La muerte jamás podrá con Messi

Uno de los últimos libros que he leído se llama Ikigai. Habla del pueblo más longevo del planeta. Está en Japón. Los lugareños cuentan que su corazón late tanto porque cada uno tiene un propósito vital. Su Ikigai. De ahí el nombre de la obra. Lo he terminado antes de llegar al partido entre Argentina y México.
Lusail es una ciudad extraña. Tiene lujo pero no gente. Esta noche ha sido invadida por dos ejércitos que han librado una batalla histórica. A vida o muerte. De esas en las que la lógica pasa a un segundo plano para dar protagonismo al corazón. Como en el amor. Pero sin flores ni aniversarios. Y con más nervios que en cualquier boda imaginable.
El flanco izquierdo se tiñe de albiceleste. Llegan heridos, pero con la pasión intacta. Están llamados a la gloria. Aunque duden, lo saben. Así lo demuestra una pequeña parte de Doha donde hoy ondeaban banderas con el rostro de Diego Armando Maradona. Se respira olor a asado. Las llamadas al rezo no se distinguen entre tanto tambor. Buenos Aires jamás había estado tan cerca de Catar.

En el lado derecho predomina el verde esperanza. Aquellos que lo visten no necesitan llegar al quinto partido para sentir que pueden ser campeones. Se empeñan en demostrar que son locales. Pese a que aquí los tacos solo son palabrotas. Lo que más llama la atención de la afición mexicana son sus fanáticos más pequeños. Chucky ha dejado de ser un villano para ellos. Ahora quien más miedo provoca tiene otro nombre. Se llama Leo.
Sobre el campo luchan los guerreros. En la grada, sus pueblos. Cada cántico se replica como si de un contraataque se tratara. Sin tregua. Cuesta decidir un vencedor. En el terreno de juego decide el de siempre. Desde donde nos tiene acostumbrados. Como más le gusta. Cuando más falta hacía.
88.966 almas han sufrido con sus selecciones. Desconozco el propósito vital de cada una. Hay niños que comienzan sus vidas con sueños por cumplir, también ancianos con catorce Copas del Mundo a sus espaldas. Como los longevos japoneses de los que trata el libro del que os hablaba al principio del texto. Ellos tendrían claro que el Ikigai de Messi es, sin duda, dar luz en la oscuridad. Argentina, pese a todo, sigue viva.