ATLÉTICO

El día que Simeone abandonó el Atlético y el vacío que dejó: "Le dolió irse, nos unía a todos"

Se cumplen 20 años de su salida como jugador rojiblanco. Tras regresar de Italia, volvió a poner rumbo a Argentina, a Racing de Avellaneda

Simeone, en un partido con el Atlético. /
Simeone, en un partido con el Atlético.
Lorena González

Lorena González

"Sabiendo que todavía el calor que tengo dentro lo escucho", dijo en aquella rueda de prensa de despedida en el Vicente Calderón. Evitó caer en sentimentalismos y prefirió sacar a relucir el gen competitivo que tuvo como jugador y después como entrenador. Se lo decía el corazón y la razón: "Tengo una pelea interna entre el jugador y la persona, era muy simple quedarme a entrenar contando o no para el míster, pero el corazón me pide competir y ganó, creo que siempre hay que hacerle caso, aunque te puedas equivocar". De hecho, cuando le propuso a Gil Marín su marcha, le ofreció la renovación. Pero seguir compitiendo y dar su último baile en el Racing de Avellaneda pesó de más.

"He decidido dejar el club porque el jugador que tengo dentro me pide jugar y competir y consideré que el míster, justamente y en todo su derecho, ha contado poco conmigo". Aquella fue la explicación que dio el Simeone futbolista, pero antes de terminar aquella comparecencia, hizo un presagio: "Es un hasta luego".

Su último partido contra el Zaragoza, más de un mes atrás, fue la gota que colmó el vaso. Simeone se iba del Atlético de Madrid, como jugador, esta vez sí. Hacía tiempo que no se sentía lo suficientemente útil para el equipo, y para César Ferrando, su entrenador, había dejado de ser prioridad en el mediocampo rojiblanco. Simeone había dejado ya la selección argentina y había cumplido los 34 años. Una nueva generación le pisaba los talones.

No había vuelto a ser el futbolista decisivo del Atleti de los años 90, y tras seis temporadas en el Calcio, repartidas entre el Inter de Milan y la Lazio, regresó al Manzanares en 2003 para jugar como líbero. Primero bajo las órdenes de Gregorio Manzano, que sustituía a Luis Aragonés, y al que, por jugadas del destino, sustituiría una década después ya en el banquillo colchonero.

Con Manzano, el club había quedado fuera de los puestos europeos. El por entonces director deportivo, Toni Muñoz, había elegido a César Ferrando como nuevo técnico en el verano de 2004, y aquella decisión fue el principio del fin del Cholo como futbolista del Atlético de Madrid. Además, el técnico acababa de ser renovado por una temporada más y tenía toda la fuerza posible. Marcelo Sosa y Luccin le cerraron las puertas de la titularidad a Simeone, y Colsa se convirtió en el primer recambio de Ferrando para el mediocampo rojiblanco. 

Simeone, en su despedida del Atlético en 2004.
Simeone, en su despedida del Atlético en 2004.

Pero volvamos a aquel encuentro frente al Zaragoza. Porque en las tres semanas siguientes Simeone no entró ni en la convocatoria. Así, Diego Pablo llamó a su representante de por entonces, Roberto Settembrini, y pidió acelerar su salida para ese mismo mercado de invierno. El agente inició enseguida conversaciones con el presidente de Racing de Avellaneda, Fernando Marín, y en unos días se cerró su regreso a su país. Lo hacía junto a su esposa, Carolina, y sus hijos, Giovanni y Gianluca de 9 y 6, y de Giuliano, apenas un bebé de algo más de un año.

Terminaba así un ciclo de 163 partidos oficiales con el Atlético de Madrid, tanto en la Primera División como en Copa del Rey, Champions, Copa Intertoto y Supercopa de España. Sumó dos títulos con el famoso doblete de Liga y Copa en la temporada 1995/96.

Se marchó un pilar del vestuario

Con la marcha de Simeone de la plantilla, en la 2004/2005 se empeoró el puesto en la clasificación final, siendo 11º en una Liga que ganó el F. C. Barcelona y sellando los peores números defensivos.

Santi Denia era uno de los capitanes y pesos pesados de aquel Atleti que dejó Simeone en diciembre de 2004. Por edad y rol, estuvo especialmente unido al argentino y sintió su marcha, como confiesa en Relevo: "Por entonces, el Cholo ya era un entrenador, sólo hablaba de fútbol. Le encantaba. Cuando se fue le echamos mucho de menos, sobre todo porque era un pilar que nos unía a todos. A él también le dolió irse porque estaba muy identificado con la afición, con el grupo, con el sentimiento Atleti. Son tipos de club, de los que siempre suman y ponen el alma. Eso es de lo más importante en un equipo".

"Al Cholo también le dolió irse porque estaba muy identificado con la afición, con el grupo, con el sentimiento Atleti"

SANTI DENIA

Salva Ballesta era un joven delantero que enseguida se percató del carisma de Simeone, aunque le define más bien como un 'líder silencioso', al que la experiencia y su carácter competitivo le otorgaban ese liderazgo. "Le conocí cuando él estaba en el Sevilla, yo aún era un canterano pero empezaron a subirme al primer equipo. Ya en el Atleti pude conocerle mejor, lo que pasa es que yo seguía siendo muy joven y Diego Pablo se juntaba más con gente como Santi Denia, Aguilera, Sergi Barjuán, Yo era más de Fernando Torres, el Caño Ibagaza… El primer día, en el entrenamiento, ya me di cuenta del tío competitivo que es, se veía, siempre estaba atento a todo, se tomaba todas las acciones con mucha intensidad. Sin embargo, en el vestuario no le recuerdo nada extraordinario, no era demasiado líder, en esa faceta había otros, como Kiko, que alzaba la voz. Eso sí, le mirábamos como a un jugador con un gran reconocimiento. Sin embargo, Simeone era tranquilo, hasta callado. Nada que ver con lo que es ahora en el banquillo", cuenta en Relevo.

En Argentina le esperaba el club de sus amores. En Racing, club con fama de 'sufridor', se convirtió en ídolo absoluto con tremenda inmediatez. De hecho, nada más anunciar su retirada como futbolista, inició allí su carrera como entrenador. Lo hizo a modo de salvador con demasiada urgencia, aunque no le dieron continuidad y decidió marcharse a Estudiantes, donde logró ganar el Torneo Apertura 2006, después de 23 años sin títulos nacionales para el conjunto 'Pincha'. De ahí se marchó a River Plate. Y volvió a salir campeón, fue en el Clausura 2008. En 2009 llegó San Lorenzo, pero allí no consiguió los mismos resultados positivos anteriores y aprovechó para tener su primera experiencia europea, en el Catania. Pero Racing volvía a rescatarle, o más bien, volvieron a pedirle un rescate. Tras ser subcampeón del Apertura 2011, presentó su renuncia. El Atlético de Madrid le reclamaba. El resto es historia.

Simeone se definía a sí mismo en el Atleti como el jugador que 'sostenía el cuchillo entre los dientes'. El día que sintió que no podía contener y apretarlos como el 'Cholo' de siempre, se marchó. Pero volvió, como prometió, porque el argentino sabe que a veces hay que dejar ir para sostener con más fuerza. Y dejarle ir.