Pedro Obiang y una carrera por desclasificar: "¿España? Si te lo digo te vas a reír, pero Lopetegui me insinuó que debía cambiar de posición"
Il capitano del Sassuolo es un tipo sencillo y serio nacido en Alcalá de Henares, en 1992. Hace años se le comparó con Toninho Cerezo o incluso Patrick Vieira, quizás por esa jerarquía -técnico y física- que mostraba con el balón, siempre por delante de la defensa.
Pedro Obiang atiende a Relevo por teléfono. Habla de su etapa como canterano del Atlético, de su convocatoria con Guinea Ecuatorial, la Premier con el West Ham y de sus problemas en el corazón, que a punto estuvieron de obligarle a colgar las botas para siempre. Ahí, en esas vicisitudes, es donde se ha hecho si cabe mucho más grande que esos mitos eternos de Sampdoria o Arsenal con los que un día le equipararon.
Ahora gravita por la Serie B, aunque en la zona más noble de la clasificación, junto al Pisa y Spezia. Probablemente en estas arenas movedizas ha fortalecido aún más su linaje, su envergadura futbolística. Todo lo cuenta ahora que toma la palabra.
Hay opciones de volver a Serie A. Fabio Grosso, campeón del mundo con Italia en 2006, está trabajando bien como entrenador.
Sí, estamos contentos. Nos sentimos bien; seguimos trabajando para ser la escuadra que el míster quiere. Fabio tiene mucha energía, es joven, campeón del mundo con un rol de protagonista… Es todo un ejemplo para seguir, pero no quiero halagarle demasiado (risas).
Tratemos de reconstruir tu historia. Desde el inicio.
Mis padres llegan a España en 1982 (la independencia de Guinea Ecuatorial tuvo lugar en 1968). Yo nací allí, en la ciudad del gran Cervantes. Comencé a jugar a fútbol siguiendo el recorrido normal que hace un niño: centros deportivos, también en la escuela, luego en el Alcalá… Era un chaval, y tuve algunos problemas por lo que decidí cambiar.
¿Qué sucedió?
Con nueve años pude dejarlo todo porque no me divertía. La figura clave que me animó a seguir fue, en el Avance, Antonio Lozano. Recuerdo mi infancia jugando siempre a fútbol. Había un campo cada kilómetro. A quien preguntes te dirá que me vio jugando en alguno de ellos, porque los recorrí todos.
Que estemos aquí hoy hablando de tu presente en el calcio es fantástico, sobre todo porque pudiste dejar el fútbol hasta en dos ocasiones: la primera por aburrimiento siendo un niño; la segunda hace relativamente poco por un problema de salud. ¿Qué aprendiste en estos momentos difíciles y delicados?
Quiero concentrarme en la primera. Jugamos al fútbol para divertirnos, ganar títulos, disfrutar en grandes estadios… Pero hay momento en el transcurso, cuando somos canteranos, en que algunos entrenadores se olvidan y se concentran demasiado en la parte física. Era 2004 y no hoy, que el fútbol es mucho más físico. Entonces yo era un jugador de la calle, que me gustaba divertirme con amigos. Nada más. No quería ganar títulos de nada. No pensaba que podía ser un futbolista profesional, eso no me preocupaba. Eso sí, después aprendí que para serlo había que soñar en grande, más allá de la familia, de cualquier entrenador... Comencé, entonces, a entrenarme más en serio. Antes no lo hacía.
La segunda vez (en 2021 le fue diagnosticada una miocarditis) que pudiste dejarlo, ¿dónde te apoyaste? Estuviste un año entero sin jugar.
Aquí tendría que comenzar agradeciendo a los doctores que me han ayudado. Luego, por encima de todo al Sassuolo, porque me han aportado serenidad durante todo el tiempo. La directiva ha pensado en mí como ser humano y no como futbolista. Por último, la familia siempre es clave. Sin toda esta gente habría sido mucho más difícil. Gracias a ellos comprendí que antes de nada somos personas, y que fuera del fútbol no termina el mundo. Por suerte, conseguí volver.
Terminaste la Universidad? En Génova comenzaste a cursar Ciencias Políticas. No sé, quizás eso pudo ayudarte para no pensar demasiado en la patología.
No la terminé, pero tengo muchos hobbies. He abierto una tienda vinícola en España. Se llama Cría cuervos. También me he ocupado del tema mental. He hecho varios cursos online con diversos mental coach. Uno de ellos es Tony Robbins… Y después, pues aprovechar del tiempo libre, compartirlo con gente que me da tranquilidad.
¿Cuántos años pasaste en la cantera del Atlético?
Poco. Un año y medio más o menos. Mi caso era singular. Mi padre, que no entiende de fútbol, quería que yo estudiara. El problema es que entonces tanto el Atlético como el Madrid tenían dificultades para darme esta posibilidad de estar en la residencia. ¿El motivo? Era de Madrid, y vivía a 45 minutos del campo de entrenamiento. El Atlético decidió esperar un año, y al siguiente sí fui a la residencia del Club Amanecer (Alcorcón).
¿Con los rojiblancos coincidiste con De Gea y Torres?
Sí. También estaban Ignacio Camacho, Koke… Álvaro Morata, con el que incluso hoy mantengo una gran amistad. Tenía trece o catorce años. Un par de temporadas y me ficha la Sampdoria. Con el Atlético jamás entrené con el primer equipo. Sí con el B, que estaba en el campo de al lado. Había muchos por delante de mí. Koke… Y el gran Camacho. También Rubén Pérez en el Juvenil A. En definitiva, había centrocampistas con mucha más prospectiva que yo.
Te gustaba mucho Camacho.
Sí, es que era buenísimo. Carismático.
La Sampdoria te ficha con dieciséis años recién cumplidos. Tu fútbol se forja en Italia, en la Serie A. ¿Notaste el cambio?
Estaba acostumbrado a vivir solo ya. Acusé más las costumbres, la lengua y el tipo de fútbol. Aquí se trabaja mucho la táctica y el físico. Llegué como un fideo, así que tuve que intensificar en el gimnasio. No estaba acostumbrado, tampoco a estudiar táctica. Verás, yo con dieciséis años sólo jugaba al fútbol y a la Play. En Italia tuve que aprender muchas cosas más. Fue difícil. El entrenador que tuve en la escuadra Primavera era Fulvio Pea, con quien después coincidí en Sassuolo.
En Génova juegas cinco años (2010-15). Paralelamente, a nivel de selecciones vas subiendo peldaños hasta la Sub'21 de Lopetegui. ¿Tuviste ofertas para volver a España?
Hubo muchas opciones de volver, pero pensé que habría sido como una derrota. Verás, una vez que un equipo como la Samp apuesta por ti y te trae cuando eres tan joven, lo justo -desde mi punto de vista- era terminar lo que había empezado. Formarme cien por cien. Gracias a dios no me equivoqué, pero la tentación la tuve, claro. Sobre todo, porque entonces se decía que quien jugaba fuera lo tendría más difícil para estar con la selección.
¿Quién te quiso?
Atlético de Madrid, Valencia y Real Madrid Castilla.
Con Lopetegui, como seleccionador, coincides en la Sub'20 y Sub'21. ¿Por qué no te llamó cuando se hizo con la absoluta?
En teoría por decisión técnica, pero si te digo la verdad te vas a reír.
¿Qué sucedió?
Ya cuando estábamos en la Sub'21 se habló de que debía cambiar mi rol, mi posición en el terreno de juego, pero me negaba rotundamente. Sí, quizás habría tenido más posibilidad de jugar. Esto me lo dijo Lopetegui. Sí.
¿Julen te dijo que si querías volver tenías que jugar en otro sitio?
Sí, porque ahí estaban Isco, Sergi Roberto, Koke… Había muchos centrocampistas. Me dijo que jugara en el centro de la defensa, pero dije que no. No me arrepiento para nada. Estoy orgulloso.
Puede que esto te costara La Roja cuando él tomó los mandos.
No sé, pero si uno todas las categorías las hace jugando de pivote no entiendo por qué había que cambiar. ¿Por qué tenía que jugar en un sitio que no es el mío? Las posibilidades de fallar aumentan, ¿no? Cuando este tipo de cosas suceden con un seleccionador suele ser por dos motivos: o eres importante para el grupo o, en realidad, tienes pocas opciones de jugar con España. Dicho esto, creo que mi decisión no influyó negativamente en que jugara con la absoluta, donde objetivamente iba a tener muy pocas opciones.
Debutas con Guinea Ecuatorial. ¿Quién te llama? ¿Tu tío Teodoro Obiang?
La pregunta es quién no me llama. No creo que mi tío haya tenido nada que ver, y eso ya lo dije muchas veces. Nunca influyó, directa o indirectamente, en mi vida deportiva. No tuvimos relación ahí. Precisamente este siempre fue mi miedo, que la gente pensara que llegaba ahí por mi apellido y no por mi fútbol. Quien me conoce sabe que jamás tuve un tratamiento privilegiado respecto a otros.
Viéndote jugar no creo que nadie pensara esto. Has sido un futbolista de primer nivel.
Desgraciadamente hay más gente que lee los periódicos respecto a los que ven el fútbol. Si un diario dice que "el primo, el sobrino, llámalo como quieras, ha llegado aquí gracias a…", pues la gente lo cree de verdad.
Entonces con tu tío no tienes relación.
Vamos a ver. Esto lo comprenderán mejor las familias africanas. Nuestro concepto de familia es diferente, mucho más grande que el vuestro. En Europa, normalmente te relaciones con los más directos. En África tienes una madre, dos, cuatro padres, tres mil hijos, miles y miles primos de primer o segundo grado… Funcionamos como una tribu. Nosotros, sí, formamos parte de la misma tribu, pero relación directa quizás la tuvo más con mi padre. Era otro periodo, otro contexto… Pero yo no he tenido nada que ver con la familia del que hoy es presidente aún del país.
¿Te has cansado ya de escuchar lo de que tu tío es un dictador?
En su día sí. Hoy ya no, porque hemos demostrado que no hay relación. La gente sabe quién es Pedro, qué hace dentro del campo de fútbol y fuera de él.
En Guinea Ecuatorial han jugado futbolistas relevantes: Bolado, Balboa, Benjamín, Rodolfo Bodipo… ¿Te entrenó Goikoetxea?
Sí, muy buenos. Tenemos una discreta relación, pero les respeto mucho. Respecto al míster, decir que no me entrenó, aunque sí fue uno de los primeros en llamarme para jugar allí. Inicialmente dije que no. Luego, con 25 o 26 años, acepté.
¿Por qué esperaste tanto tiempo?
Sé lo que significa debutar allí. Tienes que estar muy preparado -también mentalmente- para jugar en una selección africana. Al final yo nací en Europa. Allí ves situaciones a las que no estás acostumbrado. Te puedo asegurar que es un impacto duro. De haber ido con veinte años habría aguantado poco.
¿Por qué?
La organización de entonces no es la de ahora. Los viajes… Hoy son infinitos, pero en su día eran mucho peor. Sí, es un impacto.
Volvamos al Sassuolo. Tu dorsal es el 14 de Zidane, Guti, Cruyff… Te entrenó Roberto De Zerbi, que el año pasado sonó para el Barça. ¿Qué opinión te merece?
Creo que mejoró mucho saliendo de Italia. Conocer otro modelo de vida, de juego, en Inglaterra, ahora en Francia… Eso ha forjado su personalidad. El que yo conocí, eso sí, ya era un gran técnico con una idea de fútbol muy bien definida: salir desde atrás con el balón controlado… A mí me ha cambiado el modo de concebir el fútbol. Me enseñó mucho, porque era tozudo e insistente. Pretendía que interiorizáramos su idea. Que llegara hasta nuestras venas. Nos decía que no cometiéramos los errores que él hizo cuando era futbolista. Nos ha preparado muy bien, es un gran entrenador. No sé dónde puede llegar. No soy quién para juzgar.
Hablemos de representantes deportivos. Otro tema en boga por el rol desproporcionado de algunos. El tuyo es Luca Bascherini, pero a lo largo de tu vida has pasado por muchos. ¿Cuáles han sido los motivos? ¿De alguna manera eso puede condicionar la carrera de un futbolista?
Depende, pero no sólo del futbolista sino también del representante. Es un rol importante, incluso a veces más que el de tus propios padres. Al final te conduce por un recorrido que ni siquiera tus padres conocen. No voy a citar nombres, pero si yo hubiera podido en su día jamás habría cambiado. No tengo nada contra él, pero lo sabe. ¿Sabes? Mi idea es a la antigua usanza: comienzas con uno y terminas con él. No fue así.
¿Qué sucedió durante el transcurso?
Comenzaron a preguntar muchas escuadras por mi situación. Las cosas iban muy bien… A la vez, el rol de los representantes fue cambiando. Iban adquiriendo mucha fuerza. Yo eso lo viví en primera persona. Tuve grandes problemas, no sólo personales sino también jurídicos, legales. Fue muy duro. Aprendí algo del fútbol desagradable. Todo esto para decirte que cambiar mucho no define al futbolista, no tiene nada que ver con que no eres de fiar… En mi caso no fueron estos los motivos como te acabo de explicar.
No me quiero despedir sin preguntarte por tus años en la Premier con el West Ham (2015-19). Allí uno de los grandes ídolos sigue siendo Paolo Di Canio. En mi caso ya me cansé de escuchar la manida frase de que en Inglaterra el fútbol alcanza un nivel superior. ¿Qué opinas?
Es verdad, pero los motivos son obvios: el dinero. El presupuesto que tiene la Premier es el de cuatro campeonatos juntos. Allí cualquier equipo puede fichar a cualquiera cuando, prácticamente, les de la gana. Pongamos por ejemplo el West Ham, los futbolistas que pasaron por allí desde mi etapa hasta hoy. Nasri, Wilshere, Ogbonna, Payet… Y eso que en su día no era una escuadra top sino de mitad tabla. Aún así consiguió fichar todos esos. En Italia es imposible, por ejemplo.