Seis años y 159 banquillos después, Lunin demuestra que Zidane se equivocaba
La temporada del ucraniano sirve para confirmar que el Real Madrid acertó con su fichaje a pesar de la falta de oportunidades.

El Real Madrid fichó a Andrey Lunin en 2018. Un espigado portero de 19 años y más de 1,91 metros que llegaba procedente del Zorya Lugansk con la idea de que se formase durante un tiempo para, en el futuro, tomar las llaves de la portería blanca. Desde aquel verano empezó un viaje con más bajos que altos. Seis temporadas después se confirma que la dirección deportiva blanca acertó con su fichaje. Y existe debate con su futuro y el de Kepa: Lunin acaba contrato en 2025.
No resultó sencillo traerle. Había muchos otros grandes interesados en Lunin, que llamaba la atención por su agilidad a pesar de su gran envergadura. El Chelsea o el Nápoles estaban dispuestos a pagar la cifra que pedía su club. Los blancos, ofreciéndole un buen proyecto, cerraron su incorporación por 8,5 millones más variables.
Llevaban meses siguiendo al futbolista, pero no fue hasta la salida de Zidane que lo incorporaron. El francés, que contaba con Keylor Navas y Kiko Casilla en el primer equipo, utilizaba como tercer guardameta a su hijo Luca, quien también ocupaba la portería del filial. El francés no quería eclipsar a su hijo que por aquel entonces prometía un gran futuro de blanco. Con su marcha, el Madrid activó de forma definitiva la incorporación de Lunin.
Vivió tres cesiones, dos de ellas improductivas. En el Leganés se hizo fuerte. Una etapa en la que apenas jugó pero que recuerda con especial cariño porque fue clave en su adaptación a España. Sufrió más en Valladolid, donde sólo duró seis meses para, después, volver a sentirse importante con el Oviedo. Jugó 20 partidos que sirvieron para que el Madrid lo recuperase para la causa como suplente de Courtois, recién llegado. La idea era que aprendiese del belga, trabajando mano a mano con el mejor guardameta del mundo.
De vuelta en Valdebebas, nunca ha disfrutado de la oportunidad de demostrar su valía. Tibu cerró a cal y canto la puerta de la titularidad para él. Ni con Zidane primero ni con Ancelotti después pudo romper esa ley. Ni siquiera en Copa, donde el italiano sacaba del once al ucraniano en cuanto llegaban los partidos peliagudos. En total, 159 banquillos en apenas tres temporadas y cuatro meses, número que seguirá aumentando con el regreso de Kepa. Una racha que hundiría la moral de cualquiera, pero que demuestra la frialdad y entereza del de Dnipro.
¿Cómo ha soportado Lunin tantos 'palos'?
No es casualidad. Criado en una familia tradicional ucraniana, su padre, de muy fuerte carácter según los que le conocen, se encargó de llevar su disciplina y de gestionar su carrera. Tuvo mucha influencia en la decisión final de su hijo de llegar al Real Madrid, aunque también le ha instado en varias ocasiones a buscar una salida ante la falta de oportunidades.
Pero el principal apoyo de Lunin, por el cual ha seguido en Madrid todo este tiempo, está en casa. Se trata de su mujer Anastasia y de su hijo, con quienes vive en el norte de la ciudad. Están encantados con su vida en la capital -se mudaron de casa el verano pasado- y por ello han rechazado las diferentes ofertas que han recibido en los últimos años. Para alegría del club que, a pesar de no ser el portero favorito de Carletto, valora mucho tanto su nivel como su profesionalismo a lo largo de estos años. Si fuera por parte de la directiva, seguiría unos años más -termina su contrato en 2025-.
Andrey no es muy hablador. Bromea con sus compañeros, sí, pero no suele hacer ver cómo se siente. Se ha llevado muchos palos en los últimos años. Discusiones con Llopis, suplencias inesperadas y muy poca presencia. Ni la lesión de Courtois le ha dado la oportunidad de luchar por el puesto. Con todo ello, nunca ha perdido las ganas. De ahí que se haya ganado el respeto y el cariño de sus compañeros, que no entendieron las palabras de Ancelotti cuando lo mandó al banquillo tras su gran partido contra el Cádiz.
Su momento más duro en este tiempo, por encima de lo deportivo, llegó con el comienzo de la guerra de Ucrania. Los familiares del portero vivieron el comienzo del conflicto in situ, siendo Dnipro una de las zonas más calientes. Lunin, quien sigue muy atento a todo lo que sucede y habla con ellos a diario, ayuda como puede desde aquí. Ha organizado diferentes campañas de ayuda con distintas organizaciones para mandar comida y ropa a su país. Algunas junto a Roman Zozulya, exjugador de Albacete o Betis. Lo sucedido ha despertado aún más su sentimiento patriótico, y acompaña a artistas y deportistas que llegar a Madrid con el objetivo de dar visibilidad a lo que está sucediendo allí.
Esta temporada suma ya siete partidos con muy buenas cifras. Apenas cuatro goles encajados y cuatro porterías a cero. Sólo en un ocasión, contra el Nápoles, han podido batirle más de dos veces. El nivel mostrado ha despertado el debate entre el madridismo, con una parte de la afición pidiendo su titularidad por encima de Kepa, que regresará contra el Betis tras lesión. Una discusión que no existe para Ancelotti y un nuevo golpe para Lunin, que por lo menos ya ha podido demostrar que tiene nivel para jugar de blanco.