Manolo Márquez se redime de su oportunidad perdida en Las Palmas con su amor por la India: "Aquí no tienen tanto miedo a la muerte"
El exentrenador del conjunto amarillo es el primer español en dirigir a la Selección de la India. Ahora repasa su carrera y aborda su nueva vida en Relevo.
Manuel Márquez (Barcelona, 07/09/1968) cumple su quinto año como entrenador en la India, donde ha salido campeón en más de una ocasión. Sigue haciéndolo en el Goa, pero esta tarde debuta también como nuevo seleccionador de la India. Llegó tras su paso por el filial del Espanyol, Las Palmas, e incluso al primer equipo canario. Cumple con aquello de que nadie es profeta en su tierra, y en la India le tienen devoción después de haber maravillado con el estilo de sus equipos y la cantidad de jóvenes indios que ha hecho jugar.
Manolo va a compaginar el doble cargo durante esta temporada, y se convierte así en el primer español en dirigir a la Selección india: "Ahora cuando acaban los partidos, me vienen todos los jugadores a saludar porque soy el seleccionador", cuenta. Y no deja de recordar las situaciones más surrealistas y espirituales que vive en la India: "Me llevo lecciones de vida a diario, mi gente me dice que desde que estoy aquí, soy mejor persona".
El primer partido le enfrenta este martes a Islas Mauricio, y el siguiente a Siria, entrenada por otro español, José Lana.
Después de cinco años en la Superliga India, ahora está a punto de debutar como Seleccionador. ¿Cómo asume esta experiencia?
Estoy en una buena edad para entrenar, ya empiezo a ver las cosas de forma más madura, no como cuando empiezas, que eres más hooligan. Me llega en un momento bueno en la selección porque ya es mi quinto año en la India, conozco a prácticamente todos los jugadores indios de primera y segunda. Tengo mucha ilusión y mucho trabajo. Parto con la ventaja de que cuento con el mismo staff en el equipo y en la selección.
¿Cómo llega la oportunidad de la Selección india?
Tengo muy buena relación con el anterior seleccionador, el croata Igor Stimac, que jugó en el Cádiz. Mi primera temporada cogí un equipo que había quedado último, aquí no hay descensos, y estaba lleno de chavales jóvenes. Los vi entrenar y lo hacían muy bien. Se me lesionaron tres extranjeros para casi toda la temporada, aquí solo pueden jugar cinco extranjeros, así que jugamos con ocho indios, que no lo hace nadie. Los aficionados tenían su equipo, pero luego nos seguían a nosotros. Quedamos campeones, y el año siguiente subcampeones, con el Hyderabad, un club de una ciudad de ocho millones de habitantes. Luego me fichó el Goa, que es como el Atlético en España. Al final con Igor debutaron hasta catorce jugadores de mis equipos, por lo que mucha gente terminó pidiendo que le sustituyera yo. Es lo único que me quedaba, he entrenado niños, equipo de fútbol femenino, primera división, en el extranjero… Me faltaba una selección.
¿Se fue decepcionado de España?
Me fui con la oportunidad perdida de Las Palmas. Estaba en el filial, me pusieron a entrenar al primer equipo de rebote porque en ese momento les falló Roberto Di Cervi, y en el último momento no sé qué pasó, a falta de una semana para empezar la semana, me llamaron para asumir con el primer equipo al día siguiente. El equipo acabó descendiendo con cuatro entrenadores diferentes. Salí desencantado porque me sentí muy frustrado al ver lo que había ahí arriba, no me gustó lo que vi en primera división.
Después de aquello, ¿costó que llegasen las oportunidades?
Cuando salí del Espanyol B, me fui a Inglaterra como un estudiante, a casa de una familia. Quería aprender inglés para irme al extranjero. Antes de la India estuve entrenando en la primera división de Croacia.
¿Se valora más fuera al entrenador español?
Después de ganar el Mundial y las Eurocopas, se nos empezó a valorar mucho, en la India hay cinco entrenadores españoles. Caen en el error también de pensar que todos somos de tiki taka, que a veces tiene una connotación negativa. Esperaban eso de mí, y la verdad es que yo no me esperaba que el Hyderabad jugara tan bien. Me colgaron el San Benito de jugón por aquella temporada, aunque luego hemos aplicado otros estilos.
Cuando aterrizaste en la India, ¿te preguntaste “qué hago aquí?
Tengo una anécdota… en el viaje de ida, en el avión pensaba qué coño estás haciendo. los 45 minutos del aeropuerto al hotel no los voy a olvidar en mi vida, le dije al taxista que podría ser un buen extremo. Había regateado a personas, vacas, perros… Llegué en pleno covid y aquí fue muy violento. Desde el primer entrenamiento conectamos enseguida con los jugadores, más que compañeros eran amigos. Me dicen que escriba un libro con miles de anécdotas, la más surrealista fue cuando cogí un taxi a las 3 de la mañana a mi casa, el taxista paraba y se subía otra persona. Cuando llegamos a mi apartamento, siguió de largo y dejó primero al otro en la quinta leche. Su solución fue llevarme rápido, saltándose todos los semáforos en rojo. Hay un chico que chutó un balón lejos, fui a buscarlo y me salió una serpiente tremenda. Y en el vestuario también apareció otra.
¿Qué le atrae tanto de la India?
La gente es muy amable, cuando escuchas la India, se asocia a pobreza, pero aquí hay 1.600 millones de habitantes, no hay clases medias. Los que menos tienen, son los que más te dan. Estoy enamorado de la India. Son 20 países en uno, con 250 lenguas diferentes, no se parecen entre ellos, de repente hay negros, chinos, … Claro que hay pobreza, lo mismo ves el Taj Mahal y también un muerto en el río, quemado, mientras su mujer lava en el río. Es un país que no tiene término medio.
¿Cómo influye el hinduismo en el día a día del futbolista?
Lo llevan muy bien, el hinduismo es el que más adeptos tiene, pero hay mucho cristiano y musulmán. Hay budistas y otras religiones. Antes de cada entrenamiento y partido hay que rezar, ves a uno por aquí, otro en el suelo… Me ha impactado mucho el respeto que se tienen con la cantidad de religiones y pensamientos que hay. Cuando toque el himno nacional, me voy a emocionar la hostia. Son muy de la India, a pesar de ser tan diferentes entre ellos.
¿Qué cree que ha adoptado usted de la India?
Yo no me lo noto, pero cada vez que voy a Barcelona, me dicen que estoy muy tranquilo. Yo era un 'chalao', aquí soy más comedido. No soy yo quien debo decirlo, pero me comentan que soy mejor persona. Me encanta hablar con los jugadores, trabajadores, de cómo es su cultura, hay quienes viven solos o con veinte… Hay chicos que han salido de la pobreza extrema y gracias al fútbol han sacado adelante a toda su familia. Me quedo más con lo personal, como un chico que no tenía para unas botas y luego ha podido hacer una casa para sus padres. Eso es más importante para mí que ganar un título.
¿En qué se lo nota a sí mismo?
Las dos primeras temporadas fueron en pleno covid, vivíamos en una burbuja del hotel al campo de entrenamiento o estadio. Tenía mucho tiempo para hablar con los chicos. Le dije a mi hija que viniera aquí y dejara de quejarse. También se enamoró de la India. Si te digo Colombia lo primero que te viene a la cabeza es 'narco'. Si te digo la India, pobreza. Fuimos a jugar a un sitio de pobreza extrema y no pudimos salir del hotel porque había 25 niños en la puerta esperando que le diéramos algo. Vi a uno de mi equipo dándoles dinero, le pregunté y me dijo "es que yo de pequeño era uno de ellos". Cada día me llevo lecciones de vida. Es un país que me atrae mucho y como seleccionador, cuando suena el himno, como en el cine que antes de empezar la película, se me pone la piel de gallina.
¿Cuál es el nivel futbolístico de la India?
Está en un punto difícil, los jugadores son mejores que hace diez años, pero aquí son campeones del mundo en criket, pero poco más... Físicamente es un pueblo de hombres muy livianos, de 1,70 y pesan pocos kilos; la nutrición a veces no es la más correcta, y no todos pueden tenerla; el mercado es pequeño, bailan de un equipo a otro, los sueldos son altísimos y no tienen la ambición de irse a jugar fuera. Eso impide agilizar la evolución. La mentalidad es otra. Pierden y no están haciendo chistes, pero no les afecta como en otros países. Alguno de los que salieron a otros países, les ha costado mucho seguir el ritmo y se han vuelto enseguida.
¿Cómo es su plan con la Selección?
Lo bueno es que puedes elegir a los mejores del país, y a nivel táctico se puede mejorar mucho. Otro hándicap de la India es que no permiten la doble nacionalidad, así que por ejemplo hay un chico jugando en primera Escocia, sus padres son indios, pero no le dejan jugar aquí. Quieren hacer todo con gente de la casa. Es verdad que cada vez se preparan más, tienen el hábito de ir al gimnasio, aunque por ejemplo en el parón entre temporadas, van al gimnasio y entrenan a lo bestia, se ponen muy fuerte pero apenas tocan balón, así que enseguida se lesionan.
¿Cómo vivió el Covid en la India?
En la India hay tres competiciones, en Covid solo se disputó la liga, así que fueron cinco meses de partidos. El Covid fuerte me pilló en Barcelona, pero cuando volví, en el segundo año, se tuvo que parar todo. Fue el momento más duro, estuvimos mucho tiempo encerrados en nuestras habitaciones del hotel, nos dejaban la comida en la puerta. Nos pinchaban cada día, PCR diario, … Te prohibían muchas cosas, pero luego en el tramo de bajar al autobús al estadio ya nos podíamos contagiar. Ganamos la liga y vinieron miles de personas a esperarnos al aeropuerto. Aquí murieron dos millones de personas. Pusieron psicólogos online, pero alguno no lo soportó y uno de los futbolistas extranjeros no lo aguantó y se volvió.
El día que jugamos la final y ganamos la liga, al extremo derecho de su equipo le vino a ver su primo y mejor amigo. Se les ocurrió viajar en moto. Eran 14 horas de viaje y diluviaba. Se mataron por el camino. Por su religión, piensan que hay más vida después de la muerte, es decir, no le dan el mismo valor que nosotros. Tiene su parte positiva, porque viven sin apenas miedo a la muerte. Tengo conversaciones con mis futbolistas de horas en las que no hablamos ni un minuto de fútbol. A veces es más productivo eso que hablarles del balón parado. El extremo del que te hablo al que se le murieron los familiares, todavía conserva el móvil de su primo. Le pone batería y le llama. Dice que en los malos momentos, habla con él. Es un país de mucha espiritualidad.
¿Qué aspectos positivos y negativos conlleva ejercer a la vez como entrenador del Goa y seleccionador de la India?
Si me va bien con el Goa y no con la Selección, me dirán que no estoy lo suficientemente centrado. Y viceversa. La motivación de los equipos rivales será mayor, también. Son cosas que no puedes controlar, y me acuerdo del Vasco Aguirre, por el que tengo una admiración enorme. Le quita mucho hierro a todo, le damos demasiada importancia al fútbol. Es otro de los que puede estar hablando tres horas y no dice una palabra de fútbol. Aprendí mucho con él y con Valerón, también me ayudó mucho Sergio González. Valerón me dio el mejor consejo: al futbolista profesional, diles siempre la verdad. Por eso para mí Ancelotti es el número uno.
¿Piensa en volver a dirigir en España?
Sólo volvería por la familia, echo de menos a mi hija, pero no me apetece volver. Si entrenase a un filial sí, porque es donde yo más he disfrutado, como los del Espanyol y Las Palmas. El siguiente paso de estos chicos es el primer equipo, así que los entrenamientos son de mucha calidad y ellos están muy receptivos, con las orejas bien abiertas.
¿Cuál es el futbolista con más calidad que ha tenido a su cargo?
Jonathan Viera, sin duda. Tiene un nivel de entendimiento del fútbol muy por encima del resto.