conseguir un mayor rendimiento físico al mejorar la capacidad respiratoria. Sin embargo, según la ciencia, este método es solo otra superstición más. "Si la tira nasal no aporta absolutamente nada, la función del Vicks VaporRub es nula", enuncia el rinólogo Claudio Frágola.
Nuestra nariz contiene una mucosa olfatoria compuesta por los denominados nervios trigéminos. Estos nos permiten detectar sustancias potencialmente delicadas para el ser humano, como aquellas químicas, actuando entonces como un mecanismo de defensa. "El frescor del eucalipto estimula ese nervio generando la sensación de que pasa más aire, pero se ha demostrado científicamente que no se aumenta el volumen nasal", concreta Frágola.
Pablo Turrión, preparador físico, tampoco confía en los beneficios del ungüento: "Nunca he recomendado Vicks VapoRub, por mucho que Vinicius lo utilice y marqué muchos goles. Además, si de verdad sirviese para algo, se aplicaría en el vestuario y no delante de todas las cámaras".
El Vicks VapoRub, como la magia, es un truco enemistado con la realidad. Aún así, si el deportista cree en su utilidad, puede actuar como placebo mejorando su predisposición y, entonces, rendimiento. "Si notar ese estímulo agradable va a ayudar a focalizarme y me creo que puedo correr más, que se utilice. Al final el tema mental importa, pero desde el punto de vista funcional, su beneficio es nulo. Cero", concluye el doctor Claudio Frágola alejándose de ilusas quimeras.
Amoniaco, toca despertarse
Jamie Vardy, John Terry o Landon Donovan son algunos de los futbolistas que se sumaron a la moda de muchos otros deportistas, especialmente de hockey sobre hielo, abriendo ese misterioso "bote de los buenos días" para respirar su contenido. "Es amoniaco", admitía Eduard Bezuglov, médico de la selección rusa durante el Mundial de 2018, después de que todo el mundo observara las imágenes de sus jugadores respirando una sustancia tan popular como desconocida.
"Al oler este tipo de productos se produce una sensación trigeminal de defensa", explica el rinólogo Claudio Frágola. Así, nuestro cuerpo reacciona activándose ante determinadas partículas potencialmente peligrosas. Por ejemplo, al percibir humo, se estimularán lanzándonos una indirecta muy directa: "despierta, toca huir".
"El amoniaco supone un choque enérgico que produce una sensación de espabilamiento", añade Frágola. Motivo por el cual se suele emplear en deportes como el boxeo. En consecuencia, al inhalarlo, el boxeador se reactivará pudiendo seguir peleando. No obstante, como concluye el doctor: "Estimula para espabilar, pero su utilidad deportiva es nula".
Aire, el tamaño no importa
No todo son espejismos, puesto que la capacidad pulmonar puede entrenarse y aumentar mejorando el rendimiento. "Los entrenamientos en altura y la utilización de algunos aparatos sí que están científicamente comprobados; por eso los he recomendado", confiesa el preparador físico Pablo Turrión. En concreto, se refiere a un dispositivo conocido como Ultra Breath.
En nuestro cuerpo hay más músculos aparte de los bíceps o los pectorales, como los ubicados entre las costillas encargados de expandir nuestros pulmones. Estos también se pueden ejercitar con aparatos como el Ultra Breath, que cuentan con un muelle en su interior que dificultan nuestra respiración al inhalar desde su boquilla. "Habrá que hacer series. Es un entrenamiento de fuerza más", recomienda Turrión.
En lugar de utilizar tiras nasales o Vicks VapoRub, que supuestamente mejoran la capacidad de aire inhalada, el doctor Frágola aconseja entrenar para aumentar la eficiencia con la que aprovechamos ese aire. "Tenemos que intentar que nuestro motor utilice menos gasolina yendo a la misma velocidad", sugiere, para aumentar el rendimiento.
En muchas ocasiones ser mejor no es suficiente, también hay que creérselo. La ciencia, tan clara como contundente, no titubea: las tiras nasales, el amoniaco y el Vicks VapoRub no mejoran el rendimiento físico de ningún deportista. Pero, ¿y si se cree en ellas? Ahí, en el plano mental, las supersticiones pueden marcar la diferencia. Al final, en el deporte, como en la vida, existen situaciones que no se pueden explicar. Y ganar es una de ellas.