LALIGA

Hasta nunca este 2023 para el Celta... pero ojo al 2024

Marián y Carlos Mouriño, en la última junta de accionistas del Celta. /RC Celta
Marián y Carlos Mouriño, en la última junta de accionistas del Celta. RC Celta

La que se avecina es una serie que ha marcado a toda una generación en España. No llega al nivel de Aquí no hay quien viva, pero no está nada mal. Entre sus muchos e ilustres personajes me voy a quedar hoy con Antonio Recio, que no limpia pescado pero que ha dejado frases para el recuerdo. Una de las que más expulsa por su boca se la dice a Enrique Pastor (abrazo enorme a José Luis Gil) para meterse con él. "En el sótano de tu fracaso, siempre hay una planta más". Sin llegar a ese drama, porque de momento el Celta no ha fracasado estos años, suponiendo que un descenso lo sea para un equipo que ha estado en Segunda en 32 ocasiones, sí que lo ha estado rozando. Y a corto plazo todo puede empeorar.

El 2023 será un año recordado por todo el celtismo, pero no por haber ganado un título o por haber conseguido el regreso a Europa. Eso es para otros. Este año que hoy llega a su fin ha sido el del centenario de la entidad, uno muy raro y que prometía mucho más de lo que finalmente fue. De hecho, uno de los mejores momentos llegó de forma espontánea cuando numerosos aficionados se citaron en Balaídos para cantar el nuevo himno de C. Tangana el 23 de agosto. Solos, sin el club. Fue raro, pero el Celta es raro, todos lo conocemos.

El equipo empezó el año abajo y lo termina más abajo todavía. Por el camino, una trayectoria de dientes de sierra con más penas que alegrías, que en realidad hubo pocas. O una, en realidad, y fue más alivio que festejo. Dos goles del extrañado Gabri Veiga en la última jornada ante un Barcelona que vino de paseo a Balaídos pero que paró más de un corazón cuando Kessié, que ya no sé dónde anda, anotó un gol posteriormente anulado por el VAR cuando el resultado era de 0-0. Aquel día, esa herramienta salvo al Celta, pero a partir de ahí le ha castigado con insistencia y alevosía. Para que la utilicen así, mejor dejarla en casa porque todos hemos pensado alguna vez que es una porquería. Ha pasado casi seguro con aficionados del Celta, del Betis, del Zaragoza o del Deportivo.

Fue tras esa permanencia cuando explotó todo. Mucha gente que conocía el día a día de la entidad señalaba cada poco tiempo que era necesario "abrir las ventanas y airear". Bien, el Celta directamente ha tirado la casa abajo y la ha vuelto a construir. Se fue el presidente, se fue el consejo de administración, se fue el director general, se fueron otros directores de área, se fue el director/asesor deportivo, se fue el entrenador, se fue el capitán y se fue la estrella emergente. No se fue Celestino porque ya nadie sabe dónde está. Que esa es otra. ¿Por qué desapareció la mascota del Celta? ¿Dónde carallo estará ese perrete gigante? En fin, que cambió todo.

Ahora está Marián Mouriño, que es hija del anterior presidente pero que poco tiene que ver con él en términos de gestión. Ha llegado con las ideas claras y con la determinación de ejecutarlas. Que salga bien o mal solo lo dirá el tiempo, porque ella, aunque futbolera, no marca goles. Y para ser honestos, los jugadores tampoco muchos. Necesitan mejorar bastante sus prestaciones si quieren volver al Camp Nou o dónde quiera jugar el Barcelona la próxima temporada.

El último en llegar ha sido Marco Garcés, al que nadie conocía pero que cinco minutos después de escuchar su nombre por primera vez y de un rápido vistazo por Google ya sabían que no valía. Como el tal Jailson. Supongo que son los mismos que en verano celebraban el fichaje de Rafa Benítez y ahora piden su cabeza. En Vigo ya no solo es que haya 300.000 entrenadores que lo harían mejor que el que se sienta en el banquillo de Balaídos, también hay 300.000 gestores que lo harían mejor que los del palco. Eso sí, desde su sofá, en pijama y posiblemente comiendo patatillas mientras le gritan a su madre/pareja que ya van a comer.

Hasta nunca este 2023 para el Celta... pero ojo al 2024

A lo que voy, y vuelvo al titular. Por fin se acaba este tortuoso 2023 para el Celta. Que se vaya a tomar por saco para siempre y no vuelva. Y sí, quizás el 2024 sea peor, pero ser de este equipo es lo que tiene y todos sabemos que seguiremos sufriendo de por vida, ya sea por jugar en el Bernabéu o en el Pepico Amat, porque lo que sí parece es que en Riazor tampoco será la próxima campaña. O sí, no lo sé. En realidad, ojalá haya derbi pronto.

Desde aquí os deseo una Feliz Navidad y os dejó unas frases de mi admirado Armando Álvarez.

–Me gusta ser del Celta y perder.

–¿Y ganar?

–Ganar tiene que ser la hostia.