OPINIÓN

Los huevos de Luis Enrique

Luis Enrique, tras acabar el España-Alemania (1-1) en el Mundial de Catar. /EFE
Luis Enrique, tras acabar el España-Alemania (1-1) en el Mundial de Catar. EFE

El pasado martes andaba en mi casa cocinando una tortilla de patatas de cuatro huevos. "¿Y si le pongo dos más para llegar a los seis de Luis Enrique?", me preguntaba mientras ponía su stream. Preferí su Twitch a un Irán-Estados Unidos o el Gales-Inglaterra. Al final, el seleccionador va a tener razón: "Habría que poner más de un psicólogo a la Prensa". El entrenador de la Selección acumula diez sesiones (de streaming) y casi seis millones de visualizaciones. Su irrupción en Twitch es una de las revelaciones de este 2022.

Luis Enrique se metió en un jaleo importante antes de empezar el Mundial. Corría el riesgo de que sufriera troleadas como la de Hierro a Iker Casillas: "Estás haciendo el ridículo. Tú eres un antiguo que te quieres modernizar; que no, que estás haciendo el ridículo". Pero no. Al revés. El técnico, de 52 años, se ha convertido definitivamente en Luis Padrique. Ese término de padrear, que utilizan los jóvenes para elogiar a alguien por cómo es, es la palabra perfecta para el míster. El movimiento se demuestra andando. Ese es Luis Enrique, que ha optado por una manera más productiva, directa y eficiente de enganchar al público joven al fútbol, muy diferente a la de Florentino Pérez (75 años) con aquello de inventar una Superliga, con entradas de fútbol a 120 euros y camisetas por el mismo precio: "A los jóvenes cada vez les gusta menos el fútbol".

Hemos descubierto, gracias al Twitch, la otra cara de Luis Enrique. Y su labor didáctica en todos los sentidos. Lo del martes noche, por ejemplo, metiendo a Joaquín Valdes, psicólogo del cuerpo técnico, va mucho más allá de mostrar a su equipo de trabajo. También lo hizo unos días antes con el preparador físico Rafa Pol. La labor instructiva de Lucho resulta impagable, como la de naturalizar el hecho de que un joven vea que tener un psicólogo es normal.

Más allá de los momentos de risa que nos deja sus streams hablando de si permite un Vladimir ("todo lo que signifique liberarse y estar en plenitud, es bienvenido"), si utiliza boxer o slip ("yo prefiero tanga"), si Ferran hace el gesto del chupete en un gol ("lo pongo en la grada al momento") o si sabe lo que es el onlyfans ("eso es de ligue, ¿no?"), Luis Enrique nos ha conquistado con su naturalidad a través de Twitch. Que tiene, como todos, sus rarezas (véase el tema de la alimentación con los huevos y lo del parche de glucosa), pero que para hacer bien su trabajo no hace falta tampoco ser un enfermo.

Por todo esto y muchas cosas más, me dio un vuelco al corazón cuando en el stream del miércoles dijo que podía ser su último Twitch si no se clasifica la Selección para octavos. Aunque nos duela pensarlo, tiene razón. En el fútbol no hay nada hecho y si no, que se lo pregunten a Argentina, que parecía eliminada en el primer partido del Mundial. Si sucede la desgracia con España, entonces tendré que volver a llamar a mi terapeuta para superar el trance. Luis Enrique ha conseguido generar un sentimiento de identificación no sólo con su persona sino con la Selección y todos los que la forman. Al final va a tener razón mi amigo Fermintxo: "Esto se estudiará en las universidades". El seleccionador avisa: "Aunque sea Luis Padrique, superman no soy". Pero si jugamos cuatro partidos más en Catar, tal vez habrá que ir pensando en hacerle una capa (con una generosa huevera).