Un Cesc Fábregas profeta en otra tierra: "El día que me retiré, mi cara no salía en la portada de ningún periódico de España"
El entrenador del Como italiano, campeón del mundo y de Europa como jugador, atiende a 'ABC' para una entrevista en la que repasa distintas etapas de su vida, así como su visión de España y la Selección actual.
Cesc Fábregas (4 de mayo de 1987, Arenys de Mar) se sincera este lunes en una entrevista a ABC en la que habla de su trayectoria y retirada como jugador, incide en su nueva etapa como entrenador del Como —recién ascendido en la Serie A y que le supone una serie de renuncias personales— y se moja con España, país y Selección.
"No echo de menos ser futbolista. Sé que he tomado la decisión correcta retirándome y yendo por este camino porque no echo de menos jugar al fútbol. Y es fuerte, porque si hace cinco años me dice que voy a contestar esto, le diría que está loco", asegura el catalán, que ascendió la temporada pasada a Serie A como entrenador asistente y que esta temporada ha tomado el mando del vestuario.
La suya es una historia de migración futbolística. Ha migrado para ser entrenador, como otrora hiciera como jugador, cuando no veía espacio en el primer equipo del Barça. "Fue una decisión diferente, atrevida y valiente. Un chico de 16 años, que se va al Arsenal, a un país y una liga donde no había jugadores españoles", recuerda. Se fraguó una buena carrera convirtiéndose en ídolo del Arsenal, estrella de la Premier, y campeón del mundo y bicampeón de Europa con España.
Pese a estos logros, no ha sentido en su país el reconocimiento que se espera de su currículum: es profeta en otra tierra. "Sí que es verdad que se ha hablado siempre de mí con más cariño fuera de España que dentro". El ejemplo más claro, el del día de su retirada. "Mi cara aparece de manera directa en el 80-85% de los momentos recientes más importantes de la historia de la Selección: la asistencia de la final del Mundial, los penaltis contra Italia, las asistencias en la semifinal ante Rusia… Y el día que me retiré, mi cara no salía ni en un sitio pequeño de la portada de ningún periódico. Y me dije, 'bah, pues igual no he calado en España cómo me hubiera gustado'".
"Mi cara aparece en el 80% de los momentos recientes más importantes de la historia de la Selección. Y el día que me retiré, mi cara no salía en la portada de ningún periódico"
Puede que a su anonimato en España haya contribuido un perfil tímido o que su carrera se ha forjado extramuros. Pero en el césped, afirma en la entrevista de ABC, su rol era muy distinto. "En el campo me encantaba ser protagonista. Y he tenido mis momentos de ego, de pensar que me merecía jugar más, pero si alguna vez te has venido un poco arriba, te meten una hostia por un lado o por otro. El fútbol, poco a poco, siempre te pone en tu lugar".
Ahora le toca liderar, también desde ese segundo plano que concede el título de entrenador, a un recién ascendido. Para ello, se refuerza en sus virtudes. "Yo leo muy bien quién puede ser un impacto negativo dentro del vestuario. Quién tira del carro y quién no, quién puede ser un líder y quién no".
Siempre aplicándose aquello que conoció como jugador. "Yo lo que no tolero es que te enfades o pienses solo en ti y no trabajes en el entrenamiento. Eso es lo mínimo. Si yo veo a un jugador enfadado que no me saluda, pero me demuestra en cada entrenamiento y en el partido que trabaja para ser el mejor, a mí no me importa que se enfade. Yo he hecho lo mismo. Mi cabreo era siempre para comerme el campo y callarle la boca al entrenador. Los jugadores que se cabrean y no demuestran nada son en los que no puedes confiar".
Aprendió de Wenger, Guardiola, Mourinho...
Fábregas ha aprendido de algunos de los mejores entrenadores del mundo, y en esta entrevista firmada por Rubén Cañizares, hace repaso y destaca las cualidades de sus maestros: "Wenger, un profesor y un padre. Sin él no hubiera tenido la carrera que tuve. Luis, el primer entrenador que le veía en los ojos que ganar era lo más importante. Del Bosque, el saber estar, el gestionar grupos y hacerlo siempre desde la manera amable, inteligente, elegante y tranquila para hacerle ver al jugador que está decidiendo él, pero realmente está decidiendo el entrenador. Guardiola, muy obsesionado tácticamente con las estructuras y el posicionamiento de los jugadores. Mourinho, el saber jugar con la cabeza de los jugadores. Es muy top en eso."
Al banquillo del Como llegó de forma meditada y con un plan que integraba sacarse el carnet de entrenador durante los dos años de jugador del club lombardo, para después dirigir al filial y en el futuro —aunque quizá no tan pronto— el primer equipo. "Yo baso mi vida en sensaciones, en el cosquilleo en el estómago, y cuando me propusieron venir aquí, sentí eso".
En el transcurso de estos años el club italiano ha experimentado grandes cambios. "Cuando yo llegué, solo tenían dos fisios a tiempo parcial, un doctor que estaba en el entrenamiento y se iba, y los técnicos, que más o menos, hacían lo mismo. Era un club muy pequeño, pero en la Serie B. No tenían estos campos de entrenamientos que tenemos ahora, no teníamos restaurante, un gimnasio de dos plantas, un 'staff' de 50 personas, unas oficinas... Entonces era un proyecto muy interesante. Empezar de cero, trabajar, crecer y soñar. "
"Un añito más en Serie B nos hubiera venido bien"
Y soñaron tanto que ascendieron. Pero ese logro quizá tenga un punto de ascenso envenenado. "Como club no estábamos aún preparados para subir. Un añito más en Serie B nos hubiera venido bien. Han sido muchos cambios poco tiempo y cuando va todo tan rápido seguro que vas a cometer errores. Lo del año pasado fue una campaña milagrosa, y la gente cree que como estamos en la Serie A y juegas contra equipos mejores que tú, tenemos que jugar otra vez un 5-4-1. Y no es así, tenemos que mantener nuestra nueva identidad. Tenemos chicos jóvenes, que tienen que adaptarse, que algunos de ellos han tenido que tomar pastillas, y por eso traje a gente experimentada como Reina, Sergi Roberto o Belotti. Y este año es salvarse como sea, pero siempre con una identidad clara", apunta en el diario de Vocento, donde también habla de la dificultad de compatibilizar la paternidad con su profesión.
"Es muy difícil ser buen padre siendo entrenador. Me sabe mal decirlo, porque amo a mis hijos, y a mi mujer, como nada en el mundo. Somos una piña, pero casi no veo a mis hijos. Cuando estoy en casa, estoy, pero no estoy. Es un círculo muy vicioso, el del entrenador de fútbol, que consume muchas horas y energías, y al final dejas una parte muy importante de la vida que es la familia", confiesa el catalán, quien ve en su mujer imprescindible aliada. "Sabe cuándo estoy cansado y cuándo puedo dar más. Comparte mi trabajo, me ayuda, me motiva y es la que más cree en mí. Eso es una suerte increíble", reconoce Fábregas.
"Es muy difícil ser buen padre siendo entrenador"
«España Puede ganar el Mundial 2026»
El jugador y entrenador migrante no pierde ojo de lo que sucede con España: país y Selección. "Todos los países tienen sus cosas, pero en España falta un poco de sentido común. Faltan decir verdades y aplicarlas. Los políticos hablan mucho y, o no hacen nada o hacen completamente lo opuesto a lo dicho. No veo un país unido, y esto desde fuera duele", afirma.
Su pesimismo sobre su país se torna en optimismo en cuanto habla de la otra España, la vigente campeona de Europa. "Pues a diferencia del país, vi una selección unida, con chavales jóvenes y comprometidos. Todos estaban al 100%. Fabián, Lamine, Nico, Olmo y Pedri… y Líderes como Rodri, Carvajal, Morata… Y ese momento había que aprovecharlo. Yo estuve con uno de mis hijos en el España-Italia y ahí yo dije 'ostras, qué equipazo'. Pueden ganar el Mundial 2026 perfectamente", concluye Cesc Fábregas en las páginas del diario ABC.