Sevilla FC, ¿y ahora qué?

Firmada la permanencia, en el Sevilla FC llega la hora de las decisiones. Tras la tempestad de las últimas semanas, con esos apuros inesperados para conseguir esa victoria que asegurase la salvación, no debe llegar la calma. El enfado del sevillismo no sólo apunta a las tareas erróneas de los últimos tiempos, sino también a la incertidumbre ante lo que se avecina. Una continuación del actual proyecto, si es que se puede calificar así tras los sucesivos cambios en el mismo, no genera ilusión, la base del fútbol. Cambiar por cambiar, como ha ocurrido en el banquillo, sólo alargaría la huida hacia delante de una entidad que presumía de modelo hasta hace bien poco.
La afición del Sevilla se merece otra cosa. El Sevilla, también. Aferrarse al sillón, con toda la legitimidad que pueda existir, sería un grave error. Pasar la página como si no hubiera pasado nada, también. Dejar correr el tiempo sólo serviría para perderlo. El Sevilla necesita, sobre todo, un proyecto deportivo. En tiempos de economía de guerra, y con más recortes que se avecinan, se exige un plan que prime la eficiencia. Hacer más con menos. Acertar con el modelo y con sus protagonistas, todo lo contrario que en estos dos últimos años. La austeridad no implica mediocridad. E incluso el sevillismo agradecería un mensaje real y no chocarse con la realidad después de discursos que se lleva el viento.
El foco se detiene en José María del Nido Carrasco. La cara más visible de este Sevilla, y factótum de ese grupo accionarial que controla la entidad, afronta sus días más decisivos. Dirigirse al sevillismo, y no sólo en una entrevista dirigida, debería ser su primera obligación, pero también tomar decisiones que se sitúan hasta por encima de su persona. Si su mandato se ha dedicado a recortar gastos, con ese acelerado declive deportivo, el presidente debe explicar a fondo su plan, si es que todavía cuenta con el respaldo de esos accionistas que lo auparon al puesto de mando y él se siente con energías para dirigirlo.
Ahí entran en juego el resto de actores del consejo de administración. De nada vale opinar en los corrillos informales sino que toca pasar a la acción. Dejar al Sevilla con la misma estructura de poder de estas dos últimas temporadas abocaría al club a un callejón sin salida y todos señalados como responsables de esta deriva institucional. En una Sociedad Anónima Deportiva manda el capital y, sin obviar el sentimiento del aficionado, ellos deben aportar las soluciones a los problemas. O dar paso a una alternativa que pueda revitalizar un club que cada día pierde esas señas de identidad que lo llevaron a la grandeza deportiva. La gran sentada del sevillismo debe empezar con esos accionistas que controlan el club.
Existe una tercera vía o incluso varias, pero sólo podrán entrar en juego si los actuales accionistas así lo deciden. Vender no es una obligación, claro está, pero permanecer en el inmovilismo también conlleva consecuencias. El fútbol es muy bonito cuando se gana, pero también tiene su lado oscuro. Querer ganar dinero es legítimo, pero luego no valen los golpes de sevillismo en el pecho. La situación social e institucional es insostenible y eso no depende únicamente de la pelota. El Sevilla y el sevillismo se merecen otra cosa y no ver cómo su club cae al abismo sin que nadie intente reflotarlo.
Sevilla FC, ¿y ahora qué? Es la gran pregunta que se realiza el aficionado. Todavía con el susto en el cuerpo, que el fantasma del descenso se convirtió en la pesadilla de más de uno. Planificar la próxima temporada sin asumir responsabilidades sería otra puñalada al raciocinio. Perpetuarse en un modelo que se ha manifestado erróneo no es propio de buenos dirigentes, ni en la empresa ni en el fútbol. Para conseguir resultados distintos se necesitan actuaciones diferentes. Y, después de dos años, que en el fútbol son casi eternos, unas caras visibles que generen confianza.