Fabio Celestini, un medio que 'rascaba' y ahora arrasa en Suiza con su fútbol total: "No sé cuándo, pero algún día tendré que entrenar al Getafe"
La leyenda del EuroGeta revivió al Basilea y no deja de encadenar éxitos como técnico. Su siguiente paso, dice, puede estar en España.
Ginebra (Suiza).- Muchos recordarán a Fabio Celestini (48 años) como una pieza capital en el EuroGetafe de Schuster o Laudrup. Quizá menos sepan que ahora es uno de los técnicos de moda en el Viejo Continente y que lleva una década maravillando a los aficionados del fútbol suizo: subió a Primera a su Lausanne, clasificó al Lugano para la Europa League, ganó la Copa con el Lucerna (29 años sin títulos) y ahora revive a un gigante como el Basilea. Lo cogió la temporada pasada hundido, en puestos de descenso y con cinco puntos de 33, y lo tiene ya mirando al título.
En su mano izquierda se halla la respuesta al desarrollo de jóvenes como Thierno Barry, fichaje estrella del Villarreal; y su combinación de fútbol total y resultados le ha valido el reconocimiento patrio y hasta un trofeo a mejor entrenador. A horas de un Suiza-España que seguirá con atención, Celestini atiende a Relevo desde su despacho en St. Jakob-Park para hablar de su pasado, su presente y lo que le puede deparar el futuro: ha renovado hasta 2026 con el Basilea, pero tiene medianamente claro que ahí se terminará su etapa en su país. España, y en particular el Getafe, al que lleva en el corazón, le esperan.
Habrá gente en España que ni siquiera sepas que estás entrenando al máximo nivel… y te va fenomenal con un gigante como el Basilea, ¿no?
Sí, la verdad es que nos está yendo bastante bien (risas). El año pasado fue muy complicado para el club. Cuando llegué, en noviembre, el equipo estaba último, una situación muy extraña para un club que ganó la Liga ocho veces seguidas y que la temporada anterior había llegado a una semifinal de la Conference League contra la Fiorentina. Era jodido, pero lo solventamos. Aquí estoy muy contento. La estructura me parece magnífica y se puede trabajar bien. Esta temporada intentaremos volver a los estándares del Basilea.
Me han contado que eres, en el buen sentido de la palabra, un loco del fútbol. ¿Es así?
Bueno… Digamos que el fútbol es mi pasión. Pero lo que de verdad me vuelve loco es estar en el campo con los chicos y entrenar; podría estar todo el día trabajando con ellos. Por eso hacemos bastantes dobles sesiones. En cuanto a lo que son los vídeos y los partidos… me encanta desmenuzar a otros equipos, pero siempre deben tener una idea detrás. Por eso me fijo mucho en entrenadores, no tanto en clubes. Me gusta ver a técnicos con ideas, sin importar cuáles, que dirijan grupos con una identidad muy clara y analizar cómo van solucionando los problemas y evolucionando. Para no decir siempre lo mismo, Roberto de Zerbi (Marsella), por ejemplo, me tiene enamorado: juega igual contra el Manchester City que contra un Segunda, quiere las mismas cosas. Me inspira para mejorar.
¿Hay algún técnico español o de LaLiga que haya captado últimamente tu atención?
Me quedé bastante sorprendido con la decisión de Flick de ir a Barcelona. Me pareció un poco extraño, pero la verdad es que lo está haciendo muy bien. Todos hablan genial de él. Y yo me alegro, porque he jugado en el extranjero siendo hijo de inmigrantes y sé que cuando vas a otra cultura y a otro país siempre es más difícil que las cosas cuajen al principio. Ojalá continúe así.
Vayamos a ti: ¿eras el típico futbolista que durante su carrera ya notaba el fuego de querer ser entrenador?
Totalmente. Era mediocentro (sonríe), y los mediocentros tenemos la tarea de estar en todas las fases. Debe gustarnos mucho esto: hay que entender de defensa, de transiciones, de ataque, de todo, porque estamos en el corazón de lo que es el fútbol y de lo que es el equipo. Y generalmente son los futbolistas con los que el entrenador habla más y se lleva consigo cuando cambia de equipo, porque transmiten su idea y sus valores. Yo tuve la suerte de tener como técnico a Alain Perrin, que para mí era un fenómeno al nivel táctico, y después a Schuster, a Michael Laudrup o a Míchel, algunos de los mejores centrocampistas de todos los tiempos. Aprendí una barbaridad de ellos. Al de ir de país en país (jugó en Suiza, Francia y España) me di cuenta de que sí, que me gustaba transmitir y entender el fútbol. Nada más terminar mi carrera noté que tenía ganas de transmitir a los más pequeños y abrí una escuela para niños. Después, en 2013, Schuster me preguntó si quería ser su segundo en el Málaga. No lo dudé. Ahí me percaté de que lo que realmente me apasionaba era estar en el campo con los jugadores, trabajar con ellos, potenciarlos y experimentar el día a día.
Con Schuster viviste una época mágica en el Getafe. ¿Qué fue lo que más aprendiste de él? ¿Hubo algo que te marcase?
Bernardo me transformó por completo. Yo soy nacido en Suiza de padres italianos y aquí siempre tenemos el complejo de ser los pequeños: al fin y al cabo somos muy pocos, ocho millones, como Madrid. Cuando se jugaba contra Italia, España, Francia o Alemania siempre éramos el chiquitito. En el Marsella empecé a cambiar, porque ya estaba en un grande y uno no se podía achicar, pero lo que me enseñó Schuster en los primeros meses en el Levante y sobre todo en Getafe… Es que íbamos al Bernabéu o al Camp Nou y nos decía: 'Vamos a ganar'. Y claro, yo pensaba… (pone cara de no creerse el discurso del míster). Aun así, él nos convencía de que debíamos ir ahí con nuestra idea de ser ofensivos y atrevidos e intentar vencer. Y al final sí que gané en el Bernabéu, sí que le gané 4-0 al Barça en la vuelta de la Copa del Rey después del famoso gol de Messi en el 5-2 de la ida… Bernardo, después del resultado en el Camp Nou, nos decía que se podía. Y nosotros decíamos: 'Ya, pero es que le tenemos que hacer tres o cuatro goles a estos. Si ya es difícil ganarles, imagínate golearles…'. Era imposible. Y lo hicimos.
Me pilló con 30 años, un poco tarde, pero me inculcó el espíritu. Laudrup era igual. Y Míchel. Ellos, por su pasado en cubes como Madrid o Barça en etapas muy prestigiosas, no entienden eso de ir a un partido a ver qué pasa. Sólo les vale ganar e intentar ganar. Eso me cambió como futbolista en los últimos cinco o seis años de mi trayectoria, y como entrenador lo llevo clavado. Me da igual el rival, me da igual el estadio, me da igual que juguemos contra un equipo pequeño o contra un grande; tenemos principios y vamos a ir a ganar.
Ahora mismo sois el máximo goleador de la liga suiza y hace poco le ganasteis 0-6 al Servette. Entiendo que, para los que no hayamos visto jugar a tus equipos, te va el fútbol de ataque, ¿no?
Yo siempre dije que quería hacer lo que me gustaba como futbolista, lo que tenía dentro: manejar el balón, atacar e intentar ganar todos los partidos. No me gustaba los entrenadores que decían: 'Bueno, hoy todos atrás, tratemos de no encajar y salgamos al contraataque'. Yo pensaba: '¿Por qué?'. Si ese partido lo jugábamos así contra un grande no nos iba a servir para el siguiente contra un equipo de nuestra liga. Como entrenador decidí otra cosa. Quiero que mis equipos sean dominantes. También me gusta la organización defensiva, ¿eh? Hice mis cursos de entrenador en Italia y aprendí muchísimo, una cosa sin la otra no puede funcionar. Ni puedes atacar bien si defendes como un desastre ni puedes defender bien si no atacas. Me gusta cuidar cada detalle, pero sí que prefiero ganar 4-2 a 1-0 con dos tiros a puerta. Eso lo tengo clarísimo. Me gusta divertirme. Si me lo paso bien en un partido, aunque perdamos, sé que esa temporada va a ser positiva.
Me llama la atención que, pese a esa propuesta ofensiva, siempre te hayas mostrado extremadamente respetuoso con técnicos con ideas contrarias.
Absolutamente. Yo tengo ahora de preparador físico a Carlos Menéndez, que estuvo ocho años con Simeone y el Profe Ortega en el Atleti. Y si me pides que elija a un entrenador, te digo el Cholo. ¿Por qué? Porque transmitir una idea durante 15 años con la misma intensidad, cambiando a los futbolistas y teniendo éxito igual… eso no está en los libros. Simeone tiene algo que el resto no. A los tres o cuatro años los técnicos ya estamos quemados, el mensaje ya es difícil de trasladar, igual está para Pep (Guardiola). Y estamos hablando de los mejores. Con esto quiero decirte que me da igual la idea; lo que me encanta es ver sus partidos, cómo los plantea, como ataca una defensa de tres centrales, cómo busca al mediocentro. Soy totalmente respetuoso con cualquier entrenador que tenga una idea.
Ya me has dicho lo que más te gustaba de tus entrenadores. ¿Había algo que no soportabas de alguno de ellos y que tú trates ahora de hacer diferente?
A ver… Yo creo que tuve entrenadores muy buenos tácticamente y en el entrenamiento, pero sí me di cuenta de que la gestión humana y la gestión del equipo debía ser más importante. Tenía uno, por ejemplo, que al día siguiente de los partidos venía, daba su feedback y luego se iba. Y, claro, los jugadores que no han participado quieren hacer ver al míster que están ahí, y si el míster no está, ¿qué hacen? Yo dije: 'No'. El domingo o el lunes tengo que estar ahí con los chicos, me pongan buena cara o mala cara. También me han dirigido técnicos que iban muy fuerte en los entrenamientos, en la exigencia de la calidad, alguno que se pasaba. Yo pude soportarlo, pero hubo otros muy buenos que se perdieron por el camino porque habría que haberlos tratado con más cariño y no pegarles. Todos somos distintos. Yo quiero conocer al jugador, entrar en su cabeza y saber lo que necesita. Es una tarea muy importante para el entrenador.
Hasta ahora siempre has sido piano piano, sin saltarte etapas. ¿De qué te sirvió aquella primera experiencia como segundo en el Málaga de Jesús Gámez, Roque Santa Cruz o Darder?
Me apetecía ver lo que era el trabajo de un entrenador de gran nivel como Bernardo en el día a día. Los dos primeros meses él lo hacía un poco todo, porque yo no tenía experiencia, pero luego vio que me gustaba y lo hacía bien y me dejó más al mando del entrenamiento de lunes a jueves-viernes. Aquello me permitió ir a la escuela pero en LaLiga; fue mucho más que un curso UEFA Pro. Ahí me decidí realmente a ser entrenador.
Desde entonces, con un breve paso por Italia, diriges en Suiza. Salvo el borrón del Sion (estuvo seis partidos), siempre te ha acompañado el éxito.
Sí, como jugador también esperé cinco años antes de irme fuera. No me marché a la primera que pude. Como entrenador pienso lo mismo. Después de mi segundo año en el Lausanne, cuando acababa de empezar, me llamó el Saint-Étienne y lo rechacé. A veces no sé si hago bien o mal, pero no me sentía listo en ese momento para firmar en un club así y que venía de una etapa de ocho años con Galtier. Prefería ir etapa a etapa. Lo del Sion lo hice más como una corazonada para trabajar con el presidente, que es amigo. Nunca habíamos trabajado juntos, pero sé que es muy difícil. La etapa COVID también lo complicó todo. Aprendí un montón de los errores que pude cometer.
Allí, en el Sion, dirigiste a Balotelli. En alguna entrevista dijiste que no le gustaba entrenar. ¿De qué te sirvieron todas tus etapas anteriores para tratar de gestionar a un jugador así?
Mira… Dejé de pensar que iba a cambiar los jugadores desde hace años. Yo creía al principio, como todos, que era Superman. Luego pienso: es que Mario estuvo con Mancini en el City, estuvo con Mourinho en el Inter, con todos los grandes… y nadie le ha cambiado. Yo no llegué al Sion para cambiar a Mario. Mario es Mario y ya está. Aun así, vi que, si conseguía gestionarlo simplemente para que el domingo pudiese ir al campo y echar una mano, la calidad de Balotelli en Suiza nos podía hacer ganar partidos. Lo que pasa es que el Sion también es un club un poco peculiar… y eso no ayudó mucho. Aprendí que, si no tienes gente con valores que estén cercanos al trabajo, a la disciplina y a no estar en su zona de confort, es imposible tener éxito. Puedes ser buenísimo y lo que tú quieras, pero sin disciplina es imposible. Lo más importante para mí cuando llego a un club pasa por transmitir esos valores. Yo de jugador era un '6' que trabajaba por el equipo, mi calidad era lo que era, así que curraba. Sé que si un equipo tiene perfiles así y además hay jugadores de calidad, va a funcionar. Ese año Mario se juntó con algunos otros y era inviable. El Sion bajó a Segunda con cinco entrenadores. Aunque fichas al mejor técnico del mundo, cuando los valores no son de trabajo y seriedad no se puede trabajar. Balotelli, por su forma de ser, si está solo, está bien, pero si además se junta con el resto…
Luego te llegó la oportunidad del Basilea, un gigante dormido y en apuros. Cuando lo recogiste era el segundo equipo que menos marcaba y ahora maravilláis. ¿Cómo has logrado implementar un cambio tan radical en tan poco tiempo?
Pues: imagínate cuando llegué éramos últimos y teníamos cinco puntos con el penúltimo, que hace playout. No era que estuviésemos ahí metidos en la pelea, no, no, es que teníamos un pie y medio en Segunda, con la dificultad de estar en un entorno que en Suiza es único. En mi primer partido contra el Yverdon había 21.000 personas en el estadio e íbamos últimos. La ciudad vive para el fútbol. En Suiza, culturalmente, es el único club que es así. Para los chicos, en un equipo joven, era difícil lidiar con esa presión. Se encontraron completamente perdidos, porque venían de hacer una final de Copa o una semifinal de Conference. Mi experiencia me decía que había que ir paso a paso. Antes de que llegara habían encajado 12 goles en cuatro partidos y habían metido cero. Y dije: 'Primero vamos primero a arreglar la parte defensiva, hacer las cosas muy simples y muy básicas y poco a poco ya iremos creciendo en la fase ofensiva'. Estando último, la confianza para sacar el balón desde atrás no es demasiado grande. Y así, poco a poco, al ritmo del equipo, terminamos cuartos si sólo contásemos el tiempo que estuvimos nosotros. De los últimos cinco partidos ganamos cuatro y empatamos uno. Les metimos en la cabeza la idea. Y cada semana se nota que vamos mejorando.
Además de ganar títulos, como la Copa con el Lucerna, supongo que te llena el desarrollo de jugadores jóvenes. Y tenemos el ejemplo de Thierno Barry: contigo marcó 19 goles en 31 partidos y este verano lo habéis vendido por casi 15 millones al Villarreal. ¿Cómo conseguiste que progresara de esa manera?
Sí. Me ocurrió lo mismo con Ugrinic, que ahora está en el Young Boys y en la selección y jugará hoy contra España. Lo tuve en el Lucerna. Volvía de una cesión y el club no sabía ni si quería hacerle contrato. Les dije que me lo dejasen tres meses, que veía que ese chico tenía algo. Trabajamos con él, ganamos la Copa y fichó por el Young Boys para jugar la Champions. Cada vez que pasa algo nos escribimos. Futbolísticamente hicimos un trabajo juntos que para mí vale mucho más que una Copa. Thierno, en diciembre, un mes después que yo llegase, se fue llorando al vestuario del último partido en casa porque la gente le pitaba y se reía de él. Fue una situación muy complicada… y después hizo los números que hizo conmigo. Aparte del trabajo individual que hicimos, lo más importante fue darle confianza y tener un entrenador que habla cinco idiomas, poder estar cerca de él, charlar en francés, sólo eso. Tenía 20 años y había jugado un año en Segunda. Había hecho muchos goles, sí, pero venía a otro idioma y no entendía nada. Ayudarle fue muy bonito.
Sólo te falta ganar la Liga para levantar todos los trofeos habidos y por haber en tu país. ¿Tu periplo en Suiza se acaba?
Sí, yo creo que el Basilea va a ser mi última etapa. He decidido ampliar mi contrato con el club hasta 2026 porque tenemos la meta juntos de volver a ganar una liga. Es el único título que me queda: he ganado la Copa con el Lucerna después de 29 años, hice Europa y acabé tercero con el Lugano, gané la liga de Segunda, dos veces el equipo más joven, mejor entrenador suizo… Estar en un club como este es lo más cerca que hay a las cinco grandes grandes ligas. Ser campeón suizo me encantaría, y hacerlo aquí sería gigante. Es como el Real Madrid del país.
¿Te gustaría volver a España?
Sí, la verdad. Me lo pasé tan bien en LaLiga… Me pilló en mi etapa final, de los 29 a los 35, y tener un final así fue increíble. La cultura, la gente, ciudades como Valencia o Madrid… Creo que es el país más cercano a cómo soy como persona. Claro que Alemania también es increíble, en Francia hay clubes muy bonitos como el Marsella, Italia lo mismo, Inglaterra por todo lo que genera es diferente… De los cinco grandes me da un poco igual, pero sí que me gustaría entrenar en España un día. Te digo más: si tengo que elegir uno solo, elijo entrenar en España.
Leí que tu meta es entrenar al Getafe…
Bueno… No sé cuándo, pero algún día tendré que entrenar al Getafe, ¿no? Los cinco años que viví allí fueron como un sueño. Formamos una familia, nos lo pasamos bien y ganamos. Allí la gente te deja absolutamente tranquilo, porque el Madrid y el Atlético copan todos los focos. Gané en el Bernabéu, llegué a dos finales de Copa, disputé unos cuartos de final contra el Bayern, jugamos contra el Benfica… El EuroGeta es una cosa que no se puede definir. Mira que venía del Marsella de haber jugado Champions con Drogba, pero lo del Getafe es el fútbol en esencia: un grupo de capitanes fantásticos, un club familiar y un presi que es de lo mejor que me he encontrado en mi carrera. Sólo vino tres veces al vestuario: dos porque íbamos mal, y para animar y decirnos que nos íbamos a salvar, y otra después de ganar 4-0 al Barça y pasar de ronda en Copa. No se le veía, pero sabíamos que estaba ahí haciendo su trabajo, dejando a la gente tranquila, con valores y humildad. Volver a pisar el Coliseum alguna vez, aunque no sea como futbolista, sería un sueño.
Ojalá se cumpla. ¿Cómo ves el Suiza-España de esta noche?
Es casi un clásico. Hemos jugado muchas veces en los últimos años y no nos va tan mal. En la Eurocopa los dos demostraron que a nivel de juego eran de los mejores equipos del campeonato.
¿Irás al estadio?
No, no. Ginebra está a más de tres horas y tengo mucho trabajo: un partido de Copa, un clásico que preparar, han venido 3-4 jugadores nuevos y gente que vuelve de la selección… Lo veré con mucho gusto como un aficionado más en casa.
Entendido. Muchas gracias por la conversación, Fabio, y suerte en tus futuros retos.
Fantástico. Muchas gracias a vosotros.