REAL MADRID-MILAN

La 'quinta del Buitre' fue la gran víctima del mejor Milan de la historia: del 5-0 en Siro a los 24 fueras de juego del Bernabéu

La rivalidad blanco-rossonera data de la primera Copa de Europa. En los 60, mandaba el Madrid de di Stéfano; a finales de los 80, el Milan de Sacchi

Bernd Schüster, durante un Real Madrid-Milan./Agencias
Bernd Schüster, durante un Real Madrid-Milan. Agencias
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Una rivalidad añeja con sabor a Copa de Europa. A la genuina, a la que solo disputaban los campeones de cada Liga. En el presente, entre los dos clubes, con Champions incluidas, suman 22. Las 15 del Real Madrid por las siete del Milan. Ningún club ha conquistado más que ellos. Evidentemente, sus primeros enfrentamientos, por el paso del tiempo, no son de los más recordados, ni mucho menos. Pero la competencia directa entre ellos data desde la primera Copa de Europa (1955-56), en la que se encontraron en las semifinales con triunfo español que supuso su pase a la final.

Dos años después volvieron a cruzar sus caminos, esta vez ya en la final de Heysel, 57-58, a los pies del Atómico, con nuevo triunfo de los blancos. El partido, igualadísimo, se fue a la prórroga después de que el Madrid igualara dos veces las sendas ventajas milanistas. En el tiempo suplementario marcó Gento. A quien Di Stefano le cargó con toda la responsabilidad. "Paco, estamos todos tan cansados que este partido solo lo puedes ganar tú con una carrera de las tuyas. Nadie te podrá seguir ni de los nuestros, ni de ellos". Para el Real Madrid era la tercera consecutiva, mientras el Milan tendría que seguir esperando para ser campeón de la competición hasta 1963 que ganó al Benfica (2-1) en la primera final sin equipos españoles.

Hoy en día, ambos clubes, además de poder alardear de ser los que más Copas de Europa/Champions han ganado, 15 y siete respectivamente, también son los que más finales han disputado. Los blancos, con las tres perdidas, se van a las 18 y los rossoneri con las cuatro en las que salió derrotado llegan a 11.Las mismas que el Bayern, pero lo bávaros tienen una menos ganada y una más perdida. La década de los 60 dejó un tercer enfrentamiento en cuartos de final que acabó con nueva victoria española.

La eclosión de un equipo de época

Tuvieron que pasar 25 años para que ambos equipos volvieran a enfrentarse en la Copa de Europa. Además, las eliminatorias se dieron de manera consecutiva y en un mismo año natural, 1989. La primera, temporada 88-89, se jugó en el mes de abril y la segunda, 89-90, en octubre-noviembre. Sendos triunfos italianos que convirtieron al Milan de los holandeses Gullit, Van Basten y Rijkaard, entrenado por un entonces desconocido Arrigo Sacchi, en el mejor equipo del momento. Un equipo de autor, que provocó la mayor revolución táctica desde los tiempos de la escuela holandesa de primeros de los 70, representada por Michels y la selección oranje y por el propio Ajax de Cruyff jugador. Con esas dos Copas de Europa, el club rossonero sumaba cuatro títulos y se colocaba en esos momentos a tan solo dos del Real Madrid.

Aquellos cuatro partidos tan cercanos unos a otros se convirtieron en un reclamo futbolístico de primer orden. Se enfrentaban los dos mejores equipos del momento. El vigoroso Milan con sus innovaciones tácticas y el Real Madrid de la 'quinta del Buitre', que coincidió con la 'quinta de los machos' capitaneada por Hugo Sánchez y que mandaba en España con sus cinco Ligas consecutivas, pero que fue incapaz de traspasar su hegemonía a la gran competición continental. El club italiano se convirtió en su verdadero verdugo. Esas dos victorias directas ante un equipo como el Real Madrid ayudaron mucho a Sacchi y los suyos al reconocimiento universal y convertirse ya en un equipo de época.

El primer mano a mano tenía como premio la final. La ida se jugó en el Bernabéu. Leo Beenhakker, holandés para más señas, era el entrenador del Real Madrid. Empate (1-1). El Milan mostró sus respetos al Real, pero dominó el partido a su antojo y se llevó un empate con goles de Hugo Sánchez y Van Basten. Butragueño, después del encuentro, fue lapidario con su sentencia: "Ha pasado por el Bernabéu un equipo maravilloso". Y todavía le falta por ver la vuelta. Desde una Italia gratamente sorprendida por el estilo ofensivo que había impuesto Sacchi desde su llegada la temporada anterior al Milan, en la que ganó el 'scudetto', comenzaban a llegar las primeras noticias sobre las innovaciones tácticas del medio desconocido entrenador.

Achica con la defensa hacia delante y presiona con el centro del campo hasta ahogarte en tu área. Es un equipo que se mueve coralmente, en bloque. Juega en 30 metros. Los defensas ensayan diariamente movimientos sin contrario y sin balón con una cuerda anudada a su cintura para sincronizar los desplazamientos y provocar que el rival caiga en fuera de juego. Los delanteros atacan todos juntos con petos de diferentes colores y a un grito del técnico con el nombre del color en cuestión, su portador es quien intenta romper la trampa del achique planteado por los defensas.

Los espías de Milanello acreditados como periodistas

Milanello, la ciudad deportiva del club, se había convertido en un santuario futbolístico de visita obligada para los rivales que querían estar a la moda y poder plantearle batalla. Los técnicos de los clubes más prestigiosos del continente y también de las Islas Británicas se acreditaban como periodistas para poder ejercer de espías sin miedo a ser descubiertos y que trascendiera el verdadero motivo de su presencia en los entrenamientos del enemigo. Con todas las nociones tácticas señaladas metidas en la cabeza, los de Beenhakker se plantaron en San Siro sabiendo que tenían que marcar obligatoriamente para compensar el tanto rossonero en el Bernabéu.

El técnico le dio muchas vueltas al planteamiento. "Tenemos que inventar algo, tenemos que inventar algo", me decía unos días antes del viaje, mientras me preguntaba si Sacchi podía tener preparada una sorpresa para el partido. Enviado por el diario Marca, este escribano había pasado diez días en la Ciudad Deportivo del Milan antes del partido y había podido ver prácticamente todos los entrenamientos. Sacchi no cerraba las puertas y si lo hacía era en la sesión vespertina. En aquella época la plantilla del Milan se pasaba el día en Milanello: desayuno, comida y meriendas, incluidos. En el fondo Arrigo estaba encantado de que sus innovaciones tácticas pudieran trascender al extranjero.

El único gol de Ancelotti en la Copa de Europa fue el del 5-0

El objetivo de Leo para ese encuentro de vuelta no era otro que intentar romper la trampa defensiva que planteaba el Milan. Por eso metió a Paco Llorente en el once titular. Un fórmula 1 para la banda derecha y un 4-3-3 que se rompió por el centro con la superioridad numérica de los cuatro centrocampistas italianos. Como temía el entrenador blanco, Sacchi tenía una variante preparada. Lesionado Evani, volante izquierdo, metió en el once a un central, Costacurta, Rijkaard subió al centro del campo y Ancelotti se fue a la banda izquierda para echar una mano a Maldini con la presencia de Paco Llorente, que se sumaba a la de Míchel.

El partido duró, precisamente, lo que Ancelotti quiso, 19 minutos. Su remate desde fuera del área entró por el centro de la portería con una violencia extrema. Buyo no se esperaba ese remate desde 35/40 metros. El balón hizo un extraño. Ese fue el único gol del hoy entrenador blanco en la Copa de Europa en los 21 partidos que disputó. El Milan comenzaba a encaminar su primera gran victoria de prestigio a nivel internacional y se repartió los goles como buenos hermanos con Rijkaard, Gullit, antes del descanso y Van Basten y Donadoni, después. La obra de Sacchi ya estaba en su primera final de la Copa de Europa y el Steaua, en el Camp Nou, duró casi menos que el Real Madrid en la semifinal de vuelta en San Siro. Después llegarían la Supercopa y la Intercontinental.

Un jugador quedó marcado especialmente por aquel encuentro. Con cinco goles en contra no podía ser otro que el portero. Se trataba de la derrota más abultada del Real Madrid en la competición y Buyo, que siempre fue muy sentido, lo pasó mal en San Siro y después. Pasados los años con la perspectiva del tiempo, Paco desdramatiza. "Para mi fue más traumático perder las semifinales contra el PSV que los partidos contra el Milan. Ellos fueron mejores, era el mejor Milan de la historia. Eran un super equipo y nos metieron cinco. No hay nada más que decir, aunque te duela perder. Si acaso se puede recordar que en el partido de ida en el Bernabéu fuimos mejores y que tuvieron mucha fortuna con el gol del empate. Allí, hasta el 2-0 no estuvimos mal. Jugamos al ataque porque estábamos obligados a marcar un gol y tuvimos un par de ocasiones, pero luego nos pasaron por encima, sí. Pero contra el PSV fuimos superiores nosotros en los dos partidos y debimos meternos en la final".

El brazo en cabestrillo de Llorente y el muelle de los jueces de línea

Meses después... pero a la temporada siguiente. Más Milan y demasiado pronto. Octavos de final. El banquillo del Real Madrid había cambiado de inquilino, John Benjamin Toshack había sustituido a Beenhakker. El del equipo italiano, no. Sacchi ya era todo un personaje. En Italia y en el resto del continente. Sus invenciones tácticas ya estaban a la orden del día y, además, perfeccionadas. Esta vez la ida se disputa en San Siro y al cuarto de hora, el Milan ya ganaba por dos goles: Rijkaard y Van Basten en un penalti de Buyo que ocurrió fuera del área pero que el colegiado señaló dentro. La remontada en la vuelta se antojaba complicada y más con las lesiones de Martín Vázquez y de Paco Llorente, que le había sustituido y también se lesionó con los cambios hechos. El sobrino de Gento, después de ser atendido fuera del terreno de juego, regresó al campo con el brazo en cabestrillo y así concluyó el partido.

El gol de Butragueño en la prolongación del primer tiempo mantuvo vivas las esperanzas... pero todas se fueron diluyendo en los fueras de juego que provocaba la defensa italiana y en los que los atacantes blancos caían una y otra vez. Hasta llegar a los 24. La expulsión de Sanchis, en el minuto 75, también contribuyó a apagar los ánimos blancos. Al finalizar el partido, los jugadores del Real Madrid cargaron contra Vautrot el árbitro del partido. Según ellos, él y sus jueces de línea, habían sido los culpables de la cantidad de ocasiones que cayeron en 'offside'. "No eran ni la mitad de los que nos pitaron. Levantaban el banderín como si tuvieran un muelle".

Sacchi había transformado un equipo de fútbol en una orquesta perfectamente afinada. Meses después llegaría la segunda Copa de Europa ante el Benfica... pero también el principio de su fin. Al termino de la cuarta temporada deja el equipo y llegó Capello.

En lo que va de siglo, la rivalidad entre ambos clubes se ha mantenido viva, pero las seis veces en que se han enfrentado ha sido en las distintas fases de grupos de la Champions. Nunca en eliminatorias directas. Máxima igualdad. Dos victorias para cada equipo y dos empates, pero muchas menos historias que contar. La última cita se dio en la temporada 2010-11. Empate en San Siro (2-2) con gol de Pedro León para asegurar el pase a octavos y anterior triunfo blanco en el Bernabéu (2-0). Nada ver con los grandes desafíos del pasado.