Xabi Alonso llega al banquillo del Real Madrid plagado de incertidumbres y una certeza: "El fútbol ha sido, es y será siempre de los futbolistas"
El nuevo entrenador del equipo blanco acepta el reto desde la naturalidad y el convencimiento de que es un paso más en su carrera y que su principal misión es hacer mejor a los jugadores que tenga a su cargo.

Con lo que le gustaba el fútbol desde niño, cuando se inventaba juegos con el balón con su hermano Mikel en el frontón del Antiguo, se podía intuir que "de mayor" sería futbolista, como el aita (padre, en euskera). Cuando, ya futbolista, pasó por el torno de media docena larga de técnicos de esos que te dejan su sello grabado en el cerebro por mucho que quieras relativizar el mensaje, también se podía intuir que de "más mayor" sería entrenador. Como también lo había sido su aita.
En 2019, José Mourinho apostaba sobre seguro sobre Xabi Alonso. "Su padre era técnico, así que creció de una forma similar a la mía. Nació con un padre jugador y creció con un padre entrenador. Luego se convirtió en jugador, por supuesto mucho mejor que yo. Luego se convirtió en un jugador top. Su posicionamiento en el campo y su conocimiento del juego son muy elevados. Luego jugó en España, Inglaterra y Alemania, y fue entrenado por Guardiola en el Bayern, por mí en el Real Madrid, por Ancelotti en el Madrid, por Benítez en el Liverpool. Si pones todo eso junto, creo que Xabi tiene las condiciones para ser un muy buen entrenador" .
Estaba predestinado. Cuando se crece en la casa de un futbolista que se convierte por vocación en entrenador y encima acumulas, desde muy jovencito, dones y dotes para entender desde la inteligencia el juego que te apasiona, lo normal es que te suceda lo que le va a pasar a él, que con 43 años se vaya a sentar en el banquillo del Santiago Bernabéu. Hace tiempo ya que Xabi Alonso, ni figuradamente, no escucha los silbidos de su padre Periko desde la grada cuando el progenitor entendía que aquel balón perdido era única y exclusivamente producto de la falta de concentración. Precisamente esa es una de las virtudes que más valora ahora Xabi en sus jugadores. Que estén, en todo momento, a lo que tienen que estar. A setas. O a rolex. Pero a lo suyo.
En la Eurocopa 2008, Luis Aragonés no ponía a Xabi como titular. En sus esquemas, Senna se adaptaba mejor a su modelo de mediocentro defensivo, pero ya se dio cuenta de que "el vasco", como él le llamaba, tenía un entrenador dentro. "Es un estudiao del fútbol, cuando habla sabe lo que dice", solía apostillar Aragonés. Y lo mismo debían pensar, aunque no lo dijeran públicamente, los otros técnicos que manejaron su carrera de futbolista, tanto en la Selección (debutó con Sáez y se despidió con Del Bosque) como en los clubes.

Xabi Alonso, que aunque no lo proclamara siempre maquinó probar como entrenador, le fue pegando mordiscos a todos los técnicos con los que estuvo. Desde Javier Clemente en la Real Sociedad (1999-2000) a Carlo Ancelotti en el Bayern Múnich (2016-17). Además fueron bastantes. Hasta su padre, con quien no jugó ningún partido en su primer año en el primer equipo donostiarra. Sí comenzó a hacerlo con Toshack en el tramo final de la temporada. Y después fueron pasando por su ojo analítico, el francés Denoueix, con quien casi gana la Liga y del que rescató "las pequeñas asociaciones" que pueden formarse en un equipo en busca de una mejor complicidad final.
Luego llegó la era Rafa Benítez. Cinco años de aprendizaje doble. Del librillo del entrenador y de un fútbol que le era desconocido, el inglés. Se enamoró de ambos. "Era un técnico metódico, trabajador y analítico. Muy ambicioso". Con ningún otro trabajó tanto la táctica como con el madrileño: posicionamiento, segunda jugada, rechace, conocimiento del rival. Hasta en el descanso de la final de Estambul con 3-0 para el Milan en el marcador. Rafa se soltó una charla táctica, no de motivación, ni de testosterona. Xabi ya era una esponja. Se acordó de las pequeñas asociaciones de Denoueix. Él la formó con Gerrard. De su relación personal con Benítez, según iban pasando los años, también tomó nota. Y comenzó a comprender que entre un entrenador y un jugador puede existir una relación simplemente profesional... aunque no sea lo idóneo.
En el Real Madrid, otras cinco temporadas y tres 'catedráticos'. Pellegrini, el primer año, Mourinho los tres siguientes y Ancelotti, el último. Más aprendizaje. Futbolístico y de relaciones personales. "Con José aprendí a ser un líder. Aprendí a cómo convencer a los jugadores para luchar todos por un mismo objetivo. Es muy bueno en eso. También saber relacionarse con las aficiones por las que pasa. Se identifica con ellas y ellas con él". Antes de dejar el Real Madrid, pasó una temporada a las órdenes de Ancelotti. Entonces su primera apreciación fue que era un maestro perfecto. Carlo había sido centrocampista como él y como entrenador entendía el fútbol con ojos de volante, como él. Según Xabi, toda una ventaja.

Se lo confesaba a Jorge Valdano hace unas semanas su Universo. "Haber sido mediocentro te concede alguna ventaja como entrenador. Como futbolista, al jugar en esa posición, ya tenía un sentimiento de responsabilidad si el equipo no jugaba bien. Por eso los entrenadores que jugamos ahí ya tenemos esa sensación de que tenemos que hacer mejores a los demás. Es más o menos lo mismo. Es facilitarles la labor a los demás. Como entrenador tienes que estar al servicio de los jugadores, que son los verdaderos protagonistas. Tienes que darles plataformas para que se sientan preparados. No es tampoco decirles todo lo que tienen que hacer, cortar su propia iniciativa. No obligarles a todo. Hay que darle las consignas justas. Ni más, ni menos".
Aunque tenía contrato en el Real Madrid, una llamada de Pep Guardiola le llevó a Múnich de cabeza. Se lo pensó lo justo para exponérselo a su familia. En el Bayern podría cerrar su círculo de jugador en una competición desconocida, aprender otro idioma y el entrenador que llevaba dentro daba un paso más pensando en el futuro. Los dos años al lado de Guardiola fueron definitivos. Incluso ya se podía permitir el lujo de hacer comparaciones.
"José y Pep tienen muchos puntos en común. Los dos son líderes natos, que saben cómo arrastrar y convencer a la gente para hacer lo que ellos quieren. Los dos son muy emocionales. Saben transmitir el conocimiento que tienen del fútbol y poseen una capacidad psicológica para llegar a la fibra del jugador. Combinan una gran sabiduría táctica con una poderosa cualidad motivadora y conseguir que el equipo se pelee por ti. Es algo muy complicado. Da igual lo bueno que seas, pero si no consigues que los futbolistas estén de tu lado, la relación no va a funcionar".

Reconociendo la importancia de los entrenadores y más con los que él trabajó, Xabi siempre ha pensado que "el fútbol ha sido, es y será de los futbolistas. Los entrenadores lo que tenemos que hacer es ayudar a que ellos sean mejores. Pero todo lo marcan los jugadores que tengas y saber adaptarles a tus principios o ideas. Para que en el terreno puedas desarrollar lo que tú quieres hacer con tu equipo, tienes que tener en cuenta las condiciones de los futbolistas que tienes y sacarles el máximo beneficio. Los grandes entrenadores son los que saben tocar la tecla oportuna. No los que piensan: "A ver qué pasa". Sino los que intentan hacer algo: un movimiento táctico, un cambio de posiciones, un toque de atención... Lo que sea con tal de cambiar el ánimo. Como por ejemplo hizo Rafa Benítez en el descanso de la final de Estambul".
En las charlas que he podido mantener con Xabi Alonso en los últimos 20 años, siempre me llamó la atención que la palabra y la idea que más intentaba defender era la del control... en general. Cuando era futbolista y ahora que es entrenador. Desde el control quiere manejar el juego, el equipo... Desde el control querrá manejar el Real Madrid. "Veo el juego desde el control, cómo dominar la situación, ver qué pasa a tu alrededor y después actuar". Así ha hecho en el Bayer Leverkusen. En su primera temporada llegó con el curso iniciado y una clasificación crítica. "Por eso me llamaron". Esa campaña se adaptó más que nunca a las condiciones de sus jugadores, que pedían un fútbol más rápido, con más vértigo. Y así fue. En la segunda, el equipo ya se pareció más a lo que él concibe. Desde el control ganó la Bundesliga. Desde las pequeñas asociaciones de Denoueix y un juego combinativo de pases en corto comenzó a manejar los partidos. "Con el control del encuentro, el rendimiento es más sostenible", sentencia Alonso.

Recuerdo que en un día, en una charla con Vicente del Bosque y Joseba Etxeberría en El País, decía textualmente: "La improvisación ya se ha acabado. Las distintas generaciones que vamos entrando nos vamos quitando las botas, las camisetas… tenemos otras normas. Tengo en cuenta que, al ser jóvenes, (era cuando entrenaba al filial de la Real) además de sus cualidades técnicas y físicas, ellos desarrollan su propio criterio. No es decirles tenéis que hacer esto y ya está. Es mejor que ellos vayan leyendo lo que tienen que hacer, repasen el partido, tengan su propio criterio. No es hacer lo que te diga el entrenador, son ellos los que tienen que jugar y tomar las mejores decisiones. Eso es lo que les hará mejores jugadores".
Y esa teoría la ha mantenido en otras entrevistas. En una de ellas le preguntaron sobre si era un poco sargento en el banquillo. Su respuesta fue rotunda. "No. Me gusta la disciplina y unos estándares básicos profesionales, pero ser un canalla no me sale. Claro que si me toca el papel de canalla, me pongo la chaqueta y soy un cabrón...".
No seré yo quien escriba a estas alturas del año que Xabi se va a agarrar en el Real Madrid a su 1-3-4-2-1 habitual en el Bayer porque ni siquiera allí la ocupación de los espacios era siempre la misma. Tan pronto Frimpong era carrilero como extremo. Y Grimaldo, lo mismo. Hasta centrocampista. En la salida del balón, la línea más retrasada parecía tener cuatro elementos. Y de repente los centrales saltaban a la línea de mediocentros y ejercían como tal. Y hubo partidos para los dos delanteros... y solo una mediapunta.
Eso sí, que Xabi intentará que su Madrid juegue cuanto más tiempo mejor en campo contrario es evidente. Que su plan de juego será siempre jugar hacia delante, también. Y que le gusta ocupar la zona central con muchos jugadores en varios escalones, no es discutible. Pero antes de comenzar a trabajar con los tres centrales y los dos carrileros, verá si tiene jugadores para ello y si no, pues a lo mejor se hace una trampa a sí mismo y hace ver que juega con cuatro que realmente son tres... Y arriba lo mismo prueba con un mediapunta y dos delanteros, en lugar de su clásico dos mediapuntas y un referencia...
Todo está por escribir. La única realidad es que en seis años, COVID incluido, Xabi Alonso ha dado el salto al banquillo del Santiago Bernabéu. Ya tiene suficientes conocimientos de causa para pensar y reconocer en voz baja que "ser entrenador no es muy sano para la cabeza, por todo lo que hacemos, por todas las vueltas que le damos a las cosas".