OPINIÓN

De Paul, para el Atlético ser cuarto nunca puede ser una gran temporada

De Paul celebra su gol al Athletic. /EP
De Paul celebra su gol al Athletic. EP

A falta de un partido doméstico que echarse a los ojos en la semana que acaba, el 'atleticismo', herido una vez más en su corazón por la patética derrota de Vitoria, tuvo que escuchar cómo a un miembro de su plantilla, campeón del mundo para más señas, Rodrigo de Paul, en la entrega de los premios Laureus, sobre la alfombra roja, no se le ocurrió otra gansada que definir la campaña de su equipo como positiva. "En líneas generales ha sido una gran temporada para al Atlético". Y se quedó tan ancho, ganándose, por supuesto, la indignación generalizada del aficionado rojiblanco que cada vez se siente más desilusionado con lo que, futbolísticamente, ofrece su equipo. Incluso cuando gana y se medio asegura la próxima Champions, como ocurrió ante el Athletic.

Luchar por el cuarto puesto en la Liga; despedirse del título en el mes de noviembre; caer eliminado de la forma que lo hizo en San Mamés en las semifinales coperas y despedirse de la Champions con el papelón de Dortmund, todo junto concatenado y encadenado, no puede calificarse como una gran temporada. Alguien le debería informar al argentino que su club es el 15º presupuesto europeo y que la plantilla armada a las órdenes de Simeone debería tener exigencias de mayor calado.

Gane, como hace habitualmente en el Metropolitano; o pierda, como fuera de casa repite con asiduidad, los de Simeone andan con el gancho en todas las facetas del juego. Lo de menos es cómo transcurra el partido. Que se ponga por delante en el marcador, como ante el Athletic, o tenga que tirar al final de la heroica porque tiene que remontar. Su encefalograma tiene picos mínimos. Le falta continuidad. Se mueve a impulsos. Una aparición de Griezmann; un pase de Koke; una cabalgada de Lino o Llorente, que esta vez compartieron la banda izquierda durante una hora de partido; el oportunismo de Correa, que nunca defrauda...

Desde que ganara la Liga 2020-21 con aquella primorosa primera vuelta, el técnico argentino está convencido de que la ocupación de los espacios a la que se tiene que ajustar sus hombres ya no pasa nunca más por una línea defensiva de cuatro hombres, como había utilizado en los años anteriores, sino por una zaga de tres centrales y dos laterales que parten de una posición intermedia, pero casi siempre terminan colocándose donde el contrario les pone, no donde ellos quieran. Desde fuera la sensación es que el equipo no termina de estar cómodo en el ese modelo táctico.

En cuanto los rojiblancos se ponen por delante, repliegue a su campo al canto. Uno de los dos teóricos delanteros se convierte en centrocampista y arriba, en el círculo central, toca el Robinson Crusoe de turno. ¡Cómo Griezman, que en esta ocasión era el teórico jugador más adelantado, no iba a temporizar y echar el balón hacia atrás cuando corría al contraataque en la jugada que terminó con gol en la portería de Oblak! El francés se tuvo que frenar. Por delante solo tenía a Correa rodeado de cuatro defensas contrarios. Luego, cierto es que se equivocó en el pase retrasado, pero ese error es producto de lo lejos del área contraria que el equipo se coloca. Alejar a Griezmann del eje del juego para convertirle en el jugador más adelantado no se antoja la mejor maniobra. De hecho, siempre que ocupa posiciones más intermedias el equipo multiplica sus ideas y sus acciones de ataque.

Sea como fuere, a lo Simeone, parece que al Atlético le va a dar para ser cuarto y conseguir el objetivo que según el técnico le exige el club: clasificarse para la Champions. Su principal enemigo directo para ese cuarto puesto, el Athletic, se quedó subido en la gabarra y no ha bajado todavía.