El Real Madrid se enreda consigo mismo
La falta de continuidad y de regularidad castiga al Real Madrid en su lucha por ganar todas las competiciones que disputa. La buena impresión de Bérgamo se diluyó, en parte, en Vallecas cuando tan importante era la victoria contra el Atalanta en la Champions como ante el Rayo en la Liga. Los de Ancelotti se enredaron tanto defensivamente que para no salir con la cabeza 'gacha' tuvieron que recurrir a todos sus recursos ofensivos. O lo que es lo mismo. Un remate de larga distancia, 30 metros, de Valverde; un cabezazo del inspirado Bellingham -sexto gol consecutivo después de 12 jornadas de abstinencia- y un remate con carambola de Rodrygo, después de una de las pocas jugadas colectivas de todo el partido. Más variación en ataque, imposible.
Ancelotti se confesó contento, bastante contento, con el partido de su equipo. Me extrañó la complacencia sabiendo que es un entrenador exigente. Reconoció errores defensivos, pero hizo mucho más énfasis en la reacción de los suyos después de los dos primeros goles y en las ocasiones de gol creadas. Recitó, una por una, las siete ausencias de jugadores titulares y no olvidó que a Vinicius le hicieron un penalti clarísimo. Lo fue. De todo un poco, también.
Lo de los fallos atrás, me consta, le pone de 'mala leche', pero parece no encontrar la fórmula para superar las deficiencias defensivas en las acciones a balón parado y los problemas de colocación cuando el equipo se despliega en ataque sin saber protegerse en defensa. Cuestión de vigilancias.
Sería injusto no reconocer todos los méritos del Rayo para que el Real Madrid se mostrase tan errático en algunas fases del encuentro. El equipo de Iñigo Pérez normalmente sabe lo que quiere y en encuentros como éste parece que se esmera aún mucho más. Buena presión, notable ocupación de los espacios, inteligencia para alternar el juego por las bandas, con el juego anterior. Incluso en los últimos minutos supo defender con orden las últimas acometidas de los hombres de Ancelotti.