Volviendo a las lágrimas de Vinicius contra Osasuna en su día más difícil en el Bernabéu
El brasileño vivió un punto de inflexión en aquel partido de 2019 en el que pasó de los pitos a la ovación.
25 de septiembre de 2019. El Real Madrid se enfrenta a Osasuna en el Santiago Bernabéu. Zinedine Zidane ocupa el banquillo y Vinicius Júnior (24 años) es titular. Por aquel entonces apenas tenía 19 años y vivía rodeado de críticas respecto a su rendimiento. Había quien, sin piedad con un adolescente, se metía con él por su estilo de juego y sus errores sobre el campo. Él, que había conseguido vivir alejado de esto, no podía ser ajeno a los primeros pitos del Bernabéu, que se escucharon durante los primeros minutos de la primera mitad tras un par de acciones desacertadas.
Quienes lo conocen hablan de aquel día como uno de los más difíciles de su carrera, el que más en el Santiago Bernabéu. No era sólo cuestión de las críticas. Sufría por primera vez la presión del público madridista a pesar de todo el esfuerzo que dedicaba en conseguir su mejor nivel y agradar a la afición.
Todo empezó meses antes. Una inoportuna jugada contra el Ajax en Champions le rompía los ligamentos del tobillo y frenaba en seco su progresión durante su primer año en el Real Madrid. No volvería hasta final de temporada y tardaría meses en alcanzar un físico óptimo. Durante el verano y los primeros meses de la 2019-20, las cosas no salían. Había perdido cierta confianza y su cuerpo, después de tan grave lesión, no respondía de la misma forma.
Llegaron las críticas, las bromas y los que después de sólo un año se atrevían a decir que no tenía nivel para el Real Madrid. Su entorno no perdía la fe y él trataba de mantenerse centrado, trabajando en solitario en Valdebebas y contando con el apoyo de un Zidane que le dio un voto de confianza cuando no muchos lo hacían. Necesitaba tiempo y un poco de suerte para enderezar el camino.
En ese partido contra Osasuna, tras un par de errores que podrían haber terminado de minar su moral, llegó la jugada que llevaba tiempo esperando. Controló un pase de Kroos en la esquina izquierda del área rival y coló un disparo imparable por la escuadra. En ese momento todo lo que había sufrido se transformó en lágrimas y, de rodillas, lloraba desconsolado mientras sus compañeros lo abrazaban. Acabó siendo sustituido y ovacionado por la gente.
Ese día no cambió su carrera, pero sí que fue un punto de inflexión para dejar atrás cualquier duda que podía rondarle la cabeza. La confirmación de que debía seguir trabajando de la misma manera, insistiendo en convertirse en una de las referencias ofensivas del Real Madrid, algo que consiguió pocos años después.
Después de aquello, el crecimiento se volvió imparable. Siguieron las críticas o incluso algún rumor de venta, pero Vinicius comprendió que con trabajo podría llegar a lo más alto. De las lágrimas a jugar dos finales de Champions, marcando en ambas, y a ganar tres Ligas. El camino del héroe que consiguió superar la presión del Bernabéu para convertirse en uno de los mejores del mundo.