REPORTAJE

La Supercopa no maquilla la situación real de las mujeres en Arabia: "Trabajas para mí, soy tu dueño"

Relevo contacta con tres mujeres foráneas que viven en Arabia para conocer la situación real del país donde se celebra la Supercopa de España.

Una mujer saudí sostiene el trofeo de la Supercopa de España en Yeda. /EFE/Julio Muñoz
Una mujer saudí sostiene el trofeo de la Supercopa de España en Yeda. EFE/Julio Muñoz
Natalia Torrente

Natalia Torrente

"Aquí no funcionan las llamadas de whatsapp". Es la frase con la que una de las mujeres con las que contactó Relevo para este reportaje comenzó la conversación al intentar establecer una conexión telefónica. Estábamos ante el primer síntoma de que la Supercopa de España se ha celebrado en un país donde, al menos, no se respetan las libertades fundamentales. "Hay que tener cuidado con lo que vayas a publicar porque aquí no hay libertad de expresión", reaccionó otra de ellas ante el posible anonimato con el que trataríamos los testimonios para evitar que haya cualquier tipo de represalias hacia ellas. "Pero también vosotros. Si no les gusta, te hacen borrar lo que has escrito. O no sale publicado, o no vuelves", insistía sobre la libertad de expresión, protegida por el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Crucemos los dedos.

Los derechos sociales, inexistentes

Ante estas advertencias y con el único objetivo de proteger su identidad, sus declaraciones serán compartidas en este texto bajo nombres ficticios: Isabel, María y Ana, todas ellas trabajadoras actualmente en Arabia Saudí pero con procedencia de otros países occidentales. Precisamente por la comparación con su lugar de origen, Isabel apunta que en Arabia no hay derechos sociales, poniendo el foco en la maternidad: "Cuando me quedé embarazada me tuve que incorporar al mes", señala, "después de un parto prematuro en el que estuvo en riesgo mi vida y la del bebé". Tampoco tuvo opción de solicitar una excedencia o una jornada reducida para el cuidado de la criatura, pues en Arabia el empresario tiene una mentalidad de propiedad sobre el empleado: "Trabajas para mí, soy tu dueño", explica, sobre las relaciones laborales en el país saudí a la hora de reclamar cambios contractuales o derechos sociales básicos que en otros lugares son indiscutibles.

Sobre este asunto, Ana va más allá: "Si tienes una emergencia y necesitas viajar a tu país de origen, tienes que contar con el consentimiento de tu empresa. Pero no sólo para ausentarte de tu puesto de trabajo, sino para poder salir del país. El control es total. Si no están de acuerdo con las razones o no localizas a la persona que tramita el permiso, te aguantas. Estás absolutamente bloqueada y en sus manos", describe.

Los cambios reales en la sociedad saudí

"Desde que estoy en Arabia ando con cuidado", dice María. Y eso que su testimonio señala a un país que atraviesa cierta transición. "En noviembre, por ejemplo, se celebró un desfile en Riad al que vinieron Camila Cabello, Celine Dion, Jennifer López y Halle Berry", cuenta. "Eso hubiera sido impensable hace años". En ese sentido, María apunta que el país está buscando el equilibrio entre cambiar algunos hábitos que muestren cierto aperturismo de cara a la inversión turística que está haciendo, y mantener sus costumbres tradicionales, teniendo en cuenta que aloja la Meca, la ciudad más sagrada para los musulmanes.

"No es fácil cambiar una sociedad de un día para otro", añade. "La gente quiere avanzar", explica, y apunta a una de las claves: "Se está modificando el contenido de los libros de texto en los colegios" con el objetivo, dice Isabel, de cambiar la mentalidad desde abajo. Sin embargo, los centros escolares públicos mantienen la educación diferenciada desde 3º de Primaria. Entonces, los niños y niñas no sólo no coinciden en clase sino que no pueden hablar ni verse. En cuanto al acceso universitario, es una opción real también para las mujeres, apunta Isabel. En la actualidad, el gobierno saudí incluso proporciona becas para estudiar en el extranjero a cambio de un retorno a Arabia cuando termina la formación.

Ana refiere una diferencia considerable entre distintas ciudades árabes como Yeda, más liberal y propicia al cambio, y Riad, donde residen los sauditas más puros, los beduinos, y por tanto, más conservadores. Desde hace tan sólo siete años, en 2017, se permite que la mujer conduzca y viaje sola. Hasta entonces necesitaba permiso del cabeza de familia, ya fuera su marido o su padre. Tres años después, en un avance vinculado a la estrategia de atracción del turismo en Arabia, se creó la visa turista para facilitar la llegada de viajeros al país. Hasta entonces sólo podías entrar en Arabia por trabajo, visita familiar o, en el caso de los musulmanes, viajar a la Meca. Con estos cambios, apunta Isabel, pensaban que "se iba a montar la marimorena", pero "los saudíes son pacíficos y la gente lo aceptó con normalidad".

El aperturismo occidental, en privado y previo pago

Sin embargo, tanto María como Isabel y Ana coinciden en que la apertura, la evolución del país, pasa fundamentalmente por lo privado. Si tienes dinero, las posibilidades de hacer vida occidental en Arabia aumentan. "Puedes ir a una playa privada y ponerte en bikini o ir a un evento de salsa sin ningún problema". Eso sí, "previo pago y sin exhibirlo en redes sociales". Pero, ¿quién puede acceder a resorts donde los gimnasios, salones de belleza o spas son mixtos o las mujeres pueden vestir como quieran? Los trabajadores extranjeros son los que concentran las rentas más altas. Se trasladan al país precisamente porque las condiciones que encuentran son muy superiores a las de sus lugares de origen. "Quieren al extranjero de élite", apunta Ana, que profundiza sobre la inversión que supone para las compañías la presencia de trabajadores foráneos: "El Gobierno cobra una tasa por cada uno de los acompañantes del trabajador destinado en Arabia y por la renovación de la tarjeta de residencia que, anualmente, aumenta exponencialmente", además de la cuota de los centros escolares privados, los únicos colegios donde los extranjeros pueden acceder: "Oscila entre los 500 y los 1.500 euros mensuales por alumno".

El resto, los saudíes, aunque son los únicos que tienen acceso a la sanidad y educación públicas, tienen que cumplir a rajatabla las normas sociales. De hecho, el acceso a las zonas privadas se hace por invitación, de modo que para entrar tienes que presentar tu documentación, donde aparece el nombre, la nacionalidad y la religión que profesas. Si no accedes a zonas privadas, debes cumplir las reglas del país. En cuanto a la indumentaria, aunque ya no es obligatorio que las mujeres acompañen su vestimenta de una abaya —un largo vestido o túnica, similar a la chilaba o caftán, suelta y liviana que va desde los hombros hasta el suelo y cubre todo el cuerpo salvo cabeza, cuello, manos y pies— no pueden exhibir los hombros o el escote y han de llevar vestimenta que cubra, al menos, hasta la rodilla. Tampoco es imperativo el uso del velo, salvo que formes parte de una familia tradicional, pero es probable que te exijan llevarlo o visites lugares religiosos en el país.

Los saudíes reciben con agrado la Supercopa de España

"Están encantados", explica María. "Deja dinero y les da visibilidad", refiere sobre las oportunidades de trabajo que el evento deportivo ofrece a los saudíes aunque sea sólo durante una semana. Además, la pasión por Real Madrid y FC Barcelona hace que muchos de los seguidores quieran aprender español. "Hay una auténtica marea por aprender el idioma". Es una de las estrategias del Gobierno para tener contentos a los saudíes más progresistas, que antes querían salir del país a toda costa y ahora tienen más opciones laborales.

Incluso, como curiosidad, apunta María que el cine o la música también han aumentado la ambición por conocer el español: "Quieren hablar como Tokio", por lo que las posibilidades para profesores de castellano y traductores han aumentado considerablemente en los últimos años. Eso sí, también hay quien se plantea las inversiones del país en este tipo de competiciones en lugar de hacerlo en otras áreas: "Es todo muy bonito, sí, pero, ¿por qué no ponen el foco en otros ámbitos?", reflexiona Isabel.

Más allá del boom que supone la disputa de la Supercopa de España en Yeda, lo sucedido con la afición del Mallorca al salir del Estadio King Abdullah, donde algunas de las mujeres sufrieron el acoso de algunos aficionados árabes, muestra las costuras de un país que se empeña en esconder el trato hacia sus mujeres. Isabel explica: "los hombres sienten superioridad sobre las mujeres. Piensan que una mujer se va a acostar con cualquiera", en cambio, "si acudes al estadio con un hombre, te dejan en paz". Es la razón fundamental por la que María descarta ir a un estadio sin compañía. "Te tocan, te incomodan, te comen…", dice. Otro de los servicios que evitan es el transporte en taxi o compañías como Cabify. "Lo mejor es que te muevas en tu propio coche o con conductor privado", añade Ana, que cuenta que en una ocasión, en Riad, el conductor del taxi que la llevaba, trató de secuestrarla.

El testimonio de Ana, María e Isbel coincide en que el machismo es un comportamiento presente en una sociedad saudí a pesar de que el Gobierno trata de crecer, al menos de cara al escaparte internacional, con la mirada puesta en Emiratos Árabes o Dubai. De lo que no hay ninguna duda es que la "Supercopa de la Igualdad" a la que se refería Luis Rubiales cuando firmó el acuerdo con Arabia dista mucho de la realidad, a pesar de que ahora, mediante las conversaciones con la RFEF para llevar también el fútbol femenino, se quiera dar un paso más en favor del blanqueamiento del país.