REAL ZARAGOZA

Adrián Liso, la lámpara juvenil que frota Víctor Fernández en el Real Zaragoza

El técnico busca la magia para un equipo plano: Liso salió de inicio en Miranda, fue el mejor, y Pau Sans jugó 20 minutos, una apuesta por "gente joven, rápida, vertical y pícara".

Adrián Liso, en una acción del partido ante el Espanyol. /@adrianlisoo
Adrián Liso, en una acción del partido ante el Espanyol. @adrianlisoo
Mario Ornat

Mario Ornat

En su primera semana en el Real Zaragoza, Víctor Fernández descubrió a Adrián Liso, uno de los chicos del filial que orbitan en torno al primer equipo: "Cuando lo vi, dije: "¡¿Pero ese quién es?!", expresó de manera gráfica el entrenador. Lo convocó frente al Espanyol, con un subrayado: "Si llevo a un jugador es porque tiene opciones de participar". Conociendo la audacia de Víctor y su gusto por sacudir el árbol de lo insospechado, a todo el mundo le quedó claro: Liso iba a debutar. Y así fue: jugó media hora. Tras la lesión de Mollejo la pasada semana, todo el mundo asumió la titularidad de Liso en Anduva. Y Liso estuvo en el once inicial.

El Zaragoza lleva dos meses dando síntomas preocupantes, sin abrir una brecha de seguridad con el descenso: dos puntos ganados de los últimos 21. Por debajo de los resultados late la dificultad para armar juego con nitidez y un problema acuciante: no hay quien marque goles. El equipo aragonés acumula seis de los siete últimos partidos sin ver portería y su producción ofensiva a lo largo de la temporada se mantiene en mínimos: 28 tantos en 32 encuentros. Hasta en catorce ocasiones se ha quedado sin anotar. Una dificultad endémica para la cual Víctor busca respuestas.

En esa línea, después de devolver a Bakis a la titularidad de manera infructuosa, el técnico frotó en Miranda la lámpara de la cantera. No pretende la aparición de un genio repentino, pero sí algo de iniciativa individual, osadía, un mínimo factor de desequilibrio. Un punto de frescura ante la pesadumbre de un grupo de jugadores enredados con su propia sombra. Liso fue el más destacado en Anduva, pero el Zaragoza no logró ahuyentar los nubarrones. El partido fue poco y terminó en empate a nada. Así están las cosas.

En las últimas semanas, cuando la crisis ha comenzado a acuciar en la clasificación, han debutado dos jóvenes en el Zaragoza. Además de Liso, Lucas Terrer apareció en el penúltimo partido de Julio Velázquez, frente al Amorebieta: uno de esos movimientos extemporáneos de un técnico en la antesala de su destitución. Una semana después ni lo llamó contra el Valladolid. Después de ese partido fue despedido.

Entre Liso y Terrer hay una diferencia de contexto decisiva: la distancia entre una operación cosmética al borde del precipicio y la búsqueda de alternativas a la embolia del Zaragoza en ataque. Terrer no volvió a ser convocado. Liso ya acumula dos apariciones. Frente al Espanyol dibujó 30 minutos prometedores. Aunque la elección de neumáticos lo llevó en varias ocasiones al piso, el joven extremo protagonizó un par de estampidas, deslizando bajo la puerta un mensaje de futuro. Ahora que Mollejo afronta al menos cinco semanas de ausencia por una rotura muscular, la puerta se le ha abierto a Liso, a punto de cumplir 19 años en abril. Un chico atrevido, de tranco potente, dispuesto para el duelo. Y con una interesante sutileza para poner balones desde los costados. Falta quien los remate.

El de Anduva fue otro encuentro dominado por la grisalla ofensiva del Zaragoza pero, si algún rayo de luz asomó en el ataque, tuvo a Adrián Liso como promotor. Sin espacios abiertos para sus acometidas, acertó a encontrar vías secundarias cuando entró en contacto con la pelota. Y lo hizo con frecuencia, porque se trata de un futbolista ávido de balón y ajeno a la timidez juvenil. Viniendo de fuera adentro descargó para el disparo de Maikel Mesa desde la frontal, una de las mejores (y escasas) oportunidades del Zaragoza. Después, cruzó al área dos o tres pelotas ansiosas por Bakis, pero el ariete no acudió a los espacios precisos para la finalización. Mesa disparó varias también servidas por Liso, sin tino.

Aunque con el paso de los minutos el chico dio la impresión de acusar el desgaste del primer día, Víctor lo dejó en el campo hasta el minuto 89. Relevó antes a Germán Valera y a Maikel Mesa. Una muestra de confianza corroborada después: "En el primer tiempo ha tenido descaro y ha sido el jugador al que menos le ha pesado el partido. El que más profundidad y verticalidad ha intentado dar, sacando dos o tres centros en los que hemos ocupado muy mal los espacios en el área. Ha sido sin duda el futbolista más peligroso", definió el entrenador.

Víctor redobló su apuesta por el rocanrol cuando cambió de banda a Liso para introducir en el lado izquierdo a Pau Sans. Un perfil algo distinto, porque Sans es un delantero de apariencia menuda y carrera ligera. Ese tipo de velocistas de aspecto ingrávido tocados por una astucia natural. Ya tuvo una aparición esperanzadora la temporada pasada cuando, tras acreditar 16 goles con el Deportivo Aragón, Fran Escribá lo hizo debutar. Su primer día frente al Alavés tuvo un lejano regusto a aquel legendario de Raúl, también en La Romareda: Sans llegó un par de veces muy claras a la puerta del gol, negado por el meta Sivera en el último momento. Después su progreso se detuvo, pero parte de la afición lo ha invocado este año a menudo, como alternativa para la anemia goleadora. Víctor ha escuchado ese eco en unos pocos entrenamientos y cuenta con Sans.

En situaciones de crisis, la pasión del hincha suele desembocar en una visceral petición: "Mejor poner a once chavales del filial, que por lo menos correrán". Pero, ¿son los futbolistas sin experiencia una solución plausible para momentos críticos? No hay respuestas concluyentes. Muchos van y vienen, tienen un cuarto de hora de mediana gloria y luego no regresan o dejan el club. O sufren un contratiempo infortunado, como la lesión de Borge. Aun así, tres de los jugadores más importantes de los últimos años en el Zaragoza surgieron del filial en un momento de máxima urgencia: Francés, Francho y Azón pisaron el primer equipo en la campaña 20/21, casi al unísono. A ellos se sumaría Puche, ahora en Portugal. El equipo braceaba en un foso de cocodrilos, amenazado por el descenso a 1ª RFEF, pero sobrevivieron para contribuir de forma decisiva a la estabilización del Zaragoza.

Con Liso y Pau Sans, Víctor pulsa también esa tecla. Un poco por intuición. Mucho más por necesidad. Lo interesante de ambos está en su anuncio de fútbol atrevido (un indicio revitalizador en un equipo ganado por el temor) así como en algunos intangibles: "Son gente joven, rápida, vertical y pícara", definió el técnico. En este Zaragoza de ideas planas, se busca a quien vea la pelota redonda.