'Mami' Quevedo y su 'guerra' con Jesús Gil que le echó del Atlético: "Vino un día a Vallecas a pedirme perdón; yo también se lo pedí"
El gaditano repasa sus experiencias con David Vidal, Mágico González, Jesús Gil y Gil, Rafa Benítez y sus aventuras y desventuras con los descensos y el fútbol chino.
Un Rayo Vallecano-Atlético justifica una conversación con José María Quevedo García, alias 'Mami' por la gloria de su hermano, año y medio mayor. Que nadie sabe por qué comenzó a llamarle Mami desde pequeñito y con Mami se quedó aunque el apodo le costara más de un disgusto a lo largo de sus 432 partidos y 15 años como profesional (1989-2004), repartidos entre cinco clubes con principio y final en la estación Ramón de Carranza. Es decir en Cádiz.
La realidad es que 45 minutos con Quevedo te oxigenan la mente y te invaden de anécdotas y recuerdos, indistintamente de que la coartada de la charla sea este partido de hoy en Vallecas entre dos de los clubes de su vida. Mami es un libro abierto y los capítulos de su biografía pesan por sí solos. Quevedo, el Cádiz y el Mágico. Quevedo, el Atlético y Jesús Gil y Gil. Quevedo, el Valladolid y los ascensos y descensos. Quevedo, el Sevilla y el Rayo. Quevedo entrenador y China...
'Mami', a sus 55 años, ¿cómo le trata la vida?
De momento, me trata bien. Con algunos achaques, consecuencia de la vida deportiva, pero no me puedo quejar. Tengo una prótesis de rodilla, otra de cadera, pero hago mi deporte todos los días... Para el fútbol ya no me da, pero estoy activo.
Y ahora una vida ya sin fútbol.
Bueno, no tanto porque sueño con el fútbol, con partidos. Sueño que me tengo que poner las botas, las medias, las espinilleras y no llego, y no llego... Y el sueño sigue, ¿y dónde están las botas? ¿Y dónde están las espinilleras? Y miro al suelo y no las veo. ¿Y dónde está el masajista? No lo veo y no lo veo. Y me entra como ansiedad... y me despierto. Es una conversación conmigo mismo. Voy a jugar, me tengo que vestir y de repente pienso que tengo una edad... Y todo esto dormido. Me respondo a mí mismo. Si tengo 55 años, cómo voy a jugar. Pero me digo "me han convocado, me han convocado". Todo surrealista, me obsesiona que me tengo que vestir...
"La experiencia como técnico en China, con Manzano, fue positiva. Pillamos la buena época, pero en el último club nos dejaron de pagar. El club ha desaparecido y no podemos reclamar a nadie"
Ex futbolista y entrenadorSu última experiencia en el mundo el fútbol fue como técnico, mano de derecha de Gregorio Manzano en China.
Sí, cuatro años y medio en tres clubes. Tenía sus cosas, estábamos muy lejos, pero la experiencia al final fue buena, aunque en el último club nos dejaron de pagar y nos tuvimos que volver a España con lo puesto. No pudimos recuperar el dinero ni por la FIFA ni nada. El dueño fue muy listo, lo que hizo fue que el club desapareciera y entonces no teníamos a quién reclamar. Era el dueño de ese club, pero además tenía dinero e intereses en otros, con lo que a él le daba igual. Hubo un día, incluso, que nos insinuaron que teníamos que perder un partido para que ganara otro de los clubes en los que tenía inversiones. Nos negamos, claro, pero qué casualidad que se nos pusieron malos tres o cuatro jugadores chinos que eran titulares... Y no jugaron. ¿Qué íbamos a hacer? Llegamos en la época buena, ahora ya no está así. Llegamos en el 2013 y nos volvimos en el 2018. Pero mi recuerdo es positivo. Por uno que no cumplió, no podemos meter a todos en el mismo saco. Los demás clubes nos pagaron bien, lo convenido.
Ya han pasado casi seis años. ¿No ha habido más oportunidades de entrenar, con Manzano o ya como primer técnico?
Algo ha habido, pero el míster (Manzano) no lo ha debido ver como para tenernos que ir otra vez lejos. A lo mejor no merecía la pena. Yo, de momento, me considero un hombre del equipo de Manzano. ¿Solo? Lo he pensado a veces. Hablé con él y se lo comenté, y me dijo que si me llamaba alguien diera el paso adelante. Me llamó también Bernardo Schuster, con quien me llevo muy bien, y también me dijo que podría trabajar con él si le saliera algo. Se lo dije a Gregorio y me dio el visto bueno. Yo soy bastante fiel en el trabajo. Lo de Schuster, la verdad, no lo entiendo. No comprendo que no pueda tener un club. Sonar, suena, pero no termina de coger un club.
Aunque hayamos comenzado con las 'historias chinas', que fueron las últimas, vamos a ordenas las demás por orden cronológico. Retrocedamos a Cádiz. El juvenil, el filial, el primer equipo. No ha cumplido ni los 20 años y ya es el 'Mami'...
Sí, eso me lo pone mi hermano, que es año y medio mayor que yo, y se conoce que eso de llamarme José María o simplemente Jose no le salía. Comenzó con el Mami y todos en casa me llamaban así. Después, en el barrio y cuando comencé a jugar ya me quedé con ello y hasta hoy. Algún disgusto me dio. Le cuento una con David Vidal que era el entrenador del primer equipo y en 1988, estando en el filial, me suben a entrenar con la primera plantilla. El primer día, cuando llego, me encuentro que todos los jugadores están reunidos en el centro del campo y el entrenador les está dando una charla. Era en el Carranza. Me acerco y David Vidal dice al resto: "Aquí un nuevo compañero que va a entrenar con nosotros. Cómo se llama usted. (Quevedo imita a la perfección al técnico) Y yo le digo que Mami... Y él se pone a decir, cómo que Mami, cómo que Mami. Ya me conocía perfectamente porque ya había jugado con él en el filial cuando me había subido del juvenil. Mami, Mami, qué nombre es ese. Le van a decir en el campo de fútbol, Mami, mamón, Mami, Mamón... Y me dijo. "¿Y usted cómo se llama de nombre?". José María le dije. "¿Y de apellido?". Quevedo le digo. "Pues eso, Quevedo, Quevedo, váyase y vuelva mañana". Y me echó del entrenamiento. Al día siguiente, me hace la misma. "¿Cómo se llama usted?". Le contesto que Quevedo y me dice, siéntese con sus compañeros.
"Un día, Mágico le dio a un perro a comer de su manzana, éste olfateo pero no mordió, le dije que tenía que tener cuidado, que se podía infectar, y me dijo que estaba acostumbrado en su país a ver cadáveres rodeados de moscas..."
Ex futbolista y entrenadorY allí conoce a Mágico González.
Sí, desde que estaba en el filial. Muchas veces me iba a ver cómo se entrenaba con el primer equipo. Siempre me piden que cuente anécdotas suyas y siempre me salen las mismas, pero tengo una que me marcó especialmente porque refleja exactamente la vida de una persona que venía de unas circunstancias especiales en su país, El Salvador. Fuimos a jugar un partido de pretemporada a Barbate. Cuando acabó estábamos esperando el autobús sentados en el bordillo de la acera, comiendo lo que nos dieron. Yo siempre intentaba ponerme a su lado. Él estaba comiéndose una manzana y se le acercó un perro. Como si fuera una cosa natural, le dio para que mordiera. El perro olfateó y no le debió gustar porque no mordió. Yo, un chaval que era, le dije que no hiciera eso, que se podía infectar o coger algo. Él, muy serio, mirándome a los ojos, me dijo: de donde vengo yo, de mi país, cuando salgo de casa veo cadáveres llenos de moscas y esto no es nada... Me impresionó, me impresionó muchísimo. Pensé que cómo debía ser la vida allí. Por eso, cuando decían que Jorge era un vividor, que pasaba de todo, yo sabía que no era así, que tenía muy dentro de sí lo que sucedía en su país. Futbolísticamente, fue el mejor de los mejores. Nunca he visto a nadie hacer lo que él hacía con un balón... y, además, tenía sus sentimientos y comprendías por qué amaba tanto la vida, por todo lo que había visto... Le puedo contar más.
Una más.
En los rondos, en los entrenamientos, era un maestro. Nunca entraba dentro. Cuando parecía que le tenías arrinconado, te la levantaba y te la quitaba de la bota. De rabona la mandaba de un área a otra. Un día, en un partido, yo estaba en el B, iba a dar un pase fácil para él y el balón le botó mal y le salió el pase defectuoso. Se dio cuenta de que había sido por un objeto que había medio enterrado en el césped. Resultó ser un paquete de tabaco apretujado. Lo levantó con la puntera y comenzó a darle toques hasta terminar con un taconazo, mientras el Carranza lo celebraba con olés... Ya sabes lo que es Cádiz. La gente si no jugaba él iba la mitad al campo.
Siguiente capítulo. El 'Mami' y el Atlético de Jesús Gil y Gil.
Ufff... 24 añitos tenía. Firmo por tres años. Un libro podría escribir. Desde el primer día que firmé. Yo llegó solo a las oficinas. Ni familia, ni representante, ni nada. Llegué con Kiko, que el día de la firma nos fuimos juntos. No sé dónde se metió. Fue su padre. Ya tenía todo preparado y firmé. Yo no sabía nada de nada. Quise decir algo, pero el presidente del Cádiz, Manuel Irigoyen, y Fernando Torcal, que era el intermediario, me dijeron que era lo que había. Así que firmé y me fui el más feliz del mundo. El primer año me tuve que operar de los rotulianos de las dos rodillas y apenas pude jugar. Una putada. Fue una temporada difícil de olvidar. El club había fichado 13 o 14 jugadores...
"Mi único año en el Atleti tuve seis entrenadores. Pobres hombres. No podían ni trabajar. Todos sabíamos que les echaba el presidente, pero yo me preguntaba si no había nadie que le dijera nada"
Ex futbolista y entrenadorY tuvieron seis entrenadores, dígalo, hombre. Seis. Jair Pereira (siete partidos), Cacho Heredia (tres), Emilio Cruz (siete), Romero (cinco), Ovejero (tres) y D' Alessandro (ocho)...
Qué me va a decir a mí. Pobres hombres. Todos sabíamos que se los cargaba el presidente, pero yo me preguntaba si no tenía una persona, al menos, que le dijera las cosas. Que esos pobres hombres no podían tener la culpa de todo, que no se les podía echar de esa manera, que había que esperar un poco. No podían trabajar. El equipo no era tan malo para acabar el 12º y tener seis entrenadores. Ellos también tuvieron mucha culpa porque al equipo lo destrozaron. No hicimos prácticamente pretemporada. Nos fuimos a México a jugar cuatro o cinco partidos y llegamos fundidos a la Liga. Los resultados iban mal y siempre había que señalar con el dedo y entre los jugadores, Gil y Gil, me eligió a mí. Al principio me cabreé mucho. Pensaba que no había sido para tanto. Unos años después, los jugadores que fueron campeones del doblete me comentaban que habían salido mucho más por la noche que la temporada que yo estuve. Lo que pasa es que nosotros éramos torpes, éramos jóvenes, el equipo no andaba bien, llevábamos toda la semana trabajando para cambiar el rumbo y salíamos y se nos veía mucho. Son cosas que aprendes con el tiempo....
... Yo también entendía al presidente, pero lo que le pedí un día es que todo lo que me tuviera que decir me lo dijera en el vestuario, en su despacho, pero no por los medios de comunicación. Me podía haber llamado y me podía haber dicho: 'Mami, te estás equivocando, no sigas por ahí porque te voy a cortar la cabeza'. Y yo, o hubiera seguido siendo una cabra loca y hubiera seguido igual o, a lo mejor, hubiera dicho que tenía razón porque me lo estaba diciendo como un padre. Acabó la temporada y nos echó a la mayoría... menos a Kiko. Yo empecé jugando, pero me tuve que operar y luego, como cada mes había un entrenador, era complicado...
"Jesús Gil me recordaba a mi padre, me caía bien, pero todo lo que dijo de mí en los periódicos, me lo tenía que haber dicho en su despacho. Un día, estando ya en el Rayo, vino a nuestro vestuario y me pidió perdón por el daño que me pudiera haber hecho. Yo también se lo pedí a él"
Ex futbolista y entrenadorCreo que con el tiempo pudo hablar con Jesús Gil de todo ello...
Es que era curioso, yo lo único que no le perdonaba es que proclamara todo en la Prensa. Que dijera que no me iba a vestir más con la camiseta del Atlético, que me iba a tener que acostumbrar a pasear a altas horas de la noche por La Castellana. Eso me dolió mucho, porque todo no era verdad. Es más, a mí Gil padre me caía bien. Su figura, grandón él, me recordaba a mi padre, que había fallecido. Su forma de hablar. Está claro que me pude equivocar, era joven, venía de Cádiz, no tenía representante... Pero hay formas decir las cosas. Unos años después, estando ya en el Rayo, en un partido en Vallecas contra el Atleti, me dice Poschner que está Jesús Gil en la puerta de la caseta y que quiere hablar conmigo. Salí de la ducha, me puse una toalla para taparme un poco y salí a ver qué quería. Y me dijo que me quería dar la mano y que se quería disculpar conmigo porque yo me había casado con una gran amiga suya, Cristina Tárrega, y me dijo que en su día se había equivocado conmigo y se quería disculpar por cómo se había comportado. Yo le dije que yo tampoco había actuado bien. Le dije que me había dolido lo que dijo de mí, pero no tenía ningún rencor, ni nada. Y que siempre le había mirado como un padre. Lo que me ocurrió en el Atlético me enseñó que ese no era el camino a seguir en la vida...
Y fueron felices y comieron perdices.
No, pero sí que tuve la oportunidad de volver a fichar por el Atlético cuando firmé por el Sevilla, que ascendimos y el Atleti estaba en Segunda. Marcos Alonso, el Pichón, que en paz descanse, había sido nuestro entrenador, se vino aquí y me quería traer. Es más me llamó Pichichi Manolo, que era el director deportivo, para decirme que había posibilidades, pero al final no se pudo hacer. Ya estaba Miguel Ángel en el club, no Jesús padre.
Próximo capítulo. Historias en el Valladolid. Cuatro temporadas. Ascensos, descensos. Un entrenador que le quiere dar la invalidez. Otro con quien triunfa plenamente. Vamos por partes.
Llego en la 94-95 y esa temporada tengo cuatro entrenadores. Lo pensaba y parecía que era mi sino. Quedamos penúltimos y teníamos que bajar, pero surgió aquello del Sevilla y del Celta, que les tenían que descender pero no se atrevieron, y al final se formó una Liga con 22 y no terminamos de descender. Tuvieron miedo de bajar al Sevilla. En Valladolid se montó también una buena con una manifestación. Al año siguiente, 95-96, llega de entrenador Rafa Benítez y antes de comenzar la temporada me llama un día y me pregunta que cómo estaba de las rodillas, que me había operado dos años antes cuando estaba en el Atlético. Le habían dicho en el club que no estaba recuperado y que estaban pensando que podían conseguir que me dieran la invalidez. Que había hablado con Fernando Redondo, que estaba en la secretaría técnica, y que estaban en eso. Rafa se portó de diez. Vino de cara y lo único que le dije fue que me dejara entrenar, hacer una pretemporada en condiciones y que iba a cumplir. Así fue. Ese año con Benítez marco 13 goles, pero como el equipo no iba bien le echaron. Luego vino Cantatore y pasó lo que hemos comentado antes. Pero vamos, que si me descuido, me echan y me dan la invalidez.
Y a la temporada siguiente se vuelven a salvar en las últimas, en un partido jugado en Oviedo que el Valladolid gana 3-8... No suena bien.
Pero no hubo nada raro, salvo que el campo estaba embarrado y que el árbitro, Japón Sevilla, pitó seis penaltis. Un fenómeno. Nos llamaba a todos los jugadores por el nombre. Creo que todavía es el partido con más penaltis de la historia de la Liga. Cuatro a nuestro favor, que marcó Peternac, a cual mejor tirado. Hizo un gol más. Los otros dos penaltis fueron a favor del Oviedo, marcados los dos. Yo ese día hice tres goles. Y no tiré ningún penalti. Luego, en el último partido nos salvamos del todo ganando al Betis en casa. ¡Qué dos temporadas!
Salto a Sevilla. Segunda división. Ascenso y traspaso al Rayo.
En el Valladolid estoy hasta el 98, pero termino mal con Kresic, el entrenador. Nos culpó a los capitanes de que habíamos querido echarle en una conversación con el presidente. Y fue al revés, el presidente, Marcos Fernández hijo, nos llamó y nos dijo que iba a echar al entrenador porque íbamos muy mal. Nos pidió un esfuerzo extra para salvarnos. Como la charla fue en el comedor, Kresic fue testigo de esa conversación y pensó lo contrario de lo que sucedió. Realmente lo que hicimos fue salvarle el culo ganando tres o cuatro partidos seguidos. Kresic pensó que era al revés y como continuó en el club nos llamó a dos o tres jugadores y nos dijo que no contaba con nosotros. Entonces, Manolo García Quilón, mi representante, que era también el suyo, me llamó y me dijo que me querían el Sevilla y el Oviedo. No dudé. El Sevilla, aunque estuviera en Segunda. Las pasamos canutas, pero ascendimos. Al siguiente año, volvimos a descender sin merecerlo. Aquello fue una tómbola. Era como si estuvieras en la Feria con una escopeta. Me quedaba un año más de contrato, pero me dijeron que tenían problemas económicos y que me dejaban ir gratis. Entonces, llegó el Rayo, me ofreció tres años con el mismo dinero que ganaba en Sevilla. Y tampoco lo dudé. Ya me había hecho casa, Cristina trabajaba en Madrid.
Y en el Rayo conoce a Gregorio Manzano, que es quien le mete el gusanillo de ser entrenador y se lo lleva con él a las experiencias chinas.
Bueno, ahí también tuvo mucho que ver Fernando Hierro, que comenzó a pincharme y animarme. Y también Pichichi Manolo, que se lo había sacado el año anterior. Me decían que nunca estaría de más tener el título y nos los sacamos. Pasaron tres o cuatro años, hasta que un día Manzano me propuso lo de China. Antes, en la temporada 12-13, estuvimos medio año en el Mallorca, que no nos salvamos por el goal average.
Y después de haber tenido más 40 entrenadores en su carrera, una temporada de seis, otra de cuatro, y unas cuantas con tres... ¿cómo se le ocurre querer ser entrenador?
Eso tuvo consecuencias buenas, porque de todos aprendí algo, bueno o malo, y por otra, claro, una experiencia negativa, porque vi de cerca cómo no se les dejaba trabajar y se les echaba sin ningún reparo sin parar a pensarse si ellos tenían la culpa de algo. Por eso pensé que no estaba mal comenzar como segundo entrenador, que no se sufre tanto como de primero. El segundo es un poco el poli bueno, tiene que estar cerca de los jugadores. Eso conlleva tener buen talante, ser empático. Lo que tengo claro después de tantos años en el fútbol es que por las malas no llegas a ningún sitio. Ni en la vida tampoco. Está claro que hay que tener una disciplina y cuando hay que meter al jugador hay que meterle. Pero no se puede estar todo el día con el látigo. Gregorio (Manzano) es un poli bueno, bueno. Tiene fama de buenazo, pero cuando se enfada, se enciende. Tiene genio. Mi ventaja era, y es, que he sido jugador y sé las cosas que suceden, porque me han pasado a mí. Entonces el jugador que quiere escuchar se da cuenta que no le cuento ninguna historia, sino realidades que él está viviendo y que yo le cuento porque las viví también.
Y si algún día le toca ser primero y dirigir un equipo, ¿cómo sería tácticamente?
Por encima de todo, le pediría que presionara arriba, que jugara lejos de su área, que no se metiera atrás. No me gusta esperar. No soporto que se pueda robar un balón y no sirva para nada porque estemos muy lejos del área contraria. Tampoco hablo de poner la línea en el centro del campo, y menos en un equipo pequeño porque entonces estás muerto. Como entrenador pienso como lo que fui, un centrocampista. Quiero jugar y salir. Equipo junto. Que el equipo defienda y ataque todo juntito. Las líneas separadas matan a un equipo. Me gustaría tener una oportunidad al menos... pero está muy difícil. Sé que lo más difícil es entrar en la rueda. Ahora tenemos la renovación del título de la UEFA y podemos estar mil entrenadores...
Por cierto, acabamos, se me había olvidado. ¿Usted de qué equipo es?
Del Cádiz, hombre, del Cádiz. Lo tenemos mal, pero confío en que si se hace fuerte en casa comience a recuperar terreno. Mi Cádiz me duele en el alma. Después soy del Atleti, estuve solo un año, me pasó todo lo que me pasó, pero soy del Atleti. Convivo mucho con exjugadores... Me identifico con el club. Y luego simpatizo con los clubes en los que he jugado.
Rayo-Atlético, entonces, que gane el Atleti.
No, hombre, no, que empaten. O el que más lo necesite.