Dejan Petkovic desentierra su guerra con Fabio Capello en el Real Madrid: "Me dijo ¡sal de aquí, que no vas a jugar nunca más!"
El serbio atiende a Relevo desde Brasil, donde es ídolo, para repasar su carrera y hablar de su etapa en el club blanco.
"Yo es que era el mayor talento de Europa, ¿eh?", repite varias veces Dejan Petkovic (Majdanpek, 10 de septiembre de 1972) durante la entrevista con Relevo. Lo hace con la firmeza de su carácter serbio y la sonrisa brasileña, dos nacionalidades que se funden en un físico de pequeño boxeador. Habla como vive, de manera volcánica, reivindicando su figura futbolística. Debutó en la Primera división yugoslava con 16 años y 15 días; en 1995 se convirtió en el primer fichaje de Lorenzo Sanz en el Real Madrid (500 millones de pesetas); en España 'se perdió' entre roces con entrenadores y cesiones infructuosas hasta que, en 1997, una decisión le cambió la vida. Aceptó una oferta del Vitória y aquello le abrió las puertas de la gloria en Brasil hasta ser considerado el mejor 10 de la historia de Flamengo por detrás de Zico. "El respeto que me tienen aquí sólo lo hubiera logrado en Europa con un Balón de Oro", declara.
Petkovic se muestra relajado a lo largo de una hora y veinte minutos de conversación con este periódico. Nos atiende a través de videoconferencia, en su casa de la isla Morro de Sao Paulo y con una caipiroska en la mesa. El balcánico derrocha personalidad y no regatea ningún detalle cuando aborda asuntos espinosos como aquella guerra que tuvo con Capello: "Me llegó a decir: '¡Sal de aquí, que no vas a jugar nunca más!'. Ahí se rompió todo…".
¿Es usted el serbio más brasileño de la historia?
(Risas) Se podría decir que yo tengo dos casas. De momento sigo aquí. Ahora estoy en Morro. Cuando tengo estrés vengo aquí. En julio salí de O Globo, donde trabajaba, y desde entonces estoy junto a mi hermano haciendo de intermediario. Pero sí, tengo dos casas. Una, en la que nací. Y otra, la que elegí. Este país me ha dado muchísimo.
Nació en Majdanpek, en la antigua Yugoslavia. ¿Cómo recuerda su niñez?
Era maravilloso. En la época en la que nací, en los setenta, Yugoslavia estaba bajo un régimen socialista (de Josip Tito). Majdanpek era una ciudad muy pequeña. Recuerdo a mi madre saliendo por el balcón para llamarme para cenar. Siempre estaba fuera, practicando deporte todo el día.
¿Su familia no tuvo dificultades económicas?
Mi padre y mi madre tenían trabajo, yo iba al colegio, nos íbamos de vacaciones... Después empezaron los problemas, pero en aquella época recuerdo que vivía muy bien.
¿El fútbol estaba presente en su casa?
Mi padre también jugó al fútbol y muy bien, pero nunca como profesional. Él creció sin padre porque murió en la Segunda Guerra Mundial. Solo estaba con su madre y con su hermano. Era tan bueno que incluso le fueron a buscar para que jugara. Decían que era muy talentoso.
¿De qué jugaba?
De 10, claro.
Le viene de familia, entonces.
Sí, digamos que sí. Yo vivía al lado del estadio de la ciudad. En aquella época de socialismo se practicaban todos los deportes. Lo tenías en el colegio como algo obligatorio: baloncesto, balonmano, voley, fútbol, tenis de mesa, ajedrez, gimnasia, natación... Era más o menos bueno en todo.
"Yo era uno de los últimos '10' de mi generación, un jugador que hoy en día es difícil encontrar"
Exjugador¿Cómo empezó en el fútbol?
Cuando tenía cinco o seis años, el entrenador del Majdanpek me vio chutar el balón en la calle y me invitó a entrenarme en el club. Yo le dije que sí. Después empecé a destacar. Cuando terminé Primaria me fui para Nis, tercera ciudad de Serbia ahora. Por entonces, tenía un equipo en Primera, el Radnicki Nis. Me querían muchos equipos, hasta el Estrella Roja. Pero yo dije que no. Quería ir al Radnicki, seguir los pasos de mi hermano, que también jugaba. Además, era la ciudad de mi padre. Comencé como profesional muy temprano. Con 16 años y 15 días me convertí en el más joven en la historia del fútbol yugoslavo en jugar en Primera. Y así hasta que en 1992 llega la mierda de tiempo.
La guerra…
En Serbia, donde yo estaba, no había conflicto. Lo había en las regiones que estaban en ese momento con el tema del separatismo. Infelizmente los problemas acontecieron en Croacia, Bosnia... Era triste. Tú estabas jugando con compañeros en la selección que eran croatas, bosnios y eslovenos y de repente ya no son tus amigos. ¡Qué cojones! ¿Cómo no van a ser mis amigos? Son mis amigos. Que nos separemos territorialmente es otra cosa, pero la amistad no se separa. Y llegan los embargos, las sanciones económicas, deportivas, todo. Son cosas que no podemos controlar.
¿Cómo le afectó eso a su carrera?
Yo en 1992 me voy al Estrella Roja, no quería salir fuera. Tenía muchas ofertas del extranjero, pero quería cumplir mi sueño de jugar en el equipo del que era hincha. Fiché un año después de que el club ganara la Copa de Europa. Pero llegan esas sanciones económicas y deportivas. No hay dinero, nada, un follón. Yo estaba en la selección yugoslava que iba a disputar la Eurocopa de 1992. Al final nos echaron por el tema político, llamaron a Dinamarca y fue campeón… En fin. Yo solo podía jugar dentro del propio país. Sin que te vean fuera, te olvidan. Pero incluso así, tres años después terminé en el Real Madrid. Porque antes de eso yo estaba considerado como el mayor talento de Europa.
"La guerra fue triste. En la selección estabas con croatas, bosnios, eslovenos... Y de repente no son tus amigos. ¡Qué cojones!"
Exjugador¿Cómo era?
Yo soy uno de los últimos 10 de mi generación, un jugador que hoy en día es difícil encontrar. Tenía la polivalencia de jugar en el mediocampo, pero contaba con un uno contra uno muy fuerte, asistía, me metía en el área y marcaba muchos goles. Era bueno, modestia aparte, era bueno (risas). Después tenía otros puntos fuertes.
¿Cuáles?
El balón parado: faltas, córners... Los tiraba muy bien. ¡Y soy el rey del gol olímpico! Marqué ocho goles olímpicos oficiales, más otros que me anularon. Era un jugador decisivo, en los partidos grandes siempre jugaba bien, cogiendo la responsabilidad.
¿Quién le apodó 'Rambo'?
Fue con 14 años. Cuando me fui al Radnicki. Me llevaron a un torneo de juveniles. No me conocían. Y en el primer partido metí dos goles. Estaba muy fuerte, era diferencial. Y en las tribunas empezaron a decir: "Mira a ese niño, pasa entre todos como Rambo". Y los del banquillo, como tampoco sabían aún nada de mí, comenzaron a llamarme así y me quedé con Rambo.
En España no dejó esa impresión.
Mira, en mi generación había cracks como Rui Costa. Yo estuve tres años jugando fuera como aquel que dice, solo en mi país, sin que me vieran. Si hubiese jugado aquella Eurocopa a lo mejor ni habría ido al Estrella Roja. Todo cambia mucho. Pero no hay que lamentar ni decir nada. Ha pasado lo que tenía que pasar. Incluso así, fiché por todo un Real Madrid.
¿Quién fue el primero que le llama para decirle que el Madrid está interesado?
No lo recuerdo, pero es que yo era bueno, ¿eh? El agente que hizo la operación fue Ángel Castillo. Fiché porque Lorenzo Sanz se convirtió en presidente después de ganar las elecciones a Mendoza. Fui el primer fichaje de Sanz esa temporada.
Firmó en verano pero no llegó hasta diciembre. ¿Por qué?
Yo tenía que ir en agosto de 1995 y no fui porque el Estrella Roja no quiso. En agosto nos quitaron los embargos deportivos y volvíamos a jugar en Europa. El Estrella Roja, a pesar de haber sido el campeón de Europa de 1991, tenía que jugar una eliminatoria previa para entrar en esa edición. Nos habían quitado todos los puntos. Así que convencieron al Madrid para que yo fuese seis meses después: me querían para ese partido de clasificación.
"Fiché por el Madrid en verano pero llegué en diciembre. Valdano y Sanz estaban peleados y yo pagué el precio"
Exjugador¿Cómo le sentó?
Yo me quedé mal. Jugamos ese partido contra el Neuchatel Xamax... ¡y lo perdimos! No nos clasificamos, así que perdí seis meses. El Madrid es un club muy grande y no puede esperar seis meses a nadie. Así que en agosto compraron otro jugador, a Freddy Rincón. Como estaba acordado yo llegué en diciembre, pero ya habían cambiado muchas cosas. Empiezan las peleas, los mosqueos entre el entrenador y el presidente...
¿Cómo fue el Real Madrid que se encontró?
Estaba muy mal, séptimo u octavo en Liga. Eso es una castaña para el Madrid. Llego y hay problemas. Yo pago el precio. Hay una pelea entre el presidente y el entrenador, Valdano. Él me dijo que no iba a jugar. Y yo dije: "Vale, no juego, qué se le va a hacer". Pero yo nunca lo tomé como algo personal de Valdano. En el momento él tenía sus razones con el presidente.
¿Valdano le explicó esos motivos?
No. Yo tampoco lo preguntaba. Después me fui cedido al Sevilla para que comprasen a Suker. Pero es que me voy a Sevilla, enseguida me rompo el quinto metatarsiano y un mes después echan a la calle a Valdano cuando perdió contra el Rayo 1-2… Pero bueno, si hubiese jugado en el Madrid nunca habría venido a Brasil y no sería lo que soy aquí: el mejor extranjero de todos los tiempos, como jugador y pichichi.
Antes de Brasil aún le quedan cosas que contar de su etapa en el Madrid porque en verano de 1996 vuelve.
Y está Capello.
Tampoco le quiso y el italiano no tenía problemas con Lorenzo Sanz, como Valdano. ¿Qué sucedió entonces?
Pues mira, no sé qué paso. Tuvimos un desencuentro. Yo aguanté profesionalmente todo, nunca nadie puede reprocharme nada. Yo nunca le decía nada en los entrenamientos o en los partidos. Pero al final, pues lo preguntas. ¿Qué pasa? O no le caía bien o pensaba que no era bueno o yo qué sé. Lo único que sé es que tampoco tuvieron éxito con él Boban o Savicevic. A lo mejor no le gustaban los yugoslavos.
"Capello me llamó sinvergüenza y me dijo que no tenía calidad para jugar en el Madrid"
ExjugadorÉl llegó a decir públicamente que usted no tenía la calidad de jugar en el Madrid.
Pero la discusión fue después de que pasara todo. Antes nunca discutimos personalmente. Discutimos porque en un partido contra la Sampdoria pasó lo que pasó y yo dije lo que dije…
¿Puede refrescarnos la memoria?
Tuvimos un amistoso contra la Sampdoria en el Bernabéu, a finales de diciembre de 1996. Yo tenía que jugar ese partido para que me vieran, porque había cuatro equipos que me querían. El presidente, mis agentes, todos estaban junto a los cuatro equipos en el estadio. Y decidieron que era mejor que saliera y jugara para conseguir una cesión. A mí me avisaron de todo. Pero antes del partido, el míster me dijo que no iba a jugar de titular, que para mí era suficiente medio tiempo. Como yo era muy bueno, me dijo... Salí fuera y estaba toda la cúpula del Madrid: presidente, director, agentes... Me preguntan: "¿Por qué no te cambias?". "Pues porque no juego", les contesto. "¿Cómo que no juegas?", dicen. "Pues no, me ha dicho que en el segundo tiempo". Se fueron ahí dentro a hablar. Capello dijo que quien mandaba era él.
¿Al final jugó?
En el segundo tiempo me mandó calentar. No me dejaba entrar, no me dejaba entrar... Entré al final faltando cuatro minutos, tres, no importa. Me puso a jugar en la banda derecha, que no era mi posición. En tan poco tiempo, el lateral izquierdo suyo (Pesaresi) me dio dos golpes sin balón, una vez con el puño. Después del partido yo fui a hablar con ese jugador, ya estaba bajando la sangre. Él me estaba pidiendo disculpas cuando vino el portero de la Sampdoria, que era Pagliuca, y se puso entre los dos. Al verle ahí, el otro se crece. Su amigo está delante, claro. Y me manda a tomar por culo. Así que salté por encima del hombro de Pagliuca y le di un golpe en los dientes. Se los rompí. Y peleamos. Después del partido pedí disculpas, no podía hacer lo que hice. Luego di una rueda de prensa. Y ahí me preguntaron que por qué no jugué de titular, que qué pasaba con el míster. Así que ahí abrí mi corazón.
¿Cuáles fueron sus declaraciones?
Dije de todo. Al día siguiente fui al Bernabéu. Capello me llama: "¿Qué dijiste anoche de mí?". Yo le contesté: "Sinceramente no lo sé. Lo único que puedo apuntar es que no dije ni el cincuenta por ciento de lo que debería decir". Me respondió que era muy sinvergüenza y que yo sabía por qué no jugaba. Le pregunté que por qué. "Porque no tienes calidad para jugar en el Madrid", me replicó. Y no me callé: "Puede ser, pero si usted necesitaba seis meses para descubrir eso, a lo mejor usted no tiene calidad para ser mi entrenador". Y ahí saltó: "¡Sal de aquí, que no vas a jugar nunca más!". "Perfecto, tampoco jugaba hasta ahora". Y me salí. Él luego da esa rueda de prensa diciendo que yo no tenía calidad para jugar en el Madrid. Así que se rompe todo. Tenía que buscar una solución. Al final me fui cedido al Racing y esa es otra historia muy mala.
¿Es cierto que se fue a casar el mismo día que el Racing jugaba contra el Deportivo?
Es que es mentira lo que se publicó. No fue así.
Aclárelo, entonces…
Al principio el Mallorca estaba detrás de mí, estaba peleando para subir a Primera. Su presidente, Beltrán, me quería mucho. Tanto que hice la recuperación en Mallorca cuando tenía el pie roto, me pagó todo. Incluso quería pagarme para que jugara, me daba hasta una prima si el equipo subía a Primera. Pero como era ir a Segunda... Fui un niño que no sabía en ese momento la importancia de que te quieran y no te quieran. Y apareció el Racing de Santander. Yo estaba en mi casa, jugando a las cartas con mi amigo Juan Carlos Pedraza, y suena el teléfono. Le llama el entrenador, Marcos Alonso, el Pichón. Me lo pasa y me dice que a ver si voy allí, que necesitaba ir a UEFA. ¡La hostia! Yo le dije que necesitaba ritmo y me respondió: "Qué ritmo ni cojones, que tú vas a jugar aquí con una pierna". Nos quedamos... Pues dije que sí, sin dinero ni nada mientras que el Mallorca quería pagar 20 millones de pesetas más la prima. Pues me fui al Racing sin querer nada. Lo único que pedí fue que el 23 de marzo me iba a casar, que mi novia estaba embarazada. Me dijeron que no pasaba nada, que me ponían un avión particular. Bien. Al día siguiente fui a Santander con mi agente y nos presentamos en el hotel donde el Racing estaba concentrado para un partido de Copa. Viene Marcos, me lo presentan... Me dice "hola" y se va. ¿Dónde está el tío que habló el domingo por teléfono diciéndome media hora de todo?
¿Las sensaciones mejoraron después?
Después no jugaba, no jugaba, no jugaba... Durante la semana yo me entrenaba, pero no me ponía.
¿No le dio explicaciones?
Después del Camp Nou me dice que quiere hablar conmigo. Fui a hablar con él. Empezó elogiándome. Que yo era muy bueno, el mejor jugador que tenía, con un talento de la hostia… pero que mi actitud no le gustaba. Respiré y contesté: "Puede ser. Dime lo que no te gusta y si me parece bien lo cambio y si no, pues también. Al menos para saber dónde estamos". Y me dice que no lo sabe. Insistí y me respondió lo mismo, que no lo sabía. Espere por tercera vez. Y repetí todas las palabras. Cuando le pregunté qué es lo que no le gustaba, me volvió a decir eso de "no lo sé". Quería matarle, le dije de todo, le chillé de todo: "No juego más, me quedo en casa, jugaba más partidos en el Madrid". Y me fui. Pensaba que me iban a cargar, pero en el siguiente encuentro me metió a jugar. Al otro también. Hasta que vinimos al Bernabéu…
¡Frente a Capello!
Yo quería jugar contra él. Y Marcos Alonso me llama y me pide el favor de no ser titular ese día para ser titular el miércoles contra el Celta, en un partido de Copa que teníamos que remontar. Pensando que si me negaba era capaz de no dejarme salir ni un minuto contra Capello, acepté. Al final sí me metió en el segundo tiempo y tuve una ocasión de la hostia. Casi meto un golazo. Jugamos luego contra el Celta, perdimos y nos eliminaron de la Copa. Y ese fin de semana tenía que casarme. Así que me fui. Me fui el domingo, en el partido, ¡pero volví el martes! Y cuando llegué, la Prensa me empezó a acusar de que yo había abandonado al equipo. Y nunca más volví a jugar. Esa es la historia.
"En el Racing, Marcos Alonso me dijo que no le gustaba mi actitud y que no sabía por qué. Tres veces. Le dije de todo..."
ExjugadorY de nuevo, regreso al Madrid.
Viene Heynckes. Cuando nos presentamos en el Bernabéu, me llama el director deportivo, que era Pirri. Subo a su despacho y me asegura que el entrenador no me quiere. "¿Cómo que el entrenador no me quiere? El entrenador no me conoce", le dije. Llamé a Quique Reyes, representante de Heynckes, para que hablara con él y le preguntase. Me devuelve la llamada: "Jupp me dice que es el club quien no te quiere, que él no te conoce". Así que me fui a la pretemporada, a Suiza. Allí Heynckes me preguntó por todo lo que había pasado con Valdano y Capello, porque le habían dicho que yo era un tío problemático, que se peleaba. Y me dio un mensaje: "Si tú te comportas bien, yo te voy a tratar como a cualquiera de la plantilla, solo quiero tu disciplina. Ahora, como tenemos 26 jugadores y solo hay 25 fichas, no sé cuántas oportunidades te puedo conceder".
¿Y se portó bien?
Después de una semana en Suiza me llama y me suelta que yo era el mejor futbolista que tenía. Fui el jugador número 12 toda la pretemporada. Al final, García Calvo se fue al Atleti y Heynckes tenía la intención de hacerme ficha. Pero ese verano jugamos un amistoso contra el Vitoria, les metí dos goles y me hicieron una oferta. Como no iba a ser inscrito por el Madrid para la Champions, acepté la propuesta y me fui a Brasil. Ni me despedí.
Sólo jugó seis partidos en el Madrid. ¿Quién fue su mayor apoyo en el vestuario?
Fernando Sanz fue mi mejor amigo. Mijatovic, Suker, con Hierro me llevé muy bien, Seedorf, Roberto Carlos… Si me hubiese quedado más tiempo...
"¿Que en Europa ganaría más dinero? Seguro, pero el respeto que tengo en Brasil sólo lo gozaría allí si hubiera ganado el Balón de Oro"
Exjugador¿Le perjudicó su carácter?
Yo no soy perfecto, desde luego que no. La vida es así y todo conspiró para que viniera a Brasil e hiciera lo que hice, una carrera fantástica, estoy en el Hall of Fame de Maracaná como el tercer extranjero más famoso, con Eusebio y Beckenbauer, y uno de los mejores extranjeros de todos los tiempos. Hasta el momento gozo de un privilegio enorme aquí. ¿Que en Europa ganaría muchísimo más dinero? Seguro, pero el respeto que tengo aquí sólo lo gozaría en Europa si hubiera ganado el Balón de Oro. Aquí tengo el respeto de los campeones del mundo.
Se lo empezó a ganar en el Vitória.
¡Y ficho engañado!
¿Engañado?
Me dijeron que el Papa viajaba a Brasil, que se paraba todo y que si no me iba ese día no se podía hacer el fichaje, ni registrar en la federación. Todo mentira. Fue el vicepresidente de la época, Teo Fonseca, quien me lo dijo. Llegamos a Brasil... ¿y qué Papa? Ya estaba en el Vaticano hacía una semana. Fue un mentiroso. Pero bueno, ahora somos amigos.
En aquella época fue raro que un serbio aceptara jugar en Brasil. ¿Por qué se decantó por esta oferta?
Me dijeron que el Vitória era campeón, que Bebeto jugaba en el club. Pues cuando llegué supe que era campeón, sí, ¡pero estatal, no del país! Y Bebeto ya no jugaba. En Vitória jugué 88 partidos en un año y medio y metí 58 goles. En la historia del club soy el mejor jugador, elegido por la prensa, por los hinchas… Me convertí en leyenda porque soy un serbio, soy un ganador. Luego, después de un año en el Venezia, volví al Flamengo y es donde más éxito tuve. Estoy considerado, después de Zico, el mejor 10.
La decisión le cambió la vida.
Ir a Vitória fue una decisión que la cambió, sí. Ya hablaba español y en dos meses aprendí portugués. No lo hice por obligación. Tenía muchas ganas de adaptarme. Y me empezó a gustar mucho el país. No me lo pensé dos veces para aceptar la propuesta de Flamengo.
La afición del Flamengo aún recuerda su golazo de falta contra el Vasco que le dio el campeonato carioca en 2001.
Aquello me marcó. Y fue en un minuto… En el 43 de la segunda parte. Ese número luego lo llevé en mi segunda etapa en el club. Después de jugar en varios clubes brasileños como Vasco, Fluminense, Santos…, acabé la carrera en Flamengo con 36 años y perdonando dinero. Me encantaba el país. Y aquí sigo.
Cuando piensa en su etapa en el Madrid, ¿qué le despierta una sonrisa?
Quitando las peleas que tuve, todo, macho. Es que era feliz. Me saqué el carné de director deportivo en la Federación Española, luego el de entrenador. A mí me gustaba Madrid. Siempre dije que iba a vivir allí. Cuando vine acá, lo hice con el desafío de hacerlo bien y volver. Tenía mi casa en Madrid. Después la vendí y se cambia. Y te conquista otro país, otra mentalidad, otra cultura. Si tuviese un trabajo en Madrid me iría mañana a pesar de todo lo que tengo aquí. Pero me conozco, no puedo ir y quedarme a vivir sin trabajar. Dos meses después ya estaría loco.