GEORGIA

Mijaíl Kavelashvili, de jugar en el Manchester City a presidir Georgia sin el reconocimiento de la oposición: "No respeta a las mujeres"

Las protestas en el país, fronterizo con Rusia, se acumulan tras la investidura del exfutbolista, el primer presidente no elegido mediante votación de la población.

Mikheil Kavelashvili./Facebook
Mikheil Kavelashvili. Facebook
Sergio V. Jodar

Sergio V. Jodar

Que un futbolista llegue a ser presidente de un país podría ser el argumento de una serie, aunque no se sabe si sería una comedia o un drama. Es lo que ha sucedido en Georgia con Mijaíl Kavelashvili. El exfutbolista georgiano disfrutó de una carrera de más de 20 años en equipos de su país y sobre todo en Suiza, donde jugó en el Basilea y el Zúrich entre otros. Pero el equipo de más renombre en el que jugó fue el Manchester City. Fue en 1996 y 1997, cuando el cuadro skyblue no tenía nada que ver con el de ahora. De hecho, en la primera temporada de Kavelashvili, que jugaba de delantero, el City descendió. Le dio tiempo, eso sí, a marcar un gol en Premier League y no uno cualquiera. Anotó el tanto del empate en un derbi ante el Manchester United.

Tras un año en segunda en el que solo marcó dos goles con los citizens, salió de Inglaterra. Aún disfrutaría de una larga carrera y fue campeón de Suiza, de Georgia y de Rusia. Marcó más de 100 goles, nueve de ellos con su selección, con quien fue habitual en las convocatorias de clasificatorios para los grandes torneos entre 1994 y 2002. Ahora, a sus 53 años, ha pasado de representar a su país en la selección a hacerlo desde la presidencia.

"Era un futbolista conocido y respetado por gran parte de la sociedad como deportista", declara a Relevo Tako Machankaladze, periodista georgiana en Commersant. Aun así, su colega Maria Kukhliava, tiene dudas de que su pasado como futbolista fuera clave para su actual cargo. "Tiene más que ver con haber estrechado lazos con Bidzina Ivanishvili, fundador del partido gobernante Sueño Georgiano", matiza la periodista.

Fue precisamente en ese partido donde Kavelashvili fue elegido diputado, en el año 2016, después de un intento frustrado de presidir la federación de fútbol del país. Desde la tribuna parlamentaria empezó a distinguirse por un carácter fuerte e, incluso, irrespetuoso. "No tiene una formación ni conocimientos adecuados, y ha utilizado repetidamente palabras insultantes al dirigirse a políticas, de ahí que se le vea como un diputado que no respeta a las mujeres", explica Machankaladze. Kukhliava también apunta a un lenguaje ofensivo e insultos personales, que se agudizaron cuando en 2022 creó su partido, Poder Popular, una escisión de Sueño Georgiano, vinculado estrechamente a Rusia.

De hecho, en la geoestrategia del país de Putin se entiende la inestable situación que vive Georgia. El último episodio fue la oleada de protestas que se vivió el pasado 29 de diciembre en la investidura como presidente del exfutbolista. Las protestas de gran parte de la oposición y de la población, en las que patearon balones y se enseñaron tarjetas rojas en alusión al pasado del presidente, se deben a varios motivos. En primer lugar, porque Kavelashvili es el único de los seis presidentes del país que no ha sido elegido por sufragio universal, sino desde el Parlamento. Un Parlamento que además también se considera ilegítimo porque planea la sospecha de fraude en las elecciones del pasado mes de octubre, en las que salió vencedor Sueño Georgiano.

Ese mismo partido años atrás cambió la forma de elegir el presidente que ahora ha beneficiado a Kavelashivili para dar más fuerza al partido gobernante en todas las instituciones. "La mayoría de la gente no votó por Sueño Georgiano, sino que mediante la intimidación y el uso de métodos antidemocráticos ese partido ganó las elecciones, tal y como confirmaron observadores internacionales", señala Machankaladze. "La postura de la oposición y de gran parte de la ciudadanía es que un gobierno ilegítimo no puede elegir a un presidente legítimo", completa Kukhliava.

Detrás de toda esta inestabilidad se dibuja la sombra de Rusia. Tanto Sueño Georgiano como Poder Popular son próximos al Kremlin. En sus recientes discursos, Kavelashvili ha acusado a la oposición de estar controlada por Estados Unidos y de llevar a Georgia a una ucranianización. La investidura a finales de diciembre se produjo un mes después de que el Gobierno suspendiera las negociaciones por la adhesión de Georgia a la Unión Europea.

¿Hacia la Unión Europea o hacia Rusia?

Todo ello llega un año después de que la Unión Europea concediese a Georgia el estatus de país candidato a la adhesión. Desde entonces, el partido gobernante, Sueño Georgiano, ha aprobado leyes para fortalecer su poder y estrechar lazos con Rusia. "Es difícil saber si el futuro cercano de Georgia está más cerca de la Unión Europea o de Rusia", considera Machankaladze, pero añade: "Más del 80% de la población quiere la integración en la Unión europea y Rusia no quiere que Georgia sea independiente".

Aunque en el país también hay un primer ministro, de Sueño Georgiano, con más poder que el presidente, el papel de Kavelashvili no será meramente representativo. "Firma las leyes aprobadas por el partido gobernante, Sueño Georgiano, conocido por sus políticas controvertidas como la Ley de Agentes Extranjeros o leyes anti-LGBTQ", apunta Kukhliava.

Antes, con la anterior presidencia de Salomé Zurabishvili, de la oposición, se frenaban algunas medidas del Gobierno, pero ahora, conquistada también la presidencia, tiene carta blanca para asegurar todas las instituciones del país. "El presidente también tiene la autoridad de indultar a prisioneros, algo que Kavelashvili no va a hacer con las más de 500 personas que podrían permanecer encarceladas injustamente simplemente por expresar su disidencia", concluye la periodista. Más que de comedia o de drama, esta parece una serie de terror.