El 'vikingo de Oñati' que cruzó el charco estando en la cima: "Me dejaron en el hotel y me dijeron: 'Mañana hay entrenamiento, búscate la vida'"
El que fuera futbolista de la Real Sociedad y Valencia repasa en Relevo su trayectoria y cómo estuvo a punto de fichar por el Barcelona de Udo Lattek.
Santi Idígoras (Oñati, 1953) alcanzó la gloria con la Real Sociedad, siendo partícipe de esa generación inolvidable que conquistó la primera Liga de la entidad blanquiazul con el recordado tanto de Jesús Mari Zamora. Pero al término de esa campaña, decidió cambiar de aires. Llamó a la puerta de José Luis Orbegozo y le pidió salir. El Barcelona fue el primero que tocó a su puerta, pero cuando parecía que su futuro estaba en la Ciudad Condal, apareció el Puebla mexicano. No se lo pensó. 70 millones de las antiguas pesetas hicieron que el 'vikingo de Oñati' cruzara el charco para emprender una nueva aventura junto a Pirri y Asensi. Solo una temporada después deshizo el camino andado para recalar en el Valencia de Mario Kempes.
¿Qué es lo que te llevó a dejar la Real Sociedad después de haber ganado la Liga para jugar en México?
Yo estaba jugando de '7', de extremo derecha. Pero aunque fui campeón de Liga, jugaba y era titular, yo me sentía que estaba rindiendo a un 75%. No era mi posición. Yo siempre había jugado de '9'. Fui campeón de Liga, había conseguido lo máximo, algo que nunca hubiera imaginado, pero pensé que igual era un buen momento, a mis 28 años, de hacer un poco de aventura. Y se lo planteé al club. Me dijeron que me fuera de vacaciones y que a la vuelta lo hablaríamos. Me fui a Ibiza con los compañeros, nos lo pasamos muy bien, y a la vuelta fui al club y dije que seguía pensando igual. Vino a hablar conmigo el segundo entrenador, Boronat, y me dijo que me lo pensara, que yo era un jugador importante.
Ya estaba haciendo la pretemporada con la Real, me vino el presidente del club y me dijo que me quería fichar el Barcelona. Que habían llegado a un acuerdo y que yo llegara a un acuerdo con ellos y que si quería, me podía marchar. Al día siguiente me llamaron desde Barcelona periodistas para hablar. Y a las pocas horas, Orbegozo, que era nuestro presidente, me dijo que también me quería el Puebla de México. Le dije: '¿Perdón?'. Su dueño era un asturiano. Allí estaban Pirri y Asensi. La intención era hacer un gran equipo para ganar la liga. La oferta era la misma que la del Barcelona y que yo decidiera. Me llamaron del Puebla, que andaba de gira por España y me hicieron un ofertón de cuatro años. Tampoco me apetecía enfrentarme a la Real. Así que me fui.
¿Qué te encontraste en México?
Me encontré un país increíble. Llegué al aeropuerto de México DF, que era impresionantemente grande con mi maletita y ahí me estaba esperando el presidente con el gerente. Me llevaron a Puebla, me dejaron en el hotel, me dijeron: 'Mañana hay entrenamiento, búscate la vida'. Me tuve que buscar el apartamento, me tuve que comprar el coche... No es como ahora, que llega un futbolista y te cuidan, te van a buscar, te llevan... Yo me busqué la vida, me asenté, cogí el apartamento, lo amueblé, me compré un coche de segunda mano, un Golf, y así empecé. Me encontré un país que me acogió muy bien y me lo pasé muy bien. Además, empecé la temporada estupendamente, ya en el primer partido metí tres goles. Al final no nos calificamos para la fase final pero, bueno, lo pasé muy bien.
¿Cuánto ofreció tanto el Barça como el Puebla?
70 millones de pesetas [alrededor de 420.000 euros].
¿Y lo que te ofrecieron a ti?
Me ofrecieran cuatro o cinco veces más de lo que cobraba en la Real.
¿En algún momento te arrepentiste de la decisión tomada porque lo de México no salió del todo bien?
No. Yo soy así. Cuando tomo una decisión, voy a por todas. Me despedí del equipo en una cena. Yo seguía a la Real Sociedad desde allí. Volví de vacaciones y nada más llegar fui a Zubieta a felicitar a mis compañeros. Estuve con ellos en el vestuario y me acuerdo que me invitaron a entrenar. 'Oye, aquí también hemos acabado la Liga y vamos a hacer un partido solteros contra casados, ¿te apuntas?'. Y me entrené con ellos y jugué ese partido en Zubieta, me despedí de ellos. Luego me casé y estuvieron todos en mi boda. En ningún momento me arrepentí.
Solo estuviste una temporada en México y regresaste a la Liga, al Valencia. ¿Por qué?
Cambiaron de presidente de la República. Hubo una devaluación del 300% de la moneda. A mí me pagaban en dólares y el club me dijo que suponía mucho dinero para ellos. En España se enteraron de mi situación, tuve ofertas y fui a Valencia. Fue una etapa durilla porque llegué allí y había muchos problemas internos, los jugadores no cobraban. Había un equipazo. Estaban Kempes, Solsona, Botubot, Manzanedo y tal. No empezamos bien, hubo un cambio de entrenador. Mi mujer tuvo un derrame cerebral. Yo empecé con problemas, con una lesión de pubis y fue un año muy complicado.
¿Cómo era jugar con Kempes?
Lo que pasa es que le pillé un poco de vuelta, porque fue después del Mundial de Argentina. Vino lesionado, con problemas de espalda. No dejaba de ser un jugador extraordinario, se veía la calidad que tenía, pero no era el jugador que yo conocí cuando yo estaba en la Real Sociedad, que era un jugador determinante. Seguía siendo un gran futbolista pero no tan determinante. Era un tío majo.
Jugando con el Valencia te enfrentaste a tu Real Sociedad. ¿Qué sintió?
Fue muy, muy raro. Fue raro, por ejemplo, jugar contra Górriz. En el Valencia yo jugaba de delantero centro, como en el Puebla. Fue muy raro jugar contra Gajate, Górriz, Arconada...
¿Te dieron mucha caña?
Yo ya les conocía. Sabía que eran jugadores difíciles de desbordar, difíciles de ganarles el duelo. Ellos también me conocían a mí, así que una lucha maja.
Me imagino que este sábado no tendrás el corazón dividido, ¿no?
No. No tengo el corazón dividido. Yo soy de la Real sí o sí. Está claro.
La Real se ha convertido en un habitual de Europa, pero antes no era así. Tú fuiste uno de los primeros en jugar partidos europeos defendiendo la zamarra blanquiazul. ¿Qué recuerdas de esa experiencia?
El primer partido fue contra el Banik Ostrava, un equipo checo. Era mi primer año en la Real. No jugué el partido de Atotxa, pero sí jugué allí. Era un equipo potente. Nuestra inexperiencia era grande. En ese momento empezaba la renovación del equipo. Era una Real veterana y empezamos a subir jugadores jóvenes como Diego Álvarez o yo. Fue el comienzo de lo que luego fue la Real campeona, pero ese año pecamos de inexperiencia, nunca habíamos jugado en Europa. El Banik Ostrava era un quipo que jugaba muy bien a fútbol.
¿Cómo eran aquellas eliminatorias de Europa de la Real? ¿Qué recuerdos tienes?
Pues que no sabíamos contra quién jugábamos. No había la información que hay ahora. Entonces no teníamos ni idea de cómo jugaban, ni quiénes eran, ni nada. Era ir a ciegas. El problema que había era que no teníamos información, no sabíamos cómo jugaba ese equipo ni quiénes eran. Jugabas contra equipos que no tenías ni idea de cómo era su juego, qué jugadores tenía, si jugaban 4-4-2, 4-3-1-2, yo qué sé.
¿Y cómo eran esos viajes?
Una odisea. Casi no me acuerdo, pero creo que hicimos San Sebastián-Madrid, Madrid-Praga, Praga-Ostrava. Eran viajes larguísimos, una pasada. En aquella época los viajes eran así. Nosotros viajábamos mucho en autobús o en coche cama. Hacíamos muy pocos viajes en avión. Igual si íbamos a Málaga podría ser que fuéramos, pero también hacíamos en tren hasta Madrid y a Málaga, en avión. Eran auténticas odiseas.
Y eso que erais un equipo campeón...
Éramos un equipo campeón, pero con bajo presupuesto. Éramos un equipo muy modesto, aunque luego fuimos campeones. Pero hasta que lo fuimos, éramos un equipo muy modesto. Me acuerdo de que a Barcelona viajábamos en coche cama y a Madrid en autobús. Teníamos un autocar propio y así andábamos. Eran viajes larguitos, pero como era normal, no había ninguna queja. Ahora, por ejemplo, sería impensable viajar así.
Viviste en primera persona el germen de la Real campeona. ¿Cómo se formó ese equipo?
Era un equipo de gente de aquí, formada en las categorías inferiores. Poco a poco, nos fuimos incorporando gente joven. Los primeros que lo hicimos fuimos Diego y yo, que veníamos del Sanse que entrenaba Javier Expósito. Luego Zamora, más tarde Arconada, Satrústegui y se fue creando ese equipo. Hay que tener en cuenta que el club tuvo la paciencia para apostar por sus jugadores. La camada ya venía buena, pero esa paciencia de apostar, de ir poco a poco, fue vital. Se creó ese equipo con paciencia, con la ayuda de los veteranos, aceptándonos en el vestuario y recogiéndonos, ayudándonos y explicando cuál era la filosofía de la Real. Los jugadores que nos incorporábamos dimos el callo. Viendo la calidad que había, se implementaron métodos nuevos. Por ejemplo, el segundo entrenador, Marco Antonio Boronat, que también era preparador físico, viajó en ese momento a Liverpool y copió su modelo de entrenamiento. No solo eso, introdujeron cambios en la alimentación y los resultados no se hicieron esperar. Cambió tanto el método de entrenamiento... Antes igual entrenábamos dos o tres horas, se entrenaba hora y media, justo lo que duraba el partido. Físicamente mejoramos mucho, y con la calidad que había, en el campo demostramos que ese método funcionaba. Físicamente hablando, me acuerdo que los segundos tiempos a los equipos rivales les dábamos un repaso.
"En la Real se implementaron métodos nuevos. Por ejemplo, el segundo entrenador, Marco Antonio Boronat, viajó en ese momento a Liverpool y copió su modelo de entrenamiento. También se cambió la alimentación y los resultados no se hicieron esperar"
Exfutbolista de la Real SociedadMuchos dicen que la Liga que se les escapó, la del 79/80, fue la mejor de la Real en cuando a juego se refiere. ¿Es verdad?
Sí. Fuimos un equipo que jugó al fútbol de una manera increíble. Yo me acuerdo, sobre todo en partidos de fuera de casa, que el público, una vez acabado el encuentro, nos aplaudía. Teníamos todos 24 o 25 años, éramos muy jóvenes, todos de la cantera y sorprendíamos. Decían: 'Madre mía, cómo juegan estos chavales'. Fue el año que mejor jugamos y al final perdimos el penúltimo partido de Sevilla. Yo creo que ahí nos pesó un poquito la responsabilidad. Tuvimos la baja de López Ufarte, que no pudo jugar. Yo también tuve una lesión de tobillo y me quedé en el banquillo. En ese partido nos pudo un poquito la responsabilidad de poder ser campeones y lo perdimos, pero fue el año que mejor jugamos a fútbol.
Para gente formada en Zubieta, el hecho de llegar a esas cotas me imagino que sería algo inimaginable. ¿Cómo lo vivisteis?
Como somos los guipuzcoanos, con tranquilidad. Cuando fuimos subcampeones, nos dimos cuenta de que podíamos ser campeones, pero desde la humildad. Cuando terminó esa temporada en la que fuimos subcampeones, dijimos: "¡Vamos a intentarlo!'. Pero no pensando que éramos muy buenos. Cada uno sabíamos lo que teníamos que hacer, desde el buen rollo. Yo, sabiendo un poco de fútbol, aparte de la calidad que haya, lo más importante es el vestuario, el ser amigos, el compartir. La suma de todo eso hizo que fuéramos campeones, pero desde la tranquilidad, desde la normalidad y sin grandes alardes.
"Aparte de la calidad que haya, lo más importante es el vestuario, el ser amigos, el compartir. La suma de todo eso hizo que fuéramos campeones"
Exfutbolista de la Real SociedadTuviste la suerte de entrenar con dos de los mejores técnicos de la historia de la Real como lo fueron Javier Expósito y Alberto Ormaetxea. ¿Quién era más duro?
Expósito. Mucho más duro. Javier Expósito era un entrenador con jerarquía. Me acuerdo de que cuando yo llegué al Sanse, con 17 años, éramos 40 chavales de la provincia y él tenía que quedarse con 20. Él marcaba la disciplina. Era duro, entrenábamos en el hipódromo de Lasarte, no existía Zubieta, entrenábamos a la tarde, incluso de noche, y realmente eran entrenamientos de tres horas. Duro, duro era Expósito. Ormaetxea cogió un equipo más o menos hecho y puso un poquito la guinda. Era una persona muy seria, no era muy comunicativa, daba las órdenes que tenía que dar. Pero Expósito yo creo que es la persona más dura. Éramos chavales todos y sabíamos lo que quería Expósito. Y el que no entraba por ese camino, no tenía nada que hacer.
La fama de sargento se la tenía bien ganada, ¿no?
Sí. Estaba prohibido la barba, el bigote. Todos teníamos que llevar el pelo corto. Era una pasada. Al único que le decía que no se cortara el pelo era a mí (risas).
Llama la atención, en ese sentido, que la Real campeona estuviera compuesta de futbolistas con pelo largo y bigotes como su caso, el de Satrústegui, Zamora, Olaizola... Lo pasaría mal, ¿no?
(Risas) Qué va, estaba encantado. Él, más o menos, fue el creador de ese equipo. Todos los que jugamos ahí, quitando a Diego, que vino del Éibar, y a López Ufarte, que vino de Irún, todos los demás veníamos del Sanse y él estaba encantado.
Arconada, Zamora, López Ufarte, Satrústegui, Perico Alonso, Idígoras... ¿Cómo hizo Ormaetxea para calmar todos esos egos?
Nada. No había egos. No tenía que calmar ningún ego. Éramos jugadores normales, humildes trabajadores, entrenamos a tope. Si hubieran salido los egos, ese equipo no había conseguido lo que consiguió. No, no había egos. Todo el mundo hacía lo que teníamos que hacer, en el campo sabíamos lo que teníamos que hacer y no había egos.
¿Te acuerdas qué se te pasó por la cabeza cuando Zamora metió ese gol?
No me acuerdo. A mí me quitaron faltando 20 minutos y estaba en el vestuario. Me había duchado y estaba con un directivo y oímos un rugido en el campo. Salí y vimos que había conseguido el gol Zamora. Sentí una alegría inmensa. Era algo que merecíamos.