OPINIÓN

Luis Enrique se sube a los lomos de Donnarumma y vuela con el gol de Fabián y el motor de Achraf

Luis Enrique celebra el pase a la final de la Champions./EFE
Luis Enrique celebra el pase a la final de la Champions. EFE

Después del partido de San Siro, o casi sería mejor escribir de la eliminatoria (Barça-Inter), cualquier partido de fútbol nos parecerá menor, aunque sea potable. Muy difícil llegar a tal grado de excitación futbolística como el que se vivió en el San Siro de Luisito Suárez. El PSG-Arsenal no fue malo, tuvo sus detalles, sus momentos, pero nada comparable. Los parisinos, con más virtudes que defectos a nivel colectivo, hicieron bueno el resultado de la ida, aunque para ello, en los diez primeros minutos, se tuviera que agarrar a Donnarumma, ese guardameta mastodóntico que parece haberse especializado en saltar siempre de lo mejor a lo peor sin término medio.

Lo que parece una evidencia es que el italiano ha mejorado ostensiblemente sus prestaciones técnicas y tácticas entre los tres palos, las físicas las traía de fábrica, desde que es entrenado directamente por Borja Álvarez, el hombre elegido por Luis Enrique para sacar lo mejor de sus 'portieri'. Esa mano de hierro abajo que le sacó a Odegaard en el minuto ocho se antoja producto de ese trabajo individual que realiza a diario con el técnico de Lleida, que antes de caer en el radar del asturiano en julio de 2023, pasó por el fútbol chino, el Almería de Guti y el Andorra de Eder Sarabia.

Subido a esa parada de Donnarumma y gracias también a otra, en un balón que se encontró cuatro minutos antes en un remate de Martinelli, el PSG se fue metiendo en un partido que solo sabía a Arsenal por su atrevido comienzo. No fueron, además, sus últimas grandes intervenciones de la noche. Tuvo otra grandiosa en la segunda mitad para convertirse definitivamente en el hombre del partido y minimizar un error final que no acabó en gol porque Saka no tenía su noche. Dominador por naturaleza, el equipo de Luis Enrique mostró en esta ocasión su versión más 'contraatacadora' y no tardó en encontrar el gol de la tranquilidad imperecedera. Sangre española en ese zurdazo de Fabián, ya instalado definitivamente en el once titular del flamante finalista de la Champions.

En su primer año sin Mbappé, el club de París se ha clasificado para su segunda final de la gran competición. Todavía no la ha ganado. Superado el susto y los altibajos de la primera fase, los de Luis Enrique fueron mostrándose en las siguientes eliminatorias como un equipo serio, bien armado para cumplir en las dos facetas que exige el fútbol: defender y atacar. Por lo visto en este doble duelo contra el Arsenal, además, tiene capacidad para protegerse con muchos hombres y embestir también con muchos. ¿Por qué? Porque tiene jugadores como Hakimi Achraf, sobre todo él, Kvaratskhelia, Vitinha, Neves, Fabián, Mendes... que corren y juegan por casi todas las zonas del campo. Sirven para un roto y un descosido hasta el punto de haberse convertido ya, prácticamente todos, en auténticos militares de Luis Enrique. El primero de ellos, el ex del Real Madrid. Un prodigio físico que juega de lateral, interior y extremo dando la sensación de que entiende y domina las tres posiciones.

Del Arsenal solo se puede decir que nunca se rindió y si no dio más guerra fue porque no acertó en los primeros minutos en los que mostró su descaro. No alcanzó, por supuesto, el nivel futbolístico de la eliminatoria contra el Real Madrid. Ni Rice tuvo posibilidad de repetir con alguna falta directa, ni sus compañeros estuvieron tan inspirados. Al final, sí echaron de menos jugar tantos partidos sin un '9' de referencia, por más que Merino haya rendido en esa posición como si llevara toda la vida jugando ahí.