Stones frustra el esfuerzo de un Arsenal con diez en un choque vibrante

El Manchester City rascó un punto en el 98' ante su gran rival en los últimos años en la Premier League, el Arsenal de Mikel Arteta. Los gunners remontaron el tempranero gol de Haaland, quién si no, con los tantos de los defensas Calafiori y Gabriel.

Antes del empate de los visitantes, la peor noticia del partido la protagonizó Rodrigo Hernández, que se fue del campo entre lágrimas con ostensible dolor en la rodilla. Guardiola y De la Fuente tiemblan a la espera de un diagnóstico definitivo que llegará en los próximos días.

Con diez, por expulsión de Trossard, los de Arteta se defendieron como pudieron en su campo y contuvieron a un City que no encontró fluidez. Ya en el 98, con John Stones de delantero centro, los citizen encontraron su premio en forma de empate.

Guardiola y Arteta, Arteta y Guardiola. El maestro se resistió con manos de hierro a que su discípulo le superara en el hogar que un día compartieron. Nada más escuchar el pitido inicial, los jugadores del City liderados por Savinho, que parece haber nacido en el Etihad por su rápida adaptación, y por Haaland asediaron sin parar la portería de David Raya.

Tras varios intentos, el extremo brasileño desbordó por la banda derecha con el desparpajo propio de un futbolista "verdeamarelho", superó a su defensor y le sirvió el balón en bandeja al "Androide" para que, con un toque preciso, traspasara la línea de gol de los gunners. Los citizens sonreían.

El partido dio un vuelco tras el forzado abandono de Rodri del terreno de juego por lesión. De tener la situación controlada y con un tanto arriba, a ser víctimas del ataque armonioso dirigido por la batuta de Mikel. Primero empató Calafiori. El joven italiano, en su primera titularidad, sorprendió a los asistentes con una zurdazo con un efecto de dentro hacia fuera imparable para Ederson.

Pero, más tarde, unos minutos tan sólo, Gabriel con un remate portentoso tras una jugada de córner, ensayada hasta la médula en la pizarra gunner, certificaba la remontada y ponía el 1-2 en el marcador para su equipo. Guardiola no se lo podía creer, el enfado en su persona era patente. Y lo bonito de este deporte, es que la tortilla se puede dar la vuelta una vez más en segundos.

La expulsión por doble amarilla de Trossard tras una falta incomprensible en el último suspiro de la primera parte convertía el segundo tiempo en un partido totalmente diferente. La hazaña de ganar en el Etihad pasaba de castaño a oscuro. La mesa de debate de los vestuarios dictaría sentencia sobre la táctica del entrenador guipuzcoano para impedir la debacle.

Ben White entraba y sacrificaba a Bukayo Saka para componer una línea de seis defensas, comandada por una un poco más adelantada de tres jugadores. La muralla estaba construida, sólo quedaba saber si se podía perpetrar. La posesión y los movimientos continuos de los citizens entre líneas producían ocasiones sin pausas y lograban adueñarse completamente de la pelota con un 91%.

Esa fue la tónica a seguir durante los segundos 45 minutos, centros, pases de lado a lado para mover a la defensa y disparos desde fuera del área constantes. Pero, apareció vestido de héroe, David Raya. Su actuación fue descomunal, paraba cualquier tipo de remate o disparo hacia los tres palos de su portería, se estaba descubriendo como la figura del encuentro.

Las caras de desesperación de la grada del Etihad por la imposibilidad de batir al portero español, contrastaban con la de sufrimiento de los aficionados del Arsenal que no veían avanzar el reloj. El guion se mantuvo, parecía que el pitido final iba a alzar los brazos de la victoria de los visitantes, pero nada más lejos de lo normal.

Stones entró en los minutos finales de delantero centro para rematar balones y tras el rechace de un disparo de Kovacic detuvo los corazones de los espectadores gunners durante un segundo para, más tarde, producir la ebullición citizen por transformar el empate en el minuto 98. Un 2-2, que a lo largo de la temporada puede ser crucial y que se le sabe a poco a los londinenses tras tener la victoria entre los dedos.