Jokin Ezkieta vive sus 'primeras veces' con 28 años en el líder de Segunda: "Me daba miedo ser el perfecto portero suplente... La gente se olvida de ti"
El navarro, que se formó en Osasuna, Barça y Athletic, repasa su trayectoria en una entrevista a Relevo.
Con la misma seguridad que transmite bajo palos, en un escenario siempre imponente como El Sardinero, Jokin Ezkieta (Pamplona, 1996) se sitúa frente a su ordenador para atender la llamada de Relevo. Lo hace como titular indiscutible y piedra angular del Racing de Santander, líder de Segunda. Está agradecido. A José Alberto, al club y a la ciudad, consciente de que su camino, "como el de otros muchos", no ha sido del todo sencillo. Está viviendo infinidad de primeras veces ahora, con 28 años, después de una carrera repleta de altibajos. Pasó, sin apenas minutos y oportunidades, por la cantera de Barça y Athletic. "Sí, me daba miedo ser el perfecto portero suplente", desliza. Pero, armado de valor, se atrevió a salir de la zona de confort propia de los filiales para firmar por el equipo cántabro en verano de 2022.
Se define a sí mismo como "frío y analítico" y, aunque la oportunidad de ser titular en el Racing de Santander le llegó por una expulsión de Miquel Parera, su competencia bajo palos, se ha convertido en uno de los mejores porteros de la categoría. Pese a lo particular de su trayectoria, acostumbrado a ser segunda espada, convive de manera natural con el miedo a fallar ("si estás pensando en no fallar, es más fácil que llegue ese error"). Su tono de voz y expresión facial cambian al escuchar la palabra "ascenso", aunque aboga por la prudencia y el ya habitual "partido a partido" en la charla, de más de una hora de duración.
Habrá gente, poca, que todavía no sepa quién es Jokin Ezkieta...
Bueno, para quien no lo sepa: juego en el Racing de Santander como portero. Somos el equipo líder de Segunda de momento y soy un portero que, para el que no me haya visto jugar, este año más que otros intento estar muy relacionado con la defensa, ya que es una de las características de nuestro equipo, tener la línea alta. Intento dar seguridad al equipo y, de vez en cuando, paro alguna, la que puedo [risas].
Antes de llegar a la cantera de Osasuna, pasaste por el Ikastola Paz de Ziganda y Oberena. ¿Cuánto de aquel Jokin Ezkieta queda todavía?
Lo que queda, sobre todo, es la ilusión de ese chaval que soñaba con llegar algún día a estar donde estoy ahora, y esas ganas de querer siempre mejorar. Eso sigue. He dado dado muchísimos pasos desde entonces, pero el espíritu sigue vivo. Eso es lo que me impulsa a estar en esto, porque tienes que ser un apasionado, sobre todo en la portería. Yo desde muy pequeñito lo tuve claro... No fui de esos que ha jugado primero de jugador y luego se pasó a portero. Yo he sido portero desde siempre y ahora, por suerte, estoy cumpliendo ese sueño.
¿Cuándo te das cuenta de que quieres ser portero? Meter goles suele tirar mucho...
No sabría decirte por qué, porque no tengo el recuerdo de haber querido ser jugador. Empecé a jugar con mi padre, pero es que yo me ponía de portero, igual que él [su padre], que también lo fue en su época. A mí me gustaba tirarme, revolcarme, era un niño bastante movido y siempre he disfrutado mucho de ser portero. Siempre he estado ahí, mis amigos tenían suerte porque, normalmente, nadie se quiere poner de portero, pero yo siempre quería. Desde ahí, fui creciendo y nunca me ha picado el gusanillo de querer cambiar. Creo que me iría bastante peor [risas].
"El portero tiene que querer estar en la sombra"
¿Es una posición injusta?
Sí, pero bueno... Eso ya lo asumes desde bien pequeño. El propio fútbol te va enseñando cómo es la posición y lo tienes que asumir. Es mucho más vistoso meter goles y ser protagonista, pero para ser portero te tiene que llamar y tienes que tener ese tipo de personalidad: querer estar un poco en la sombra, el trabajo que no se valora... Al final, los porteros disfrutamos de eso y puede ser que en un partido en el que nadie te valore, tú salgas supersatisfecho del trabajo que has hecho. Al ser el último defensor, los errores se magnifican y, si acaban en gol, son mucho más vistosos.
¿Lo de estar un poco en la sombra va con tu personalidad?
Sí. Yo creo que en todos, no sólo en el caso del portero. La personalidad de los jugadores en el campo también se ve un poco fuera. Yo intento siempre transmitir serenidad, porque creo que el portero lo que más hace es transmitir a los compañeros. Intento transmitir eso en portería y también fuera del campo. Soy un chico tranquilo, muy frío y analítico, e intento serlo también sobre el césped porque me ayuda a sacar mi mejor rendimiento.
¿Cómo afrontaste el cambio de estar en Osasuna a fichar por el Barça? Son dos filiales, sí, pero de distinta magnitud.
Fue un cambio duro. Primero, porque cuando yo llegué a La Masia, el Barça estaba sancionado [la FIFA sancionó al Barça sin poder fichar hasta enero de 2016 por incumplir reiteradamente el Reglamento y Estatuto de Transferencia de Jugadores menores de edad] y eso me afectó también a mí. No podías, ya no sólo no jugar, sino tampoco ir convocado. Fue duro por la inactividad, que es al final lo peor, y por tener que adaptarme a un equipo nuevo, a un estilo nuevo... Yo no estaba muy familiarizado con ese estilo. En Osasuna, el portero no tenía que intervenir casi nada con los pies, lo mínimo y más bien poco, y en el Barça sí te exigían un poco más. Al principio me costó, pero llegué lleno de ilusión y no dudé. Fui con toda la ilusión del mundo de un chico que va a jugar al Barça. Qué te voy a contar.
"Si no juegas, pasas al ostracismo y nadie sabe nada de ti"
El fútbol no espera a nadie, ¿no? Y menos cuando estás en un filial.
Sí, y más en el puesto de portero, que si no estás jugando o estás activo pasas al ostracismo. Nadie sabe nada de ti, y es un poco la situación que yo viví en Barcelona. No llegué a tener continuidad ninguno de los años que estuve y, por suerte, el segundo año salí cedido al Sabadell. Ahí sí que pude tener continuidad y me vino muy bien para crecer futbolísticamente, también para creérmelo. En un filial va todo rapidísimo, son pocos años en los que se decide si das o no el salto y, bueno, el fútbol es así. El fútbol y la vida. Aquí es rendimiento, el que vale tira para adelante y el que no, pues normalmente siempre hay alguien que le pasa por encima. Pasa en todos los trabajos, pero el fútbol siempre te da segundas oportunidades.
Hay alguien que explota antes, gente que explota después y hay diferentes circunstancias, como me pasó a mí. No he tenido continuidad en prácticamente ningún sitio hasta que he llegado aquí. De repente, empezamos a conocer a Jokin... Bueno, quizá si hubiese tenido continuidad antes lo hubiésemos conocido antes. Las cosas son así en el fútbol y en la vida, son diferentes procesos de cada uno y los filiales son épocas muy cortas en los que hay un corte muy claro de quién va hacia adelante y quién no.
¿Por qué crees que te faltó continuidad en el Barça?
A ver, yo siempre me miro a mí. Siempre digo que si hubiese rendido mejor, pues igual le hubiese dado al entrenador más motivos para confiar. En ese momento había un compañero que lo estaba haciendo muy bien, que era Adrián Ortolà. Tuvo mucha más continuidad que yo. Fueron decisiones técnicas. El puesto de portero es o juegas o no juegas, y tampoco tuve ese puntito de suerte de que el compañero se lesionase y tuviese oportunidades de entrar. Iban pasando los partidos y no tenía minutos. Fue una pena, porque después de volver con buenas sensaciones de la cesión, tampoco tuve continuidad. Estábamos en Segunda y jugar en esa categoría, siendo tan joven, hubiera sido bonito. Pero ya te digo que hay muchas cosas que controlas y otras que no... Tuve que seguir trabajando para que me llegase la oportunidad.
Parece, desde fuera, que el proceso para alguien que no lleva toda su vida en La Masia es muy diferente y bastante más difícil.
Sí, sin duda. El filial del Barça, además, es más característico que otros. A mí me costó, sobre todo el juego con los pies. Yo nunca lo había mamado y ahí te lo exigían más, pero di bastantes pasos adelante y, aunque no tuve la oportunidad o no se tuvo la paciencia pese a no ser un chico que venía con el perfil de ese juego de pies o arriesgar más, aprendí mucho. Lo entiendo, también, porque esto es muy rápido e incluso en los filiales si los resultados no van te quitan y ponen a otro. El fútbol no espera a nadie y a mí me tocó esperar y es lo que había. Estoy muy contento de cómo se han dado las cosas al final, pero tengo la espinita clavada de esos años en los que no tuve protagonismo, no te voy a engañar.
¿Y el balance personal de aquella época cuál fue?
Bueno, al final siempre te haces esa pregunta de qué hubiese pasado si hubieses estado en un equipo en el que hubieses jugado más. La respuesta es difícil, porque no lo sabes, pero el balance es positivo. Viví muchísimas experiencias muy enriquecedoras, entrené muchísimo con el primer equipo porque era el único portero sub-23 del filial y llegué a ir a dos giras, convocado una vez... Hacer el día a día con el primer equipo era una maravilla y una masterclass. Entrenar con porteros como Ter Stegen me hizo madurar y, también, testarme con ellos, ver que puedo hacer el día a día con el primer equipo del Barça. Te ayuda a creértelo y te ayuda a decir: "Bueno, estoy metido en el mundillo, entrenando con ellos como uno más". Eso mentalmente me sirvió muchísimo. A nivel personal, además, salir de casa te hace crecer y madurar... Me ayudó mucho. Lo que somos fuera del campo lo trasladamos al campo y madurar en la vida te ayuda futbolísticamente.
"Puede ser que la gente se olvide de ti porque llevas dos años sin jugar un partido, pero tienes que ser fuerte"
Después del Barça, firmas por el Athletic con una cláusula de 45 millones. ¿Te transmitió confianza y seguridad que la cantidad fuese tan alta? Como si esos 45 'kilos' significasen que la confianza en ti era total.
La situación se dio así porque fue una época en la que en el Athletic hubo un baile importante en la portería: Kepa se fue, Iago [Herrerín] se lesiona, Unai [Simón] se va cedido al Elche y luego vuelve, Remiro no renueva... Hubo un cúmulo de cosas que, afortunadamente para mí, me ayudaron a meter el morro ahí [risas]. Me consta que los informes eran positivos y el Athletic, dada su filosofía, sí apostó por mí. Fue un contrato de cuatro años y tengo un cariño tremendo a mi etapa allí. Tampoco tuve el protagonismo que me hubiera gustado, pero bueno, nunca es fácil. Las cosas que he vivido y los amigos que he hecho no los cambiaría por nada. Todas las experiencias me han llevado la situación en la que estoy ahora. Me siento un privilegiado.
Teniendo en cuenta que siempre te ha costado ser titular, ¿llegaste a sentir miedo a ser un perfecto portero suplente?
Sí. Porque van pasando los años y esto va muy rápido. Al principio dices: "Soy joven, es normal no jugar...". Asumes la situación del portero, que sabes que es complicado entrar de primeras, que necesitas un poco de suerte y que un entrenador confíe en ti. El puesto de portero es complicado, una posición difícil para ello. Desafortunadamente, yo no pude tener esa continuidad, en parte también porque igual no me lo gané, porque no me gusta dar todo a factores externos, pero al final sí que piensas: "Oye, voy aquí y no juego, voy allí y no juego...". Pero bueno, lo que te decía de madurar, que también es ser frío y analítico, y el día a día vale muchísimo. Puede ser que llegue el fin de semana y no juegues, que la gente se olvide de ti porque llevas dos años sin jugar un partido, pero tienes que hacerte fuerte porque un día puede ser que te toque jugar y, si te quieres quedar, tienes que estar preparado. El fútbol no espera a nadie y tienes que estar preparado. Eso también es ser buen compañero, que es una de las lecciones que saqué del Athletic: mirar por el grupo y entrenar, juegues o no juegues, a tope es clave para eso.
Supongo que el proceso hasta llegar a ser titular en el Racing ha sido duro...
Sí, ha sido muy duro, pero siempre he estado muy bien acompañado por mis compañeros y familia, que son los que más lo sufren. Te ven a ti sufrir y quieren que te vaya bien, están siempre apoyando... Es también mucho trabajo mental que tienes que hacer. Pero no nos olvidemos, aunque parezca un sufrimiento, que yo siempre me he considerado un privilegiado. Toda mi carrera he estado jugando a fútbol, por suerte entrenando con primeros equipos... Ni me estoy quejando ni mucho menos. Iba cada día feliz por poder dedicarme a lo que me dedicaba, pero todo el mundo es ambicioso y, si buscamos ese puntito, todos queremos tener parte de protagonismo, hacerlo bien y mostrarnos. Ha sido un proceso difícil, pero soy una persona muy positiva. Eso me ha ayudado a, en los momentos bajos, no estar tan bajo y, en los altos, tener esa estabilidad que luego te permite rendir bien. Estaba confiado de que, algún día, la oportunidad iba a llegar.
¿Cómo recuerdas tu fichaje? ¿Te lo tuviste que pensar?
No me lo pensé ni cinco minutos. En cuanto tuve la oportunidad de venir aquí, lo arreglamos todo lo antes posible. Fui consciente en todo momento de la suerte que tenía de que un histórico como el Racing quisiese contar conmigo. Esperaba haber tenido más protagonismo en mi primer año [Miquel Parera fue titular], pero tocó trabajar. Al final, llegó la oportunidad y no podría estar más contento de estar en la situación en la que estoy. Me siento muy querido por la afición y por mis compañeros, y estoy disfrutando de este momento, porque en el fútbol hay muchos más momentos malos que buenos, y los buenos hay que disfrutarlos.
¿Te comunicó José Alberto que ibas a pasar a ser el portero titular?
A mí la oportunidad me llegó en un partido en el que expulsaron, por una acción fortuita, a Miqui [Miquel Parera], que llevaba jugando toda la temporada. Yo sabía que iba a jugar el partido siguiente ante el Granada en casa. Ganamos 1-0, no fue un partido espectacular, pero tuve buenas sensaciones y dejé la portería a cero. La clave era lo que iba a pasar el siguiente partido, contra el Ibiza y en casa. Podía pasar de todo. No sabíamos muy bien quién iba a seguir. Yo hubiese entendido que el míster apostase por Miqui, pero fue valiente, apostó por mí y, a partir de ahí, dijo: "Va a seguir jugando Jokin". El equipo, por suerte, consiguió el objetivo, que era salvarse. La temporada anterior tuve continuidad, esta también, y espero poder seguir respondiendo a la confianza. Es clave que un entrenador confíe en ti, tengas momentos buenos o malos. Es clave tener esa regularidad. Cualquier portero con regularidad obtiene buen rendimiento. José Alberto es el entrenador más importante que he tenido en mi carrera.
¿Cambió tu relación con Miquel Parera cuando José Alberto te confirmó como su portero titular?
Es una maravilla contar con Miqui como compañero porque es un profesional como la copa de un pino. Siempre hemos entrenado los dos a tope y esa es una de las claves. En las primeras entrevistas me preguntaban mucho sobre este tema, pero la relación siempre ha sido la misma. Cuando a mí me ha tocado estar sin jugar, intentaba apretar al máximo y comerme el césped entrenando. Es clave para que los dos crezcamos futbolísticamente y la competencia es sana. Tenemos una relación magnífica y eso beneficia al equipo, que sabe que tiene dos porteros que pueden rendir muy bien.
Con una ventaja de +10 sobre el Oviedo, segundo, ¿cuesta mantener los pies en la tierra?
No cuesta. Nadie piensa que el ascenso está muy cerca. Estamos dando pasos muy grandes, pero el equipo está concienciado en que queda muchísimo trabajo. Cuesta un mundo ganar el Segunda, todos los partidos son durísimos y, si analizas los partidos, siempre tienes que sufrir. El equipo tiene buena mentalidad para afrontar todo lo que nos queda, que es muchísimo, y vamos a salir a ganar cada partido.
El Racing, este año, se caracteriza por defender en el centro del campo. ¿Cómo vive un portero que su equipo tire la línea tan arriba?
Ha sido un cambio muy grande, sobre todo teniendo en cuenta cómo defendíamos el año pasado. Ha sido un cambio que todo el mundo ha cogido fácil porque las cosas han salido bien, y eso hace que confíes en lo que estás haciendo. En mi caso, ha habido que trabajar mucho esa relación con la defensa y puede ser que algún día las cosas no vayan tan bien, pero somos muy analíticos. Estamos constantemente analizando cómo puede ser la mejor de hacerlo y poco a poco lo estamos consiguiendo. No creo que sea un ejercicio de fe. Al final no somos suicidas. Intentamos jugar de esa manera porque nos da más opciones de robar alto y nos da tiempo a defender todas esas situaciones que puedan quedar a la espalda. Para los rivales no es fácil... El Burgos, el pasado fin de semana, cayó muchas veces en fuera de juego. No es fácil cuando un equipo es tan presionante. Confiamos en lo que hacemos, en nuestro trabajo. Seguimos hilando fijo y seguimos viendo cortes de vídeo con lo que podemos seguir trabajando.
Pese a asumir más riesgos, encajáis menos [12 goles en contra]. Después de que te haya costado tanto ser titular, ¿te da más miedo fallar ahora?
Está bien siempre escuchar los halagos, pero yo siempre intento mantener los pies en el suelo. Conozco mi profesión: eres tan bueno como tu último partido. Todos queremos ser héroes, está bien que hablen muy bien de ti... Pero cuanto menos te lleguen, mejor. No me da miedo fallar, pero sí es verdad que el error grosero se magnifica mucho en el puesto de portero y eso puede provocar que el entrenador pase a no confiar en ti. El portero tiene que transmitir y, obviamente, todos los porteros intentamos no fallar. El trabajo mental es muy importante y, en este momento, me encuentro en un estado en el que directamente no pienso en el error. Me centro en ayudar al equipo lo máximo posible. Si estás pensando en no fallar, es más fácil que pueda llegar ese error. Estoy tranquilo y en un buen momento emocional.
¿Te acuerdas mucho de aquel final cruel en La Cerámica? Os quedasteis a un paso de jugar el playoff de ascenso a Primera.
Fue un palo muy duro, pero creo que nos va a venir bien, entre comillas. Es una experiencia que te llevas a la mochila y que te hace estar alerta, saber que hasta el final nada está conseguido. Cosas de la vida, unos meses después nos encontramos en una situación privilegiada y toca seguir concentrados y disfrutando.
No te pega mucho hacer apuestas o cometer alguna 'locura', pero si el Racing de Santander asciende, ¿te animarías a hacer algo?
No sabría decirte. No va con mi personalidad hacer ese tipo de locuras. Lo veo posible porque estamos trabajando para culminar ese ascenso que ansiamos todos, pero el mero ascenso ya de por sí sería una locura. Cuando llegue el momento ya pensaremos si hacemos algo. De momento nos centramos en trabajar. Estamos muy ilusionados con eso.
¿Y de quién te acordarías?
Me acordaría, sobre todo, de mis padres. Son los que me han acompañado siempre en este camino, los que más han sufrido. Eso seguro. Yo he tenido que sufrir lo mío, pero he disfrutado día a día. Ellos han tenido que hacer kilómetros para incluso no verme jugar. Son fieles seguidores. Allá donde vaya, siempre vienen conmigo y me acordaría de ellos lo primero. Estoy seguro de que algún día lo conseguiremos y estaremos todos celebrándolo.