VICENTE IBORRA

El Madrid lo descartó por bajito, ahora mide 1,91m. y tiene un sueño: "Lo más bonito para mí sería dirigir a la Selección"

El Sevilla, exequipo de Iborra, disputará la Supercopa de Europa en el estadio de Olympiacos, su nueva casa. "Veo el partido 50-50".

Vicente Iborra, en un entrenamiento con el Levante./EFE
Vicente Iborra, en un entrenamiento con el Levante. EFE
Cristina Bea

Cristina Bea

Con su 1,91m. de estatura, quién diría que en su etapa formativa el mediocentro valenciano Vicente Iborra (Moncada, 1988) sufrió por no tener la altura deseada. "Yo era más bien bajito, delgadito y en esas edades el físico es muy importante. Cuando estaba en la escuela del Don Bosco tuvimos un acercamiento con el ojeador del Real Madrid en la Comunidad Valenciana, con Paco Hervás, e iba con el Madrid a jugar torneos en verano, fui a la Ciudad Deportiva antigua a jugar un partido con ellos, pero lo que me dijeron es que era bajito para allí. Yo creo que tampoco era lo suficientemente bueno", asegura el actual jugador de Olympiacos.

Iborra confiesa: "Cuando eres un adolescente y te rechazan no se pasa bien. Dices: '¿Voy a crecer? ¿No voy a crecer? Si no crezco, no podré conseguir mi sueño. Yo era consciente de que a esa edad el físico no me acompañaba; otras cosas sí, la mentalidad, pero cuando te ponen al lado a un bicharraco era difícil igualarlo". Pero el "estirón importante" le llegó "el verano de Cadetes a Juveniles", a los 15 años. "Acabé creciendo, cumplí mi sueño. Lo que es la vida. El fútbol da muchas vueltas", comenta cuando hablamos de su caso, del de Rodrigo Hernández, con quien tampoco contó el Atlético de Madrid por su entonces escasa estatura en 2013, con 17 años, cuando recaló en el Villareal.

Iborra, sobre la vez que el Madrid le descartó por ser bajito.PABLO MUÑOZ/RELEVO

Lo hace con su serenidad y madurez habitual, que le acompaña en toda la charla. Cualidades que le han convertido en el capitán de todos los equipos en los que ha militado en su carrera. En Olympiacos aún están por repartirse los brazaletes. "Sí, he tenido la suerte de poder ser capitán en los equipos en los que he estado y que te den esa responsabilidad es muy bonito. Porque confían en ti, porque creen en ti y por mi parte siempre he tratado de hacerlo lo mejor posible. Me he tratado de involucrar al máximo en la filosofía del club en el que he estado. He intentado respetar siempre al máximo tanto al club como a la afición como a trabajadores. Creo que es lo mínimo que uno puede hacer. Si luego te recompensan con ese gesto de querer que seas un poco su guía, su líder, pues es algo muy bonito", confirma Vicente, a quien su gran valedor, Manolo Sales, su entrenador desde los 4 años, quien le descubre jugando delante de la casa de Iborra en Moncada y se lo lleva a entrenar a Alfara del Patriarca, al pueblo vecino, le empezó a formar emocionalmente desde esa tierna edad. 

"Me llevó a jugar con chicos más mayores. Me dio una lección cuando tenía cuatro o cinco años, tuve el primer aprendizaje de cara al futuro. Siempre estaba encima de mí, siempre me rectificaba; si tenía que reñirme, me reñía, era como un padre. Y una vez yo me cabreé, no entendía por qué me reñía tanto. Pero él me dijo: 'Vicente, si yo te riño es porque tengo interés en que tú aprendas. Si no fuera así, quizá pasaría de ti y no te rectificaría'. Cuando eres mayor, cuando maduras, te das cuenta de que tenía toda la razón", recuerda con cariño 'Ibo'.

Su llegada a Olimpyacos

Ahora, 30 años después, el futbolista vive en el Pireo su segunda etapa en el extranjero tras su paso por el Leicester (2017-2019), donde le "abrieron las puertas, me arroparon, fue una experiencia muy bonita conocer ese fútbol, conocer la cultura del fútbol en Inglaterra es especial, cómo lo viven, cómo lo sienten. Fue otra aventura muy buena". De pasión tampoco andan cortos en Grecia, en el Olympiacos que esta temporada dirige Diego Martínez bajo la dirección deportiva de Antonio Cordón después de la revolución que supusieron la temporada pasada las llegadas y salidas del equipo de futbolistas como Marcelo o James Rodríguez, y de Míchel en el banquillo. 

"Ahora es una etapa de transición. Con la llegada de Antonio Cordón, con un nuevo míster, están intentando formar una estructura de trabajo importante. El club tiene potencial para ello. La temporada pasada hubo demasiados entrenadores, demasiados cambios y lo que se quiere ahora es tener esa estabilidad que nos lleve a tratar de volver a ser campeones, sobre todo aquí en Grecia, y competir al máximo en Europa, aunque sabemos que es difícil, que tenemos unas previas difíciles, pero que podemos conseguirlo y sería la mejor manera de empezar la temporada", reflexiona Iborra, quien, sincero, verbaliza que salir de España no era, ni mucho menos, su primera opción.

"Me llamó Antonio Cordón, yo no lo conocía personalmente, pero la primera llamada fue muy grata, muy buena. Estaba con el hijo del presidente, que quería hablar conmigo también, y tuvimos una charla muy interesante. Me hicieron sentir importante, me dieron valor. Luego ya recibí la llamada del míster, de Diego, explicándome lo que quería, por qué me quería. Querían que apoyara esa experiencia que podía tener, una filosofía de trabajo, que fuera de ayuda a los chicos más jóvenes que venían con menos experiencia, y que fuera lo que siempre he sido, que aportara tanto dentro como fuera del campo. Me gustó lo que me pedían, pero le tuve que ser sincero. Mi prioridad era otra", asegura.

"Fui sincero con Olympiacos. Mi prioridad era seguir en el Levante, pero no se pudo hacer nada para seguir"

Vicente Iborra Jugador de Olympiacos

"Estaba claro, era seguir en el Levante. Si hubiéramos ascendido automáticamente formaba parte del club en propiedad y al no ascender es verdad que fue un palo. Desde el club, mis agentes, estuvimos viendo las fórmulas posibles para tratar de seguir en el club, pero todos conocemos un poco las normas que rigen LaLiga y desgraciadamente no se pudo hacer nada. Era inviable para el Levante dada la situación que se atraviesa poder continuar juntos y tuve que buscar otra alternativa. Y ésta ha sido muy buena tanto a nivel deportivo por tratar de competir al máximo nivel, intentar ganar títulos en este país, volver a competir en Europa y, luego, personalmente", relata Vicente Iborra. "Fue un palo", verbaliza, como lo hace con las sensaciones que le invadieron tras el gol de Villalibre en el 129' que calló el Ciutat de València en el último suspiro de la temporada y de la lucha por el ascenso que acabó logrando el Alavés. "Lo más duro" que ha vivido en su carrera, al margen de la rotura del ligamento cruzado que sufrió en el Villarreal en 2020.

El ascenso fallido con el Levante

"Al principio no lo asimilaba, no lo creía ni lo quería creer. Entré en el vestuario pensando que me tenía que despertar, que no podía ser normal. Es cierto que tuve unos días que no terminaba de asimilarlo, pero bueno, pasa el tiempo, la vida sigue y te preguntas muchas cosas: lo que supone una última jugada, lo que supone un segundo en el fútbol, lo que puede llegar a cambiar para un equipo, para un club, para mí personalmente, porque de poder seguir en el club a tener que marcharme pues cambia todo. Creo que si escribes un guion es difícil encontrar uno más cruel", asevera Iborra, para el que no cesan los interrogantes.

"Te preguntas el porqué, por qué así, por qué no conseguirlo. Tenía tantas esperanzas en conseguirlo, tantas ganas. Era tal el objetivo que tenía en conseguir ese ascenso, hemos estado tan cerca que dices: 'Prefiero a lo mejor haber perdido 0-2 o no haber entrado en un playoff que llega hasta el último segundo de la temporada y no conseguirlo'. Sobre todo, la manera en que fue. Es un cúmulo de sensaciones, de momentos, de muchas preguntas, pero al final lo que vale son los hechos y es lo que ocurre. Hay que aprender, nos tiene que reconfortar y seguir adelante. Nos tocó la parte amarga del fútbol. Hay que levantarse y hay que seguir. Vamos a creer que es un punto de inflexión y que lo mejor está por llegar", dice quien no conseguía parar las lágrimas desde los últimos partidos de la temporada.

Iborra, sobre el ascenso fallido con el Levante.PABLO MUÑOZ / RELEVO

"Me considero un aficionado más del club y cualquier derrota o cualquier error personal que uno tiene se magnifica. Yo sentía que tenía mucha responsabilidad, que quería hacer todo perfecto por el club, por el equipo, que quería que todo saliera bien y cualquier mínimo imprevisto pues lo pasaba mal. Obviamente, no fue una temporada fácil porque desde un principio las cosas no salieron como pensábamos o como queríamos. Fue una temporada de sufrir, no te voy a engañar, pero bueno, estabas sufriendo por los tuyos, por lo que te importa, por lo que quieres… y merecía la pena. Pero siempre y cuando se hubiera conseguido el objetivo, habría sido mucho mejor", relata el mediocentro valenciano sobre un gol que supuso el ascenso del Alavés de Luis García Plaza, con quien, paradójicamente, Iborra vivió su primer ascenso a Primera división con el Levante en la campaña 2009-2010. "Cosas del fútbol, caprichos del destino que fue el que consiguió arrebatarnos el objetivo. Es fútbol, es la vida", analiza Iborra.

El jugador, ni quiere ni puede ocultar su levantinismo, sabido por todos. "Yo diría que fue un enamoramiento desde adolescente. Llegué con 15 años. Antes de llegar al club a formar parte, iba a ver los partidos. Con 15 años llegué al club y en ese momento no te das cuenta, pero cuando pasan los años y has cumplido el objetivo o el deseo o el sueño de debutar en Primera División, ya no es solo eso, ¿no? Es el camino que has recorrido en la cantera, es que te han formado desde los 15 años, que has adquirido ciertos valores, que has conocido a mucha gente, muchos amigos y desde que llegué ese club me entró muy dentro. Y me han dado tanto, he vivido tanto que lo siento como mío", reconoce Vicente Iborra.

"Tus colores son los míos" reza el himno del Levante U.D., y los suyos son tan evidentes como que comparte sentimientos con el Sevilla, club donde vivió cuatro temporadas (2013-2017) en las que logró levantar tres títulos de la Copa de la Europa League en la época más gloriosa del club. "Lo difícil es cuando se enfrentan ambos equipos. Siempre he dicho y doy gracias porque se me ha respetado y la gente lo ha entendido, que mi club es el Levante pero no está reñido con tener cariño, tener aprecio o el estar un poco de la mano de otro club. Todo lo que he vivido allí ha sido tan bonito y tan especial que es imposible olvidarlo, desde el cariño que recibí desde el primer día de la llegada, que no había hecho nada, hasta el día que me marché, en la rueda de prensa de despedida la gente que vino al estadio, mis compañeros, la gente del club, toda la gente que he conocido, los amigos de mis hijos del cole…", enumera un cariño que no acaba ahí.

Su Sevilla y la final de Supercopa

"Todo lo que lo que conocí allí es tan bonito y tan especial que forma parte de mi vida. Sevilla ha sido y será muy especial para mí por todo lo que he vivido y sentido en ese club, por lo que he conseguido, por los amigos que tengo… Fueron años a nivel deportivo muy buenos, y cuando a nivel deportivo allí va bien, pues todo va bien. Conseguimos cosas muy bonitas, ver a tanta gente feliz, disfrutando, celebrando… Ha sido un destino muy especial. Seguiremos siendo sevillistas también", dice y sonríe Iborra, que vivió un año complicado por partida doble la campaña pasada, por el devenir del Levante y por la delicada situación que atravesó también el conjunto hispalense. "No empezó bien pero mira cómo terminó. Ése es el Sevilla. El lema lo dice, que nunca se rinde. El Sevilla es el club perfecto para sobreponerse a los imprevistos, a los obstáculos y acabar teniendo éxito. La temporada pasada fue una prueba de ello", recuerda Iborra sobre el conjunto andaluz, que acabó alzando su séptima Europa League ante la Roma de Mourinho con Mendilibar al frente de la resurrección hispalense.

"Nosotros no tuvimos la suerte de ganar ninguna Supercopa de Europa. Nos pillaron los mejores años de Madrid y Barça. Ojalá la consigan"

Vicente Iborra Jugador de Olympiacos

Un Sevilla que afronta el próximo miércoles una nueva cita europea, la Supercopa de Europa ante el City de Guardiola. "Tiene una final muy especial, justo aquí en nuestro estadio y ojalá la consiga. Nosotros no tuvimos la suerte de ganar ninguna Supercopa de Europa. Nos pillaron yo creo que los mejores años de Madrid y Barça, pero ojalá la consiga. Es cierto que el rival es un hueso duro, pero el otro día se demostró que no son invencibles y si hablamos de Sevilla, estamos hablando de que puede pasar cualquier cosa", dice sonriente Vicente, que tiene claro por dónde pasan las opciones de los sevillistas. "Teniendo un día perfecto. Que no sean efectivos y serlo tú. Manejar los diferentes tipos de partidos que se puedan dar en un mismo partido y tratar de hacerlo todo lo más perfecto posible".

Iborra, sobre el Manchester City.PABLO MUÑOZ / RELEVO

 "Una pena teniéndolo tan cerquita y no poder estar" será para Vicente Iborra no poder asistir al partido. Tendrá su propia final ante el Genk, en el choque de vuelta en Bélgica de la fase previa de la Champions League. "Desgraciadamente, yo no podré ir, pero mi familia sí que va a estar ahí como sevillistas. Lo seguiremos desde la distancia", asegura, convencido de las opciones del Sevilla. "Yo diría que está 50-50. Es cierto que a lo mejor para mucha gente, por lo que se ha demostrado últimamente, el City es muy superior, pero en un partido de fútbol, en una final donde un detalle te puede marcar, donde una expulsión, donde puede pasar cualquier cosa… Y, sobre todo, lo que hablábamos, estando el Sevilla por medio, cualquier cosa puede pasar. Yo estoy seguro de que los del City, sobre todo el cuerpo técnico, jugadores, saben que no va a ser tan fácil como la gente cree. Por eso, para mí, pienso que está al 50%. Yo, con que gane el Sevilla, me es igual como sea. Ojalá que se dé una bonita noche, una gran noche y que se lleven un buen recuerdo de nuestro estadio".

Iborra irradia sevillismo. Allí vivió cuatro grandes temporadas en las que dejó, además de cariño y títulos, hitos como el de convertirse en el primer jugador de LaLiga en transformar un hat-trick saliendo desde el banquillo. Fue en Balaídos, en la temporada 2016-2017. Unai Emery adelantó su posición en el campo. En verdad, recuerda cómo sus inicios en el fútbol fueron más cerca de la portería que de la medular. "Debuté como delantero en el filial del Levante, pero con Luis (García Plaza) tuvimos una charla, probamos un poco más atrás, me sentía cómodo y me asenté en esa posición. Es cierto que luego en el Sevilla pude jugar más adelante, pero bueno, yo siempre digo que lo importante es poder jugar sea donde sea, que ya bastante mal lo pasamos cuando no jugamos como para exigir dónde", comenta Iborra cauto, antes de acabar reconociendo que sí, que puede ser un delantero frustrado.

"Pues puede ser, porque no he hecho los goles que me gustaría y sí hemos ido un poco cada vez más atrás. El medio me gusta, pero creo que no tengo por qué perder esa libertad de llegar arriba, creo que puedo aportar goles o llegar de segunda línea. Me gusta ya no sólo tener la responsabilidad de defender, sino también la libertad de ir un poco para arriba y tratar de aportar ofensivamente", reconoce, y se queda con este tanto de los 57 goles que ha marcado en su carrera hasta la fecha: "Tampoco creo que hayan sido goles muy importantes. Siempre recuerdo el del debut con el Levante en Almería. Precisamente a la Almería de Unai Emery".

La importancia de Emery

Emery fue uno de los técnicos que marcó la carrera de Vicente Iborra, con el que sus caminos se han cruzado en banquillos opuestos y compartiendo equipo, como en Sevilla y Villarreal. "Con Unai la filosofía es de trabajo, de cuidar los detalles. Diría que ha sido el único entrenador que me ha regalado libros. Hemos vivido muchos años juntos, muchos momentos y he tenido la oportunidad de tener muchas charlas personales y, entre otras cosas, ha sido el que me ha regalado algún libro", desvela. También, el título de uno de los que le regaló en Sevilla, 'La buena suerte'. "Él siempre nos hablaba no sólo de la suerte, sino también de la buena suerte. Así se llamaba el libro y la verdad que era muy interesante. Lo leí y lo que se cuenta, cómo se cuenta, va muy acorde a su vida, a nuestra vida", explica el futbolista, que también alude a la vida más allá del fútbol, al tiempo que no ocupan en entrenar o jugar. "Al final, somos personas y las personas tenemos nuestros trabajos pero luego tenemos nuestra vida, tenemos nuestros sentimientos y no somos robots ni máquinas".

Tanto Emery como Iborra lo demostraron en la final de la Europa League en la que el Villarreal se impuso en 2021 en Gdansk al Manchester United en aquella histórica tanda de penaltis. Fue el cuarto trofeo del segundo peldaño europeo para Iborra y el primer tituló en la historia de un Villarreal al que el centrocampista había llegado en enero de 2019 en una situación complicada. "El momento en que llegué fue muy duro, fue difícil. Estábamos luchando por no descender, las cosas no salían, la dinámica era negativa, pero al final lo conseguimos y, fíjate, consigues superar una situación casi crítica y en poco tiempo ser campeón de Europa por primera vez en la historia de ese club y de un pueblo. El fútbol es tan cambiante, es tan bonito, que pasé de vivir una época complicada al llegar a una muy bonita luego, hasta que me fui", relata Iborra, quien quizá por discreción, por no querer ponerse demasiado en primer plano, o por no recordar tan mal momento, obvia la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda que sufrió en diciembre de 2020 ante el Betis en el Villamarín. 

"Fue una sensación que nunca había sentido, algo se había destensado dentro de mi pierna, pero no sabía si era el gemelo o qué era. Querías agarrarte a lo mínimo. Es cierto que en ese momento me voy caminando del campo. Quería pensar que no era tan grave, pero nunca había tenido esa sensación. No sabía lo que era. Al final te hacen pruebas, te confirman. Fue un mazazo, pero desde el primer día tenía claro que quería salir reforzado de ello y que quería afrontarlo con todas las ganas del mundo. Y así fue. Es cierto que no pude acabar ese tramo tan bonito, que luego el equipo consiguió lo que consiguió, pero lo viví desde fuera como uno más. Creo que fue un suspiro para, dentro de mi situación, el poder acabar con esa alegría fue algo muy bonito", que comenta Iborra le sirvió para deja atrás la soledad de ir a tratarse al margen de sus compañeros, de "los momentos duros, pero los tienes que pasar". "Gracias a Dios me he recuperado bien, la rodilla no me pide nada y es algo que me ha hecho más fuerte", afirma.

Y decíamos que tanto Emery como Iborra tiraron de sentimientos en aquella final porque el técnico de Hondarribia le cedió la arenga del partido al futbolista, que se recuperaba de la lesión. "Me gustaba estar siempre cercano al equipo, al cuerpo técnico. Es verdad que Unai en ese momento me dio la gran responsabilidad de dar esa charla y para mí significó mucho. Era como ponerme de titular en esa final, porque no podía hacer más", asegura el futbolista, que revive así la situación en la que Unai se lo pidió: "Fue en el momento en el que el equipo estaba calentando. Yo me disponía a salir desde el vestuario hacia el campo a ver el calentamiento y fue cuando me lo dijo, que le gustaría que fuera yo, y sí que fue especial, porque te hace sentir uno más, te hace sentir partícipe, te hace sentir importante desde tu parcela y la verdad es que es algo que siempre le agradeceré", confirma y detalla: "Es una responsabilidad en un momento en la historia clave, pero no quise pensar en qué iba a decir. Quería decir lo que me saliera del corazón y así fue. Traté de transmitir en ese sentido a mis compañeros lo que en ese momento sentía y fue lo que salió", dice Iborra, que terminó tan especial discurso con un premonitorio 'Chicos, vais a hacer historia'.

Iborra, sobre la arenga que le pidió Emery.PABLO MUÑOZ / RELEVO

Tras rememorar esta vivencia compartida con Emery, Iborra tira de nuevo de sentimientos para destacar a todos los entrenadores con los que ha contado en su trayectoria, algo que tiene especial relevancia por lo que nos cuenta tras su enumeración. "Cada entrenador que he tenido ha sido una experiencia, un aprendizaje para mí. Es verdad que con Unai he aprendido muchísimo en cuanto a trabajo, en cuanto a detalles. Con Luis fue todo muy personal también, pasamos épocas muy bonitas. Desde que llegó fue difícil en el Levante. Con Juan Ignacio jugamos Europa, la primera vez en la historia del club. No me puedo olvidar de De Biasi, que me hizo debutar, y José Ángel Moreno, que acabó esa etapa en un momento complicado del club. Y luego Calleja. Es cierto que en Inglaterra también tuve alguno más. Ahora Diego, que es una etapa muy corta, pero Calleja a nivel personal hemos vivido muchas cosas bonitas. Puso todo el interés del mundo en que fuera a Villarreal. Nos hemos reencontrado en el Levante y ya no sólo es un entrenador para mí, es un amigo, es alguien que aprecio mucho y que le deseo todo lo mejor porque lo merece", detalla Vicente, que también nombra a Manolo Sales y a los entrenadores que ha tenido en su época formativa.

El sueño de la Selección

Una importancia la que le da a cada uno de ellos que es clave para explicar el futuro de Iborra, porque cuando le pregunto por las espinas del fútbol, por aquello que le habría gustado vivir y no pudo, sale el Gordo: "Siempre he tenido el sueño de ser internacional, y en categoría amateur no lo he conseguido. Es una espinita, obviamente. Sobre todo, el sentir la sensación de ponerte la camiseta de tu país, de defender a tu país, me hubiera gustado conseguirlo. No ha sido así, pero siempre pienso: 'Si alguna vez soy entrenador, por qué no poder dirigir a la Selección'. Sería lo más bonito para mí. Es verdad que la esperanza nunca se pierde como jugador, pero sí que es verdad que es difícil, es complicado, soy consciente, pero bueno, por qué no en un futuro encontrar ese camino", manifiesta su sueño Iborra, que también recuerda haber estado varias veces en la prelista de Vicente Del Bosque y de Julen Lopetegui, pero sin conseguirlo definitivamente.

 "Creo que sí que hice méritos, pero es difícil para el seleccionador. Me consta haber estado en una lista de 40, pero el nivel en España ya sabemos cómo es. Me lo transmitió el club, que estuviera preparado, pero al final no se pudo dar y no diría que ha sido injusto, simplemente que cada entrenador tiene sus principios, tiene sus ideas y en ese momento yo no formaba parte de ellas y ya está", reflexiona.

"Me gustaría ser un entrenador que conozca no sólo deportivamente al jugador, sino personalmente, que le pueda ayudar y transmitir"

Vicente Iborra Jugador de Olympiacos

De ahí que planteemos cómo sería el Iborra entrenador, cómo sería la España de Vicente Iborra. "Siempre me ha gustado aprender de cada entrenador, de cada entrenamiento. Siempre he tratado de aprender de todos, lo bueno, lo malo, si yo fuera entrenador qué haría, qué no haría, con qué me quedaría y con qué no. Con todos he aprendido mucho. Me gustaría ser un entrenador que conozca ya no sólo deportivamente al jugador, sino personalmente, que le pueda ayudar, que le sepa transmitir, porque creo que hoy en día lo más importante es saber transmitir al equipo lo que el entrenador quiere. Porque creo que muchos de los entrenadores tienen muchos conceptos muy buenos, que están muy formados, pero al final hay que transmitir, hay que manejar una plantilla y es lo más difícil. Creo que me queda obviamente mucho por aprender, pero si alguna idea pueda tener de cara al futuro, pues a lo mejor es ésta", asegura.

Iborra, sobre la selección española.PABLO MUÑOZ / RELEVO

Las tácticas y estilos quedan, de momento, en un segundo plano. "No tengo claro un referente, es cierto que hay muy buenos entrenadores, pero no podría decirte uno con el que no haya trabajado, porque a lo mejor si hubiera trabajado no sería mi referente. Por eso te digo que me gusta enriquecerme de todos y cada uno de los que tengo y en un futuro me tocará aclarar mis ideas", dice simpático Iborra, quien a sus 35 años tiene todavía un buen margen para hacerlo.

Mientras le llega el "momento entrenador", piensa en el presente y futuro a corto plazo. "Lo más importante es que mis sensaciones físicas son buenas y eso es lo que me anima a continuar, a seguir compitiendo con esa ilusión, con esa ambición y lo que tenga que venir vendrá. Es cierto que la etapa en el Levante acabó de una manera un poco agria y por qué no terminar mi carrera en el Levante, pero son tantas las cosas que no dependen de uno, como hemos visto hace poco, que el fútbol y la vida dirán", habla tan sensato como levantinista Iborra, consciente de que "todo lo que ha supuesto el no conseguir el ascenso ha sido un poco revuelo. Como aficionado, que haya un poco de inestabilidad, que no se sepa todavía quién va a dirigir el club a pocos días de empezar una temporada, te queda un poco de incertidumbre. Sabemos que muchas veces lo que en todo lleva a situaciones positivas es que la pelotita acabe entrando", cuenta.

Que entre la de Olimpyacos ante el Genk y la del Sevilla ante el City es en lo que confía al más corto plazo. Vicente tiene un mensaje final para los de Nervión: "Que ojalá que se consiga un título más en esas vitrinas tan llenas de trofeos. Que estaremos apoyando desde donde sea, que estaremos vibrando, sufriendo y que ojalá, por ellos. Que les tengo mucho cariño, mucho aprecio, que les quiero mucho y que ojalá se consiga".