El inesperado fenómeno De Gea en la Fiorentina: "Si en Navidades somos líderes, David tendrá también el bocadillo con su salsa personalizada"
A través de Sebastien Frey, testimonios de la tienda del club o el negocio de bocadillos más importante de Florencia, Relevo disecciona el impacto del español en la ciudad toscana.
Hay un problema siempre con Florencia. No se sabe muy bien si es bella, demasiado bella o más bien todo lo contrario. Está tan masificada, tan condicionada por la publicidad, que uno suele incurrir en la desorientación. A veces, lo complejo no es ver, degustar lo obvio, sino descifrarlo para no caer en estereotipos banales. Le sucede a su David de Miguel Ángel, del que aún se desconoce si el aura esbelta que desprende es la de antes o después de la heroica victoria contra Goliat. Es como si no se supiera si acaba de llegar para ganar o procede a marcharse ya victorioso. Hay algo de toda esa enjundia en el otro David, flamante portero de una Fiorentina cuyos registros evocan los de 1960, época en la que llegó incluso a disputar la final de Copa de Europa contra el Real Madrid (1957).
"Un gran inicio de temporada, especialmente gracias al gran De Gea. Tras más de un año sin jugar no era fácil entrar de esta manera. Es un portero enorme, de los más grandes. Uno que te gana partidos", comenta Sebastien Frey, antiguo capitán del conjunto viola, donde jugó seis temporadas (2005-11). No ha sido el único ex cancerbero -otrora guardián de la Fiorentina- en rendirse al muro madrileño. Entrevistado por el diario más vendido en la región -La Nazione- esto decía Giovanni Galli (campeón de Europa con el Milán) en la edición dominical del periódico: "Un crack, un fuera de serie. Al inicio tuvo dificultades con las salidas, pero aprendió pronto a leer estas acciones. No sólo está parando bien, sino que su presencia ha ayudado a mejorar todo el registro defensivo", detalla sobre el nuevo fenómeno de una ciudad que vuelve a soñar en grande, no solo en Italia sino también en Europa.
BabboDe Gea
La agilidad, la plasticidad, la calma, el temple… La magia del no saber si acaba de llegar o bien le queda poco para marcharse victorioso. El impacto David De Gea (34 años) en Firenze es total.
Imprescindible para el acervo Palladino, colecciona un repertorio importante de penaltis parados, acciones prodigiosas, asistencias, grandes reflejos y reactividad total. Además, su tino en la colocación le sitúa, a estas alturas, como uno de los mejores porteros de una Serie A que vuelve al periodo de las famosas SetteSorelle, siete equipos con opciones de lograr el scudetto. "Él y Kean (rechazado por el Atlético por problemas físicos) son las camisetas más vendidas. La ciudad está encantada con David. Gran personaje. Vino su mujer y nos encargó tres camisetas: para ella, el hermano y la niña. Para la pequeña estampamos el nombre Babbo, que significa padre en dialecto florentino. Todas con el número 43 a la espalda. Estamos felices porque la niña ya tifa por nuestra escuadra", explican Claudio Gambarelli y Cristiano Minotti, propietarios de la tienda oficial de la Fiorentina. "No esperábamos este rendimiento tan pronto. Sabíamos que era bueno, pero no tanto. Hablamos de uno de los más grandes, un fuoriclasse, mejor que Frey… Hablamos del nivel de Toldo o más", apuntan.
Lo cierto es que no se recordaba -ni se esperaba- un impacto tan grande del ex Atlético y United, quien tras hacer un full immersion en el Viola Park (centro deportivo del club) ha escogido para vivir una zona de colinas hacia Fiesole, en el corazón de la Toscana, tierra de cipreses y vinos. De luchas fratricidas en la Edad Media, de poder con Los Medici y magia supina -también- con el balón. Y es que De Gea es el último genio en pasar por un estadio -Artemio Franchi- que ha visto jugar a Giancarlo Antognoni, Batistuta, Rui Costa, Dunga, Passarella, Roberto Baggio, Luca Toni o Edmundo. Oro puro.
Il panino di David
La explosión de De Gea en el campeonato italiano trasciende lo puramente futbolístico y alcanza tintes incluso gastronómicos. "Si en Navidades somos líderes, David tendrá también el bocadillo con su salsa personalizado", adelanta Filippo Petraroli, dueño de la panineria más importante de Florencia, situada en el barrio Campo di Marte, no lejos del stadio. Scheggi, como se llama, fue y es un templo para muchas estrellas que pasaron por allí. Forrado con imágenes de Montella, Pioli, Antognoni o el propio Batigol, es una de las paradas obligatorias antes de los partidos del Franchi, construido por el genio Pier Luigi Nervi.
En Florencia, en definitiva, todo se entiende mejor con arte. Esto dijo Miguel Ángel del David, situado hoy en la Galleria dell'Accademia. "He visto un ángel en el mármol. Esculpí hasta liberarlo". Extrapolado a De Gea, es como si en esta ciudad hubiera soltado su éxtasis, enardecido en la madurez de la vida. Engrandecido, también, gracias a sus sombras.
Porque sí. Hay un problema con De Gea. Es como si hubiera estado obligado a gustarnos en Madrid o Mánchester, y esa condición impuesta terminó por desorientar a todos. A él también, quizás. Ahora, escondido, pide la vez. Quizás el secreto sea comprender, descifrar, diseccionar lo evidentemente bueno que es, ha sido y será. Goliat lo sabe.