La España de Fabián tira de épica para borrar una torpeza y golear en el barro

Ginebra (Suiza).- Las mejores historias se construyen en días insospechados. A la España campeona, una Selección que juega como los ángeles y dejó maravillado al mundo en la Eurocopa, le bastaron una noche gris, un patatal indigno y un partido perezoso en la Nations League para demostrar que es el equipo más completo del planeta: desplegó un fútbol arrollador durante 15 minutos, se colocó 0-2 en Suiza y desde el 20', cuando Le Normand se autoexpulsó, regaló una lección de oficio y de cómo mantener un resultado favorable con uno menos. Amdouni recortó distancias en el 41' y, cuando los helvéticos apretaban, Fabián y Ferran mataron el choque a la contra.

La victoria es más importante de lo que parece, en la forma (la Roja recuperó el brillo que perdió en Belgrado) y en el fondo (allana el pase a los cuartos de final), y dejó el triunfo de no lamentar ninguna lesión pese al estado del tapete. Lamine mereció el MVP, Fabián recobró el lustre de Alemania, Joselu se reivindicó y Ferran recordó que vive en idilio permanente con el gol.

La primera parte no permitió quitar ojo del césped. Tuvo de todo (tantos, polémica, una roja y disparos a la madera) y la primera en golpear fue España: Lamine, en el minuto tres, se inventó su enésima acción de genio para zigzaguear por la derecha, burlar a su par y colocar un centro medido a la cabeza de Joselu, que no tuvo ni que saltar para marcar el 0-1. Yamal, que festejaba el aniversario de su debut, volvió a recordar que su genialidad precoz no admite comparaciones ni con Messi; Joselu, testimonial en los últimos tiempos con la Selección, aprovechó el voto de confianza de De la Fuente (le dedicó el gol con un emotivo abrazo y un toque en la calva) y pide quedarse pese a jugar ahora en una liga de tercera categoría como Catar.

España maravilló en ese arranque, ante el que no cupo un pero. Los extremos percutieron cual cuchillos, los medios circularon la pelota con el triple de velocidad que en Serbia y Carvajal demostró que es un portento. Fue la Roja de la Euro. Y, para deleite de los 2.000 españoles que se dieron cita en Ginebra y se hicieron notar más que los 20.000 locales, certificó el 0-2 en el 13', cuando Fabián aprovechó un rechace a tiro del mejorado Nico Williams para enviar el balón a la red.

Cuando la mente ya se desviaba hacia una victoria plácida, un escenario ideal para repartir descansos, ahorrar riesgos y ver debutar a Mingueza o Pepelu, Le Normand cometió una torpeza inadmisible que mandó la tranquilidad al garete. Embolo le ganó la posición en una pelota a la espalda en el 20' y el central engrosó todavía más su error al empujarle y agarrarle en la frontal. Era el último hombre. Vio la roja e inició otro partido. Su problema con las tarjetas es para hacérselo mirar: recibió ¡22 amarillas! la temporada pasada y en esta ya va por dos y una expulsión.

Amdouni mandó la falta al larguero y De la Fuente sacrificó a Pedri (el mediapunta siempre cae en un equipo que forma en 4-2-3-1) para meter a Vivian. El central del Athletic, esplendoroso, frenó varios intentos de Embolo, pero Suiza ya había empezado a creer. Raya metió una mano providencial para despejar un disparo cruzado de Vargas y Amdouni, con un remate a la salida de un saque de esquina mal defendido, firmó el 1-2 en el 43'. De ahí al descanso los locales todavía solicitaron un penalti por mano involuntaria e inevitable de Lamine que revisó y desechó un VAR que antes había invalidado una diana de Omeragic por mano previa.

De la Fuente sacó el manual de resistencia en el intermedio, su nueva Biblia, y recitó cada página en voz alta: no equivocarse, no regalar, no complicarse. Resistir durante 70' con uno menos, en casa de la 15ª del ranking FIFA y en pleno mes de septiembre parecía una misión demasiado complicada. Para iniciar la segunda mitad dejó en la caseta a Lamine (el único atacante que completó los 90' en Serbia y el mejor hasta ese momento) e introdujo a Ferran Torres. La decisión sólo se entendió como una forma de proteger al crack.

España jugó desde ahí como suelen jugarle sus rivales a ella: esperó en bloque bajo, juntó las líneas y se defendió como gato panza arriba. El repliegue, disimulado en el primer tiempo, ya fue incamuflable y descarado. Suiza pegó un primer susto (un gol anulado a Wüthrich en un córner porque el golpeo directo de Vargas cogió demasiada comba y se marchó fuera) y el banquillo reaccionó con la entrada de Zubimendi (por Rodrigo) y Yéremy Pino (por Nico) para sumar piernas.

La cita se complicó por momentos, especialmente cuando la lluvia se convirtió en diluvio y el patatal de Ginebra pasó a ser un barrizal. El césped, indigno de un compromiso de selecciones, sufrió el ataque de tres tipos de hongos durante las últimas semanas e hizo retroceder a los internacionales a sus tiempos de juveniles. Pero en el lodo España también se manejó mejor.

Fabián, en el 77' y cuando Murat Yakin había lanzado a su equipo al ataque, certificó el 1-3 a la contra y tras aprovechar un servicio magistral de Ferran. El de Foios redondeó la victoria dos minutos después, cuando se plantó solo ante Kobel y definió de forma magistral en el mano a mano. Sus números con la Roja (22 dianas en 49 apariciones) son dignos de enmarcar. Ahí murió un partido que, lejos de su valor en la tabla, recordó al mundo que no hay una selección más completa que España.