El triple fichaje que inició el Barça de Cruyff y acabó con una Real campeona: "Nos hizo muchísimo daño"
En 1988, los culés firmaron a Txiki Begiristain, José Mari Bakero y Luis Mari López Rekarte tras una final de Copa del Rey entre ambos equipos.
"En aquella final sí que sentíamos que éramos muy favoritos. De hecho, creo que nos relajamos por ello. Y el golpe fue muy duro". Alberto 'Bixio' Górriz y Juan Antonio Larrañaga, los dos jugadores con más partidos en la historia de la Real Sociedad, atienden a Relevo y coinciden en su recuerdo de aquellos días de 1988 que cambiaron la historia txuri-urdin. Era la previa de la final de la Copa del Rey entre el conjunto donostiarra y el Barcelona, con un claro favoritismo para los vascos, vigentes campeones y, además, con una gran distancia en Liga respecto de los culés. Aquel era el Barcelona de Luis Aragonés, que deambulaba en la tabla y se aferraba a aquel título de Copa como salvación para jugar en Europa. Pero aquella es una final que se recuerda, sobre todo y lamentablemente, por un triple movimiento desde Donostia a Barcelona.
Dolió mucho a la afición y dejó para siempre una leyenda urbana: "Estoy completamente seguro de que Txiki, Bakero y Luis Mari quisieron ganar", afirma con rotundidad Bixio. "La gente lo tomó por ese lado. No fue así. No fue así. Ellos eran tres y en el campo estábamos once. Eso no tuvo nada que ver", defiende Larrañaga con tono serio, molesto por aquellas críticas que siguen hoy vigentes en la ciudad. ¿Cómo se llegó hasta allí?
Para entender la trascendencia de aquel movimiento hay que contextualizar la rivalidad entre culés y txuri-urdin esos años. Un dato resume esa cercanía deportiva que había entre ambos equipos: en la década de los 80, la Real ganó dos ligas mientras que el Barça solo pudo ganar la liga del 1984-85. "No sé si éramos favoritos siempre, pero salíamos al campo con la confianza de que les íbamos a competir", responde Juanan Larrañaga. "En ningún momento nos sentíamos inferiores ni al Barça ni al Madrid", dice Górriz, que recuerda que habían ganado dos ligas en los primeros años de la mencionada década, que tuvieron representación en el Mundial del 82 con seis jugadores y que se sentían ganadores.
"Salías al campo con esa confianza de que podías ganarles, sin creerte menos que ellos, al revés. Yo recuerdo muchísima confianza en el vestuario de Atotxa en estos partidos". La palabra de Górriz es sagrada en Donostia. Lógico. Con sus 599 partidos a las espaldas, puede hablar bien de una etapa en la que fue dueño de la zaga y líder de aquel grupo que 'campeonó' en el 80 y 81, también en el 1987 con la Copa de Toshack y estuvo a punto de hacerlo de nuevo en el 1988 con aquella final ante el Barça.
"Nos daban como muy favoritos", recuerdan ambas leyendas sobre una final que se disputó en el Santiago Bernabéu. Lógico, teniendo en cuenta que aventajaban en 14 puntos al Barça, le habían goleado 4-1 en liga y venían de pasar por encima del Real Madrid en semifinales de Copa (1-0 y 0-4). "Cuando vimos que la final era contra ellos pensábamos que podíamos ganarles. El año anterior, que ganamos al Atlético, no éramos favoritos y no recuerdo tantos nervios como en aquella final del Bernabéu".
Una promesa que saltó por los aires
Sin embargo, la previa de aquella final estuvo marcada también por unos rumores cada vez más intensos y fuertes. Luis Mari López Rekarte finalizaba contrato en Donostia: "se decía que tenía el tema más que apalabrado; vaya, que se iba a marchar", mientras que Txiki Begiristain y José Mari Bakero interesaban al Barça y también podían tener también apalabrado su fichaje para la siguiente campaña. Unos rumores que marcaron la previa y que obligaron incluso a Joaquín Aperribay, presidente en funciones mientras Iñaki Alkiza se preparaba para la reelección, a pronunciarse.
"No venderemos a ningún jugador", aseguró el máximo dirigente realista. El ruido era intenso y, el mosqueo, cada vez mayor en Donostia. "Esos rumores no ayudan y fue extraño todo en la previa", reconoce Górriz, que quiere dejar muy claro que pone la mano en el fuego por sus excompañeros. "No me entra en la cabeza y no quiero ni siquiera generar la más mínima duda de que puedan pensar que mis compañeros no actuaron a tope". Eso no quita para reconocer que una situación así, en la que los rumores son intensos, "siempre influye y no es bonita".
"Prácticamente no hablamos nada del tema en el vestuario. Sí es verdad que todos los teníamos en la cabeza porque se oían rumores, y eso suele hacer mucho daño"
Leyenda de la Real Sociedad"Prácticamente no hablamos nada del tema en el vestuario. Sí es verdad que todos lo teníamos a la cabeza, porquese oían rumores y cositas, y eso suele hacer mucho daño", recuerda Górriz, que tiene claro que la mejor solución en aquel momento fue intentar no darle vueltas y centrarse en lo importante. "Son cosas que están ahí, pero no las quieres hablar porque venía un partido muy importante como esa final. No teníamos que ponernos a hablar de cómo afrontar el partido y olvidarnos de otras cosas, porque eso lo sabemos todos y la gente es profesional", analiza el central, que insiste en que la "confianza en los compañeros y en el equipo era total".
La confirmación de los fichajes
Aquella final se disputó el 30 de marzo y un mes y medio después, a mediados de mayo, se confirmó lo que era un secreto a voces. Luis Mari López Rekarte llegaría libre al Barça -firmó por cuatro años-, mientras que Txiki Begiristain y José Mari Bakero firmaron por cinco años tras pagar los culés 600 millones de pesetas a la Real Sociedad. Además, se incluía la cesión de Juan Antonio Goicoechea, al que los catalanes habían firmado también ese verano desde Osasuna al aprovechar una cláusula de su contrato que le permitía salir por 125 millones de pesetas si la oferta llegaba desde el Barça, el Madrid o el Athletic.
Donostia estalló. Y hasta hoy se sigue hablando de una final marcada por ese triple fichaje, algo que molesta a los protagonistas. "Menos mal que no existían las redes como hoy en día porque si no, hubiéramos estado en la picota", reconocía López Rekarte a Relevo. "Tengo la conciencia muy tranquila. Hice lo que tenía que hacer. No engañé a nadie y me fui, en mi opinión, como me tenía que ir", explicaba el lateral, que en su caso no renovó por el club donostiarra al entender que la oferta era demasiado baja. En el caso de Txiki y Bakero, los dos jugadores más desequilibrantes de aquella Real, el desembolso fue muy importante y, al no haber sido determinantes en la final, se generaron muchas críticas.
"Cuando ganas se habla muy bien y cuando pierdes se habla muy mal. La gente lo tomó por ese lado, que se dejaron ganar, pero no fue así", dice Larrañaga, muy dolido con aquellas críticas. "Me molestó y me sigue molestando", dice también Górriz sobre esa leyenda urbana. "Todavía hoy cuando hablas de fútbol hay gente que te dice 'aquella final la perdisteis porque se iban al Barça'. Me da rabia tener que aclararlo, porque yo tengo una opinión clarísima y no tengo ninguna duda de ellos. Les conozco muy, muy bien y no se puede dudar de ellos y del sentimiento que tienen por la Real", dice Górriz.
"Me molestó y me sigue molestando. Me da rabia tener que aclararlo porque no tengo ninguna duda de ellos. Les conozco muy bien y no se puede dudar"
Leyenda de la RealMientras, la Real intentaba excusarse ante su afición por haber aceptado la venta después de haber afirmado que no venderían a "ningún jugador". "La operación es muy beneficiosa para el club, ya que junto a una importante cantidad de dinero llega Goicoechea. Las circunstancias han cambiado. Los jugadores han reiterado su intención de marcharse y el club es consciente de que no puede tenerlos en contra de su voluntad", dijo Aperribay en aquel momento.
"Nos hizo muchísimo daño y sufrimos mucho", reconoce Górriz. "Al final tienes que tirar para adelante y el club está por encima, pero deportivamente te hace mucho daño que se vayan los mejores jugadores del equipo". "Fue un golpe muy duro", dice también Larrañaga, que hace un paralelismo con la situación actual de los donostiarras, tras la salida de Le Normand y Mikel Merino en el mismo verano. "El año siguiente sufrimos mucho, pasamos de ser segundos a estar en media tabla, pero al final le dimos la vuelta". "Nadie está por encima del club", sentencia Bixio.
El Barça de Cruyff
El triple fichaje, en aquel verano de 1988, coincidió con la llegada de Johan Cruyff al banquillo barcelonista. Casi una veintena de jugadores, además de Luis Aragonés, abandonaron el club por unas disputas con el presidente Núñez y el club se reconstruyó por completo. Y los vascos fueron un pilar básico de un equipo llamado el Dream Team que cambió la historia de la entidad catalana.
Es cierto que López Rekarte no tuvo tanto protagonismo como Txiki y Bakero, pero para la historia quedará su gol en la final de la Recopa ante la Sampdoria y los muchos títulos conseguidos como culé. Las dos estrellas guipuzcoanas, sin embargo, fueron pilares básicos de aquel equipo que enamoró a todo el mundo y que conquistó la Copa de Europa por primera vez en 1992. Leyendas para siempre, marcadas por aquel fichaje que escoció tanto en su casa.