SEVILLA FC

Cómo se deja el Sevilla y la 'protección' de un histórico del club... por Las Vegas y los estudios: "Al principio no se lo quería decir a mis padres"

Dejó la cantera del Sevilla el pasado mes de julio y se embarcó en una aventura al otro lado del charco.

Manolo Vázquez posa con la camiseta de la Universidad de Las Vegas./Instagram
Manolo Vázquez posa con la camiseta de la Universidad de Las Vegas. Instagram
José Manuel Rodríguez

José Manuel Rodríguez

Los pequeños cambios, a las personas, suelen provocarle cierto temor. Imagínense, entonces, lo que genera marcharte a más de 9.000 kilómetros de tu casa para continuar con tu sueño: el fútbol. Además, poder hacerlo combinándolo con una de las bases más importantes de la vida: los estudios. Pues en esa aventura se ha embarcado Manolo Vázquez, nacido en 2002. Natural del pueblo sevillano Alcalá de Guadaíra, el joven hispalense militaba en la cantera del Sevilla.

Llegó a las categorías inferiores en 2017 y, después de siete años asumió que era el momento de marcharse. Hasta ahí bien, aunque lo normal era dar un paso al lado… no al otro lado del charco. "En enero del año pasado tuve un esguince en la rodilla que ya tenía operada y empecé a darle vueltas. También tenía una edad para seguir en el filial del Sevilla, a la vez estudiaba y sentía que no estaba al cien por cien en ningún lado… y vi que había algunos antiguos compañeros que habían estado en Estados Unidos".

A partir de ahí, sin demasiada importancia al principio, comenzó con el 'protocolo': mandarles vídeos a las agencias para que lo muevan entre las universidades… y a esperar. "Te llegan muchas universidades y hablas con los entrenadores. Tienes varias entrevistas para saber qué quieren de ti y ya luego decides".

El proceso parece sencillo, pero lo más complicado fue hablarlo con sus padres. Manolo Vázquez es hijo de Ramón Vázquez, exjugador del Sevilla en los 80 y principios de los 90, por lo que la parte de convencer a alguien habituado al traslado constante fue lo de menos. "Al principio hablaba con la agencia y no se lo quería decir a mis padres. Ya luego, sí les dije que me había salido la oportunidad, pero que no sabía si lo iba a aceptar… aunque en el fondo sabía que si todo iba bien, me terminaría yendo. Cuando lo tuve más claro les dije que lo iba a aceptar. Mi padre se lo tomó mejor que mi madre, ella no quería que me fuera, pero es la decisión que sentía que había que tomar".

¿Y cómo se organiza un chaval de 22 años en Las Vegas? La pregunta parece de película, Manolo es consciente de ello, pero su día a día está plagado de actividades. Mucho fútbol… y mucho estudio. En Estados Unidos todo es distinto: "Me despierto a las 6:50 horas. Nos preparamos y, como estoy en un apartamento con dos compañeros del equipo, cogemos el coche de uno de ellos y nos vamos al vestuario. Nos dejan toda la ropa, así que nos vestimos y nos vamos a un complejo donde van todos los atletas, ya sea de fútbol, fútbol americano, béisbol… Aquí hay un montón de deportes. Desayunamos allí, vamos al gimnasio, vemos vídeos antes de empezar el entrenamiento y nos llevamos una hora y media o dos horas y media entrenando. Acabamos en torno a las once y hasta las doce tienes para ir al fisio o hacer otras cosas, para prepararte también para clase. Almorzamos sobre las doce, que yo tengo clases a la una. Yo tengo como dos clases por día y termino sobre las cuatro o cinco, y ahí ya me vuelvo al apartamento y hago vida con mis compañeros de piso".

Una rutina diaria que acaba con una frase contundente: "Aquí es más fácil llevar la universidad cuando estás haciendo deporte que en España". Manolo, en su etapa en el Sevilla, estudiaba una ingeniería y la compaginaba con el fútbol, aunque las trabas eran importantes: "Yo allí debería estar en cuarto, pero estaba en segundo porque tenía que coger la mitad de asignaturas cada año. Y no podía ir a las clases, me las perdía. Al final me lo aprendía todo por mi cuenta en mi casa".

Un sistema distinto. En Estados Unidos, todo está enfocado al deporte, y en el fútbol en concreto, aunque se piense lo contrario, Manolo defiende que hay buen nivel. Comparte vestuario con canteranos del Lens, Girondins de Burdeos o Deportivo de La Coruña, pero también defiende a sus rivales. "Yo no me esperaba esto. Aquí se juega muy rápido. Más físico. Las reglas de lo que es el fútbol son un poco distintas. Por ejemplo, puedes entrar y volver a salir en el mismo partido. Entonces, físicamente, el partido te exige un montón durante todo el tiempo. Estás todo el día corriendo y casi que no tienes tiempo para pensar, para bajar el balón, para llevarlo de un lado a otro… es siempre queriendo ir hacia adelante. Pero por el nivel de los futbolistas y eso, la verdad que me he quedado sorprendido".

Pero… ¿y cómo se viven los partidos? ¿Es igual que lo que vemos en las películas? En parte. "El fútbol es verdad que aquí no es tan popular, pero en los partidos hay gente. Aunque nada que ver con el fútbol americano. El equipo de nuestra universidad juega en un estadio de 60.000 espectadores, que es donde juegan también Las Vegas Riders, que es de la NFL".

Un viaje de ida a más de 9.000 kilómetros de distancia que, aunque todo el mundo tema que sea así, ni el propio Manolo sabe cuando tendrá que comprarse el de vuelta: "Lo que me dure mi carrera, ¿sabes? Y ya después... no se sabe nunca. Nunca se sabe. Si me gustará esto, si no, si me querré volver… estoy abierto a todo".