Pedro Riesco radiografía al futbolista desde el lado del agente: "Si yo lo fuera ahora, no estaría tranquilo en un bar tomando algo"
El exfutbolista lidera la agencia de representación RR junto a René Ramos, quienes tratan de guiar el presente y futuro de varios jóvenes y del propio Sergio.
Pedro Riesco (Madrid, 25-10-1969) nació, creció y soñó en clave Vallecas. Tras su debut en el Rayo, pasó al Deportivo y luego al Alavés, entre otros. Desde que colgó las botas se dedica a la representación de jugadores, y lo hace junto a René Ramos, hermano del excapitán del Real Madrid, conocedores de los entresijos de lo que fue su salida.
Riesco recibe a Relevo en las oficinas de la agencia RR, repleta de fotos de Sergio levantando títulos, de otros de sus representados, y sobre todo muchos recuerdos de sus años sobre el verde. Su experiencia en vestuarios de Primera y Segunda le otorga un gran conocimiento de cómo es el futbolista, qué necesita y cómo manejarlo de la mejor manera. A pesar de ser otros tiempos, y de los nuevos peligros con los que debe convivir el jugador, insiste en que conserva su lado más genuino: "El futbolista es el más noble en todo esto, y los vestuarios son mucho más sanos de lo que se cree". Pedro profundiza en ello, mientras observa con nostalgia las decenas de camisetas que conserva, suyas y de las que intercambió durante los casi 15 años que se desarrolló en el fútbol profesional.
Si te hablo de fútbol...
Me hablas del barrio, jugaba en una placita que había detrás del campo de Vallecas. Aquel fútbol hasta los 17 años que entré en el Rayo. A mi padre no le gustaba el fútbol y hasta esa edad no me dejo ir a probar, hasta que no aprobara el Bachillerato. A partir de ahí todo fue muy rápido.
¿Pudiste mantener los pies en la tierra o se te fue la cabeza en algún momento?
Es cierto que es un proceso que pasa muy rápido, pasas de cero a 100, de jugar por afición a en dos años ganando un dinero que no lo gana nadie de tu familia, menos con veinte años, así que no es fácil de asimilar. Recuerdo que tenía mis caprichos, un coche por ejemplo, pero nunca tuve esa sensación de que se me fuese la cabeza. No se me fue la cabeza, pero no vives la realidad con los pies en el suelo.
¿Cometiste muchos errores?
Claro, sobre todo por carácter, como lo de enfadarme con entrenadores, como con Mané, que tuve un encontronazo. Era una etapa personal no apropiada para mí, fue en Albacete, pensaba que iba a ser titular, me sacó en la segunda parte y al minuto de estar en el campo me gritó. Le mandé a tomar por culo. Me puso la cruz, claro, aunque luego le pedí disculpas. Creo que, si no hubiera tenido ese genio, de no decirles todo lo que pensábamos, me hubiera ido mejor, aunque Camacho por ejemplo aceptaba siempre que le dijéramos lo que pensábamos.
¿Cómo era entrar en el despacho de Toshack?
Imponía, era muy alto, venía de estar con Benito Floro, que era top. Me quedaba un año de contrato y Toshack nos tenía entrenando apartados, y un día nos dijo que no fuéramos a entrenar por la tarde. Fui a su despacho a decirle que iba a ir. Se lo tomó bien. Era un tipo peculiar, le gustaba más el golf que el futbol.
¿Los jugadores piden la cabeza de los entrenadores?
Sí, claro, aunque yo salvé la cabeza de entrenador del Terrassa como capitán, pero todos en grupo siempre se raja, va por edad. Empecé a entender la dificultad del trabajo de entrenador rozando los 30 años. Tienes a 25 tíos que cada mañana en el vestuario te hacen un análisis clínico. Los dirigentes van a hablar con los capitanes, los que tienen más peso, pero es raro que motu proprio los futbolistas vayan a pedir la destitución de un entrenador, sino es más común el sondeo que hacen desde el club. También hay veces que los jugadores salvan al entrenador.
¿Qué compañero marcaba la gran diferencia?
Bebeto, era excepcional, no le hacía falta entrenar mucho y tampoco le gustaba demasiado, era un superdotado en la finalización, eléctrico, con olfato… Coincidir con gente así te hace mejor. Llegó Rivaldo, estuve con él en la pretemporada. Ahí cuando le vi dije 'hostia'...
¿Tu mejor recuerdo fue el gol al Real Madrid con el Alavés en el Bernabéu, dejándolo fuera de la Copa?
Es un buen recuerdo por lo que significó, eliminar al Madrid, pero el mejor fue ascender a Primera con el Rayo. Yo era de Vallecas, vivía enfrente era socio desde los 7 años…
¿Qué tiene distinto el Rayo?
La masa social que tiene detrás, que aunque no sea mucho, representa al barrio. Esté en la categoría que esté, arrastra a miles de personas. En el campo no pitan a sus jugadores ganen o pierdan. Que el estadio esté ahí también le hace más peculiar, no hay nadie que transmita lo que el Rayo y que nadie simpatice con él.
¿Cómo surgió lo de la representación?
Cuando me retiro en Terrasa ya había hecho curso de entrenador, de dirección en la escuela de Cruyff, me ofrecieron quedarme de director de fútbol base y, a los dos años, tuve la inquietud de volver a Madrid, me había marchado con 23 años. Ya me interesaba lo de ser agente, me formé y en el curso conocí a René, era el 2004. Él estaba empezando con su hermano, Sergio firmó ese verano por el Madrid.
¿Tanto influye al futbolista tener un buen agente?
Sí, porque ahora es más visible. Trabajé con Toldrá y con Ginés Carvajal cuando era jugador, no había redes sociales y no se les ponía tanto en el mapa. Eran diez agentes en mi época, no había la competencia feroz actual, ni los fondos de inversión. Somos muy cercanos al jugador, por convicción, estamos muy pendientes de ellos, en lo personal y en lo profesional.
¿Cómo es el día a día de un agente cuando no hay una ventana de traspasos abierta?
Seguimos trabajando en la captación y la fidelización. Estar al día de todo lo que les pasa. Esto es 24/7, en cualquier momento puede haber una lesión, se convierten en papás, pueden tener algún problema, te apetece ir a verles, tanto si juegan en España como en el extranjero. Es un vínculo muy familiar. Luego ya si rinde bien, pues influirá en su contrato.
¿Qué es lo más difícil del vínculo representante-futbolista?
Ganarte su confianza, si tienes empatía y cierto nivel de inteligencia emocional, sobre todo corazón, te lo acabas ganando. Cuando eres joven necesitas poder tener a alguien a quien le cuentas lo que no hablas ni con tu padre.
¿Es muy desconfiado el futbolista?
En la etapa actual sí, en la mía no. Había más transparencia con los medios, había más acercamiento con la gente, yo me he llegado a hacer fotos con un periodista remando en las barcas del Retiro, me he vestido de militar para subirme en un F17, de vaquero… Los reportajes que se hacían antes eran increíbles. El móvil ha hecho mucho daño, yo si fuera futbolista ahora no confiaría en nada, por ejemplo no podría estar tranquilo en un bar tomando algo.
¿Les advertís de ese peligro?
Hablamos mucho de ello, la mayoría es consciente, pero es como con mis hijos adolescentes, que están muchas horas fuera de casa y no puedes controlar todo lo que hacen. Hay que darles herramientas, consejos, pero luego son ellos los que eligen. Depende de los entornos que tengan, intentamos que tengan un entorno sano, de buenas personas.
¿Entre lo más difícil está lo de tratar con su entorno?
El futbolista de élite siempre tiene gente alrededor para intentar aprovecharse. No es que no suela tenerla, sino que tiene que ver mucho con la edad. La edad media de llegar a la élite es de 22 años, es normal que se cometan errores, aunque tengas un entorno apropiado. Con quién te juntes en el vestuario, eso también es una universidad.
¿Habéis dejado de formalizar un contrato con algún futbolista por su mal entorno?
Sí, no es que no hayamos firmado, es que hemos roto alguno por comportamientos inapropiados de su entorno. Ha habido veces que te han pedido dinero por firmar a su hijo, tratándole como mercancía. El jugador ya no es que sea considerado como mercancía, tiene ciertos clichés, pero el futbolista por naturaleza es noble 100%.
Asistir a terapia, ¿lo recomendáis en la agencia?
Por supuesto, tenemos un gabinete de psicología desde el principio, creo que somos pioneros. Como jugador empecé muy joven en el Albacete con Benito Floro. Tenía 25 años y la flecha fue hacia arriba, se lo recomiendo a todo el mundo, no sólo al futbolista. Hace 30 años, Emilio, el psicólogo, además de las sesiones grupales, te cogía un día para hablar de forma individual.
¿Sergio Ramos también la ha necesitado?
A nivel mental, ha sido un privilegiado. La figura de René siempre ha sido donde buscar ese remanso de equilibrio, casi como un psicólogo. Tener a alguien tan cerca, tienes mucho ganado.
¿Cómo os compenetráis René Ramos y tú?
Somos muy dinámicos, pero nos conocemos tanto… Por la mañana, cuando nos vemos en la agencia, ya sabemos si hemos tenido un buen inicio de día. Sabes cuando uno necesita más cariño, siempre tratamos de equilibrarnos, nuestro día a día es muy rápido. Creo que por edad, en momentos determinados la impulsividad que tenía antes ya no la tengo, y si la tiene él, le digo, espera. O viceversa. Nos sale casi por inercia.
¿Qué te gustaría tener de las cualidades de René como agente?
La osadía, no tiene reparo ninguno. Sea el día que sea, plantear cualquier propuesta, ir hacia adelante, me gana en la positividad. Tiene una intuición muy latente. Es una osadía controlada. Destaco su arrojo, y normalmente lo consigue porque es muy obstinado.
¿Si le pregunto a él qué crees que me diría de ti?
No lo sé… Pero siempre dice que me envidia por no haber sido futbolista profesional.
¿Cómo vivisteis la marcha de Ramos?
Pasó todo tan rápido… Era una situación que tarde o temprano se podía dar, todo tiene un principio y un final, aunque sea un topicazo. Creo que fue más natural de lo que se proyectó fuera. Era una situación muy especial porque salió siendo leyenda.
¿Lo que más necesita el futbolista es cariño?
Necesita mucha estabilidad emocional, y en eso juega un papel muy importante el entorno. Le pasa a cualquier deportista de élite. Si tienes un desorden en esa estructura, lo tienes complicado. Es ahí cuando la fama te puede devorar.
Después de haber estado en varios vestuarios, ¿crees que es más latente la homosexualidad en el fútbol masculino de la que se ve?
Cuantitativamente no lo sé, pero más de lo que se ve de puertas hacia fuera, seguro que sí.
Si un futbolista de vuestra agencia os reconociera su homosexualidad, ¿cómo reaccionarías?
Reaccionaríamos con un apoyo al 200%, sería un ejemplo brutal.
¿Es el fútbol masculino un espacio preparado para la homosexualidad?
Actualmente sí, en mi época era un tabú, en los vestuarios se hablaba, tampoco existía la exposición de ahora, ni tenían las ayudas ni apoyos de ahora. Ahora lo tienen más fácil, hay más aceptación, nuestro apoyo surgiría de la forma más natural posible, aunque sea una noticia extraordinaria.
¿Has podido conocer a algún compañero que haya callado su homosexualidad?
Conocerlo no, intuirlo sí. Es algo que ha existido, existe y existirá, pero hasta ahora se han callado por miedo.
¿Y el vestuario cómo lo hubiera tomado si lo hubiera hecho público?
Todos los vestuarios en lo que he estado han sido todos maravillosos y es otro de los espacios desconocidos. Justamente ahí si algún compañero lo reconociera, se cierran y se apoya. El grupo humano de un vestuario es mucho más sano de lo que la gente se cree.