ELECCIONES A LA FEDERACIÓN

Una alianza que tendrá efecto electoral en Las Rozas: ProLiga y AFE avanzan con el convenio colectivo para Primera RFEF

La patronal de los clubes no profesionales y el sindicato, más colaborativos que nunca, tienen influencia en el 43,5% de los 140 miembros de la Asamblea de la Federación.

David Aganzo (AFE) y David Jiménez (ProLiga) en un acto del sindicato de futbolistas./
David Aganzo (AFE) y David Jiménez (ProLiga) en un acto del sindicato de futbolistas.
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

A la espera de conocer el dictamen del TAD y de la aprobación oficial del reglamento de la Federación por parte del CSD, para saber si se celebran sólo elecciones a la presidencia o se sigue la hoja de ruta de comicios completos, ahora lo que cuentan son los gestos. Y hay muchos, variados, novedosos e importantes. Pre-candidatos que enseñan la patita (Carlos Herrera, Eva Parera, Gerardo González...), presidentes territoriales que han sacado ya los tanques a la calle (Soteras haciendo campaña por Rocha y Gomar pidiendo que se depuren responsabilidades por el enredo actual) e instituciones claves en este proceso cuyos movimientos son capitales.

El último que puede desvelar Relevo es la confirmación de una alianza y sintonía que han ido a más con el tiempo y que pueden tener sus efectos en las urnas que se abran próximamente en Las Rozas: ProLiga y AFE avanzan a toda mecha para terminar de elaborar el convenio colectivo que quieren instaurar en Primera RFEF, la tercera categoría del fútbol nacional. De hecho, el próximo viernes la patronal de los clubes no profesionales celebrará una reunión informativa y telemática (a las 12:00 horas) para las entidades de Primera RFEF dentro de sus 300 asociados ―y también para los no afiliados a los que le pueda interesar― con la connivencia del sindicato de futbolistas liderado por David Aganzo y con el conocimiento de la propia RFEF.

Este convenio tiene en vilo a buena parte del fútbol modesto. Como en su día sucedió con la categoría femenina. La gran diferencia es que si entonces la Federación se mostró totalmente en contra a profesionalizar el futfem, ahora su posición es mucho más cercana y conciliadora. A nadie le faltan motivos para buscar un cambio necesario. Ahora mismo los 40 clubes de Primera RFEF (con 7 filiales) no tienen ningún convenio, y lo máximo que hacen cuando necesitan ampararse en la ley es refugiarse en uno vigente desde 1989 que está denunciado por haberse quedado obsoleto y que no se está aplicando ya que, entre otras cosas, la organización y terminología de las categorías ha cambiado (desapareció la 2ªB), habla del salario mínimo en pesetas y se refiere a una mili que hace muchos años que dejó de funcionar.

Por eso, ProLiga y AFE han dado un buen empujón a sus negociaciones en lo que va de 2024 con la intención de someter a consultas el borrador que ya manejan. El objetivo de ambos es obrar después en consecuencia. Sin llegar a firmar nada que no apoye una inmensa mayoría, pero también sin detenerse ante las críticas que puedan aparecer, porque aparecerán. En el boceto que ya manejan las dos instituciones, y que será compartido con los clubes esta semana antes de la cumbre del viernes, queda reflejado que este convenio colectivo entraría en vigor para la próxima temporada 2024-25, sin carácter retroactivo, y que la intención es que sirva de paraguas para los dos próximos años. Se trata de un convenio de mínimos muy sencillo, que recoge puntos tan básicos como las vacaciones, la forma de actuar ante los impagos o las bajas laborales, y que establece el salario mínimo en 20.000 euros, sin ninguna subida, tal y como lleva funcionando la categoría en las últimas tres temporadas.

Las claves del borrador

Según ha podido saber Relevo, este borrador sí contempla una casuística en la que los salarios podrían evolucionar. Es uno de los puntos que seguramente conlleve más debate con los clubes y que deberá ser explicado en esas reuniones informativas por ProLiga con la máxima transparencia y concisión. Los salarios en cuestión se podrían elevar a los 25.000 euros siempre y cuando los clubes superen los 500.00 euros de ingresos por la comercialización de los derechos televisivos o debido a que perciban otro tipo de ayudas que puedan situarles en una situación más boyante. La clave es poder hacer frente a este tipo de pagos sin arriesgar su estabilidad financiera.

Según varios clubes consultados que asistirán a la reunión del 1 de marzo, la firma de este convenio tiene algún punto negativo o al menos controvertido, como la necesidad de atar a la entidad por ley a unas exigentes normas económicas. Pero también reconocen varios aspectos buenos. Off the record, más de un presidente desliza con tacto que si se firma este acuerdo será una buena manera de poder competir en igualdad entre todos, ya que los métodos contables en toda la competición serán homogéneos, haciéndola más similar ―salvando las distancias― con los de las categorías profesionales donde hay unas mismas reglas para cada participante que les hace estar sujetos a un control económico o a los límites salariales.

De hecho, algún dirigente apunta a que este convenio podría aprovecharse en unos años como un paso previo para profesionalizar la Primera RFEF, tal y como hizo la Liga F una vez que firmó ―con mucho sufrimiento― su cuerdo colectivo para el fútbol femenino. LaLiga sería la gran beneficiada en este caso y daría su apoyo incondicional por dos motivos: porque el escalón sería más liviano para los descensos de Segunda o para los ascensos desde el fútbol amateur al profesionalismo y, sobre todo, porque este mayor equilibrio y seguridad jurídica atraería a más inversores que pudieran hacer disparar los ingresos y aumentar las posibilidades de crecimiento.

Consecuencias de la unión

Los avances en las negociaciones entre ProLiga y AFE que comenzaron hace casi un año, y en las que no ha estado Futbolistas ON, tiene más peso de lo que podría parecer. Si en tiempos de Rubiales en la Ciudad del Fútbol, las instituciones estaban muy separadas unas de otras por miedos a represalias o directamente por no entrar en una cruenta guerra que mantenía la RFEF con LaLiga y Javier Tebas, ahora esos grilletes se han soltado. Las relaciones y sinergias entre los diferentes bandos son mucho más cordiales y sanas. No hay más que comprobar cómo la propia Federación se ha borrado de los pleitos contras los clubes profesionales o cómo ahora apoya este tipo de movimientos cuando, en el Rubialismo, la RFEF intentó convertirse en patronal de la Primera RFEF más allá de un actor clave con el que se debe contar siempre.

En este caso, la sintonía que existe entre ProLiga y AFE, podría desembocar en un gran beneficio para los 40 clubes que compiten en Primera RFEF, divididos en dos grupos, y por tanto tener más que persuadidos a un buen puñado de asambleístas que tiene que votar próximamente. En concreto, ProLiga tiene ascendencia sobre 29 miembros de esa Asamblea, los clubes no profesionales, mientras que AFE tiene influencia en los 32 jugadores (7 de Primera, tres de ellos profesionales; 6 de Primera F, 3 de ellas internacionales; y los 19 no profesionales). En total, 61 miembros de 140, lo que supone el 43,5%. Los pre-candidatos lo saben bien. Por eso la petición de reuniones con David Jiménez (presidente de ProLiga) y David Aganzo (AFE) se multiplican.