Los sacrificios de llevar un hijo al Madrid y otro al Barcelona: "Mi vida social ha sido un campo de fútbol"
Los hermanos Aranda, Antonio y Óscar, se enfrentan en el playoff entre filiales. Su padre, Antonio, cuenta a Relevo su experiencia.

Barcelona Atlètic y Real Madrid Castilla se ven las caras en un playoff de infarto por ascender a Segunda División. Los dos filiales más mediáticos del fútbol español, frente a frente, primero en el Nou Estadi y después en el Alfredo Di Stéfano, por un puesto en la categoría de plata. Un partido muy especial para todos los seguidores y sobre todo para Antonio, vecino de Huétor Vega que verá como sus dos hijos, Antonio (Barça Atletic) y Óscar (Madrid Castilla), se baten el cobre. Hablamos de la familia Aranda, para quien esta eliminatoria supone algo más que un mini Clásico.

"La relación entre los dos es genial. Escandalosa podría decir. De manera objetiva. Desde pequeños siempre han tenido una relación muy estrecha. El uno sin el otro no son nadie. Tienen caracteres diferentes, pero se quieren con locura. Son muy cariñosos y muy apegados. Muy familiares", explica el padre de ambos, a Relevo. El primero nacido en el 2000 y el segundo, en el 2002, se pasaban el día con la pelota y reconoce que sus dos chicos no le dejaban tranquilo: "Eran muy inquietos".
En esos partidos que echaban el uno contra el otro en casa, se notaba la competitividad y el talento. De ahí que decidiese apuntarlos a a fútbol cerca de casa, en el Club Deportivo Huétor Vega. En el mismo, llegaron a jugar en el mismo equipo, a pesar de que el mayor, Antonio, le saca dos años a Óscar. "Fue de niños, en benjamines o alevines. Imagina la diferencia, en esas edades en las que dos años es un mundo". No tardaron en despertar el interés del Granada.
Cada uno con su personalidad, Antonio más tranquilo y Óscar más temperamental, escalaron categorías a gran velocidad. El segundo de los hermanos, ahora en el Madrid, recibió una llamada del Málaga, cantera más importante de Andalucía en aquel momento junto a la del Sevilla. "Nuestro amigo Francesc Arnau, que en paz descanse, nos pidió llevarlo para allá. Yo no estaba de acuerdo y su madre tampoco, era muy joven, jugaba en infantil. Le decíamos que siempre había tiempo. Pero Óscar tenía claro que quería hacerlo y acabamos accediendo. Jugó dos temporadas, pero dio un bajón en los estudios y decidimos que volviese. Marcó más de 60 goles allí". Mientras tanto, su hermano Antonio crecía en el Granada, donde destacaba en prácticamente todos sus años hasta el punto de llegar a ir convocado con la selección andaluza Sub-16 con apenas 14 años.

Antonio padre recuerda su labor en aquella época, centrado primero en que sus hijos disfrutasen del fútbol y también en que no descuidarán los estudios mientras peleaban por su sueño de ser futbolista. "He estado 15 años siguiéndoles por los campos. Los fines de semana no tenía vida social. La única vida social que tenía era en un campo de fútbol", comenta.
En cadete, Óscar recibe la llamada del Real Madrid. Sobre la mesa, ofertas de diferentes equipos, pero nada como lo que le ofrecía el club blanco. Entonces comenzó su historia en Valdebebas, donde formó parte de la plantilla que ganó la primera Youth League de la historia de la entidad y ahora pelea con el Castilla por el ascenso a Segunda. Antonio, por su parte, salió algo más tarde de su querido Granada. En enero de 2020 debuta con el primer equipo en Copa mientras se luce con el filial. La temporada siguiente, repite en un nuevo partido copero, pero Barcelona y otros grandes empezaban a tentarle. Finalmente, los blaugranas lo firman y, con Xavi en el banquillo, debutó en un partido de pretemporada.

"Mi papel, lo primero, ha sido inculcarles el deporte. Ahora, intentas no regalarles el oído. Óscar me dijo una vez: 'es que nunca me has dicho que he hecho un partido perfecto'. Pero, porque siempre se puede mejorar. Y lo les digo que disfruten y que nunca sea un problema. Todavía no han llegado a nada. Mañana tendréis que ser mejores que hoy. Hay que hacer muchos sacrificios", dice Antonio sobre su trabajo como padre de dos chicos futbolistas.

Reconoce que jamás hubiese pensado que llegarían tan lejos. Confiaba en ellos, y les veía talento, pero la realidad ha superado sus expectativas. Sin embargo, lo que más feliz le pone es la relación que tiene: "Hablan todos los días y se respetan mucho. Si le preguntas a Antonio, te dice que Óscar es el mejor, y si le preguntas a Óscar, te responde lo contrario". En la eliminatoria entre filiales dejarán ese cariño y ese respeto para después de los partidos. Los dos quieren llevar a sus equipos al ascenso, mientras su padre solo quiere que jueguen y disfruten.