Una negociación con el Celta que acabó con Irureta en el Dépor y Miguel Santos escoltado: "Cuando salga de aquí voy a llamar a Lendoiro..."
El representante recuerda anécdotas de negociaciones que se complicaron y acabaron con Rafa Alkorta en el Madrid y Jabo Irureta en el Depor.
"Yo solo me fui escoltado de dos sitios". Miguel Santos lanza esta frase con una media sonrisa. La acompaña con otra que le define: "Ahora recordando, me lo estoy pasando muy bien". El carácter de un representante que cambió la industria del fútbol en los años 80 y que varias décadas después se sienta, cómodo y tras resoplar, en un cómodo sillón del Hotel Niza de San Sebastián dispuesto a desempolvar todos sus recuerdos. Se pierde entre anécdotas. Inicia en una y a medio camino, con los periodistas atentos y con los ojos bien abiertos, acaba en otra que nada tiene que ver. La afirmación obliga a repreguntar en cuanto deja un silencio.
"¿Cómo es eso de irse escoltado?". "Sobre todo salimos muy mal, muy mal, muy mal de Vigo... Me estaba esperando fuera la policía y nos subimos al coche y nos fuimos a Coruña", responde. Si en la primera charla que mantuvimos con Santos repasó una carrera que inició con el traspaso de Vicente Biurrun a Osasuna y despegó con el triple fichaje de Rekarte, Bakero y Txiki Begiristain de la Real al Barça, esta segunda entrega se centrará en dos episodios que llegaron cuando ya era un hombre respetado en el mundo del fútbol y en los que su experiencia permitía lanzar órdagos.
Algunos salieron bien y otros no tan bien. Contundente, sin medias tintas y firme. Quizá lo aprendió unos años, cuando en abril de 1992 negoció la llegada de Jorge Valdano al Tenerife, un club en el que el argentino haría historia y arruinaría dos ligas a su querido Real Madrid. "Tuvimos un encuentro en Tenerife con el presidente José Javier Pérez, pero la reunión se alargó mucho. Yo salía y hablaba con Jorge Valdano y con Ángel Cappa y hubo una expresión que me hizo coger energía. Escuché: 'Nos vamos'. Lo dijo Cappa. Entré al despacho del presidente y le dije: 'Nos vamos'. '¿Cómo te vas a ir?', me preguntaba. Y al final se hizo".
Seis años después, aquella negociación serviría para tener muy claras las líneas rojas y, sobre todo, que los órdagos podían funcionar o no, pero para los que siempre había que tener un plan B. Nos situamos: Final de la temporada 1997-98. Jabo Irureta, tras pasar por Sestao -donde coincidió con Mendilibar y Valverde como jugadores-, Logroñés, Oviedo, Athletic y Real Sociedad, brillaba a los mandos del Celta, donde había aterrizado un año antes con un contrato de una temporada, en la que consiguió clasificar al cuadro vigués a la Copa de la UEFA. Era un ídolo local... hasta que llegó la negociación para ampliar su contrato. A los mandos, Miguel Santos.
"Jabo es un hombre diez, un señor. El presidente del Celta de entonces, Horacio Gómez, me había prometido dos años de contrato y cuando llegué a firmar me presentó un papel con uno. ¿Sabes eso de que el representante cambia las cosas? Pues no. Yo había negociado con él dos años y él me presentó otra cosa", inicia el agente, que tiene muy clara y nítida aquella historia porque lo que parecía una operación sencilla desembocaría en un terremoto entre dos clubes enemigos. Más aún teniendo en cuenta que Jabo se convertiría después en uno de los mejores entrenadores nacionales ganando una Liga, una Copa y dos Supercopa, además de alcanzar unas semifinales de Champions.
"Tenía muy buena relación con Horacio, pero esto no es lo que habíamos hablado", puntualiza Santos, aunque allí mismo se acordó de una frase que le venían repitiendo en los últimos años Augusto César Lendoiro, histórico presidente del Deportivo de la Coruña. "Estaba allí con Jabo para firmar, pero a mí Lendoiro siempre me había dicho: 'Siempre te pregunto por Jabo y nunca me lo has traído'". Y se lo expuso al entrenador vasco allí mismo. "'Mira, yo no te voy a traicionar. Si tú me dices que firmamos, firmamos porque hemos dado la palabra que venimos aquí a firmar, pero también te digo, yo cuando salga de aquí le voy a llamar a Lendoiro. Y lo hice".
Dolidos por el contrato que tenían sobre la mesa por parte del Celta, dieron un volantazo que cambió el fútbol español. No aceptaban la oferta de un año del conjunto vigués. "Francamente, salimos muy mal de Vigo. Nos subimos al coche y nos fuimos. Qué vamos a hacer, no me voy a quedar allí. Estaban los municipales viendo quién es el capullo este que ha venido a llevarse a Jabo. Que no había ido a eso, había ido a firmar, pero como por esto no me van a llevar al juzgado... lo puedo contar como anécdota".
El resto es historia. Lendoiro no se lo pensó y le firmó un contrato a medio plazo. Su primer año devolvió al club a Europa, en su segundo año levantó el título de LaLiga y en 2001 consiguió una Copa del Rey inolvidable. El Centenariazo en pleno Bernabéu ante el Real Madrid. "Pues mira, yo siempre digo que, en España, el único club que no me pudo pagar lo que me correspondía a mí fue el Depor. No llevé a muchos allí, a Jabo y también a Emilio Amavisca, pero tenía una muy buena relación con Augusto, que hoy la mantengo", apuntilla Santos. "Es curioso, pero ahora recordando me lo estoy pasando muy bien".
Escoltado en Ibaigane
Si Miguel Santos fue un actor clave en el fútbol español, aún lo fue más en el vasco. Controlando a la mayoría de jugadores de la Real Sociedad en sus inicios, pronto cruzó la A8 para hacerse un nombre en Bilbao. "A mí el Athletic Club me abrió las puertas con mucha naturalidad", reconoce en el inicio de la charla con este medio. De hecho, participó en la salida de Andoni Zubizarreta rumbo a Barcelona aunque no le representaba, ya que jugó un papel clave en la intermediación.
Los rojiblancos necesitaban un portero suplente y Santos movió hilos para que Vicente Biurrun llegase a San Mamés en una operación a tres bandas entre Osasuna, Barça, Athletic e incluso la Real, ya que los guipuzcoanos consideraban que debían recibir un porcentaje del traspaso por el pasado del meta en el club txuri-urdin. "Estás en un hotel y hay reunión a tres o a cuatro bandas y te coge a ti en el medio porque representas en ese caso a Vicente Biurrun. Con el Athletic tenía muy buena relación".
Esas buenas relaciones, sin embargo, estallaron cuando el Real Madrid se interesó por Rafa Alkorta y Santos se reunió en Ibaigane con José Julián Lertxundi, entonces presidente del conjunto bilbaíno. Todavía hoy hay un cruce de versiones, ya que el ex dirigente rojiblanco mantiene que fue el central quien quiso salir. Alkorta, en cambio, siempre ha defendido que el Athletic le vendió sin hablar con él. "Que yo nunca me he llevado a nadie con una cuerda", responde Santos cuando se le pide aclarar este traspaso. "Si un club ha querido vender a un jugador por las necesidades que sean, yo colaboro. En este caso, con Rafa, ya me conocía".
El terremoto ya había iniciado cuando el entonces central llegó de vacaciones y el traspaso estaba ya en la prensa. Cuando llegó la reunión la tensión era máxima. "Salimos de Ibaigane escoltados por la policía", recuerda, aunque como siempre lo veo todo con una perspectiva positiva. De hecho, no duda en colocar este traspaso en uno de los más especiales de su carrera en la representación por la dificultad que entrañó y lo que supuso. Años después, intermediaría para el regreso de Alkorta de Madrid a Bilbao y la salida de Karanka con direcciones opuestas, tras una recomendación del propio Alkorta. "La verdad que tengo anécdotas muy buenas", redondea Santos.