El Luisito interista hizo un corte de manga a la afición azulgrana y se fue del Camp Nou: "En el Barça siempre fui más reconocido que querido"
El traspaso de Luis Suárez del Barça a Inter en 1961 por 25 millones de pesetas más dos amistosos marcó un hito en el mercado futbolístico. El barcelonismo nunca trató al Balón de Oro como se merecía.

"Yo soy del Deportivo, aunque jugué muy poco. Del Barça, aunque me silbaban que no veas... y del Inter, donde fui para tres o cuatro años y me quedé toda la vida, con el paréntesis de la Sampdoria". Palabras del inolvidable Luis Suáez, Sesenta años después y pocas horas antes de que el Inter vuelva a visitar el Camp Nou continúa siendo imposible explicar con un mínimo de raciocinio y lógica por qué el 25 de agosto de 1965, Luis Suárez, único Balón de Oro masculino del fútbol español hasta que en 2024 lo consiguiera Rodri, dedicó un corte de manga a la afición azulgrana y abandonó inmediatamente el césped del Camp Nou. Estaba harto de la animadversión que gran parte de la afición azulgrana mostraba hacía él durante ese intrascendente partido amistoso La misma que ya había mostrado antes, lo que es más grave, cuando vestía la propia casaca azulgrana.
Aquel gesto en el minuto 38 del encuentro, que suponía la presentación del equipo barcelonista ante su afición y confirmaba la buena relación entre los dos clubes después del traspaso del futbolista cuatro años antes, siempre martilleó la cabeza de "Luisito". "Yo no era así. Yo no me hubiera ido del Barça al Inter. No es que entonces los futbolistas tuviéramos mucha fuerza en los traspasos, pero estaba bien. Es cierto que me doblaron el sueldo y que el club italiano se estaba convirtiendo en uno de los grandes equipos de Europa, como se demostró después que ganamos dos Copas seguidas, pero a mí me vendió la gestora que regía el club en un periodo interino camino de unas nuevas elecciones. Helenio Herrero vino a por mí, insistió mucho, ofrecieron 25 millones de pesetas de entonces y la recaudación de dos partidos amistosos, yo me hubiera quedado... El club necesitaba dinero. Estaban construyendo el Camp Nou... Por cierto que la tribuna de enfrente de la preferencia se construyó con el dinero que pagó el Inter. Un mucho es mía".
La guerra entre kubalistas y suaristas
A Luis Suárez siempre le costó entender por qué la afición barcelonista le discutió tanto en su periodo como jugador azulgrana (1953-61). Tardó en aceptar, nunca lo comprendió, por qué el estadio se dividía entre 'kubalistas' y 'suaristas', cuando su relación personal con el gran ídolo húngaro era mucho más que perfecta. Pocos le ayudaron como él cuando aterrizó en Barcelona. "No era fácil de entender para un chaval que llegó a ese club con 18 años cómo una afición tan grande como esa no pudiera compartir en su corazón el cariño a dos de sus futbolistas más representativos".
Luis Suárez fichó por el Inter con el galardón de Balón de Oro en su mesilla de noche. Es más, lo hizo cinco días antes de disputar con el Barça la final de la Copa de Europa de Berna contra el Benfica (2-3). Sin duda, el momento más triste de su carrera deportiva. Siempre lo reconoció así. "Fui a perder la final en la que más méritos mi equipo había hecho para ganar. Más, incluso, que las dos que luego gané con el Inter". La noticia se anticipó con antelación. Circunstancia que nunca le gustó. Pero fue imposible frenarla. Quien más interés tenía en hacerla pública antes de esa final, era Helenio Herrera, que había entrenado a Luisito en el Barça y quién más trabajó para llevárselo al Inter. "Menos mal que a pesar de la derrota, me salió un buen partido individualmente. Si no me hubieran echado la culpa de la derrota. Hubieran dicho que estaba pensando ya en el Inter".

Quería apuntarse el tanto. Fichaba a un jugador que ya era Balón de Oro y que iba a jugar la final de la Copa de Europa. Incluso, después del partido, vendió que él le había llevado en coche de Berna a Milán, cuando fue el director deportivo del club interistas, Italo Allodi quien lo había hecho. Concretemos. Además de los 25 millones de pesetas, en el traspaso se pactaron dos amistosos cuyas recaudaciones serían para el Barcelona. El primero de ellos se jugó en el Camp Nou el 10 de enero de 1962. La afición y los medios de comunicación destacaron el abrazo que se dieron Suárez y Kubala, que entonces era el entrenador del equipo. Poco más que valorar. Si acaso que cada vez que se levantaba Helenio Herrera de su banquillo era silbado por la afición. Luis pasó casi inadvertido. Ganó el equipo azulgrana (2-1).
Pitos... cuatro años después
El segundo amistoso se disputó en San Siro el 11 de abril del 62. Victoria del Inter (1-0). Por supuesto, sin incidentes. Luis, ya era Luisito para la afición nerazurra, y H.H. era aún más intocable. Por todo ello sorprendió tanto en general y más a Suárez en particular que tres años después, el 25 de agosto del 65, en un tercer amistoso sucediera lo que aconteció. Las palabras textuales del interesado ponen énfasis en la correlación de los hechos. "Siempre me he preguntado por qué comenzaron a pitarme. Si exploté es porque pensaba que la afición ya tenía superado lo del kubalismo y el suarismo. "Yo nunca tuve la culpa de llegar al Barça con 18 años y, con Kubala lesionado de ligamentos, el entrenador, que era Helenio Herrera, comenzara a contar conmigo. Además, no jugábamos en la misma posición. No era, él o yo. Cuando se recuperó, Kubala comenzó a jugar los partidos de casa y fuera lo hacía Eulogio Martínez. Yo jugaba siempre, pero me daba cuenta que Laszi allí era el rey, como lo podía ser Di Stéfano en el Madrid... Durante todos esos años, hasta que me marché al Inter, continuaron silbándome. Yo, por mi forma de jugar, arriesgaba mucho y cada vez que fallaba, pitos que te crio."
Cuando a Luis le preguntaban por el corte de mangas, siempre se ponía mala leche. "Coño, es que cuando hice lo que no tenía que haber hecho, habían pasado cuatro años desde mi marcha. Comenzaron a silbarme cada balón que tocaba. No venía a cuento. Primero fue por qué protesté, junto al resto de mis compañeros, un penalti muy claro que hicieron a Peiró. Fue fragante. El árbitro era un catalán... Pintado. Luego fue porque rematé a las nubes un balón que me venía franco para rematar y metí mal el empeine... Aquello fue más mofa que pito. Y el colmo fue que hice una falta sobre Gallego, su central... e hice un gesto con la mano... La que me cayó fue tremenda. Entonces me dije, se acabó y me salió lo del corte de manga y me fui directo para los vestuarios. No dije nada. Helenio Herrera se me quedó mirando, pero tampoco me dijo nada. No podía soportarlo. Yo sentía que volvía a mi casa y me trataban así. Lo peor es que captaron la foto, un poco difusa, pero hay prueba de lo que hice"
En petit comité, Luis no ocultaba cierta desilusión con el trato otorgado por el club azulgrana. "La verdad es que en el Barça siempre me sentí más valorado como futbolista, reconocían que era bueno, que querido emocionalmente. Por eso me fui. No podía continuar con la presión que tenía encima... Esa falta de cariño continué sintiéndola muchos años después. Hasta la primera llegada de Laporta a la presidencia, más o menos. que comenzaron a llamarme para todos los actos y me pidieron que les cediera el Balón de Oro para el Museo, y lo hice, por supuesto. Parecía que había jugado en el Madrid. Los veteranos comenzaron a contar conmigo. Estábamos en contacto permanente... Pero eso en el Inter llevaba años y años pasando. Y no creo que Milán esté tan lejos de Barcelona".
Una de las situaciones que siempre le llamaron la atención, incluso cuando regresaba a Barcelona ya retirado y se encontraba con aficionados por la calle, "es que me dijeran que ellos me habían visto jugar y que eran de los que nunca me habían silbado... Y yo tampoco, decía el de al lado, ni yo... Resultaba que nadie me había silbado, pero me las llevaba buenas... No veas como sonaba el estadio. Más que el Bernabéu. Pero allí era normal iba siempre con el Barça o con el Inter, que éramos rivales directos. Incluso en una final de la Copa de Ferias contra el Birmingham. Esa noche pensé que jugaba con los ingleses. Hice un gol y, por fin, me aplaudieron. Ganamos 4-0 después de haber empatado allí a cero".
Ante un Barça-Inter de semifinales de la Champions, la figura de Luis Suárez, fallecido el 9 de julio de 2023 en Milán, siempre estará presente. Es el gran nexo de unión entre los dos clubes que más disfrutaron de su exquisito juego, Selección, con la que ganó la Eurocopa 64, al margen. Ocho años de azulgrana (dos Ligas, dos Copas, dos Copa de Ferias y un Balón de Oro) y nueve de nerazzurro (dos Copas de Europa, dos Copas Intercontinentales, y tres Serie A. Ante esta eliminatoria, Luisito, tendría el corazón dividido. Pero lo que tuvimos la fortuna de tener su amistad y su confianza sabemos que el juego de este Barça está mucho más cerca de su estilo futbolístico... pero el Inter siempre será 'su' Inter.
PD. Todas las palabras entrecomilladas pertenecen a conversaciones personales con Luis Suárez.