La fiebre por comprar pantalones llega al fútbol: una tormenta perfecta que le puede llevar a ser la nueva camiseta
Moda, economía y diseño crean la tormenta perfecta para hacer realidad una idea descabellada.
En 2024, el futbolista de élite tiene social media manager que edita, revisa y publica en sus redes sociales. Llega al estadio con necessaire Luis Vuitton de 1000€ y auriculares BAPE de 800€ y se desplaza en avión privado junto a su familia y al inevitable entorno. En otras palabras, lo tiene todo. Y sin embargo, de tanto en tanto aparece una imagen que nos reconcilia (un poco) con el fútbol-negocio. Un jugador descansa en el sofá o se relaja en una barbacoa de jardín vestido como lo estaríamos nosotros: con un cómodo y funcional pantalón de fútbol. Obtiene puntos extra si no es de su equipo o selección, porque nos permite fantasear con un intercambio pospartido. De un tiempo a esta parte, los pantalones ganan popularidad y se postulan como el accesorio del futuro. ¿Tanto como para sustituir a la sagrada camiseta? Moda, economía y diseño han creado la tormenta perfecta para que el sorpasso no sea una idea tan descabellada.
Dos tendencias simultáneas refuerzan el crecimiento silencioso de un producto cada vez más apetecible: la irrupción de un código de vestimenta conocido como athleisure (la combinación de lo atlético con el ocio) y la evolución del calzado de calle, que hoy está claramente contaminado por el imaginario futbolero. Por eso, cada vez más gente incorpora prendas técnicas a su vestuario del día a día. Cada vez más gente se mira al espejo y siente que un pantalón de fútbol completa su look a la perfección.
La epifanía de este movimiento se produjo en 2020. Durante la Fashion Week (semana de la moda) de Londres, la célebre diseñadora Wales Bonner presentó su colaboración con adidas, una refrescante interpretación de las zapatillas Samba ¡con lengüeta! que deleitó a los aficionados al deporte rey. Lanzamientos posteriores confirmaron que el pantalón corto adoptaba una estética cada vez más futbolera, coherente con el footwear (calzado) de moda. La fusión pareció completarse en 2023, cuando adidas comercializó pantalones de juego con bolsillo, algo que Nike ha introducido progresivamente en clubes y selecciones (en versión de entrenamiento). Volviendo a adidas, no es casualidad que sus modelos punteros, Samba y Gazelle, fuesen en origen una bota de fútbol indoor y se hayan convertido a todos los efectos en streetwear (ropa de calle). Ambas zapatillas, denominadas terrace shoes en referencia a la grada de un campo de fútbol, reportan 1.500 millones de euros anuales a la casa alemana, el 7% de sus ganancias globales.
De la sombra al primer plano
Paradójicamente, los pantalones cortos se están beneficiando del boom de las camisetas. Recordemos que se puede morir de éxito. De hecho, el devenir de las equipaciones genera desgaste en el consumidor, una herida acaso imposible de curar. Influyen el número indiscriminado de lanzamientos y el precio de las casacas, convertidas ya en artículos de lujo de 150€ en su versión de alta gama (la que las marcas quieren que compremos). En ese contexto, aunque sea por pura comparación, un short de 45-50€ es más atractivo y amortizable. Para el fundador de la marca scenes.ny Lucas Capozzi-Shanks, "los pantalones de fútbol son cada vez más populares porque se incorporan a la vestimenta diaria con mayor facilidad" respecto a una camiseta.
Otro motivo para entender el auge del pantalón es la nueva prudencia al diseñar equipaciones. Sin llegar al minimalismo de principios de siglo, el mercado lleva dos temporadas bajando del volumen de sus creaciones, especialmente en los modelos de la camiseta titular. Esta sobriedad en la parte superior de la indumentaria permite subrayar elementos visuales a través de la eterna olvidada, una parte inferior que hoy complementa o incluso protagoniza conceptos.
Nike x Jordan x PSG inauguraron simbólicamente esta era de mayor búsqueda de equilibrio. En 2021, vaciaron la camiseta local—sin franja Hecther, para desesperación de su hinchada—y obligaron al espectador a posar sus ojos en el fantástico pantalón que rendía explícito homenaje a los Chicago Bulls. Para el curso 2021-22, las marcas dedicaron pinceladas al pantalón que no tuvieron demasiada continuidad en años sucesivos. Hubo probaturas sin éxito, como el modelo bicolor de Nike x FC Barcelona que añadía demasiada confusión a una camiseta ya compleja, y otras muy acertadas, como las gráficas de Puma x Borussia Mönchengladbach a juego con los hombros de la camiseta.
En la primavera de 2024 llegaría otro cambio significativo. Adidas colocó el pantalón en el centro de su nueva plantilla, dando continuidad a la silueta del renovado y criticado Teamgeist a través de un bloque que conecta la parte superior e inferior de la indumentaria. La perspectiva lateral ensalza las curvas complementarias (de pantalón a camiseta y de frontal a parte trasera) y subraya un diseño que transmite dinamismo y velocidad sobre el campo. En tiempos de templates (plantillas), el trato que recibe cada equipo o selección marca la diferencia. Los conjuntos con un bloque único (España, Escocia o Juventus, entre otros) brillan menos que los uniformes con detalles en el pantalón (Alemania, Argentina visitante o Gales, entre otros). También Nike sacrificó la parte superior de la equipación de Estados Unidos, una camiseta ligeramente anodina, para poner el foco sobre los pantalones, que completan y rematan una de las propuestas más interesantes del lote de federaciones. La camiseta y el pantalón, obligados a entenderse.
Eurocopa, Copa América y sobre todo unos Juegos Olímpicos con restricciones en cuanto a la inclusión de elementos de marca han puesto el pantalón en el escaparate global. La gráfica efecto llamarada de Alemania o la albiceleste prolongada hasta el pantalón en la suplente de Argentina son algunos de los mejores movimientos que ha realizado adidas últimamente (más allá de reciclar chaquetas de hace 30 años). Los pantalones rompedores de Nigeria, Estados Unidos, Chelsea o Inter demuestran que también Nike diseña con el tren inferior en mente. Los pantalones gozan de muy buena salud.
Según Transparency Market Research, la industria del merchandise relacionado con el fútbol tiene un valor aproximado de 11.000 millones de dólares (unos 9.900 millones de euros). Entre 2024 y 2034, se estima que el sector crezca un 5.8% hasta la mareante cifra de 20.300 millones de dólares (unos 18.200 millones de euros). Normalmente, el análisis se centra en las ventas de camisetas, con las botas de fútbol como producto secundario. Lo cierto es que el pantalón ha ganado peso, atractivo e importancia económica en los últimos años. Tenemos deberes: considerarlo una opción viable al comprar ropa deportiva y no olvidarnos de él al emitir un juicio sobre una equipación. Si ignoramos unos shorts, nos estamos quedando cortos.