Este PSG de Luis Enrique tiene mucho dentro y no parece haber llorado ni un minuto la ausencia de Mbappé

Se trataba, se trata, que todavía queda el partido de vuelta, de unas semifinales de la Champions. Alto voltaje entre dos equipos que han venido a este mundo del fútbol a jugar a eso, al fútbol. Alejándose, lo más posible, de la especulación y acercándose, siempre que pueden, a tener el protagonismo que siempre tendrán los bloques que quieren tener el balón más que el contrario. Y si esa posesión es en el campo enemigo y está acompañada de una buena presión alta, mejor que mejor.
Arsenal y PSG están cortados por el mismo patrón. El que diseñan sus dos entrenadores que, además, son españoles inspirados en sus propios convencimientos tácticos y técnicos, pero también influenciados por los maestros que han tenido cerca. Arteta pasó de ser jugador de Arsène Wenger a ayudante de Guardiola y Luis Enrique tuvo siempre cerca el espejo de Pep y creció en el ADN Barça. Todas, situaciones relacionadas con el juego de ataque.
De la capacidad del Arsenal se dejó de dudar después de ganar al Real Madrid los dos partidos. Esas dos victorias de cuartos de final y cómo la consiguieron los 'gunners' son de las que conceden créditos a los que las consiguen. También el PSG lleva semanas ganando enteros después de haber visto comprometida, allá por final de año, su continuidad en una competición que en París quieren subir a lo más alto de la Torre Eiffel. Este conjunto de Luis Enrique tiene mucho dentro. Se nota en los partidos importantes. Y si se encuentra con un gol a los cuatro minutos, gana en confianza y crece.
No debe ser fácil ejercer de espía (ojeador, scout) y elaborar un informe completo sobre cómo maniobra el campeón francés. Tomar nota de todos sus recursos, sobre todo ofensivos, obligará al encargado de turno a un trabajo concienzudo. Además, este PSG defiende bien. Y tan pronto lo hace con tres hombres, los dos centrales y el lateral zurdo Mendes, como con una línea de cuatro, en la que el cuarto hombre no tiene por qué ser obligatoriamente el otro lateral, Hakimi. El marroquí nacido en Madrid está para otros menesteres. Casi siempre ofensivos. Y, ni a Neves ni a Vitinha se les caen los anillos por tener que comenzar el juego desde la posición de lateral.
Su centro del campo tiene complejo de rodillo. Dos portugueses, dos locos bajitos, y un español más crecidito. Fabián, que no desentona. Los tres no paran de moverse con balón y sin balón. Tiene cierta obsesión el once parisino por crear superioridades en la zona del campo en la que está el balón y en esa batalla los tres volantes son imprescindibles. Dembelé, ¿quién le ha visto y quién le ve? es ahora un ariete falso que sale y entra de su teórica posición para que sus compañeros de línea tengan un horizonte abierto y despejado. Además, el ex del Barça mantiene listo su olfato rematador, hasta para marcar con remates mordidos que se envenenan en su recorrido. No solo los extremos, Doué y Kvaratskhelia, que se intercambian la banda cuando lo consideran oportuno y trabajan defensivamente cuando los laterales contrarios les obligan, tienen licencia para meterse por dentro, también la poseen los tres centrocampistas, sobre todo Neves buscan ese espacio abierto.
El PSG se maneja bien con el marcador a favor y cuando el rival le aprieta, como lo hizo el Arsenal en determinados momentos del partido, no tiene inconvenientes para replegarse en su campo, pero tampoco muestra reparos para presionar arriba con cuatro y cinco jugadores. Sin alejarse de la ocupación de los espacios con la que casi siempre se muestra el 1-4-3-3, Luis Enrique tiene hombres para darle una vuelta a sus intenciones. Puede pasar a jugar con un delantero centro más al uso, el portugués Ramos, o insistir con el '9' falso, con la presencia de Barcolá. En resumidas cuentas, un conjunto bien armado que da la sensación que no ha llorado ni un minuto la ausencia de Mbappé.
Los franceses se marchan al partido de vuelta en el Parque de los Príncipes con la sensación de que sabían bien cómo frenar al Arsenal con el balón por medio y también en las acciones a balón parado, en las que llevan 27 goles en los que van de temporada. Solo una vez perdieron la batalla del juego aéreo y el VAR anuló el cabezazo de Merino. Control absoluto en este sentido.