Manu Bueno abre a Jesús Navas la puerta grande y castiga al Celta con la enfermería

Una despedida a la altura de la mayor leyenda de la historia del Sevilla. Una tarde de emoción, felicidad y tristeza por el adiós de Jesús Navas a su querido Ramón Sánchez-Pizjuán. Y con victoria. De cantera. De sacrificio ante lo que ni mil kilómetros recorridos pueden cambiar: a este equipo le faltan muchísimas cosas. Enfrente, un Celta con pocos argumentos que fue de más a menos claramente.

El balón echó a rodar en Nervión tras un homenaje de categoría a Jesús Navas, quien hizo el saque de honor junto a sus dos hijos. Lo cierto es que el Celta comenzó mejor, ante un Sevilla conuna alineación terrorífica debido a las sanciones de Isaac, Juanlu y José Ángel Carmona. Con Iheanacho en punta, que fue sustituido al descanso por García Pascual, que hace un año jugaba en una Universidad de Estados Unidos y llegó a la carretera de Utrera con ficha del segundo filial. En la primera mitad, poco más pasó, más allá de dos remates de Pablo Durán que se marcharon a la madera de Álvaro Fernández -le ha ganado la partida a Nyland-.

En resumen, un Sevilla pobrísimo y un Celta pobre a secas. Pero todo cambió en la segunda parte. Los nervionenses comenzaron a marcharse arriba. Con más pundonor que calidad, con más garra que talento. Pero también con más cantera que cartera, de lo que hay, por cierto, lo justo en el club nervionense. Manu Bueno le echó 'cara dura' al partido y empezó a probar fortuna desde lejos. La primera se quedó muy cerca, la segunda se le marchó demasiado lejos... y a la tercera, como se dice, fue la vencida. El balón quedó muerto en el área celeste tras un saque de esquina y el canterano hispalense lo mandó directo al fondo de la red.

1-0, sí, pero momento para el más grande. La salida de Jesús Navas del campo, tras ser sustituido a los setenta minutos de partido, quedará para la posteridad. Todo el estadio arrodillado a su leyenda. Su leyenda, también: acabó besando el césped antes de marcharse. Escoltado por todos sus compañeros y entre lágrimas. Muchas lágrimas. Sin él en el campo, al Sevilla le quedó tirar de orgullo... y de Lukebakio, que en derecha mostró una mejor versión. Estuvo cerca de meter el segundo, justo antes de que a Bamba le anulasen el gol del empate por fuera de juego.

Tras un partido sin demasiada historia, ambos equipos se pusieron de acuerdo para dejar para el final lo más emocionante. La tensión se elevó con una tangana en el área sevillista que acabó con Marcos Alonso, Badé y Marcao amonestados. Y que sirvió, además, para enchufar aún más a un estadio que está acostumbrado a sufrir esta temporada con los suyos. Y así fue cómo, tras nueve minutos de descuento, el Sevilla se hizo con una victoria de infarto. Con los suyos... y para Jesús Navas.