RACING DE SANTANDER

Celia Cruz en El Sardinero: la canción de La Gradona que empuja al Racing al ascenso y ayuda a salvar vidas

Los hinchas verdiblancos entonan una versión de 'La vida es un carnaval', canción de la artista cubana cuyo ritmo sirve para llevar a cabo las maniobras de reanimación cardiopulmonar.

Los jugadores del Racing celebran el triunfo ante el Mirandés con la afición./Racing
Los jugadores del Racing celebran el triunfo ante el Mirandés con la afición. Racing
Mario Ornat

Mario Ornat

Alguien en el Racing se dio cuenta de esto: entre animar y reanimar hay apenas un prefijo de diferencia. Y la distancia entre infundir ánimo e insuflar vida reside en una mera cuestión de matices. Tirando de ese hilo, el club intuyó que una canción entonada desde las tribunas más animosas de los Campos de Sport podría servir para empujar al conjunto de José Alberto y, al tiempo, armar una campaña en torno a la reanimación cardiopulmonar (RCP). Así nació el canto estrenado el pasado sábado por los hinchas en La Gradona de los Malditos: una versión de 'La vida es un carnaval', de Celia Cruz, cuyo ritmo es perfecto para llevar a cabo la maniobra de reanimación cardiopulmonar.

Sobre la base de una idea ingeniosa, la colaboración entre el Racing y sus aficionados ha convertido el aliento de los hinchas en impulso para salvar vidas: si existiera una lista de éxitos entre lo deportivo y la responsabilidad social, esta canción entraría fuerte en el hit parade. "La campaña tenía un triple objetivo y se cumplió", explica Roberto González, director de Comunicación y portavoz del Racing. "Primero, el anímico: desde la salida al campo el Mirandés se encontró un ambiente impresionante; en lo económico, porque La Gradona estaba llena como siempre, es la primera zona del campo donde se agotan las entradas cada partido; y tercero y sobre todo, el social, contribuir a una causa como ésta y además en un momento de especial concienciación en El Sardinero".

La campaña fue lanzada por la Fundación Real Racing Club a través del programa 'Racing Saludable', con el apoyo de la Fundación Española del Corazón y la participación de La Gradona. "Desde la entrada del actual grupo de gestión, la interlocución con los grupos de animación y las peñas racinguistas es total", valoran desde el Racing. El pasado verano la sociedad Sebman Sports International, conformada por el empresario argentino Sebastián Ceria y el ex jugador y presidente racinguista Manolo Higuera, adquirieron el paquete accionarial del Grupo Pitma y tienen la mayoría en el club. Desde el consejo de la sociedad es Miriam Peña quien ejerce de hilo conductor en las relaciones con las peñas y la masa social. 

El alineamiento entre la grada y el club ha hecho posible campañas de recogida de residuos plásticos en las playas y otras iniciativas que contribuyen al objetivo de posicionar el Racing como club con propósito y una marcada conciencia de impacto en la comunidad. En esta ocasión, las peñas volvieron a recoger el guante desde el primer momento: "Les propusimos la campaña con esta canción y la hicieron suya con una implicación absoluta: formaron grupos para aprenderse la adaptación de la letra y han pasado meses ensayando por su cuenta y en varios partidos del filial... Después la empezaron a entonar a modo de prueba en El Sardinero", cuenta Pablo Ruiz, director de Marketing del Racing. Así hasta su estreno oficial en el encuentro del pasado sábado.

El momento de euforia colectiva en la afición de El Sardinero ante la marcha del equipo de José Alberto -metido en plena lucha por el play-off de ascenso- componía un escenario propicio. El estadio racinguista lleva cuatro llenos ya esta temporada y el pasado domingo contra el Mirandés rozó el quinto: al final se quedaron sin vender apenas 200 entradas. Aun así el ambiente en los Campos de Sport tuvo, una vez más, la densidad de las grandes ocasiones.

Pero además se sumó otro factor decisivo. Porque a veces hasta las circunstancias más indeseadas parecen conspirar en favor de un buen fin. En la victoria por 3-1 frente al Elche una semana antes, José Ángel Fernández, un seguidor racinguista, se sintió indispuesto en la grada y debió ser atendido por José Antonio Fernández-Divar, el médico del Racing. Además de traumatólogo, Fernández-Divar es cirujano cardiovascular y practicó hasta en dos ocasiones maniobras de reanimación cardiopulmonar para recuperar al aficionado.

José Ángel Fernández, el socio que tuvo la parada cardiaca contra el Elche junto al médico del Racing e Íñigo Sainz.  Racing Santander.
José Ángel Fernández, el socio que tuvo la parada cardiaca contra el Elche junto al médico del Racing e Íñigo Sainz. Racing Santander.

El incidente impregnó el entorno del Racing los siguientes días, con el añadido de la expulsión de Íñigo como nota extravagante de la historia. Y por eso, aunque todos los implicados llevaban ya meses trabajando en la campaña de la RCP, la situación de urgencia vivida en la grada decidió al club a acelerar su activación: "Como quedó demostrado, cada segundo cuenta", remarcó el Racing en un comunicado.

La idea había partido de los creativos de Zurda Agency, agencia de publicidad argentina con la que trabaja el Racing, y la coordinación interna de Pablo Ruiz. La inspiración criolla de la iniciativa no resulta casual. Ruiz trabajó durante 14 años en el mismo departamento de otro Racing Club, el de Avellaneda, antes de asumir su actual posición en Santander el pasado mes de septiembre. Su experiencia en la activación de campañas de concienciación social en torno al fútbol sirvió como base de conocimiento a la hora de darle forma a esta.

"En colaboración con la agencia, hicimos un listado de canciones que pensábamos que podrían encajar", cuenta Pablo Ruiz. Buscaban un tema contagioso, claro. Adecuado para hacerle una adaptación al tono futbolero requerido por la ocasión y cuya tonada resultase asimilable para un coro colectivo como el de los Malditos. "Llegamos a una primera selección de diez temas y a partir de ahí fuimos cribando hasta decidirnos por el de Celia Cruz, cuyo ritmo encajaba perfectamente con la maniobra de RCP".

El tiempo en la música se cuenta en beats. Los beats funcionan a modo de reloj interno de una composición: marcan el paso al que camina la canción. Y en inglés, beat significa ritmo y también… latido. Todo concordaba, entonces. Además 'La vida es un carnaval' ya tenía en Argentina un recorrido futbolero acreditado: Celia Cruz la lanzó en 1998 como sencillo de su álbum 'Mi vida es cantar' y varios clubes argentinos adoptaron la música para integrarla en su colorido repertorio de cantitos de tribuna: de Bahía Blanca a Córdoba y luego a buena parte de la geografía redonda de Argentina.

De modo que el Racing estaba adoptando una canción con pedigrí entre los hinchas. Sólo faltaba darle la vuelta a la letra para encontrarle encaje al mensaje de la campaña. "La fuimos sacando poco a poco entre la agencia y nosotros. Tenía que encajar, ser pegadiza y adaptar los términos más argentinos a su versión en español", explica el responsable de marketing del Racing. Así, el "hay que alentar" del otro lado del Atlántico tocó tierra en la bahía de Santander convertido en "hay que animar". Y poco a poco se llegó al consenso de una letra donde se unen el Racing, la vida, Cuba y La Gradona. Había que enseñarle al mundo de una vez el corazón blanquiverde de la caribeña Celia Cruz.

Tropicalia cantábrica, ahí es nada:

"Todo aquel que sienta que este amor puede morir tiene que saber que no es así,

que a este ritmo Racing da vida, nos sobran fuerzas.

Ooohhh, aaahhh, hay que animar, La Gradona no va a parar, los latidos van aumentando...

Ooohhh, aaahhh, hay que animar, La Gradona no va a parar, mi corazón es verdiblanco".

La escenografía de la iniciativa la completó una edición especial de la camiseta del Racing para recibir al Mirandés: la elástica incluía un corazón serigrafiado en el pecho, justo sobre el punto en el que se debe llevar a cabo la maniobra de RCP. Al final del encuentro, los jugadores del Racing cumplieron con el ritual de celebración comunal con el fondo norte. Y varios de ellos regalaron sus camisetas a la afición. Un reconocimiento sentido al protagonismo de La Gradona semana a semana y en la mejor causa posible: salvar vidas.

¡Cuán gritan esos malditos!

El éxito de la campaña subraya el papel protagónico de la hinchada durante todo el año y en este momento decisivo de la temporada. El Racing cuenta con alrededor de 12.500 socios y unos 1.800 simpatizantes adscritos al llamado Carnet Racinguista, que permite asistir a un partido al año y ofrece diferentes ventajas asociadas a productos y ofertas del club. El momento de frenesí lo ejemplifica la oleada de compra de entradas online para el choque en Huesca: el club altoaragonés se vio obligado a interrumpir y redefinir los requisitos en el proceso de venta al detectar un gran número de adquisiciones desde Cantabria.

Aparte de las que cazasen los aficionados de gatillo digital rápido, el Huesca envió al Racing 189 entradas: "Ese paquete lo distribuimos entre las peñas y La Gradona (47,5%), los abonados (otro 47,5%) y un 5% se reserva para los compromisos del club, familiares de jugadores, etc.", explica Roberto González, director de Comunicación y portavoz del club, antes de aportar un dato revelador: "Las 90 entradas para abonados se distribuyen por sorteo y hemos tenido más de 1.000 solicitudes".

La Gradona de los Malditos constituye el epicentro del poderoso grito racinguista, amplificado por la veintena larga de peñas verdiblancas y un estadio ganado por la ilusión: todos herederos de la Peña Tirabeque, el grupo que en 1925 constituyó el primer foco de animación en los Campos de Sport. La característica denominación de la grada se tomó de un pasaje del Tenorio, cuando don Juan exclama: "¡Cuán gritan esos malditos! Pero, ¡mal rayo me parta si en concluyendo esta carta no pagan caros sus gritos!". El vigor sonoro de aquellos primeros hinchas del Racing provocó la asociación literario futbolera: la gente del Racing gritaba, y todavía lo hace, con el fervor de los malditos de Zorrilla.

La grada original fue derruida en 1936, apuntan los memoriosos. Y a lo largo de las décadas el estadio se ha transformado con la lógica de los tiempos. Pero el espíritu de aquellos pioneros ha traspasado las décadas. En la campaña 2011/2012, el Racing reinstauró La Gradona, ubicada de primeras en la curva alta de la tribuna norte del estadio. Posteriormente se trasladó abajo, al graderío anexo al terreno de juego, detrás de la portería. En esa tribuna de Preferencia Norte hierve el racinguismo más apasionado: "Hoy día todos los jóvenes quieren estar en La Gradona y vivir el ambiente desde dentro", se felicitan en el club.

Su decálogo para los aficionados antes de los partidos transmite el tono del ambiente: "Aquí se viene a animar, nada de estar callado. Para ver el partido sentado tienes otras localidades. Deja el móvil y el postureo para otras ocasiones. Las pipas y palomitas, mejor en el cine. Trae tu bufanda y camiseta, da color a la grada". Para contribuir a esa petición organizan sus propios talleres de customización de banderas racinguistas.

Además, el Racing valora la buena disposición para evitar problemas de seguridad e incidentes en la tribuna. "No subirse a la valla, no romper la pancarta y no zarandear los postes de los altavoces", son algunas de las recomendaciones habituales de las peñas a sus propios miembros. A principio de temporada el club fue multado por los cánticos en el primer partido de Liga, en un incidente entre el defensa Mantilla y Rahmani, extremo del Eibar: "El árbitro escuchó "¡Mantilla, mátalo!", lo consignó en el acta y nos cayó un castigo -cuenta Roberto González-. Hablamos con ellos y ahora lo que cantan es "¡Mantilla, bésalo!".

El cromatismo verdiblanco de los tifos y coreografías de Los Malditos han multiplicado la resonancia positiva en favor del Racing, canalizando una corriente de buena sintonía entre el club, la hinchada y los jugadores de José Alberto, actores principales en la marcha del equipo: sextos con 61 puntos, subidos en una ola de entusiasmo y buenos resultados que alimenta la persecución de un sueño. Estos días, desde la ensenada asciende el perfume bravo del Cantábrico. En el Sardinero, el Racing y su gente intuyen un aroma añorado: la proximidad histórica de un regreso a Primera.