Ivan de la Peña, el genio que lo tuvo todo para ser "el mejor de su época", entre el Barça y el Espanyol: "Pero están las lesiones y su generosidad…"
El Barça-Espanyol evoca a 'Lo Pelat', el mejor socio de Ronaldo y de Tamudo, el mediapunta que querían todos los delanteros.
Dentro de la nómina de jugadores por los que merece la pena pagar una entrada existe un genio apodado Lo Pelat que fue el mejor socio de Ronaldo Nazario en el Barcelona y después de Raúl Tamudo en el Espanyol, al que cualquier delantero lo escogería en su equipo y que poseía una cualidad que para muchos de los que han jugado con él era inimitable. Y quizás no vean nunca más. Él es Iván de la Peña (Santander, 1976), que una vez retirado se pateó los campos de fútbol base en busca de talentos como Adrià Bernabé, Eric García y después Gavi, incluso Lamine Yamal, aunque ahora el reciente Trofeo Kopa está en manos de la superagencia de Jorge Mendes. Para los nacidos antes de los 90, seguramente revivirán en este artículo y con todos los testimonios las líneas imposibles que De la Peña era capaz de trazar en un campo de fútbol. Los de la Generación Z descubrirán un talento digno de llenar una carpeta en Youtube con sus mejores jugadas.
Explica Paco Seirulo, expreparador físico del FC Barcelona, que cuando iba de vacaciones a Santander y visitaba a Pin Peñucas, que tiene un restaurante, este le prestaba a su hijo Iván para que se lo llevara a entrenar a la playa. Era insaciable y era un devoto del fútbol, que llamó la atención por su manera de jugar y de cadete llegó a La Masia. Y ascendió rápidamente al filial. Uno de sus primeros compañeros fue Jordi Cruyff, con el que luego coincidiría también en el Espanyol. No podía tener mejor anfitrión que el hijo de Johan. "Era mayor y él era muy tímido. Lo acogimos bien. Te lo pasabas bien jugando con él, hacía jugar al equipo, disfrutabas", dijo a Relevo. Y, claro, De la Peña se convirtió en el líder de la Quinta del Mini que justó después ascendió al primer equipo. Y Lo Pelat, por su juego, su talento y su aspecto, se convirtió en el símbolo. "Con balón era espectacular, inventaba el pase que solo veía él. En el área veía la portería, ponía el ojo y ponía el balón. Metía goles", añade.
Y tenía razón Jordi, porque el mejor año goleador fue ese primero con Cruyff, con siete tantos. "Era tremendamente fácil jugar con él, porque generaba complicidades dentro y fuera del campo", asegura Juan Carlos Moreno, miembro actualmente del staff técnico del Girona FC, extremo de la llamada Quinta del Mini, que compartió crecimiento con Iván en la cantera del Barça desde cadetes hasta jugar en el Camp Nou a las órdenes de Johan Cruyff. Admite que por calidad a él le costó competir con los Quique Álvarez, Celades, Cruyff, Roger, Óscar, Velamazán ... así que aportó su calidad: "Yo era rápido y buscaba espacios y el calvo los veía todos. Y te la ponía como nadie. Lo de Iván era extraordinario, porque su cabeza iba tan rápido como su pie, así que claro, cuando llegó al primer equipo y se encontró con Ronaldo... Ronaldo no era yo, era otro nivel", admite.
"Yo era rápido y busca los espacios y el 'calvo, los veía todos"
Exjugador del BarçaTal vez no por calidad, pero por humanidad, Juan Carlos es mucho, fue mucho y lo sigue siendo. Lo suficiente para reconocer la grandeza del cántabro pese a que era "tímido, introvertido, a veces incluso podía parecer un poco inseguro tan lejos de su familia, pero siempre fue agradecido, se dejaba arropar y sabía quien era su gente y nunca tuvo dudas, por eso vivíamos en un grupo muy cercano, pese a ser tan jóvenes. Lo cierto es que éramos muy de nosotros y lo pasamos bien. Fuera y dentro. Fueron años bonitos que recuerdo con agrado cuando pienso en él y en los que formamos aquellos años", resume.
Luego llegó Ronaldo, como dice Moreno, y los goles tenían otros nombres, pero no los pases imposibles que tanto aplaudía el brasileño. "El fútbol está triste. Todos echaremos de menos sus fantásticos pases milimétricos", dijo el propio Ronaldo cuando en 2011 se retiró Lo Pelat, con una carrera a su espalda en Lazio y Marsella, con lesiones y momentos discontinuos, pero que luego se engrandeció en el Espanyol, el club donde "ofreció su mejor versión", para Ángel Morales, y le llevó entre otras cosas a ganar una Copa del Rey, a una final de la Copa UEFA y a ser internacional.
Del «mirlo blanco» al «el tren que pasa a las cinco pasa a las cinco»
En el verano de 2002 Iván de la Peña acumulaba cuatro años sin demasiados minutos en la Lazio, en Marsella e incluso en una segunda etapa en el Barcelona. Ante todo quería volver a reencontrarse en la ciudad que le acogió con 15 años y el Espanyol se interesó por él en el nuevo proyecto liderado por Juande Ramos. "Estamos a la espera de un mirlo blanco", dijo el andaluz, que a los pocos días se alegró al ver la llegada de Iván de la Peña. Pero por poco tiempo, porque un mes después lo echaron. Aquel Iván, que recibió a Javier Clemente de técnico, era alguien "introvertido y cerrado".
"Era magia. Dentro del campo no hace falta decir mucho. Y como persona igual, a pesar de su carcasa, seguro que se la tuvo que trabajar con las expectativas que se creó al principio. Tardamos bastante en descurbrirlo. No acabó de ser él. Se refugió en sus excompañeros de La Masia, Óscar, Roger y Velamazán. En los que conocía", explica Morales. De la Peña hizo esfuerzos por fichar: "Hay cosas de Iván que no se saben. Cuando viene en la 2002-03 con Juande, casi lo hizo sin cobrar o al menos era el que menos de la plantilla. Él quería estar en Barcelona. No se le renovó el contrato. Fue cuando Dani Sánchez Llibre dijo aquello de 'el tren de las cinco pasa a las cinco'".
Aquello fue "una perdida increíble" para el Espanyol. Y se notó en la siguiente campaña. De nuevo, el club echó a Javier Clemente. Y luego a Ramon Moya. Llegó Luis Fernández con Cristóbal Parralo como director deportivo y, en la primera reunión, Collet les recordó que De la Peña estaba sin equipo. "Que venga mañana a entrenar", le dijeron. Y, de nuevo, "su ficha era muy baja". Morales recuerda el regreso del cántabro. "Estábamos en un entrenamiento y lo vimos aparecer por el túnel de Montjuïc. La alegría fue tremenda. Ahí se abrió y empezó a relacionarse más conmigo, con Tamudo, Pochettino... Pudimos disfrutar del Iván auténtico".
«Aquí se le vio liberado, pudo mostrar todo su fútbol»
Y fue ahí, en ese contexto, en el que el equipo se adecuó a Iván de la Peña y el mediapunta pudo explotar sus virtudes, que eran muchas, y sus compañeros disfrutar y poder contarle a sus hijos las cosas inimaginables que hacía Lo Pelat. "De talento en el último pase no ha habido nadie como él. Era un juego de riesgo, porque de todos los pases quizás entraban un porcentaje bajo, pero te dejaba solo ante el portero. Ha sido inimitable. Me costaría ver alguien de más talento en ese pase en la historia del fútbol. Ni Maradona ni Messi", explica Moisés Hurtado, que fue su guardapesladas especialmente en las campañas de Ernesto Valverde en el banquillo, de 2006 a 2008.
Para Morales, el Espanyol le dio lo que De la Peña necesitaba: "Le encontramos la posición de mediapunta con dos mediocentros por debajo. Se le puso algo atrás, pero creo que se demostró que es mejor delante buscando a Tamudo. Aquí se vio a alguien liberado, que pudo mostrar todo que no pudo en Barça, Lazio, Marsella...". También estaba en aquel equipo, justo a su llegada, Jordi Cruyff, que conocía la explosión del Iván del Barça y el asentamiento en el Espanyol. "Cuando le marcabas el desmarque te veía, te la iba a intentar dar. El talento era espectacular. Defendía posicionalmente, pero cuando robabas, él estará libre para recibir y generar el ataque. Veía el pase antes que tú, sabía lo que ibas a hacer. Ganaba ese segundo".
Madera de entrenador: «En cada entrenamiento te corregía, lo veía»
Pese a su carácter introvertido, De la Peña se fue abriendo poco a poco hasta convertirse en un capitán en el Espanyol. Y en un ejemplo para los jóvenes aunque "cuando no tenía el día, mejor no hablarle". Pero eso no ocurría demasiado, y los jóvenes guardan un gran recuerdo de su compañero. "Era el jugador que más me sorprendía. Yo jugaba por dentro y estar con él era disfrutar. Cuando metía un pase filtrado, yo alucinaba, decía 'pero si no había hueco'. Era muy cercano con los de la cantera. Él te hablaba, y no tenía por qué, pero te ayudaba", relata Julián López de Lerma, a quien también las lesiones apartaron muy joven de la élite.
También disfrutó de esas enseñanzas Javi López, quien coincidió ya con el último De la Peña, el que encadenó las lesiones que le macharon los aductores o la pubalgia, pero seguía ayudando a sus compañeros a que vieran mejor el juego. "En los entrenamientos siempre tenía detalles técnicos o tácticos para decirte. Me hizo una corrección el principio, me decía 'si le das el balón y acortas el espacio le reduces opciones. Dásela y dale opción de pase. No le cierres el espacio. Nunca lo olvidé", recuerda el jugador ahora del Adelaide de Australia.
Iván de la Peña jugó 409 partidos y oficialmente dio 32 asistencias directas de gol, pero hoy en día, donde las estadísticas se miden en otros valores, se le daría más magnitud a todo lo que creaban sus jugadas. Mayoritariamente su pase era el penúltimo, el que desencadenaba todo el ataque. "¿Un compañero? Iván de la Peña", responde siempre Tamudo, quien más se aprovechó de su talento. "Le gustaba más pasar que lanzar, y quizás le restaba el aspecto defensivo y tener continuidad o mentalidad. Ser algo más sacrificado, pero los genios tienen eso. Y él ha sido un genio. Y una persona con carácter de genio, muy buena persona pero a veces algo introvertido, que se encerraba, pero va con esa genialidad", lo define Moisés Hurtado.
El adiós ante el Sevilla y esa frase en la ducha sobre su hijo
Más allá de lo futbolístico, Iván fue capitán del Espanyol en una época en la que la economía flaqueaba. "A nivel de gestión fue de los capitanes que más me ayudó. Teníamos problemas económicos y siempre estaba dispuesto a ayudar. Los dos últimos años tuvo lesiones y nos ayudó económicamente a cobrar la ficha. Es de agradecer", recuerda Collet. De la Peña se pasaba buena parte de los entrenamientos sentado encima de un balón en el mediocampo junto a Pochettino. Apenas podría entrenarse con continuidad. Y ese último día llegó.
El 19 de mayo de 2011 se despidió en el auditorio del RCDE Stadium. Presencia multitudinaria y sollozos de un Iván de la Peña con la voz rota. "No pensaba que me iban a querer tanto", dijo. "El último partido lo juega contra el Sevilla en casa. Y recuerdo que lo intentaba buscar. Desde que entró solo quería dársela. Creo que Sergio Sánchez cortó uno de esos pases que nadie vio, solo él, pero cerró bien porque lo conocía: ese pase típico de De la Peña, fuerte, seco, raso, mirando a la grada...", explica Javi López. Iván acabó a hombros, pero seguramente no lo disfrutó del todo: "No le gustaba ser el centro de atención".
La idea ya le rondaba por la cabeza, como lo explicó en una anécdota que no olvida el propio Javi López y que con el tiempo entendió: "Recuerdo algo que en su momento no lo entendí. En la ducha nos dijo que su hijo le dijo 'papá te quiero mucho'. Nos dijo que fue un día en el sofá, y para mí eso... es lo mejor de mi vida. Era una persona muy sentimental. Quizás lo veías con estrella, pero en el vestuario era sensible". Y sobre el césped, "un fenómeno" o "un genio inimitable". O, como decía Laureano Ruiz, quien empezó a entrenarlo en Santander y advirtió al Barça cuando el Madrid a través de Paco Gento quiso ficharle "tenía que haber sido el mejor jugador de su época. Pero están las lesiones. Y su generosidad. Su obsesión fue dar los pases, y no marcar". Un genio. Lo Pelat.