La verdadera última oportunidad de Moha Ramos tras salir de la cárcel después de casi un mes detenido
El jugador obtuvo el tercer grado y esta mañana se ha reencontrado con sus compañeros.
Moha Ramos (Santa Cruz de Tenerife, 24 años) ha empezado hoy a ver la luz al final de un túnel al que le llevaron esposado y cuya oscuridad y escalofríos correspondientes tardarán mucho tiempo en abandonarle, y eso si lo consigue un día. El portero del Tenerife B fue detenido por un delito contra la seguridad vial el pasado 27 de julio e ingresado en la prisión de Tahíche, en Lanzarote. Este martes fue trasladado a un centro penitenciario de régimen abierto y esta mañana ha salido por primera vez para volver a entrenar. El primer paso de su última oportunidad para engancharse a la profesionalidad. E incluso más allá, a una vida ordenada.
.Hay muchos capítulos de esta historia codificados. Los últimos del portero, ex del Madrid (estuvo en dinámica de primer equipo varios meses), inferiores de la selección y Las Palmas B, entre otros, quizás nunca sean desclasificados. Recogen lo que ha vivido Moha preso, privado de su libertad por una condena de cuatro meses por un accidente de tráfico ocurrido en 2019 en el que dio positivo. Aquel castigo quedó pendiente de una nueva infracción, que acabó sucediendo en Gran Canaria años después. El caso es que la justicia, asunto difícil de entender al tratarse de una figura pública, no le localizó para comunicárselo y tuvo que ser en el descanso de un amistoso en Lanzarote, vestido de portero, como la Guardia Civil se lo llevó detenido.
Pongámonos por tanto en situación. Un chico que está disputando un partido y que acaba preso, vestido con sus guantes, siendo detenido delante de compañeros y aficionados. El traslado a la cárcel, su ingreso… El mayor shock que ha vivido en su vida. El trato de los funcionarios ha sido especialmente cuidadoso, tratándose de una pena que no tiene que ver con asuntos más graves como los reclusos con los que ha compartido prisión y que seguramente le quitaban el hipo. Drogas, delitos de sangre y violencia, sexuales… Afortunadamente su compañero de celda era un preso de apoyo que lo ha sido en toda la profundidad de la palabra.
Su defensa, personificada en su agente, Borja Arjona, al que Moha debe casi la vida, logró que el portero fuera trasladado en régimen abierto a Santa Cruz en pleno mes de agosto. Llegó el martes, pensando que podría entrar y salir con cierta libertad, pero se llevó otro palo al entrar y no poder salir hasta complementar la documentación necesaria. Esto es, demostrar su relación laboral y los horarios de trabajo para poder salir. Lo que ha sucedido esta mañana.
Su llegada a la ciudad deportiva tampoco la olvidará jamás. Fue una sorpresa para sus compañeros, que no le esperaban. Ha habido ovación, aplausos, abrazos… El cariño que ahora necesita Moha y que el club le ha mostrado en todo este tiempo. Ha estado a su lado y cuentan con él. Tendrá que regresar al centro después del fin de semana y estar en tercer grado hasta que cumpla la condena, que podría verse reducida. Cuando esté allí, en su habitación (no le gusta llamarle celda), estará recluido. Más tiempo para pensar, sumado a las tres semanas pasadas en Tahíche.
Moha se ha reincorporado a la disciplina del filial, donde le dirige Leandro Cabrera Mazinho, y donde podrá estar este último año al tener 25 años (los guardametas pueden ocupar plaza hasta esta edad). Este finde aspira a estar en el torneo Guía de Isora, sábado y domingo. Irá recuperando el tiempo perdido (o ganado, quién sabe) para volver a competir. Sabe que es su última bala, tocar fondo como nunca para coger el impulso que siempre le faltó, demasiado distraído, dilapidando oportunidades por su mal comportamiento cuando sus condiciones son las de un elegido. La historia merece ser seguida. Moha siempre fue un buen chico y ahora cuenta con todos los ingredientes para que esta historia acabe con un final feliz.